El Gordo Valor: mitos y verdades del ladr¨®n m¨¢s famoso de Argentina
Responsable de casi 50 robos, Luis Alberto Valor es liberado tras pasar la mitad de su vida en prisi¨®n
Luis Alberto Valor dice haber visto m¨¢s de 10 veces el final de Scarface. La escena que lo fascina es cuando el narcotraficante Tony Montana dispara como un poseso su M16 lanzagranadas y las balas de sus verdugos parecen rebotarle. Valor jura que en 1987 vivi¨® algo parecido al personaje de Al Pacino. El jueves pasado fue liberado por la Justicia argentina de la c¨¢rcel de Urdampilleta, a poco m¨¢s de 340 kil¨®metros de Buenos Aires. Cuando lleg¨® a su casa busc¨® esa pel¨ªcula para volver a verla.
Aquel d¨ªa en que se sinti¨® Montana, regresaba de robar a punta de fusil 300 mil d¨®lares de un cami¨®n de caudales. Lo segu¨ªan tres coches de la polic¨ªa. A mitad de camino, Valor choc¨® contra un ¨¢rbol y qued¨® frente a un imaginario pelot¨®n de fusilamiento formado por polic¨ªas de mirada rabiosa pero, al parecer, p¨¦sima punter¨ªa. El delincuente, que ten¨ªa puesto un chaleco antibalas, se tir¨® debajo del asiento trasero del auto. Se defendi¨® como pudo. Las balas lo rozaban. Lo tranquilizaba saber que ten¨ªa chalecos antibalas. Sali¨® como pudo y se ocult¨® detr¨¢s de un ¨¢rbol. Fingi¨® quedarse sin balas, algo que sol¨ªa hacer cuando deb¨ªa tirotearse con sus enemigos. Pero cuando estaba por disparar, lo hirieron en la pierna izquierda. Como pudo, volvi¨® a refugiarse en el ¨¢rbol. Hasta que se qued¨® sin balas, de verdad, y se rindi¨®. Antes recibi¨® un balazo que le atraves¨® la mano derecha.
¡°Fue un concierto de tiros, las balas llov¨ªan pero yo segu¨ªa vivo¡±, escribi¨® Valor con esa mano ¨Ca la que le qued¨® una gran cicatriz¨C en el libro que saldr¨¢ en septiembre sobre su vida. El d¨ªa que se salv¨® de milagro est¨¢ en uno de los cap¨ªtulos. Los peritos contaron m¨¢s de 200 impactos de bala en el auto que conduc¨ªa Valor y en la corteza del ¨¢rbol.
El Gordo Valor, como se lo conoce en el mundo del hampa, tiene 64 a?os. En los a?os ochenta y noventa rob¨® 24 bancos y 19 camiones blindados. Pas¨® 33 a?os preso. Fue el l¨ªder de un grupo criminal llamado la Superbanda, integrado hasta por 30 delincuentes que se mov¨ªan en una estructura celular. Muchos de ellos no se conoc¨ªan y comet¨ªan golpes en forma simult¨¢nea: robaban f¨¢bricas, financieras, empresas, bancos y blindados. Terminaban fugitivos, presos o muertos.
Los atracos duraban menos de cuatro minutos. Valor y sus secuaces cruzaban un auto en el camino del blindado (en general en rutas alejadas), se bajaban, apuntaban con sus armas largas al conductor y a los custodios y se llevaban el dinero. Hac¨ªan inteligencia previa para saber los movimientos de los camiones (antes no llevaban control satelital) y una vez simularon jugar un partido de f¨²tbol en un descampado cercano a la industria donde deb¨ªa ir el cami¨®n con el dinero.
