El boniato quiere conquistar a la soja
La disputa de las elecciones por la derecha, como se?ala Geraldo Alckmin (PSDB), es para ver qui¨¦n se llevar¨¢ el apoyo de la agroindustria rifando la Amazonia
La realidad, como se sabe, es un delirio. A partir de esa consciencia, podemos analizar la actual disputa por la presidencia de Brasil. Como lo que vale son los espasmos, las escenas que emocionan ¡ªcomo la de Marina Silva (del partido Red de Sostenibilidad) d¨¢ndole la bronca a Jair Bolsonaro (del Partido Social Liberal) en el debate del d¨ªa 17 de agosto¡ª, o los memes ¡ªcomo cualquier aparici¨®n del Cabo Gloria-a-Dios-Naci¨®n-Brasile?a Daciolo¡ª, lo que sucede en tono moderado y con los buenos modales de las ¨¦lites que se empe?an en parecer limpias pasa desapercibido. Solo as¨ª Geraldo Alckmin (del Partido de la Social Democracia Brasile?a) puede representar una derecha moderada. Enfundado en trajes muy bien cortados, camisas blancas impecables, toda su apariencia es as¨¦ptica, como si emergiera todos los d¨ªas de una ba?era de desinfectante. Con esta imagen inmaculada, hablando como un capell¨¢n no carism¨¢tico, va desgranando tanto afirmaciones escalofriantes como declaraciones sin sentido, con la impasibilidad de quien pronuncia proverbios y par¨¢bolas.
Hasta que apareci¨® Jair Bolsonaro, el terror de la mayor¨ªa de la izquierda e incluso de los que de hecho se identifican con el centro ideol¨®gico era Geraldo Alckmin, y con raz¨®n. Pero entonces surgi¨® el bruto de los brutos y toda la atenci¨®n se centr¨® en la actuaci¨®n de quien no consigue hilvanar una frase con sentido sobre cualquier tema que no implique pegar o disparar a alguien, pero que, sin Lula, encabeza las intenciones de voto. Y Alckmin pudo volver a fingir que es un ¡°polo de boniato¡±, fr¨ªo e insulso.
Para quien ha llegado de hecho al siglo XXI, la afirmaci¨®n m¨¢s peligrosa del ¨²ltimo debate la dijo Alckmin, cuando escogi¨® a Ciro Gomes, el candidato del Partido Democr¨¢tico Laborista, para que respondiera a su pregunta. ¡°Quiero ser el candidato que va a recuperar el empleo. Uno de los sectores m¨¢s pr¨®speros de la econom¨ªa es la agroindustria. (...) En el caso de la agroindustria, la infraestructura. Ma?ana temprano voy a Par¨¢, a visitar las m¨¢rgenes del r¨ªo Tapaj¨®s, en Itaituba, para integrar. Vamos a hacer muchas obras, construir ferrocarriles, v¨ªas fluviales, y traer la iniciativa privada para que invierta en Brasil¡±.
Alckmin promete transformar una de las regiones m¨¢s sensibles de la Amazonia en un ¡°centro de obras¡±
La regi¨®n que Alckmin ha escogido para hacer su primer viaje oficial como candidato a la presidencia es una de las m¨¢s sensibles de la Amazonia. Fue precisamente en el r¨ªo Tapaj¨®s donde Lula y Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), intentaron construir las grandes hidroel¨¦ctricas de S?o Lu¨ªs y de Jatob¨¢, y otras en el r¨ªo Jamanxim, un afluente del Tapaj¨®s, siguiendo con el proyecto de construir grandes represas en los r¨ªos amaz¨®nicos, costara lo que costara. Y siempre cost¨® demasiado, en todos los sentidos. Quienes han conseguido impedir, de momento, que las centrales se materialicen en la cuenca del Tapaj¨®s son los guerreros y guerreras del pueblo munduruku.
