La ¨¦lite prefiere un macho alfa
Jair Bolsonaro, machista y racista, adem¨¢s de profundo ignorante sobre cualquier asunto que no conlleve la exhibici¨®n de testosterona, es favorito para ganar las elecciones de Brasil
El relato se ha ido repitiendo en casi todos los pa¨ªses donde las urnas han arrojado cosas desagradables. Ya fuese la elecci¨®n de Trump o el Brexit, all¨ª detr¨¢s siempre se situaba a la gran masa de los llamados perdedores de la globalizaci¨®n, trabajadores empobrecidos y rabiosos, con escasa formaci¨®n, v¨ªctimas propiciatorias para cualquier caudillo demagogo. Poco o nada de esto tiene que ver con el movimiento que puede colocar en la presidencia del quinto pa¨ªs m¨¢s poblado del planeta a Jair Messias Bolsonaro, un antiguo capit¨¢n de paracaidistas amante del gobierno militar, la tortura y las ejecuciones policiales; machista y racista, adem¨¢s de profundo ignorante sobre cualquier asunto que no conlleve la exhibici¨®n de testosterona.
"Desafiada a responder a las calamidades, la ¨¦lite elige el tiro, el porrazo y la bomba". Quien ha titulado as¨ª un art¨ªculo en el diario Folha de S. Paulo?no es ning¨²n furioso izquierdista, sino Reinaldo Azevedo, una de las firmas m¨¢s aceradas de la derecha liberal brasile?a. Para atestiguar sus conclusiones ah¨ª est¨¢ la Bolsa, descorchando champ¨¢n tras cada encuesta que confirma el ascenso de Bolsonaro.
Nadie gana unas elecciones sin penetrar en todas las capas sociales, es obvio, pero las cifras del instituto de opini¨®n Datafolha resultan inequ¨ªvocas. Entre los brasile?os con estudios superiores los apoyos a Bolsonaro superan el 40%, frente al 20% entre los que no pasaron de primaria; su intenci¨®n de voto entre los pobres ¡ªlos que viven con una renta familiar de dos salarios m¨ªnimos al mes o menos, 1.908 reales, unos 480 euros¡ª es tambi¨¦n del 20%, mientras que se dispara al 50% entre las clases media y alta; le respaldan el 42% de los hombres y el 28% de las mujeres; arrasa en el sur del pa¨ªs, la zona m¨¢s rica, pero pierde con claridad en el nordeste subdesarrollado ante Fernando Haddad, el hederero de Lula da Silva en el liderazgo del Partido de los Trabajadores (PT).
Hasta hace unos meses, el mundo del dinero a¨²n ve¨ªa con desconfianza a Bolsonaro. No tanto porque dijese que los derechos humanos son "esti¨¦rcol", porque mandase a los indios a "comer hierba" en sus tribus o porque se negase a condenar el asesinato de la concejal izquierdista de R¨ªo de Janeiro Marielle Franco. La discrepancia de fondo era la concepci¨®n estatalista de la econom¨ªa que Bolsonaro hered¨® de su admirada dictadura militar (1964-1985). En vista de que esos principios no gustaban, el candidato se sac¨® otros: contrat¨® como gur¨² econ¨®mico a un ultraliberal y todos los recelos desaparecieron. No hay m¨¢s que ver el goteo de pronunciamientos en su favor por parte de grandes empresas, entregadas ya sin disimulo al macho alfa que promete limpiar Brasil de asesinos y ladrones. En esto ha acabado la revuelta en las calles, protagonizada por los sectores sociales acomodados, y la posterior maniobra parlamentaria que en 2016 lograron sacar del Gobierno, despu¨¦s de 14 a?os, a un PT asediado por la crisis econ¨®mica y los esc¨¢ndalos.
Aquellas protestas despertaron un movimiento derechista que aprovech¨® a fondo la pasi¨®n nacional por las redes sociales. De repente, los objetivos ya iban m¨¢s all¨¢ de la corrupci¨®n y del desastre econ¨®mico de la presidenta Dilma Rousseff. Ahora ya se atacaban las cuotas raciales en la universidad, las ayudas p¨²blicas a "los que no quieren trabajar", las restricciones al uso de armas y la inmoralidad de las costumbres. En ese pozo negro creci¨® la figura de Bolsonaro, que tambi¨¦n acaba de recibir el apoyo de las m¨¢s influyentes iglesias evang¨¦licas del pa¨ªs. Y as¨ª, poco a poco, la ¨¦lite?brasile?a fue asumiendo que el verdadero peligro no es el l¨ªder ultraderechista sino el PT. Da igual que el partido de Lula nunca tocase la fiscalidad de las rentas altas, ni nacionalizase una empresa, que regase con ayudas a chorro a grandes compa?¨ªas privadas, que durante sus mandatos, aunque millones salieron de la pobreza, los ricos tambi¨¦n se hicieran m¨¢s ricos. Una buena parte de los brasile?os se ha convencido de que el programa oculto del PT es convertir el pa¨ªs en una nueva Venezuela.
Mientras tanto, los ¨²nicos ecos bolivarianos que se escuchan, en versi¨®n extrema derecha, provienen del candidato a vicepresidente de Bolsonaro. Tan macho o m¨¢s que su jefe, el general en la reserva Antonio Hamilton Mour?o especula abiertamente con el escenario de un autogolpe presidencial y lanza la idea de una nueva Constituci¨®n redactada por una "comisi¨®n de notables", sin representantes populares. Los entregados a la causa minimizan todo esto como si fuera ch¨¢chara electoral sin mucha importancia. Para ellos la aut¨¦ntica amenaza la encarna el PT. Y hay que frenarla a toda costa, aunque sea a porrazos.
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