Narciso alpinista

Donald Trump ha llegado ya a lo m¨¢s alto. Y lo ha hecho con sentido del guion, antes incluso del encuentro en la cumbre. No importa lo que se haya tratado de verdad en la conversaci¨®n sin testigos, solo con los int¨¦rpretes. Como en sus anteriores encuentros hist¨®ricos, el acontecimiento es una actuaci¨®n y una culminaci¨®n de un plan previamente acordado, que consiste fundamentalmente en enaltecerse a s¨ª mismo.

Sobre lo que de verdad haya sucedido dentro ser¨¢ dif¨ªcil decir algo que se sostenga: los int¨¦rpretes son mudos, Putin es un exagente secreto lac¨®nico y calculador, y Trump un mentiroso compulsivo con una plusmarca de seis mentiras por d¨ªa dif¨ªcilmente superables. No tiene la menor importancia. El contenido de la cumbre es la cumbre misma, de la que Putin y Trump obtienen id¨¦ntico resultado: reconocimiento, el primero en nombre de Rusia, y el segundo en nombre de s¨ª mismo y a costa de Estados Unidos y de sus aliados.

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Trump no ha podido ser m¨¢s expl¨ªcito sobre la culpa de las p¨¦simas relaciones entre Mosc¨² y Washington: es estadounidense y sobrentiende que se debe a los anteriores presidentes, especialmente dem¨®cratas. La anexi¨®n de Crimea, la guerra contra Ucrania en la cuenca del Donbass, la intervenci¨®n militar en Siria, los asesinatos de agentes secretos en Reino Unido, la persecuci¨®n a periodistas, pol¨ªticos dem¨®cratas y disidentes en Rusia, y no digamos ya las interferencias en las campa?as electorales en EE UU, en Francia o en el refer¨¦ndum del Brexit, todo se debe a la malevolencia antirusa. Ni Putin lo har¨ªa mejor.

Trump ha subvertido el entero sistema diplom¨¢tico estadounidense y tambi¨¦n las relaciones internacionales. Nada se resuelve en sus encuentros hist¨®ricos, sea con Kim Jong-un el pasado 12 de junio en Singapur, sea ahora con Putin en Helsinki, porque nada hay que Trump pueda resolver. Su t¨¦cnica consiste en fabricar una verdad alternativa al servicio de su presidencia. Los dos ¨²ltimos ¨¦xitos as¨ª obtenidos son deslumbrantes. Ya no hay peligro nuclear en la pen¨ªnsula de Corea, aunque el r¨¦gimen de Pyongyang no haya hecho nada para abandonar la construcci¨®n de la bomba. Los europeos van a obedecer sus ¨®rdenes respecto al aumento del presupuesto militar en un 4 %, a pesar de que nadie se haya comprometido a nada m¨¢s que no sea el 2 %, que 23 socios incumplen todav¨ªa.

Ahora la cumbre es el mensaje. Trump es el presidente que se re¨²ne cara a cara y a solas con Putin para recuperar las relaciones entre las dos grandes potencias. Trump no se f¨ªa de nadie. Ni de sus esp¨ªas, ni de sus diplom¨¢ticos y apenas de los jefes militares. Tampoco de su equipo en la Casa Blanca. Solo se f¨ªa de s¨ª mismo, contrapartida perfecta de la desconfianza que suscita en todos, incluidos sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos. La raz¨®n para la desconfianza, la suya hacia los suyos, y de los suyos hacia ¨¦l, es que nadie sabe c¨®mo son las relaciones entre Putin y Trump, y ni siquiera si son entre iguales o entre amo y criado, algo que solo puede aclarar el fiscal Mueller, que investiga las interferencias rusas.