Familias coreanas separadas por la guerra se re¨²nen despu¨¦s de 65 a?os
"Es mi ¨²ltima oportunidad", declaraba a los periodistas Lee Kwon-joo, surcoreano de 93 a?os, antes de conocer a su sobrino del Norte
Muchas l¨¢grimas. A raudales o enjuagadas discretamente con un pa?uelo. Fotos, muchas fotos. En blanco y negro, en color, de hace d¨¦cadas, de ahora mismo. Im¨¢genes que pasan de mano en mano, de las que se hacen copias para conservar como un tesoro. Desde este lunes 177 familias de Corea del Norte y del Sur separadas por la guerra se re¨²nen en un hotel en el norte. Cada una tendr¨¢ once horas de encuentros cara a cara para ponerse al d¨ªa de todo lo ocurrido a lo largo de 65 a?os de separaci¨®n.
Lee Kwon-joo, de 93 a?os, nacido en Pyongyang, tuvo que separarse de su hermano para asentarse en el Sur tras la guerra. Este lunes aguardaba ansioso para conocer a su sobrino del Norte. ¡°Es mi ¨²ltima oportunidad¡±, declaraba al grupo de periodistas surcoreanos seleccionados para cubrir el encuentro. ¡°Llevo a mi hijo por una raz¨®n, y es que tenemos que conocernos para ser una familia de verdad incluso despu¨¦s de que yo me haya muerto¡±.
Las reuniones en un balneario en el monte Kumgang, a pocos kil¨®metros de la frontera que divide las dos Coreas, son las primeras de familias separadas desde octubre de 2015. Auspiciadas por la Cruz Roja, estas dos tandas se acordaron el pasado abril en la hist¨®rica reuni¨®n de Panmunjom, la primera entre los l¨ªderes de ambos pa¨ªses ¡ªKim Jong-un y Moon Jae-in¡ª, como parte de las medidas para crear confianza y mejorar las relaciones entre los dos vecinos.
Para muchas de estas familias se trata, posiblemente, de la ¨²nica ocasi¨®n en que podr¨¢n volver a verse. Desde la divisi¨®n de Corea tras la guerra de 1950-53 solo se han celebrado 22 y han podido reunirse unas 20.000 familias. Pero el tiempo corre. Las listas originales en Corea del Sur inclu¨ªan 132.124 nombres. Ya solo viven 56.990, de los que el 86% tiene m¨¢s de 70 a?os.
Los primeros familiares surcoreanos llegaron a la ciudad fronteriza de Sokcho, en el sur, ya el domingo. Originalmente deb¨ªan ser 93 familias, pero cuatro cancelaron en el ¨²ltimo momento su presencia por motivos de salud. A las 89 que s¨ª llegaron, para reunirse con unos 180 familiares norcoreanos, les recibieron funcionarios del Ministerio de Unificaci¨®n de Se¨²l, que les dieron instrucciones sobre c¨®mo se desarrollar¨¢n los encuentros, el protocolo a seguir y qu¨¦ es lo que se puede hacer y lo que no. Tambi¨¦n se les someti¨® a un examen m¨¦dico, para determinar su estado de salud y si se encontraban en buena forma para someterse a lo que puede ser un momento muy intenso, f¨ªsica y emocionalmente. Algunos necesitaban sillas de ruedas para desplazarse por su avanzada edad (el participante m¨¢s anciano tiene 101 a?os); otros se apoyaban en familiares m¨¢s j¨®venes.
Para cada tanda, las reuniones se desarrollan a lo largo de tres d¨ªas, aunque los familiares no pasan todo el tiempo juntos. Se alojan y duermen por separado; comparten alguna comida. En total, podr¨¢n verse seis veces -que sumar¨¢n once horas-. La mayor¨ªa en el cavernoso sal¨®n del balneario, en mesas redondas similares a las de una boda, y bajo una gigantesca bandera de la Cruz Roja. Un ¨²ltimo almuerzo, de car¨¢cter m¨¢s ¨ªntimo, podr¨¢ celebrarse en las habitaciones de cada familia, informa la agencia surcoreana Yonhap.
Es poco tiempo, a primera vista, para ponerse al d¨ªa sobre todo lo ocurrido desde la separaci¨®n. Pero, pasados los primeros momentos de emoci¨®n y de intercambio de informaci¨®n sobre qu¨¦ ha sido de la familia a uno y otro lado de la frontera, quienes han participado en ellas hablan, generalmente, de unas conversaciones encorsetadas. Hay asuntos tab¨², como la pol¨ªtica. El grupo de periodistas pulula por la sala. Los funcionarios de uno y otro pa¨ªs supervisan lo que se habla. Hay poco espacio para la espontaneidad.
¡°En nuestro caso, hab¨ªa pasado demasiado tiempo sin contacto. ?ramos dos extra?as, no pod¨ªamos sentirnos como madre e hija¡±, declaraba en febrero a este peri¨®dico Kim Hyun-sook, de 90 a?os y una de las participantes en las reuniones de octubre de 2015, sobre la rigidez de las conversaciones. La se?ora Kim se reun¨ªa con su hija Chun-bok, a la que hab¨ªa dejado con dos a?os en el Norte.
Incluso los regalos deben entregarse en moderaci¨®n. Las familias surcoreanas llevan a sus allegados, por lo general, art¨ªculos de primera necesidad o peque?os lujos: ropa de abrigo, medicinas, comida, algunos cosm¨¦ticos. Cantidades modestas de dinero. Lo que parezca demasiado generoso debe someterse a la aprobaci¨®n de los funcionarios norcoreanos.
Con todo, la emoci¨®n es palpable. Todos en sus mejores galas, reconocibles los del sur por sus identificaciones azules, los del norte por sus tarjetas verdes -y sus insignias con los rostros de los l¨ªderes Kim Il-sung y Kim Jong-il-, pocos pod¨ªan mantener la entereza al encontrarse con su padre, su hermana o sus primos y se deshac¨ªan en l¨¢grimas y abrazos, seg¨²n las im¨¢genes emitidas en directo por la televisi¨®n surcoreana KTV.
La pr¨®xima tanda de reuniones se celebrar¨¢ entre el viernes y el domingo en el mismo lugar, y permitir¨¢ que 87 familias surcoreanas puedan ver a 83 parientes del Norte.
Los encuentros preceden la cumbre que el presidente del Sur, Moon Jae-in, y el l¨ªder norcoreano, Kim Jong-un, tienen previsto celebrar en Pyongyang en septiembre, en una fecha exacta a¨²n por precisar. Esa reuni¨®n ser¨¢ la tercera entre ambos desde febrero y en ella el objetivo oficial ser¨¢ continuar la aproximaci¨®n entre los dos pa¨ªses y desarrollar el objetivo com¨²n de la desnuclearizaci¨®n de la pen¨ªnsula coreana. Informalmente, Moon tratar¨¢ de hacer gala de nuevo de sus habilidades diplom¨¢ticas para tratar de reencauzar las conversaciones entre Corea del Norte y Estados Unidos sobre el programa nuclear de Pyongyang.
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