Aung San Suu Kyi: ?el fin del mito?
La Nobel de la Paz no previene el regreso del autoritarismo en Myanmar ni la persecuci¨®n a los rohiny¨¢s
El Myanmar de Aung San Suu Kyi contin¨²a a la deriva. Un tribunal del pa¨ªs ha condenado este lunes a siete a?os de c¨¢rcel a dos periodistas de Reuters que investigaban las masacres a la minor¨ªa rohiny¨¢s, sin que en principio la Nobel de la Paz?intercediera. La l¨ªder de facto de la antigua Birmania ha pasado de ser la esperanza del cambio en el pa¨ªs de mayor¨ªa budista a posible c¨®mplice del intento de genocidio, seg¨²n la ONU, de dicha comunidad musulmana. Una pregunta aguarda respuesta: el porqu¨¦ de la aparente aquiescencia de Suu Kyi, estandarte durante a?os de la lucha pac¨ªfica por las libertades, con la campa?a contra los rohiny¨¢s. Y una sospecha se confirma. Que Occidente, ¨¢vido de otro Mahatma Gandhi asi¨¢tico, se precipit¨® al convertirla en mito.
La ca¨ªda de la Nobel ha sido estrepitosa. Apenas tres a?os despu¨¦s de que su Liga Nacional para la Democracia llegara al poder tras d¨¦cadas de denodados sacrificios ¡ªentre ellos quince a?os de arresto domiciliario¡ª por la apertura democr¨¢tica de Myanmar, Suu Kyi, conocida como la dama, se halla en sus horas m¨¢s bajas. El ex alto comisionado de derechos humanos de la ONU, Zeid Ra¡¯ad al-Hussein, asegur¨® la pasada semana que la l¨ªder deber¨ªa haber dimitido por la campa?a contra la minor¨ªa musulmana, d¨ªas despu¨¦s de que un informe de Naciones Unidas concluyera que su Gobierno contribuy¨® con sus ¡°actos y omisiones¡± al ¡°intento de genocidio¡± de los rohiny¨¢s por parte del Ej¨¦rcito birmano. Myanmar defiende que la campa?a militar fue en respuesta a los ataques de insurgentes del ARSA (Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n Rohiny¨¢ de Arak¨¢n, actual Rajine) contra puestos de seguridad birmanos el 25 de agosto de 2017.
Frente a quienes defienden que Suu Kyi carece de suficiente poder sobre los militares, que gobernaron Myanmar entre 1962 y 2011 y a¨²n controlan Interior y Defensa, se agrupan las voces que argumentan que la dama ha elegido no actuar, e incluso proteger al Tatmadaw (Ej¨¦rcito birmano). ¡°Es un c¨¢lculo pol¨ªtico. Sabe que los rohiny¨¢s son muy impopulares en Myanmar. No le beneficia defenderles. Otra explicaci¨®n es que realmente apoya lo que el Ej¨¦rcito est¨¢ haciendo. Hay algo de verdad en ambos razonamientos¡±, se?ala Azeem Ibrahim, autor de Los Rohiny¨¢s: Dentro del Genocidio Oculto de Myanmar?(2016).
Suu Kyi apenas se ha referido al conflicto en p¨²blico. Tanto en sus escasas alocuciones con audiencia como en reuniones privadas, la Nobel evita el t¨¦rmino rohiny¨¢ y se refiere a la minor¨ªa como ¡°musulmanes de Rajine¡± o ¡°bengal¨ªes¡±, en l¨ªnea con la narrativa oficial que les margina desde hace d¨¦cadas por considerarles inmigrantes ilegales ¡ªuna ley de 1982 les neg¨® la ciudadan¨ªa¡ª, aunque lleven siglos viviendo en Rajine. En un discurso en Singapur el 21 de agosto, Suu Kyi defendi¨® la gesti¨®n de Myanmar de la ¡°crisis¡±, por la que m¨¢s de 700.000 rohiny¨¢s (del mill¨®n que se estima viv¨ªa en Rajine) huyeron en apenas semanas a Banglad¨¦s, y culp¨® a los ¡°terroristas¡± de la situaci¨®n en Rajine, en referencia al ARSA. La consideraci¨®n de que el ARSA es un grupo terrorista es ampliamente rebatida, debido a la precariedad de sus ataques y a su aparente incapacidad organizativa.
Otra interpretaci¨®n es que la causa rohiny¨¢ no casa con las prioridades de la dama. Suu Kyi tendr¨ªa ya la mirada puesta en ganar las elecciones de 2020 y sus esfuerzos concentrados en convertirse oficialmente en presidenta. Un sue?o que tiene mucho de personal. La lucha de Suu Kyi, que lleg¨® a Myanmar desde Oxford a finales de los ochenta para cuidar de su madre enferma y acab¨® qued¨¢ndose para liderar las protestas contra la dictadura militar, se convirti¨® casi en una continuaci¨®n de la de su padre. ¡°En cierto modo se trata de una misi¨®n para redimirle¡±, opina Aaron Connelly, del Instituto Lowy. El revolucionario general Aung San, asesinado seis meses antes de la independencia de Myanmar de Reino Unido, se convirti¨® en fuente de inspiraci¨®n de su hija al regresar a su pa¨ªs natal.
Para cumplir su objetivo, Suu Kyi necesita indefectiblemente al Ej¨¦rcito. Actual consejera de Estado, la presidencia le est¨¢ restringida mientras no se reforme la cl¨¢usula constitucional que impide que ¨¦sta sea ocupada por alguien que tenga un familiar extranjero, hecha ad hoc para apartar a Suu Kyi, madre de dos hijos del brit¨¢nico Michael Aris. Una perspectiva lejana mientras los militares tengan poder de veto sobre los cambios en la carta magna, y un motivo m¨¢s para la Nobel para no tensar las cuerdas con el Ej¨¦rcito por una causa, la rohiny¨¢, que podr¨ªa considerar perdida.
Un complejo juego de malabares que ha desgastado a Suu Kyi, de 73 a?os, internamente. La clase empresarial birmana la acusa de desatender la econom¨ªa, que en 2017 creci¨® un 6,5 por ciento, por debajo de su potencial, y el proceso de paz con las guerrillas en los estados de Shan y Kachin ha empeorado, seg¨²n International Crisis Group. La dama tampoco ha cumplido objetivos en la defensa de las libertades que la convirtieron en icono mundial de los derechos humanos. En lo que lleva en el poder, se ha procesado por difamaci¨®n a m¨¢s periodistas y blogueros que durante todo el Gobierno anterior. La condena a los periodistas de Reuters ha sido vista como un indicio m¨¢s del regreso del autoritarismo en el pa¨ªs.
¡°Sus fallos pueden llevar al Ej¨¦rcito a ganar de nuevo terreno. El futuro de Myanmar no es nada brillante¡±, augura Connelly. Un escenario diametralmente opuesto al que se dibujaba, al menos desde Occidente, cuando gan¨® en 2015. ¡°Nos empe?amos en tener nuestros h¨¦roes. Y ella era una hero¨ªna fant¨¢stica: hija de otro h¨¦roe, perseguida, bella, educada en Oxford. Es un error que cometeremos una y otra vez¡±, apunta Ibrahim.
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