¡°No me voy a ir a ninguna parte¡±, asegura el candidato de Trump al Supremo
Kavanaugh se defiende, en una entrevista en Fox News, de las acusaciones de abuso
Una nueva acusaci¨®n de agresi¨®n sexual contra el candidato de Trump a juez del Supremo, Brett Kavanaugh, ha elevado a proporciones dram¨¢ticas una tormenta pol¨ªtica en Washington de cuyo desenlace depende no solo el futuro de la m¨¢s alta instancia judicial del pa¨ªs. Est¨¢n en juego, tambi¨¦n, las elecciones legislativas del pr¨®ximo mes, en las que el voto femenino est¨¢ llamado a ser determinante, as¨ª como la autoridad del propio Trump en su partido y, sobre todo, el debate sobre si la actitud del presidente ante los abusos a las mujeres es o no tolerable. Por ¨²ltimo, tendr¨¢ tambi¨¦n algo de prueba para medir el vigor y capacidad de movilizaci¨®n del movimiento Me Too.
Tras una semana difundiendo comunicados negando cualquier abuso, Kavanaugh concedi¨® este lunes, junto a su esposa, una entrevista televisiva en Fox News, con la que busca ganar enteros a?tres d¨ªas de la crucial comparecencia en el Senado. "Nunca he agredido sexualmente a nadie", dijo. Con la voz entrecortada por momentos, el juez de apelaciones asegur¨® que "siempre" ha tratado a las mujeres con "dignidad y respeto" y pidi¨® un "proceso justo" para "defender mi integridad y lavar mi nombre", informa Joan Faus. "No voy a permitir que unas acusaciones falsas me deje fuera de este proceso", dijo. "No me voy a ir", asegur¨®.
Es precisamente el periodista que desvel¨® las acusaciones contra el productor Harvey Weinstein que originaron el Me Too, Ronan Farrow, uno de los que firman el art¨ªculo de The New Yorker, publicado el domingo por la noche, en el que Deborah Ram¨ªrez, excompa?era de Kavanaugh en la universidad de Yale, acusa al hoy juez de haberla agredido sexualmente en una fiesta en el curso 1983-1984. Kavanaugh coloc¨® su pene ante la cara de Ram¨ªrez, seg¨²n el testimonio de la mujer, de 53 a?os, oblig¨¢ndola a tocarlo al tratar de quit¨¢rselo de delante. La decisi¨®n de Ram¨ªrez de hacer p¨²blica su acusaci¨®n se produce poco despu¨¦s de que otra mujer, Christine Blasey Ford, denunciara que el juez intent¨® violarla durante una fiesta preuniversitaria en 1982. Justo este pr¨®ximo jueves, Ford y Kavanaugh est¨¢n llamados a testificar ante el comit¨¦ del Senado que debe decidir sobre la incorporaci¨®n de Kavanaugh al Tribunal Supremo, con car¨¢cter vitalicio, a propuesta de Trump. Kavanaugh, con una trayectoria en la judicatura marcada por el conservadurismo de ala dura, sustituir¨ªa a otro juez m¨¢s moderado sobre todo en lo social, Anthony Kennedy, lo cual inclinar¨ªa a la derecha la balanza de la m¨¢s alta instancia judicial del pa¨ªs durante a?os.
La consolidaci¨®n de una mayor¨ªa conservador en el Supremo, puesta en bandeja con la jubilaci¨®n de Kennedy cuatro meses antes de las elecciones, es una de las m¨¢s altas prioridades de la Administraci¨®n Trump. El propio presidente, durante un acto electoral el pasado viernes en Misuri, expres¨® su frustraci¨®n por lo que considera una reacci¨®n tibia de su partido en el caso Kavanaugh, un asunto en el que su forma impulsiva de entender la pol¨ªtica se enfrenta, una vez m¨¢s, a las maneras menos impetuosas del Capitolio.
Lo cierto es que las acusaciones contra Kavanaugh podr¨ªan hacer fracasar su designaci¨®n, que Trump daba por hecha. En el Senado los republicanos cuentan con una mayor¨ªa de apenas dos votos, de modo que bastar¨ªa con que algunos de los senadores republicanos m¨¢s moderados decidieran votar en contra. Tambi¨¦n podr¨ªa suceder que se retrasara hasta despu¨¦s de las elecciones legislativas que se celebran el pr¨®ximo 6 de noviembre, y que es probable que deparen una C¨¢mara m¨¢s dem¨®crata, lo cual podr¨ªa frenar la designaci¨®n de Kavanaugh. El domingo por la noche, la l¨ªder dem¨®crata del Comit¨¦ Judiciario del Senado, Dianne Feinstein, pidi¨® una demora en la decisi¨®n sobre Kavanaugh tras saltar a la luz la segunda acusaci¨®n de abuso sexual.
El mismo domingo, Kavanaugh emiti¨® un comunicado, a trav¨¦s de la Casa Blanca, en el que niega la segunda acusaci¨®n, como tambi¨¦n neg¨® la primera. Se trata, dijo, de ¡°una campa?a coordinada de difamaci¨®n, pura y simple¡±. Y este lunes por la ma?ana, desde las Naciones Unidas en Nueva York, el presidente Donald Trump ha tachado las acusaciones de un intento ¡°totalmente pol¨ªtico¡± de evitar que los republicanos afiancen una robusta mayor¨ªa conservadora en el Supremo. ¡°El juez Kavanaugh es una persona sobresaliente y estoy con ¨¦l hasta el final¡±, ha a?adido el presidente.
Trump ya hab¨ªa mostrado su apoyo a Kavanaugh y hasta puso en duda, en un ins¨®lito tuit lanzado el pasado viernes, la acusaci¨®n de Ford de que Kavanaugh intent¨® violarla, pues considera el presidente que, de haber sucedido, lo normal es que la mujer lo hubiera denunciado antes. El tuit provoc¨® un movimiento de protesta de mujeres que compart¨ªan en redes sociales motivos por los que, en su d¨ªa, decidieron no acudir a las autoridades tras experiencias similares.
El hecho de que el presidente apoye sin fisuras a un hombre acusado de dos presuntas agresiones sexuales, y cuestione la veracidad de una de ellas por el hecho de que la mujer no lo hubiera denunciado en su d¨ªa, tiene el potencial de movilizar a¨²n m¨¢s el voto femenino a los dem¨®cratas, un factor que ya se preve¨ªa clave para las legislativas del pr¨®ximo 6 de noviembre. El esc¨¢ndalo evoca inevitablemente al caso de la profesora de Derecho Anita Hill, que en 1991 acus¨® al candidato al Supremo Clarence Thomas de acoso sexual, sin lograr frenar su acceso al tribunal. El caso provoc¨® una movilizaci¨®n sin precedentes del voto femenino en 1992, en lo que se lleg¨® a conocer como ¡°el a?o de las mujeres¡±. En plena era del Me Too, y con las elecciones a solo unas semanas, y no un a?o despu¨¦s como en el caso de Hill, los efectos de este esc¨¢ndalo podr¨ªan ser a¨²n mayores.
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