Como los gobiernos del PT se negaron a demarcar el territorio ind¨ªgena, ellos mismos lo hicieron, con la ayuda de los ribeirinhos (ribere?os de la Amazonia) de la comunidad de Montanha e Mangabal, que tambi¨¦n se vieron afectados por las hidroel¨¦ctricas. Despu¨¦s, fueron los ribeirinhos de Montanha e Mangabal los que empezaron a demarcar su tierra con la ayuda de los munduruku. Este m¨¦rito corresponde a los trece a?os del PT en el poder: su proyecto de construir obras megal¨®manas en la Amazonia uni¨® a pueblos de la selva que durante m¨¢s de un siglo se observaban con desconfianza mutua. Ante el tama?o de la amenaza, escogieron superar divergencias profundas y apostar por lo que ten¨ªan en com¨²n. Ind¨ªgenas y ribeirinhos hoy luchan lado a lado contra aquellos que quieren destruir su casa.
El PT ¡ªen coalici¨®n con el PMDB¡ª consigui¨® construir las hidroel¨¦ctricas de Jirau y Santo Ant?nio, en el r¨ªo Madeira, en el estado de Rond?nia, y Belo Monte, en el r¨ªo Xing¨², en el estado de Par¨¢. Tambi¨¦n hicieron las centrales de S?o Manoel y Teles Pires, en el r¨ªo Teles Pires. Solo una persona totalmente desinformada no conoce los costes humanos y ambientales de esas obras, sin hablar de las sospechas de corrupci¨®n investigadas por la operaci¨®n Lava Jato, especialmente en Belo Monte. Pero el PT y el PMDB no pudieron construir las hidroel¨¦ctricas en el r¨ªo Tapaj¨®s. Alckmin, que no tiene un pelo de tonto, no habl¨® de hidroel¨¦ctricas en su intervenci¨®n en el debate. Pero pronunci¨® las palabras m¨¢gicas: ¡°agroindustria¡±, ¡°ferrocarril¡± y ¡°obras¡±.
La intenci¨®n de construir un ferrocarril para transportar especialmente soja gener¨® algunas de las peores noticias internacionales del desgobierno de Michel Temer (PMDB), el presidente m¨¢s impopular desde la redemocratizaci¨®n del pa¨ªs. El Ferrocarril de las Legumbres, con 1.142 kil¨®metros de extensi¨®n, se dise?¨® para enlazar la regi¨®n productora del Centro-Oeste con el r¨ªo Tapaj¨®s, principal afluente del r¨ªo Amazonas, para exportar soja y otras materias primas a mercados extranjeros.
Para construir el ferrocarril, varios sectores se empe?an en desproteger la selva
Para que se pueda construir el Ferrogr?o, como se le llama popularmente en Brasil, y responder a la presi¨®n de los grileiros que quieren legalizar y comercializar las tierras p¨²blicas que robaron, el desgobierno Temer desprotegi¨® la selva amaz¨®nica. ?C¨®mo? Redujo el tama?o de las ¨¢reas protegidas del Parque Nacional del Jamanxim y de la Selva Nacional del Jamanxim a trav¨¦s de medidas provisionales. La resistencia de los pueblos de la selva y la presi¨®n internacional contra la destrucci¨®n de la Amazonia oblig¨® a Temer a echarse atr¨¢s. Aun as¨ª, retir¨® la protecci¨®n de 862 hect¨¢reas del Parque Nacional del Jamanxim, por donde debe de pasar el ferrocarril. A continuaci¨®n, el ministro de Medio Ambiente, Jos¨¦ Sarney Filho, present¨® al Congreso un proyecto de ley para cambiar la categor¨ªa de 394.000 hect¨¢reas de la Selva Nacional del Jamanxim. Esa inmensa ¨¢rea de selva, equivalente al doble de la ciudad de S?o Paulo, pasar¨ªa a ser ?rea de Protecci¨®n Ambiental, y no Selva Nacional.
?Qu¨¦ significa eso? El ?rea de Protecci¨®n Ambiental es un tipo de unidad de conservaci¨®n que permite un n¨²mero mucho mayor de actividades humanas, incluso la compra y venta de tierras. Los grileiros podr¨ªan reivindicar la legalizaci¨®n de las tierras que robaron ¡ªo sea, la legalizaci¨®n del crimen contra el patrimonio p¨²blico y el medio ambiente¡ª, para comercializar la tierra que dej¨® de ser p¨²blica y se convirti¨® en privada. En la pr¨¢ctica, parece que el desgobierno Temer se ech¨® atr¨¢s para apaciguar los ¨¢nimos internacionales, pero para pagar su cuenta impagable con la bancada ruralista, la gran avalista para mantenerse en el Gobierno, cogi¨® otro camino para hacer lo mismo.
