Facebook, Apple, Google y Twitter vetan a la ultraderecha paranoica. ?Es una buena noticia?
Las redes sociales expulsan al incendiario y ofensivo Alex Jones, abriendo el debate sobre el poder de las grandes tecnol¨®gicas para imponer los l¨ªmites de la conversaci¨®n
De pronto, alguien puso un l¨ªmite. La l¨ªnea roja de lo que se puede decir en las redes sociales parece estar trazada en Alex Jones, conductor de Infowars, un informativo que hace honor a su nombre. El pasado 6 de agosto, Youtube, Apple, Facebook y Spotify purgaron de sus servicios todo el contenido producido por Jones, un enloquecido y jadeante locutor que lleva a?os propagando las teor¨ªas m¨¢s t¨®xicas de la ultraderecha de Estados Unidos. La decisi¨®n fue celebrada por un lado, pero por otro abri¨® en canal uno de los debates m¨¢s trascendentes de la era de la pol¨ªtica digital. Qui¨¦n decide qu¨¦ se puede decir y d¨®nde.
La decisi¨®n pareci¨® partir en un principio de Apple, que borr¨® cinco podcasts de Jones el d¨ªa anterior. ¡°Apple no tolera el discurso de odio¡±, dijo la compa?¨ªa en un comunicado. Facebook dijo que las p¨¢ginas de Jones violaban sus condiciones de servicio. ¡°Lo hemos quitado porque glorifica la violencia, lo cual viola nuestra pol¨ªtica sobre violencia gr¨¢fica, y utiliza un lenguaje deshumanizante para describir a personas transg¨¦nero, musulmanes e inmigrantes, lo que viola nuestra pol¨ªtica sobre expresiones de odio¡±. Facebook ya hab¨ªa retirado algunos v¨ªdeos espec¨ªficos de Jones, pero en esta ocasi¨®n elimin¨® cuatro p¨¢ginas completas de Infowars. Les siguieron Youtube, Spotify y Vimeo. No es el primer veto de este tipo, pero Jones es un s¨ªmbolo para ese submundo pol¨ªtico.
Twitter, sin embargo, no vet¨® a Jones. Lo explic¨® el presidente de la empresa en persona, Jack Dorsey, en un tuit: ¡°Sabemos que es duro para muchos pero la raz¨®n es simple: no ha violado nuestras normas. Las aplicaremos si lo hace. Y vamos a continuar promoviendo un entorno de conversaci¨®n sano asegur¨¢ndonos de que los tuits no son amplificados artificialmente¡±. La decisi¨®n ha sido tan criticada como permitir que Donald Trump mantenga su cuenta.
Esta situaci¨®n dur¨® hasta el martes 14, cuando Twitter anunci¨® que tambi¨¦n quedaba suspendida la cuenta de Jones. Su ¨²ltimo tuit (en defensa de Trump) sali¨® a las 18:54 del Este. La cuenta est¨¢ congelada durante siete d¨ªas. Jones puede acceder a Twitter, pero no enviar mensajes o retuitearlos. La raz¨®n es una violaci¨®n de las condiciones del servicio por tuitear un enlace que, seg¨²n la empresa, incita a la violencia.
No hay perfil de Jones, tejano de 44 a?os, que no lo presente como el mayor conspiracionista de Estados Unidos. El m¨¢s disparatado. El l¨ªder (quiz¨¢ tambi¨¦n el m¨¢s entretenido y mejor comunicador) de una banda de autoproclamados libertarios con una visi¨®n paranoide del Estado y los poderes multinacionales. Un submundo de teor¨ªas estramb¨®ticas que en el ¨²ltimo lustro fueron pasando de los rincones de Internet, poco a poco, a contaminar al p¨²blico general.
Ese camino acab¨® por cuajar pol¨ªticamente en Donald Trump. En diciembre de 2015, el ya candidato apareci¨® en el programa de Jones y dijo: ¡°Tu reputaci¨®n es incre¨ªble. No te defraudar¨¦¡±. Esta relaci¨®n termin¨® de rociar a Jones con cietro aroma de credibilidad entre una parte de la derecha. En agosto de 2016, en plena campa?a electoral, lleg¨® a decir: ¡°Es alucinante hablar de cosas aqu¨ª y luego o¨ªr a Trump decirlas palabra por palabra dos d¨ªas despu¨¦s¡±. Jones ha asegurado en entrevistas que ha seguido en frecuente contacto con Trump ya como presidente.
