Los cinco d¨ªas m¨¢s convulsos de la UNAM
La mayor universidad de Am¨¦rica Latina cierra una semana de protestas, huelgas, sangre y altercados provocados por violentos grupos de choque
Ernesto se resguard¨® detr¨¢s de un muro. Una piedra del tama?o de un pu?o le hab¨ªa golpeado en su costilla derecha. A su alrededor, una escena de p¨¢nico: m¨¢s de 200 estudiantes, la mayor¨ªa menores de edad, hu¨ªan de rocas, bombas caseras y c¨®cteles molotov que les hab¨ªan arrojado una legi¨®n de sujetos conocidos como los ¡°porros¡±, un grupo de choque que irrumpi¨® para romper una protesta pac¨ªfica de j¨®venes en el coraz¨®n de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM). El ataque, con prop¨®sito de reprimir a los j¨®venes, fue a solo unos metros de la oficina del rector. Pero durante la algo m¨¢s de media hora que duraron las agresiones indiscriminadas nadie intervino.
El altercado dej¨® dos alumnos heridos graves en el campus principal de la mayor universidad de Am¨¦rica Latina, en Ciudad de M¨¦xico. Uno de ellos, Joel Meza, de 21 a?os, fue apu?alado dos veces en el ri?¨®n. Le cercenaron, adem¨¢s, la oreja izquierda y le llenaron el cuerpo de moretones. Su novia, Naomi, corri¨® a abrazarlo y a protegerlo. ¡°Pese a que el chico estaba noqueado le segu¨ªan pegando. Ella aguant¨® los golpes. Afortunadamente tra¨ªa su mochila y le aminor¨® un poco los impactos¡±, cuenta Diego Uriarte, el ¨²nico fot¨®grafo que estuvo presente ese d¨ªa. Sus im¨¢genes fueron claves para identificar a los atacantes y para enardecer a la comunidad universitaria.
¡°Los servicios m¨¦dicos de la UNAM, nos avisaron a mi esposa y a m¨ª de que Joel hab¨ªa recibido alguna pedrada y de que lo llevaban al hospital¡±, dice a EL PA?S Arturo Meza, su padre, a¨²n esc¨¦ptico sobre lo que realmente le sucedi¨® a su hijo. ¡°Por supuesto que dijeron eso para no alarmar. No he tenido la capacidad de ver ning¨²n v¨ªdeo ni fotos. ?Fue espeluznante!¡±.
Para tratar de comprender el conflicto que ha puesto de relieve las costuras y el lado m¨¢s fr¨¢gil de la UNAM hay que echar la vista atr¨¢s. El n¨²cleo de las protestas surgi¨® en el bachillerato del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), en el plantel de Azcapotzalco. Era agosto y los estudiantes iniciaban su ciclo escolar sin profesores y sin los murales que hab¨ªan pintado en honor a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa -un caso sin resolver que ha marcado la agenda pol¨ªtica y social mexicana en los ¨²ltimos a?os-. En sus horarios de clase, dicen algunos de los j¨®venes, que prefieren mantenerse en el anonimato, tienen el nombre de los docentes. Pero estos no se presentaron durante semanas. ¡°Otros maestros nos han dicho que no vienen a clase porque est¨¢n de a?o sab¨¢tico¡±.
Los j¨®venes pidieron una explicaci¨®n a su directora, Mar¨ªa M¨¢rquez. Aunque en algo m¨¢s de un mes, las protestas y los di¨¢logos no llegaron a buen puerto. ¡°Decidimos irnos a un paro [huelga]¡±, explica Ernesto, que, por su seguridad, se reserva su edad y apellido. Unos d¨ªas despu¨¦s, M¨¢rquez dimiti¨® para ¡°contribuir a la normalizaci¨®n de las actividades acad¨¦micas¡±.
Ya sin directora, los alumnos de CCH Azcapotzalco decidieron marchar el lunes pasado hacia Ciudad Universitaria para exigir claridad en cuanto a la situaci¨®n de sus docentes. Tambi¨¦n para denunciar el acoso y la intimidaci¨®n de los grupos de choque en la periferia de sus planteles. A su manifestaci¨®n, pac¨ªfica, se unieron las otras preparatorias de la universidad.
