Jamal Khashoggi, un periodista cr¨ªtico pero no un disidente

Jamal Khashoggi era de los pocos periodistas saud¨ªes que hac¨ªa periodismo dentro de Arabia Saud¨ª. Y digo era no porque crea que est¨¢ muerto tras su desaparici¨®n en Estambul, sino porque para seguir haciendo periodismo y no meras relaciones p¨²blicas tuvo que irse de su pa¨ªs. Empez¨® a escribir en The Washington Post y a participar en debates acad¨¦micos y televisivos sobre los cambios que se estaban produciendo en el Reino del Desierto. Eso le dio una mayor proyecci¨®n internacional, pero tambi¨¦n un problema: la etiqueta de disidente.

La decisi¨®n de dejar su casa, su familia y su trabajo se debi¨®, como ¨¦l mismo explicaba en su primer art¨ªculo para el Post, a que ¡°otra cosa traicionar¨ªa a aquellos que languidecen en prisi¨®n¡±. Las autoridades acababan de detener a su amigo Esam al Zamil, un economista que hab¨ªa osado criticar el plan del heredero de Arabia Saud¨ª, el pr¨ªncipe Mohamed Bin Salm¨¢n (MBS), para sacar a bolsa un 5 % de la empresa nacional de petr¨®leo, ARAMCO. Tal vez tem¨ªa que ¨¦l ser¨ªa el pr¨®ximo. ¡°Puedo hablar cuando otros no pueden hacerlo¡±, justific¨®.

Khashoggi, que el pr¨®ximo s¨¢bado cumplir¨¢ 60 a?os, se ha mostrado cr¨ªtico con las reformas y la represi¨®n lanzadas por MBS, pero no es un disidente. No se opuso inicialmente a la intervenci¨®n militar en Yemen (que encuadr¨® dentro de lo que bautiz¨® como ¡°doctrina Salm¨¢n¡±), sino que la justific¨® por la interferencia de Ir¨¢n; tampoco rechaz¨® las medidas para diversificar y privatizar una econom¨ªa excesivamente dependiente del petr¨®leo. Lo que ha criticado ha sido su imposici¨®n, sin un debate nacional. Tambi¨¦n recel¨® del excesivo entusiasmo con el que Riad recibi¨® la llegada de Trump a la Casa Blanca, algo que seg¨²n algunas fuentes le distanci¨® de la familia real.

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Poco antes de su autoexilio, le hab¨ªan retirado la columna que escrib¨ªa para Al Hayat, un peri¨®dico pan¨¢rabe propiedad de un sobrino del rey pero que se imprime en Londres. Tambi¨¦n le hab¨ªan vedado expresarse a trav¨¦s de las redes sociales y desde finales de 2016 ten¨ªa prohibido hablar con periodistas extranjeros, tal como le conf¨ªo a esta corresponsal cuando quiso consultarle algo. Porque Khashoggi, que se dio a conocer con sus entrevistas a Osama Bin Laden, siempre ha sido generoso con los colegas internacionales que ped¨ªan su opini¨®n.

Su hablar franco y directo, alejado de las precauciones con las que otros saud¨ªes envuelven sus opiniones, ya qued¨® claro en 2003 al ser cesado como director del diario Al Watan apenas 52 d¨ªas despu¨¦s de su nombramiento por unos art¨ªculos en los que se pon¨ªa de relieve la gran influencia del estamento religioso en Arabia Saud¨ª. Volvi¨® en 2007 y aguant¨® hasta 2010, cuando se retir¨® por ¡°motivos personales¡±, pero de nuevo se apunt¨® a sus comentarios sobre el ascendiente de los cl¨¦rigos.

Tal vez se cre¨ªa protegido por sus relaciones con algunos miembros de la familia real. Fue consejero del pr¨ªncipe Turki al Faisal, exjefe de la inteligencia saud¨ª, durante su tiempo de embajador en Londres. Tambi¨¦n manten¨ªa amistad con el multimillonario Alwalid Bin Talal (luego depurado en la purga del Ritz-Carlton), quien le encomend¨® un proyecto de televisi¨®n, Al Arab TV, clausurado apenas 24 horas despu¨¦s de su lanzamiento. Una vez m¨¢s, Khashoggi quiso ejercer de periodista y llev¨® al plat¨® a un miembro de la oposici¨®n chi¨ª de Bahr¨¦in.