En esta jaula es donde ha entrado Alckmin, el ap¨®stol. Pero no porque no sea p¨¢jaro viejo. Sino porque el boniato quiere ser el mejor amigo de la soja. M¨¢s que eso. Quiere cambiar su estatus en el Facebook por ¡°en una relaci¨®n con la agroindustria¡±, lo cual, para alguien tan religioso en la pol¨ªtica como Alckmin, significa matrimonio en r¨¦gimen de comunidad universal de bienes.
No es el ¨²nico. Ciro Gomes se est¨¢ empe?ando al m¨¢ximo para ser el novio escogido, tanto, que ha designado como vicepresidenta de su lista a una latifundista, K¨¢tia Abreu, exministra de Agricultura y amiga personal de Dilma Rousseff. Entre las perlas dejadas por K¨¢tia Abreu, vale recordar la siguiente, durante una entrevista a la periodista M?nica Bergamo para la Folha de S. Paulo: ¡°El problema es que los ind¨ªgenas han salido de la selva y han empezado a descender en el ¨¢rea de producci¨®n¡±.
Para expandir el ¨¢rea de la soja, los ruralistas avanzan sobre el cerrado y la selva amaz¨®nica
La vicepresidenta de Ciro Gomes podr¨ªa haber dicho que el problema es que los ind¨ªgenas tuvieron el mal gusto de estar en casa cuando los europeos invadieron el territorio que llamar¨ªan Brasil. Pero no hace falta retroceder cinco siglos. La cuesti¨®n sigue siendo bastante actual, porque K¨¢tia Abreu tambi¨¦n invierte la historia superreciente. La productividad de la soja no se ha alterado desde principios de siglo, como muestra el reportaje de Mauricio Torres y Sue Branford para la serie ¡°Tapaj¨®s sob ataque¡± (Tapaj¨®s atacado) en el peri¨®dico The Intercept. Para aumentar la producci¨®n del monocultivo, los latifundistas tienen que aumentar su latifundio. ?Y qu¨¦ regiones consideran ¡°disponibles¡± para su expansi¨®n privada? La selva amaz¨®nica y el cerrado.
En solo dos meses, entre abril y mayo de este a?o, la Selva Nacional de Jamanxim, en Par¨¢, perdi¨® 57 kil¨®metros cuadrados de cobertura vegetal, el equivalente a 36 parques Ibirapuera, el principal de S?o Paulo. El c¨¢lculo es del Instituto del Hombre y del Medio Ambiente de la Amazonia. El aumento de la deforestaci¨®n se debe, en gran parte, a que se esperaba que se debilitara la protecci¨®n de las unidades de conservaci¨®n, medida que est¨¢ en curso en el Congreso. Es el proceso habitual en la Amazonia. A cada frase pronunciada en Brasilia, los grileiros aumentan la presi¨®n sobre la selva, derribando ¨¢rboles y poniendo bueyes. Y m¨¢s invasores aparecen. Saben que todo indica que su crimen se legalizar¨¢. Entonces, tratan de invadir y deforestar para consolidar la ocupaci¨®n. La Selva Nacional del Jamanxim la cre¨® Lula en 2006 exactamente para que protegiera el avance de la deforestaci¨®n que tra¨ªa el asfalto de la carretera BR-163, una obra que llev¨® a cabo su gobierno para beneficiar a los grandes productores de soja y de ganado. As¨ª se va derribando la selva. Avanza por un lado, avanza por el otro, avanza por el medio. Ya no hay ning¨²n pudor.