¡°Cuando apareci¨® el blindado, dejamos la pelota y nos fuimos armados y con las camisetas puestas. Yo ten¨ªa la de Boca. Como nos sali¨® bien, lo repetimos a los pocos d¨ªas en el mismo lugar. Siempre rob¨¦ con ansias. Nac¨ª ladr¨®n, pero estoy retirado. Un hombre viejo como yo con un arma en la mano es muy decr¨¦pito¡±, dice Valor a EL PA?S. Est¨¢ en su casa acompa?ado de su esposa Nancy. Ofrece caf¨¦ con medialunas. En un momento va hacia su habitaci¨®n y trae una katana, la desenfunda y bromea: ¡°El fusil qued¨® en el pasado¡±. Luego aclara que esa espada se la regal¨® un amigo ladr¨®n que muri¨® hace 15 a?os en una emboscada policial.
De padre a hijo
En los bajos fondos hay una especie de tradici¨®n no escrita: los hijos de los ladrones se convierten en ladrones. Los padres les trasladan el oficio a hijos, sobrinos y nietos, como suele ocurrir con los artistas de circo.
Valor tiene tres hijos: Silvina, Fernando y Mario. Ella tiene un trabajo decente, pero sus dos hermanos se dedicaron a cometer robos. No tan grandes como los de su padre. Los dos, en distintos a?os, fueron detenidos por asaltos a mercados y tenencia de droga. "Lamento que hayan seguido mis pasos, es lo peor que pueden hacer. No soy ejemplo de nada", dijo Valor. Tambi¨¦n tiene dos sobrinos que se dedican al delito.
Valor cometi¨® su primer delito a los 15 a?os: rob¨® un auto. ¡°Dedicate a estudiar y trabajar¡±, le dec¨ªan su madre Rosa, ama de casa, y su padre Cirilo, tornero. Pero no les obedeci¨®. Con el tiempo se hizo militante de la Juventud Peronista, una agrupaci¨®n pol¨ªtica. Se dedicaba a robar autos y armas y se hizo amigo de j¨®venes de la guerrilla. Pero como muchos de sus compa?eros comenzaron a desaparecer o ser asesinados en la dictadura militar de 1976, se abri¨® de ese camino. ¡°Me hice ladr¨®n com¨²n y en ese acto salv¨¦ mi vida¡±, recuerda.
Pap¨¢ Noel
Antes de salir a robar, Valor saludaba con un beso a sus tres hijos y se iba cargado con bolsos. Volv¨ªa una o dos semanas despu¨¦s, cansado y con barba, como un marino que vuelve de los d¨ªas intensos de altamar. Sus hijos le dec¨ªan Pap¨¢ Noel porque les regalaba billetes de cincuenta d¨®lares para que se compraran juguetes. No sab¨ªan cu¨¢l era el oficio de su padre. Cre¨ªan que era camionero o viajante. Valor nunca contaba que iba a robar. En esa ¨¦poca le gustaban las joyas y la plater¨ªa. Ten¨ªa anillos de oro, artesan¨ªas y un cristo de madera en una plataforma engarzada en oro.
El mito dice que sol¨ªa cerrar burdeles para ¨¦l y sus amigos, que sali¨® con un par de artistas famosas y que compr¨® casinos y hoteles cinco estrellas en varias provincias y los puso a nombre de un testaferro. Pero ¨¦l lo desmiente. ¡°La fama es puro cuento¡±, dice Valor. Le gusta parafrasear a la milonga que lleva ese t¨ªtulo.
¡°Rob¨¢bamos cinco blindados por mes. La Superbanda respetaba los c¨®digos de la calle y la vida de la gente. No mataba, no violaba, no secuestraba. No le afan¨¢bamos a un pobre. Robamos mucho dinero: ten¨ªamos para vivir en un cinco estrellas, pero lo hac¨ªamos en un fitito [un Fiat 600] bajo el puente. Hab¨ªa que vivir oculto o escapando, siempre al acecho para el pr¨®ximo golpe¡°, cuenta Valor .
¡°La plata con sangre no sirve¡±, era la frase de cabecera de la banda. Cuando uno de ellos ca¨ªa preso o era abatido por la polic¨ªa, los que estaban vivos o libres se compromet¨ªan a llevarle dinero a la familia del compa?ero ca¨ªdo en desgracia.