La clase de desinformaci¨®n que ha difundido Jones por Internet durante la ¨²ltima d¨¦cada es irreproducible. Una recopilaci¨®n somera, sin entrar en detalles: el Gobierno controla el tiempo atmosf¨¦rico; el entorno de Hillary Clinton ten¨ªa una red de pedofilia en el s¨®tano de una pizzer¨ªa de Washington; los dem¨®cratas est¨¢n planeando un ¡°genocidio blanco¡±; y los padres de los ni?os asesinados en la escuela Sandy Hook en 2012 son actores, nadie muri¨® all¨ª y todo es una campa?a para promover el control de armas. Actualmente tiene presentadas contra ¨¦l seis demandas por difamaci¨®n, tres de ellas de padres de ni?os asesinados en Sandy Hook.
We didn¡¯t suspend Alex Jones or Infowars yesterday. We know that¡¯s hard for many but the reason is simple: he hasn¡¯t violated our rules. We¡¯ll enforce if he does. And we¡¯ll continue to promote a healthy conversational environment by ensuring tweets aren¡¯t artificially amplified.
— jack ??? (@jack) August 8, 2018
El afectado, Jones, denunci¨® ¡°la purga total de Infowars¡± y la censura por parte de ¡°los globalistas¡±. Lleva una semana advirtiendo de que los poderes oscuros, la izquierda y el Estado profundo van tambi¨¦n a por su p¨¢gina web, y que despu¨¦s ir¨¢n a por todos los presentadores de Fox News. A pocos importa. Pero en al menos de sus tuits acert¨® con el debate: ¡°Puede que no te guste, puede que desprecies mis ideas pol¨ªticas, pero yo soy el canario en la mina. Quieren sentar un horrible precedente que estrangular¨¢ la libertad de expresi¨®n online para siempre. ?Deben los millonarios y las grandes corporaciones decidir lo que podemos decir y leer? ?No les dejes ganar!¡±.
Porque, en contra de lo que pudiera parecer, la reacci¨®n al veto de Infowars no ha sido de celebraci¨®n un¨¢nime. Condenar su discurso es una cosa. Vetarlo, otra distinta. Todos los expertos coinciden en que Jones no puede invocar la Primera Enmienda (la libertad de expresi¨®n es intocable), porque no le ha censurado el Gobierno. Pero la Uni¨®n Americana por los Derechos Civiles (ACLU), una organizaci¨®n nada sospechosa de contemporizar con Alex Jones y muy combativa en causas sociales, reaccion¨® con una advertencia sobre la censura.
¡°El hecho de que las plataformas de redes sociales como Facebook se hayan convertido en indispensables para la expresi¨®n de miles de millones de personas deber¨ªa hacerles resistirse a las peticiones para censurar ofensas¡±, responde en un email Vera Eidelman, especialista de ACLU en libertad de expresi¨®n en Internet. ¡°Animar a estas compa?¨ªas a silenciar individuos de esta manera se volver¨¢ en contra. Ya sea porque no les guste el discurso de odio o por contenido inapropiado, se equivocar¨¢n¡±, dice Eidelman. ACLU pone el ejemplo de mujeres de color que han sido censuradas cuando pon¨ªan en Facebook comentarios racistas que les hab¨ªan hecho a ellas.
Una opini¨®n parecida expresa David Greene, de la Electronic Frontier Foundation, una organizaci¨®n que promueve los derechos civiles en el mundo digital. ¡°Deber¨ªamos ser extremadamente cautelosos antes de abrazar un Internet que est¨¢ moderado por defecto por compa?¨ªas privadas¡±, dice Greene en un email. ¡°Las plataformas que decidan moderar deben ser transparentes y responsables de sus decisiones de moderaci¨®n, sus normas de decisi¨®n deben ser claras y aplicadas con coherencia, y deben disponer de un medio para reclamar¡±.
Para el abogado Ryan E. Long, especializado en casos de propiedad intelectual en Internet, plataformas como Facebook no puede justificar el veto a personajes escandalosos de la derecha y no hacerlo con los que sigue la izquierda. Pone como ejemplo al predicador Louis Farrakhan, cuyos discursos incendiarios son f¨¢ciles de encontrar. ¡°Creo que est¨¢n impulsando la agenda de la izquierda¡±, dice Long por tel¨¦fono. ¡°Me molesta como americano. No estoy de acuerdo con Alex Jones, pero defiendo su derecho a hablar. Esto (el veto) muestra que tienen una agenda¡±.