En enero de 2018, el Ministerio del Medio Ambiente divulg¨® que la soja hab¨ªa ocupado ilegalmente 47.300 hect¨¢reas de selva deforestada en la Amazonia en la ¨²ltima cosecha, casi 30% m¨¢s que en el a?o anterior. Aun as¨ª, el ministro y parte de las organizaciones ambientales conmemoraron el resultado porque la plantaci¨®n en ¨¢reas ilegales correspond¨ªa a poco m¨¢s del 1% del total de la soja plantada. La conclusi¨®n era que la soja impactaba poco en la deforestaci¨®n de la Amazonia. Lo que olvidan mencionar es que una parte significativa de las tierras destinadas a la producci¨®n agropecuaria en la Amazonia, producto del pillaje del patrimonio p¨²blico y de la destrucci¨®n de la selva, las han legalizado los ¨²ltimos gobiernos y el Congreso m¨¢s corrupto de la historia reciente. Lo que hoy es legal ayer era robo.
As¨ª, los grileiros se convierten en hacenderos, eliminando el crimen con la fuerza de un Congreso y un Gobierno dominados por la bancada ruralista. La agrodelincuencia se convierte en agroindustria. A golpe de firma, como sucedi¨® con la que se conoci¨® como Ley del Robo de Tierras P¨²blicas, la segunda, sancionada por Temer en julio de 2017: gracias a ella, los grileiros que hasta 2011 ¡ªayer¡ª ocupaban tierras p¨²blicas sabiendo que eran p¨²blicas ¡°regularizaron¡± sus robos de hasta 2.500 hect¨¢reas, el equivalente a cinco Vaticanos. De 2.500 en 2.500, la selva va siendo tomada, y los delincuentes, con un gran n¨²mero de testaferros a su servicio, se convierten en ¡°productores rurales¡± y crean latifundios en plena selva. Antes, en 2009, todav¨ªa durante el gobierno de Lula, se aprob¨® la primera Ley del Robo de Tierras P¨²blicas, tambi¨¦n conocida como ¡°Tierra Legal¡±, que benefici¨® a los grileiros que hab¨ªan invadido tierras hasta 2004, de un m¨¢ximo de 1.500 hect¨¢reas. Temer ampli¨® el proceso de legalizaci¨®n del crimen que ya hab¨ªa empezado en los gobiernos del PT.
Los cr¨ªmenes contra la selva compensan cada vez m¨¢s para pocos, aunque poderosos. Y la disputa desesperada de candidatos por el apoyo de la agroindustria muestra que la idea es que compensen todav¨ªa m¨¢s. En solo diez a?os, el ¨¢rea dedicada a la plantaci¨®n de soja se ha multiplicado cuatro veces en la Amazonia, pasando de 1,14 millones de hect¨¢reas en la cosecha de 2006-2007 a 4,48 millones de hect¨¢reas en la de 2016-2017. La soja no alimenta a la poblaci¨®n. Casi el 80% de la soja producida y exportada se utiliza para hacer pienso. O sea, para la producci¨®n de carne.
La ganader¨ªa es la actividad que m¨¢s contribuye a la deforestaci¨®n de la selva
La ganader¨ªa es la actividad que m¨¢s contribuye a la deforestaci¨®n de la Amazonia, ocupando el 65% del ¨¢rea deforestada. El reba?o bovino en la Amazonia legal, seg¨²n el Instituto del Hombre y del Medio Ambiente, pas¨® de 37 millones de reses en 1995, el equivalente al 23% del reba?o nacional, a 85 millones en 2016, casi el 40% del reba?o nacional. Los bueyes, por medio de su proceso digestivo (b¨¢sicamente pedos y eructos), liberan una gran cantidad de metano en la atm¨®sfera, un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento 25 veces mayor que el CO2. Aunque no nos preocupemos por el sufrimiento de los animales criados en campos de concentraci¨®n, consumir carne es un negocio p¨¦simo para la Amazonia, para el planeta y para todas las especies, incluso la humana. Los ganaderos son grandes clientes de las tierras de la selva, pero pagan mucho m¨¢s en el mercado por ¨¢reas ya deforestadas. La soja y el buey forman un c¨ªrculo ¨ªntimo en la destrucci¨®n de la selva amaz¨®nica.
