La venganza contra el expresidente Morsi, una aut¨¦ntica tortura
Afectado por diabetes cr¨®nica y reumatismo, el r¨¦gimen egipcio niega el tratamiento m¨¦dico adecuado al pol¨ªtico encarcelado
A falta de un simple colch¨®n, duerme en el fr¨ªo suelo de su celda. Solo, aislado del mundo, no puede leer peri¨®dicos ni libros. Tampoco hablar con sus familiares u otros presos. Ni tan siquiera le dejan recibir la visita de un m¨¦dico y tratamiento por sus dolencias. Estas son las draconianas condiciones de reclusi¨®n del expresidente Mohamed Morsi, el ¨²nico electo en la historia de Egipto, derrocado por un golpe de Estado en julio de 2013. La semana pasada, varias ONG denunciaron su situaci¨®n en un comunicado, que describen como un ¡°severo maltrato¡± que podr¨ªa constituir ¡°tortura¡±. Adem¨¢s, exigen que Morsi, sentenciado a una larga condena, tenga el derecho a un nuevo juicio justo.
¡°La familia solo lo ha podido ver dos veces, en noviembre de 2013 y en junio de 2017. Y en ambas ocasiones, solo media hora¡±, explica a trav¨¦s de una conversaci¨®n telef¨®nica Abdal¨¢ Morsi, su hijo menor. ¡°En la ¨²ltima visita, su estado psicol¨®gico era bueno. Es un hombre fuerte. Pero, f¨ªsicamente, su aspecto no lo era tanto. Ha perdido muchos kilos¡±, agrega. Se cree que el expresidente permanece en la temible secci¨®n Escorpi¨®n de la prisi¨®n de Tora, conocida por sus abusos y por alojar a los prisioneros pol¨ªticos. All¨ª se hallan tambi¨¦n otros l¨ªderes de los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista que venci¨® las elecciones despu¨¦s de la Revoluci¨®n de 2011 y fue ilegalizado con la llegada del r¨¦gimen liderado por Abdelfat¨¢ Al Sisi.
Tanto Abdal¨¢ Morsi como las ONG que firman el comunicado, incluido el Cairo Institute for Human Rights Studies (CIHRS), consideran que la salud del pol¨ªtico, e incluso su vida, podr¨ªan estar en peligro si no recibe tratamiento para su diabetes cr¨®nica, que ya le ha provocado problemas de visi¨®n en su ojo derecho. Adem¨¢s, a sus 66 a?os, Morsi padece reumatismo en la espina dorsal despu¨¦s de haber dormido durante casi cuatro a?os en el suelo. ¡°Seg¨²n las convenciones internacionales, negar la atenci¨®n m¨¦dica a un preso de forma intencionada constituye un acto de tortura¡±, comenta Mohamed Zaree, director del CIHRS. De acuerdo con sus c¨¢lculos, despu¨¦s de la revuelta que sacudi¨® el pa¨ªs, m¨¢s de 650 personas han muerto en las c¨¢rceles egipcias, ya sea por torturas, malos tratos o negligencia m¨¦dica.
Un mensaje a la oposici¨®n
¡°Las dur¨ªsimas condiciones de Morsi u otros presos pol¨ªticos responden a la voluntad del r¨¦gimen de enviar un mensaje a los disidentes: id con cuidado, que si entr¨¢is en la c¨¢rcel, quiz¨¢s no saldr¨¦is con vida¡±, sostiene Zaree. Desde su arresto el 3 de julio, la lista de violaciones de los derechos de Morsi es larga, e incluye su r¨¦gimen de aislamiento, la privaci¨®n de o¨ªr el desarrollo de sus juicios, ver a su familia o reunirse a solas con su abogado. Su caso es el m¨¢s emblem¨¢tico, pero no el ¨²nico.
"Miles de personas han sido arrestadas en los ¨²ltimos a?os por razones pol¨ªticas. Y la mayor¨ªa han visto c¨®mo se violaban sus derechos, lo que incluye incluso casos de torturas, desapariciones forzadas, etc", apunta Tarek Hussein, un abogado que conoce de primera mano la situaci¨®n, pues pas¨® 42 d¨ªas entre rejas en 2017. Reciemente, Amnist¨ªa Internacional denunci¨® que la aplicaci¨®n de un r¨¦gimen de a¨ªslamiento en las c¨¢rceles de forma indefinido es habitual en las c¨¢rceles egipcias, sobre todo entre los presos pol¨ªticos, y afirm¨® equivale a una tortura.