La fuga
El 16 de septiembre de 1994, Valor vivi¨® otro hito en su carrera delictiva: se fug¨® de la c¨¢rcel de Devoto, en Buenos Aires, junto a cuatro c¨®mplices. A los tiros y disfrazados de guardias y m¨¦dicos. Saltaron un muro con s¨¢banas anudadas y escaparon en auto. Una semana antes, una vidente le hab¨ªa dicho a su esposa Nancy: ¡°Su marido saldr¨¢ libre¡±. Contra Valor pesaba una condena de 25 a?os.
Tras la huida, Valor estuvo pr¨®fugo 244 d¨ªas. No pas¨® m¨¢s de dos noches seguidas en un mismo lugar. M¨¢s de 300 polic¨ªas lo buscaban por todo el pa¨ªs y su afiche con oferta de recompensa (300 mil d¨®lares) rezaba: ¡°Enemigo P¨²blico N¨²mero 1¡±.
Lo detuvieron cuando pasaba la noche en un refugio de General Rodr¨ªguez, una ciudad situada a 55 kil¨®metros de Buenos Aires. ¡°Entregate, Valor¡±, le orden¨® un polic¨ªa. El Gordo se entreg¨® sin disparar. El motivo: a su lado estaba su esposa. Desde entonces pas¨® sus d¨ªas en prisi¨®n. ¡°Hoy robar como robaba yo es imposible, la tecnolog¨ªa mat¨® al ladr¨®n¡±, dice.
En su ¨¦poca de apogeo criminal, cuando invert¨ªa en grandes negocios y en su casa hab¨ªa escondites con gruesos fajos de billetes de cien de d¨®lares, Valor so?aba con abrir una cadena de bares que llevara su nombre. Registr¨® la marca y por entonces ten¨ªa un representante. A Valor lo animaba saber que en varios pa¨ªses los restaurantes llamados Al Capone o Lucky Luciano, los reyes de la mafia en los Estados Unidos de los a?os 20, se hab¨ªan convertido en la atracci¨®n de comensales y curiosos. Se imaginaba vestido con traje negro, sentado a una mesa del fondo, con un vaso de Martini en la mano derecha, un habano en la mano izquierda, rodeado de retratos de Marlon Brando en El Padrino, de Maradona y del Pibe Cabeza, un bandido argentino legendario acribillado por la polic¨ªa el 9 de febrero de 1937.
Adem¨¢s, estuvo a punto de autorizar la venta de ropa con su nombre, mu?equitos con su forma y de crear la p¨¢gina www.superbanda.com.ar. Pero todo qued¨® en la nada.
Ahora que est¨¢ libre quiere dar charlas a los j¨®venes detenidos para que se alejen del delito. Adem¨¢s, presentar¨¢ el libro que escribi¨® mientras estuvo preso, que llevara el pr¨®logo del m¨²sico Andr¨¦s Calamaro, a quien Valor admira. ¡°Tengo mucho respeto por los bandidos¡°, escribe Calamaro. ¡°Tenaces, atrevidos, arriesgados, valientes a¨²n amigos de lo ajeno. Valor es nuestro bandido argentino. Rob¨® blindados y puede contarlo, sobrevivi¨® a tiroteos y nunca mat¨® a nadie. En su cuerpo quedan cinco balas que podr¨ªan haber matado a cualquiera, pero el plomo pareciera haberse rendido ante su mito. Y en lugar de acribillarlo, se qued¨® en su cuerpo, fusionado en ese cuerpo de carne y acero que ahora huele a libertad¡±.
Valor le pidi¨® a Calamaro que lo invitar¨¢ a su casa a comer un asado. Es un hombre duro, curtido por lo a?os y las ca¨ªdas, pero cuando vuelve a leer ese pr¨®logo ¨Cque es capaz de decir de memoria¨C se emociona. Los ladrones tambi¨¦n lloran.
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