Se estima que hasta 2024, la demanda china por soja, seg¨²n Torres y Branford, llegue a 180 millones de toneladas al a?o: m¨¢s que la suma de los tres productores mundiales, Estados Unidos, Brasil y Argentina. Y Brasil ser¨ªa el pa¨ªs que supuestamente tendr¨ªa mejores condiciones para aumentar su producci¨®n, avanzando todav¨ªa m¨¢s sobre el cerrado y la selva, una situaci¨®n que se confirma con las recientes divergencias entre China y los Estados Unidos de Donald Trump.
En un pa¨ªs que depende de la exportaci¨®n de materias primas en pleno siglo XXI, el peso de la soja en la balanza comercial da a la agroindustria un enorme poder para hacer chantaje. Es lo que hemos presenciado en las ¨²ltimas d¨¦cadas en Brasil, de forma siempre creciente y cada vez m¨¢s desvergonzada, como muestra tanto el desmantelamiento de la Funai, la Fundaci¨®n Nacional del Ind¨ªgena, y la desintegraci¨®n de los ¨®rganos de protecci¨®n socioambiental y de control de la cuesti¨®n agraria como la relajaci¨®n de las reglas para obtener permisos ambientales.
Este es el callej¨®n sin salida en el que se encuentra actualmente Brasil y que va a determinar su futuro: en tiempos de crisis clim¨¢tica, ?la mayor selva tropical del mundo, fundamental para regular el clima, continuar¨¢ siendo transformada en soja, bueyes, miner¨ªa e hidroel¨¦ctricas? Es lo que indican los ¨²ltimos gobiernos y es tambi¨¦n el objetivo expl¨ªcito de algunos de los principales candidatos de estas elecciones.
Por eso, Geraldo Alckmin se ha pasado el fin de semana en la regi¨®n del r¨ªo Tapaj¨®s intentando hacer amigos. Estaba all¨ª para garantizar que la agroindustria, en parte agrodelincuencia, seguir¨¢ siendo la avalista del Gobierno, aunque cambie el inquilino del palacio presidencial. Michel Temer no minti¨® cuando dijo, en una entrevista para la Folha de S. Paulo, que Alckmin era el candidato que m¨¢s se identificaba con su gobierno. La promesa es que todo seguir¨¢ todav¨ªa mejor de lo que est¨¢ para quien quiere derribar la selva para transformarla en soja, bueyes, miner¨ªa e hidroel¨¦ctricas.
La mayor¨ªa de los hacenderos y de los agrodelincuentes parece preferir a Bolsonaro que a Alckmin
La piedra en los impecables zapatos de Alckmin es que los grileiros y los grandes hacenderos de varias regiones del pa¨ªs se identifican mucho m¨¢s con el estilo de Jair Bolsonaro. En Par¨¢, las camionetas est¨¢n recubiertas de adhesivos del candidato de extrema derecha. Lo apoyan notorias eminencias del robo de tierras p¨²blicas, algunos con un extenso curr¨ªculo de servicios prestados a las funerarias de la regi¨®n. Y algunos alcaldes del PSDB, aunque no lo declaren p¨²blicamente, abrazan a Bolsonaro. Alckmin es demasiado pijo para quien ha demarcado las tierras con sangre de campesinos e ind¨ªgenas. Pero la devoci¨®n por Bolsonaro puede cambiar si vale la pena. Ning¨²n sector es m¨¢s pragm¨¢tico que la agroindustria. Ning¨²n grileiro que ha limpiado su biograf¨ªa con la ayuda de diputados se ha convertido en ¡°productor rural¡± o ¡°hacendero¡± por lealtad.
Para agradar a este p¨²blico elector y avalista de candidaturas y de gobiernos, Alckmin, el sereno, promete ¡°flexibilizar¡± el uso de armas en el ¨¢rea rural para proteger a los ¡°productores rurales¡±. Hasta el m¨¢s ignorante sabe que no faltan armas en manos de los que se hacen llamar hacenderos o incluso ¡°exploradores¡±, pero que en realidad son grileiros. Los hacenderos de verdad deber¨ªan ser los primeros en esforzarse para diferenciarse de los delincuentes, denunciando este tipo de pr¨¢ctica, pero eso no suele suceder.