Actualmente, Morsi cumple tres condenas diferentes. La m¨¢s larga, 25 a?os, por haber entregado informaciones de inteligencia a entidades extrajeras. La m¨¢s corta, tres a?os por insultar a un juez. Y la ¨²ltima, de 20 a?os, por la represi¨®n de los manifestantes durante su presidencia. Junto con otros correligionarios, como el Gu¨ªa Supremo de la Hermandad, el expresidente fue sentenciado a pena de muerte en 2015 por organizar un supuesto asalto a la c¨¢rcel d¨®nde se encontraba durante la Revoluci¨®n, y que le permiti¨® escapar. Pero un tribunal de casaci¨®n declar¨® nulo el proceso, y orden¨® repetirlo. El pr¨®ximo 30 de julio se celebra su vista inicial.
Su hijo Abdal¨¢ no duda en describir como ¡°venganza¡± el trato dispensado a su padre. ¡°Ni nuestro padre, ni la familia aceptar¨¢n nunca este r¨¦gimen. ?l contin¨²a siendo el presidente leg¨ªtimo del pa¨ªs, y no Al Sisi, el comandante del golpe. Le castigan por mantenerse firme en esta posici¨®n¡±, asevera. Al no estar en contacto con su padre, no sabe si hay alg¨²n tipo de negociaciones con el r¨¦gimen, pero s¨ª las hubo durante los primeros meses. ¡°Recibi¨® ofertas del Ej¨¦rcito, y tambi¨¦n del rey de un pa¨ªs ¨¢rabe, que le pon¨ªa a su disposici¨®n un avi¨®n para toda la familia y un exilio seguro a cambio de retractarse. Pero ¨¦l se neg¨® en redondo¡±, explica el menor de los Morsi, que prefiere no desvelar el nombre del monarca en cuesti¨®n.
Un castigo colectivo a los Morsi
Una an¨¦cdota revela la completa arbitrariedad que rige las c¨¢rceles egipcias. ¡°En la segunda visita, la de 2017, los guardias solo dejaron entrar a las mujeres de la familia: su esposa y su hija. A m¨ª me dejaron fuera¡±, comenta indignado Abdal¨¢. ¡°Cuando he intentado verlo en otras ocasiones, los agentes me dicen que no est¨¢ en sus manos. Que su r¨¦gimen carcelario lo decide directamente Abbas Kamel [mano derecha de Al Sisi y m¨¢ximo responsable de los servicios de inteligencia]¡±, a?ade. El trato dispensado a Morsi contrasta con el recibido por otro expresidente procesado y condenado, pero luego absuelto: Hosni Mubarak. El exdictador pas¨® la mayor parte de su condena en un lujoso hospital militar, acompa?ado siempre de su familia. Los Ministerios de Interior y Justicia no respondieron a las peticiones de entrevista de EL PA?S para este art¨ªculo.
El instinto vengativo del r¨¦gimen no se limita al expresidente Morsi, sino que incluye a toda su familia. Su hijo mayor, Ahmed, es un cirujano que hace cinco a?os no consigue realizar ninguna operaci¨®n. El mediano, Osama, se halla en la c¨¢rcel desde 2016. Y Abdal¨¢, de 25 a?os, no ha encontrado ning¨²n trabajo tras graduarse en una prestigiosa universidad. ¡°Los reclutadores dicen que los servicios de seguridad no les permiten darme empleo¡±, explica en tono resignado. Adem¨¢s, toda la familia Morsi tiene prohibido salir del pa¨ªs. Lo mismo sucede a Zaree, del CIHRS, y a otros defensores de derechos humanos. ¡°Egipto es una gran c¨¢rcel, con algunas celdas al aire libre¡±, espeta el activista.
Los Morsi han apelado a Gobiernos occidentales e instituciones internacionales, pero su respuesta no ha sido alentadora. ¡°Nos dicen que es un caso pol¨ªtico... Pero nosotros solo pedimos que el Gobierno egipcio respete su propia ley. Que mi padre pueda ver un m¨¦dico, que le permitan una copia del Cor¨¢n en la celda... Es una cuesti¨®n de derechos humanos¡±, insiste Abdal¨¢ una ¨²ltima vez antes de apagar el m¨®vil y sumergirse en la oscura vida del represaliado que antes, aunque fuera por un instante, lo tuvo todo.
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