Los primeros del Interrail gratis vuelven a casa

Son las seis de la ma?ana, pero el ambiente en la v¨ªa 6 de la Estaci¨®n del Sur de Bruselas es el¨¦ctrico. Cinco j¨®venes cargados de maletas bromean sobre lo poco que han dormido. Milan?Gisseleire recuerda haber mirado el reloj a la 1.49 de la madrugada y tiene la sensaci¨®n de no haber pegado ojo. No se expresa con cansancio. Transmite la hiperexcitaci¨®n del que est¨¢ a punto de empezar una aventura. Mientras espera el tren, abre su equipaje y ense?a al resto enseres a prueba de imprevistos: hay pomadas contra picaduras de insectos. Antivomitivos. Antidiarreicos. Una navaja para cortar pan.

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15.000 j¨®venes europeos viajar¨¢n gratis en Interrail este verano

Si tienes 18 a?os puedes pedir desde hoy un billete gratis de Interrail

Con eso, un par de tiendas de campa?a, y la ropa justa, este peque?o grupo de universitarios belgas puso rumbo al norte a finales de agosto. Como otros 15.000 j¨®venes de 18 a?os en toda la UE, han sido premiados por la Comisi¨®n Europea con un billete de Interrail gratis tras responder un cuestionario. Es el regalo con el que Bruselas pretende inocular en la juventud el fervor europe¨ªsta bajo la premisa de que el roce hace el cari?o. Viajar como ant¨ªdoto contra la cerraz¨®n nacionalista.

La primera parada es Colonia. Poco menos de dos horas desde Bruselas en un tren alem¨¢n de alta velocidad. Entre el traqueteo, mientras fuera amanece, da la sensaci¨®n de que llevan de f¨¢brica los anticuerpos contra el populismo. "Los pa¨ªses funcionan peor solos. Mira Turqu¨ªa: hay problemas y la moneda se hunde. Si hubieran estado en la UE no habr¨ªa pasado", argumenta Marouane Ben Messaoud, de 21 a?os. Es el ¨²nico que no ha solicitado el billete gratis por superar la edad, pero ha preferido pagar 260 euros antes que perderse la escapada.

Por la ventanilla, Lieja pasa fugazmente y el tren se acerca a la frontera germana. Por mucho que est¨¦n impresas en los libros de historia, percibir las ventajas de la UE es complicado cuando nunca se han sufrido los inconvenientes de su ausencia. Ninguno ha utilizado otra moneda que no sea el euro ni ha ense?ado la documentaci¨®n en una frontera. Ven l¨®gico recibir una beca por estudiar fuera. La Europa de las libertades no les parece nada extraordinario: la dan por sentada. Y en cierta manera son una versi¨®n reducida de su actual alma. El resultado de la transfusi¨®n de sangre nueva de millones de inmigrantes. Ben Messaoud tiene ascendientes marroqu¨ªes, y Shady Al Shoha, jordanos. Como sus otros tres amigos, han nacido en B¨¦lgica, y consideran la UE tan suya como del resto de europeos.?

Pese a estudiar ingenier¨ªa, fisioterapia o derecho, no ocultan la indiferencia que les produce la pol¨ªtica. Solo Shady y Marouane planean votar en las elecciones europeas. No les suena el nombre de Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisi¨®n Europea, la instituci¨®n que ha pagado su viaje. Tampoco han ido a una manifestaci¨®n. A esa edad, la generaci¨®n de sus abuelos buscaba las playas bajo los adoquines de Par¨ªs en mayo del 68 o emigraba en busca de las oportunidades que no encontraban en casa.

Las prioridades han cambiado. El ocio es el rey. Especialmente entre los milenials. Al menos hasta que muchos se den de bruces con el mercado laboral. La idea es recorrer Suecia, Noruega y Dinamarca porque dan facilidades para acampar. Es su primer viaje sin padres ni profesores y todo parece emocionarles. "The bill please", bromean Antoine y Luca Corioni, hermanos gemelos, ensayando c¨®mo pedir¨¢n la cuenta en ingl¨¦s.?

Ocho d¨ªas despu¨¦s, de vuelta en Bruselas ante un caf¨¦, Milan Gisseleire se quejar¨¢ del peso de la maleta, las comidas en Burger King para ahorrar, los precios de Noruega, las comisiones de cambiar moneda, la incomodidad de dormir en trenes y estaciones o la lluvia que atraves¨® las tiendas. Pero tambi¨¦n se dir¨¢ sorprendido por la multiculturalidad de Estocolmo o la belleza de Bergen. Y dir¨¢ que s¨ª. Que si volviera atr¨¢s, repetir¨ªa de nuevo aquella semana entre ra¨ªles del verano de 2018.