La cuesti¨®n es que la Amazonia ya est¨¢ armada. Y desarmarla es m¨¢s que urgente. La violencia no se produce contra los propietarios rurales, sino contra los campesinos, ind¨ªgenas, quilombolas (descendientes de esclavos rebeldes) y ribeirinhos. Y se ha multiplicado desde que el PMDB aument¨® su poder dentro del gobierno de Dilma Rousseff y se ampli¨® todav¨ªa m¨¢s cuando Temer se erigi¨® en presidente con el apoyo decisivo de la bancada ruralista.
Pero Alckmin no est¨¢ preocupado por esta violencia. Es su vicepresidenta, Ana Am¨¦lia Lemos (del Partido Progresista, PP), quien m¨¢s claramente expresa qui¨¦n no puede morir en el campo: ¡°Con la migraci¨®n del crimen organizado de las ¨¢reas urbanas a las rurales, se producen cada vez m¨¢s ataques a las propiedades, con robo de ganado, de equipos e inputs, y, lo que es m¨¢s grave, ponen en riesgo la vida de los productores, sus familias y sus trabajadores. ?La situaci¨®n es grave!¡±. Seg¨²n Janio de Freitas, columnista de la Folha de S. Paulo, Ana Am¨¦lia es conocida por haber defendido la dictadura civil y militar como periodista y tambi¨¦n como empleada fantasma del Senado en 1987. Eso no debe de ser ning¨²n problema para Alckmin, que acaba de declarar en la Fiscal¨ªa de S?o Paulo sobre el pago de 10 millones de reales por parte de la constructora Odebrecht para sus campa?as electorales de 2010 y 2014.
La Amazonia est¨¢ armada, lo que hay que hacer es desarmarla
Geraldo Alckmin escogi¨® el estado de Par¨¢ para realizar su primer viaje oficial como candidato para conquistar a los ruralistas del Norte y del Centro-Oeste del pa¨ªs. Pero no solo a ellos. Hay muchos ruralistas en el Sudeste y en el Sur con grandes haciendas en la selva, o la exselva. Al desembarcar en la regi¨®n del Tapaj¨®s, que ¨¦l promete convertir en un ¡°centro de obras¡±, Alckmin estaba desembarcando en el estado m¨¢s letal del planeta para los defensores de la tierra y del medio ambiente. Seg¨²n la organizaci¨®n Global Witness, no hay ning¨²n lugar m¨¢s peligroso que Brasil; y en Brasil, no hay ning¨²n lugar m¨¢s peligroso que Par¨¢. El sector que encabeza los asesinatos, seg¨²n la organizaci¨®n brit¨¢nica, es la agroindustria. Ha superado a la miner¨ªa en el uso de la violencia como m¨¦todo de invasi¨®n de las selvas y otros biomas.
En Anapu, por lo menos 16 trabajadores rurales fueron asesinados desde 2015 por conflictos de tierras. M¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s del asesinato de la misionera Dorothy Stang, la situaci¨®n actual de tensi¨®n y violencia en el municipio es todav¨ªa m¨¢s explosiva. Es f¨¢cil imaginar c¨®mo suena, en esta regi¨®n de interpretaciones literales, una promesa para ¡°flexibilizar¡± el uso de armas para que los ¡°productores rurales¡± puedan defenderse. Cuando Alckmin hace insinuaciones y Bolsonaro defiende abiertamente la soluci¨®n de conflictos a tiros, lo que est¨¢n autorizando es la legalizaci¨®n de las masacres que ya tienen lugar con un alto grado de impunidad. Que un d¨ªa respondan por los cad¨¢veres. No se puede jugar a ser mat¨®n en la Amazonia sin convertirse en un mat¨®n.
Alckmin se autoriza a pronunciar estupores con absoluta serenidad. Apoyado por la coalici¨®n de partidos de centro denominada Centr?o (Dem¨®cratas, Partido Progresista, Partido de la Rep¨²blica, Partido Republicano Brasile?o y Solidaridad), una anomal¨ªa pol¨ªtica ¨ªntimamente relacionada con la desintegraci¨®n del pa¨ªs, y tambi¨¦n por el Partido Social Democr¨¢tico, el Partido Laborista Brasile?o y el Partido Popular Socialista, no pierde una oportunidad para quejarse del exceso de partidos en Brasil. Tambi¨¦n se descolg¨® con esto en la convenci¨®n de su partido, en Brasilia: ¡°Necesitamos el orden democr¨¢tico, que dialoga, que no excluye, que tolera las diferencias, que no busca resolverlo todo con la violencia ni utiliza el odio como combustible de la manipulaci¨®n electoral¡±.