Una vez en la explanada de la Rector¨ªa empezaron los incidentes. ¡°?Ah¨ª vienen los porros!¡±, escuch¨® Ernesto. Los llamados ¡°porros¡± son colectivos de estudiantes, exestudiantes y personas ajenas a la universidad que han hecho de la violencia una forma de control pol¨ªtico en las escuelas, seg¨²n ha explicado el acad¨¦mico Hugo S¨¢nchez Gudi?o, doctor en Ciencias Pol¨ªticas por la UNAM.
¡°Nadie de vigilancia nos ayud¨® ni protegi¨®¡±, critica, en declaraciones a este diario, otro estudiante que prefiere no identificarse. Tras la refriega, los alumnos de toda la UNAM convocaron un paro de seguimiento masivo y, dos d¨ªas despu¨¦s, culminaron su protesta con una marcha masiva en la que se mezclaron distintas consignas: desde el desamparo a los chicos golpeados, los feminicidios, el acoso sexual, los asaltos y la negligencia del personal de vigilancia.
La respuesta del rector, Enrique Graue, fue la suspensi¨®n del responsable de seguridad de la universidad, Te¨®filo Licona, y la puesta en marcha de una investigaci¨®n sobre la actuaci¨®n de ese departamento. Adem¨¢s, expuls¨® 18 alumnos de la UNAM identificados como miembros de los grupos de choque e hizo p¨²blicos sus nombres sin ni siquiera haber pasado su caso por manos de la justicia. Uno de ellos, Fernando Tinajero, estudiante de la Facultad de Estudios Superiores Acatl¨¢n, ha negado rotundamente en declaraciones a Imagen Televisi¨®n. La universidad no ha dado su postura al respecto.
El pasado viernes, la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n inform¨® de la detenci¨®n de dos sujetos que supuestamente hab¨ªan agredido en la marcha. Sin embargo, un d¨ªa despu¨¦s la Fiscal¨ªa de Investigaci¨®n en Agencias de Atenci¨®n Especializada de Ciudad de M¨¦xico les liber¨® porque ¡°en su detenci¨®n no hubo flagrancia ni se tuvo acusaci¨®n alguna en su contra¡±. La universidad mexicana pidi¨® una explicaci¨®n para su comunidad y para la sociedad por parte de las autoridades.
¡°?Qu¨¦ les doli¨® m¨¢s a las autoridades? ?Que nos golpearan o que los porros pisaran el campus central?¡±, se cuestiona Ernesto, de Azcapotzalco. ¡°Los alumnos y profesores no nos sentimos seguros. Estamos intentando medidas como toques de queda o defensa personal¡±, explica Jael Mir¨®n, estudiante de Historia. ¡°La autoridad ha visto que, si no resuelven estos problemas, el movimiento puede ser m¨¢s grande¡±, cierra Sebasti¨¢n, miembro de Ingenier¨ªa.
Joel Meza ¡°est¨¢ en franco proceso de recuperaci¨®n¡±, relata su padre. Cuando ingres¨® ten¨ªa altas probabilidades de perder el ri?¨®n, pero los m¨¦dicos lo evitaron. ¡°Temo por la seguridad de mis hijos que estudian en la UNAM. Mis hijas van a las asambleas. Me dicen, muy confiadas, que no temen ninguna agresi¨®n porque hay mucha gente. Pero no me quedo conforme¡±.
Tras una semana de aulas vac¨ªas y puertas atrancadas con sillas y pupitres, la universidad hegem¨®nica de M¨¦xico comienza a recuperarse. 24 planteles volver¨¢n a la normalidad y las clases el lunes. En el caso del CCH Azcapotzalco, donde empez¨® todo, los alumnos a¨²n no han definido cu¨¢ndo terminar¨¢n los paros. No hay rastros de vidrios rotos, piedras, ni sangre en el campus principal. Las consignas escritas en las paredes durante la marcha empiezan a ser borradas con solvente por otros estudiantes. Hay, en fin, ganas de normalidad. La sede principal de la UNAM, patrimonio mundial de la humanidad, oculta sus hondas heridas, expuestas ante todo el pa¨ªs durante una larga y convulsa semana.
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