El est¨®mago de Colombia (L¨ªnea Negra, Sierra Nevada)
Se va el presidente Santos, entra el presidente Duque, pero todo da igual porque se queda el expresidente Uribe
Se va el presidente Santos, entra el presidente Duque, pero todo da igual porque se queda el expresidente Uribe revolvi¨¦ndole el est¨®mago a Colombia. Santos, que en general honr¨® la Constituci¨®n progresista de 1991, deja un pa¨ªs en el que ning¨²n ej¨¦rcito de las drogas podr¨¢ escudarse en ideolog¨ªas. Duque, que desde que fue elegido se ha negado a dirigirse solo a sus colombianos, recibe un Estado que no ha sido capaz de librarse de la cultura de la violencia, ni ha podido plegarse a una misma justicia, ni ha tenido la soberan¨ªa para desautorizar a los matones, ni ha conseguido llegar a los 1.122 municipios del mapa. Pero, por la histeria que ha desatado el caso de Uribe ante la Corte Suprema, tanto el pac¨ªfico empalme entre los dos gobiernos como los buenos signos de la nueva administraci¨®n se han visto ensombrecidos.
El pasado viernes 27 de julio de este a?o, Santos visit¨® la Sierra Nevada de Santa Marta para devolverles a los l¨ªderes arhuacos, koguis y wiwas el bast¨®n de mando que ellos le entregaron en el principio de su gobierno, pero, luego de una ceremonia espiritual a puerta cerrada, se llev¨® ¡°la grata sorpresa¡± de que los ind¨ªgenas quer¨ªan entreg¨¢rselo de manera definitiva. Quiz¨¢s la noticia de aquel d¨ªa era la decisi¨®n de Santos de ampliar de 54 a 348 los espacios sagrados ¨Co sea los lugares protegidos de la barbarie blanca¨C de la llamada ¡°L¨ªnea Negra¡± de la Sierra. Y, no obstante, como el uribismo ha sido elegido en las urnas una y otra vez desde que empez¨® este siglo y la sociedad se ha urdido alrededor de esa verdad, la noticia a¨²n era Uribe, a¨²n es: su idea de renunciar al Senado para asumir su defensa y encarar su indagatoria ante la Corte.
Ese mismo viernes el uribista Duque continu¨® eligiendo su gabinete serio, pero no exento de absurdos, e insisti¨® en su periplo tranquilizador por las instituciones que han estado definiendo a Colombia. Desde que fue elegido, luego de una campa?a a la que sobrevivimos todos de milagro, ha visitado las cortes, la comisi¨®n de la verdad, la JEP, el Banco de la Rep¨²blica, la Gobernaci¨®n de Antioqu¨ªa, la Alcald¨ªa de Bogot¨¢, la federaci¨®n de municipios, los gremios, los organismos de control. Y, sin embargo, en el debate p¨²blico no est¨¢ imperando el tono de dem¨®crata de Duque, sino el tono belicoso de ciertos representantes de su partido. Porque la agenda es Uribe. Que insiste en que es v¨ªctima de un complot pol¨ªtico oficiado por la Corte, en que ¨¦l no presion¨® jam¨¢s ¨Cpara que cambiara su testimonio¨C al testigo que lo relaciona con el paramilitarismo.
Ser¨ªa lo normal que la situaci¨®n judicial de cualquier l¨ªder, aun uno tan poderoso como el expresidente, no pusiera en riesgo el funcionamiento de un pa¨ªs. ?Pero ser¨¢ capaz esta sociedad tan compleja de resignarse a que ning¨²n ciudadano est¨¦ por encima ni por debajo de la ley, a que sean las pruebas las que articulen la justicia y a que dejen de tramitarse las absoluciones y las condenas en las redes sociales? ?Ser¨¢ capaz esta sociedad tan espinosa de aceptar una sentencia que no le d¨¦ la gana? ?Podr¨¢ la gente de aqu¨ª, que tiende a creer en los tribunales cuando someten a sus enemigos, negarse a convertir a los electores en los jueces, resistirse a otra batalla campal entre barras bravas que arruine otro gobierno, rehusarse a que las p¨¢ginas judiciales sean las p¨¢ginas pol¨ªticas?: ?podremos ponernos de acuerdo en no cruzar esas ¡°l¨ªneas negras¡±?
Si la respuesta es no, seis veces no, pase lo que pase con el caso del expresidente, ser¨¢ claro que seguimos cayendo en la trampa de los comerciantes de la pol¨ªtica.
Pero qui¨¦n dice que aqu¨ª, que a veces nos va bien, no somos buenos para sobreaguar. Yo no pondr¨ªa las manos en el fuego por nuestro fracaso.
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