El gobernador que autoriz¨® que la Polic¨ªa Militar moliera a palos, tirara bombas de gas lacrim¨®geno y disparara balas de goma a manifestantes en 2013 y 2014, y que golpeara a los adolescentes que reivindicaban una escuela p¨²blica de calidad en 2015 y 2016, se vende como el hombre del di¨¢logo. Ni siquiera pesta?e¨®. El gobernador que mantuvo, apoy¨® y estimul¨® la pr¨¢ctica de una de las polic¨ªas m¨¢s letales de Brasil, un pa¨ªs con una de las polic¨ªas m¨¢s letales del mundo ¡ªpero con una letalidad selectiva, ya que la mayor¨ªa de los ejecutados son negros¡ª, se anuncia como el palad¨ªn de la tolerancia. Tranquilo, sin deshacerse la corbata.
El gobernador que no salv¨® el r¨ªo Tiet¨º afirma que va a salvar el S?o Francisco
Alckmin tampoco se despeina al afirmar: ¡°Aqu¨ª en S?o Paulo tuvimos una crisis h¨ªdrica muy grave. Ganamos¡±. Los m¨¢s pobres, que de hecho sufrieron el racionamiento de agua durante meses e incluso a?os, pueden contar una historia muy diferente. Hoy, el sistema de suministro Cantareira, a pesar de abastecer a menos gente, est¨¢ a un nivel inferior al del per¨ªodo anterior a la crisis de 2014. No se gan¨® nada. S?o Paulo puede volver a tener una crisis de agua el a?o que viene. Pero, claro, eso no va a suceder antes de las elecciones de octubre.
Imperturbable, Alckmin contin¨²a, saludando a los habitantes del nordeste: ¡°Ayudamos al Nordeste con el trasvase del r¨ªo S?o Francisco. (...) Vamos a salvar el r¨ªo S?o Francisco. La revitalizaci¨®n del r¨ªo, el dragado, la recuperaci¨®n de la vegetaci¨®n ribere?a...¡±. ?No ser¨ªa bonito que, durante los m¨¢s de 12 a?os de Alckmin como gobernador, los 24 a?os del PSDB en el poder en S?o Paulo, ¨¦l y su partido hubieran salvado el Tiet¨º y otros r¨ªos de S?o Paulo, hoy convertidos en cloacas? ?Y tambi¨¦n la vegetaci¨®n ribere?a y los manantiales, una medida de hecho efectiva para enfrentar la crisis clim¨¢tica que hoy impide cualquier previsi¨®n seria sobre la cantidad de lluvia? Pero no. Alckmin va a Par¨¢ para prometer que transformar¨¢ la selva en un centro de obras, ignorando por completo las pruebas cient¨ªficas que demuestran la importancia de la Amazonia para regular las lluvias tambi¨¦n en el Sudeste.
Brasil ya no es el pa¨ªs del futuro. Pero, para que por lo menos pueda tener un futuro, es necesario que Brasil vuelva a ser capaz de imaginarlo. Eso no se puede hacer tratando a la mayor selva tropical del mundo como un cuerpo al que expoliarle sus recursos, ¨¢rboles y pueblos como si fueran basura que se tira para convertirla en soja o pasto. No por caridad cristiana, sino para sobrevivir. No es una elecci¨®n de modelo de desarrollo. En un mundo sumido en una crisis clim¨¢tica, ya no existe esa elecci¨®n. Ni siquiera para la agroindustria.