Como soluci¨®n, cree que las empresas ¡°podr¨ªan poner una advertencia sobre el contenido¡±, de Jones y de ¡°cualquiera que diga cosas ofensivas¡±, algo as¨ª como la pegatina de los discos advirtiendo de que las letras son malsonantes.
¡°Cuando controlas la herramienta imprescindible para competir en el mercado est¨¢s obligado, en ciertas circunstancias legales, obligado a otorgar un acceso razonable a esa herramienta a los competidores¡±. Long cree que no hay lugar a invocar la Primera Enmienda, porque estas empresas no son el gobierno, ¡°pero los competidores no pueden generalmente ponerse de acuerdo para boicotear o bloquear a un competidor, seg¨²n las leyes antitrust¡±. La queja de Long es m¨¢s amplia: ¡°Ahora si no eres pol¨ªticamente correcto se te considera un fascista. No es bueno callar a la gente en vez de debatir¡±.
Richard Forno, experto en ciberseguridad de la Universidad de Maryland, coincide en que no hay protecci¨®n de la Primera Enmienda en este caso. ¡°Somos una empresa privada, tenemos unas condiciones de servicio, tus acciones violan esas condiciones, tenemos derecho a suspenderte la cuenta. Para m¨ª, es una pura transacci¨®n comercial¡±. Forno cree estas compa?¨ªas est¨¢n mandando un mensaje: ¡°Si hemos quitado a este trol, podemos quitarte a ti¡±.
La raz¨®n, opina, no es que se hayan dado cuenta de pronto de los disparates que se dicen en su plataforma. ¡°Mi opini¨®n personal es que el nivel de toxicidad del discurso p¨²blico les ha llevado a hacer algo que pod¨ªan haber hecho hace cinco a?os. Quiz¨¢ han decidido ahora poner de su parte para influir en un ambiente que est¨¢ afectando a los fundamentos mismos de la sociedad¡±. Al mismo tiempo, reconoce que esta vigilancia ¡°nos deja a merced de estas compa?¨ªas¡±. ¡°Esa es la pregunta sin contestar. ?Vamos a permitirles que sean los guardianes del debate p¨²blico? No tengo respuesta¡±.
Scott Shackenfold, profesor de ciberseguridad y gobernanza de Internet en la Universidad de Indiana, cree que esta forma de actuar de plataformas como Facebook est¨¢ influido por el hecho de que ¡°la mayor¨ªa de su crecimiento est¨¢ fuera de Estados Unidos, donde las reglas del discurso pol¨ªtico son distintas¡±. ¡°Estos nuevos mercados no tienen la visi¨®n estadounidense de la libertad de expresi¨®n, que hay que reconocer que es bastante ¨²nica¡±, a?ade Shackenfold en una entrevista telef¨®nica. ¡°Solo sorprende si est¨¢s en EE UU¡±.
Estas plataformas de informaci¨®n ¡°tienen m¨¢s poder del que ha tenido nunca ning¨²n consejo editorial y deben admitirlo¡±, dice Shackenfold. ¡°Es bueno que cada vez m¨¢s reconozcan su papel y tengan una responsabilidad social. Espero que ampl¨ªen esa visi¨®n a otras cosas. Por ejemplo, que apliquen las normas sobre protecci¨®n de datos de la Uni¨®n Europea en todo el mundo¡±.
Mientras, los seguidores de Infowars est¨¢n buscando la manera de escuchar a Jones. Aparte de su hiperactiva cuenta de Twitter, que en teor¨ªa recuperar¨¢ en una semana, sigue teniendo su p¨¢gina web. La aplicaci¨®n de Infowars sigue disponible en la tienda Apple. Dos d¨ªas despu¨¦s del veto, era la aplicaci¨®n n¨²mero uno en tendencia en la tienda Google Play y la tercera en Apple. Cuando el usuario muestra inter¨¦s en la aplicaci¨®n de Infowars, Apple Podcasts ofrece las aplicaciones de todo el espectro medi¨¢tico ultra, como Rush Limbaugh, Rebel Media, Breitbart y The Daily Caller.
El profesor Shackenfold se pregunta d¨®nde van a poner estas plataformas de expresi¨®n la l¨ªnea roja. Si se va a quedar en Alex Jones o se va a seguir moviendo. ¡°Eventualmente, se acabar¨¢n expresando en otros sitios. No necesariamente en el Internet profundo, sino en otras redes. Puede que incluso crezcan competidores. Puede que alg¨²n d¨ªa echemos de menos la ¨¦poca en que el discurso era m¨¢s transparente y se ve¨ªa qu¨¦ opinaba cada uno y qui¨¦n interactuaba con qui¨¦n¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.