Cualquiera es capaz de notar los efectos del calentamiento global. No es ninguna novedad que el planeta est¨¢ a punto de convertirse en un horno. Pero la situaci¨®n puede ser todav¨ªa peor. Un grupo de reputados cient¨ªficos del clima public¨® un art¨ªculo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences alertando que el Acuerdo de Par¨ªs, que busca mantener el calentamiento global como mucho 2 ¡ãC por encima de los niveles preindustriales, puede que no sea suficiente para que la temperatura se plante ah¨ª. El grupo investiga si las temperaturas m¨¢s altas liberan nuevas fuentes de gases de efecto invernadero y destruyen la capacidad de la Tierra de absorber carbono o reflejar el calor.
Si Brasil quiere volver a ser capaz de imaginar un futuro, la crisis clim¨¢tica y la Amazonia tienen que estar en el centro del debate electoral
Analizando las consecuencias combinadas de diez procesos de cambio clim¨¢tico, eval¨²an si se puede interrumpir el calentamiento y estabilizar la temperatura o si habr¨¢ un proceso de realimentaci¨®n, con calentamiento continuo, que genere un ¡°invernadero terrestre¡±: 4 ¡ãC m¨¢s y mucho menos favorable a la vida humana. Hoy, la temperatura media global ya est¨¢ 1 ¡ãC por encima de los niveles preindustriales. En la actual coyuntura y con los actuales gobernantes del planeta, destacando a Donald Trump, dif¨ªcilmente ser¨¢ posible parar en los 2 ¡ãC. Los efectos de sobrepasar esta temperatura ya se han previsto. Dif¨ªcilmente alguien va a querer que sus hijos y nietos vivan en un mundo tan malo.
Es inaceptable que la crisis clim¨¢tica no est¨¦ en el centro del debate electoral, en un pa¨ªs que tiene la mayor parte de la mayor selva tropical del mundo en su territorio. Es un esc¨¢ndalo que el tema ni siquiera aparezca o que, como mucho, roce algunas cuestiones. Al contrario. Aparece del rev¨¦s, como la promesa de Alckmin de transformar la selva amaz¨®nica, en la regi¨®n del Tapaj¨®s, en un ¡°centro de obras¡±.
Brasil solo tiene relevancia en el mundo hoy porque tiene en su territorio la mayor parte de la Amazonia, pero la mayor¨ªa de los candidatos no ha llegado todav¨ªa al siglo XXI. Est¨¢n entre el siglo XIX y el XX, antes de 1968. El ¡°progreso¡± todav¨ªa es cambiar la selva por soja y bueyes, llenarla de cimiento y acero con obras gigantes. Es vergonzoso. Y es peligroso. Lo que se deber¨ªa estar discutiendo es c¨®mo proteger el cerrado, la selva amaz¨®nica y otros biomas y c¨®mo aprender con sus pueblos a utilizar los recursos sin destruir la naturaleza, algo que hacen hace siglos e incluso milenios. La riqueza de la Amazonia es su diversidad, al igual que el complejo conocimiento de sus pueblos tradicionales. Soja, bueyes, miner¨ªa e hidroel¨¦ctricas solo destrozan el activo de mayor valor del mundo acechado por el cambio clim¨¢tico.
Geraldo Alckmin todav¨ªa va mal en las encuestas. Es probable que la l¨®gica de las elecciones haya cambiado y que las redes sociales definan al vencedor, en lugar de los debates y el tiempo de propaganda en la televisi¨®n y los apoyos y la m¨¢quina electoral. Pero no podemos olvidar que hace solo cuatro a?os Alckmin venci¨® en la primera vuelta las elecciones a gobernador de S?o Paulo en plena crisis h¨ªdrica ¡ªla que acaba de decir que gan¨®¡ª jurando que no hab¨ªa ninguna crisis. Es verdad que el voto en Brasil es m¨¢s complejo que el del estado de S?o Paulo, pero es mejor prestar atenci¨®n tambi¨¦n a aquellos que tienen buenos modales y que hablan pausadamente, los que raramente producen los mejores memes o v¨ªdeos cortos de grandes momentos de reality show.
La disputa para ver qui¨¦n se va a llevar el apoyo de los ruralistas y rifar la Amazonia nunca antes en la historia reciente hab¨ªa sido tan intensa.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - O avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas. Web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum. Facebook: @brumelianebrum.
Traducci¨®n: Meritxell Almarza
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