En la guarida del Monstruo de Ecatepec
Un presunto asesino en serie mexicano confiesa haber torturado y matado a una veintena de mujeres en uno de los municipios con m¨¢s feminicidios del pa¨ªs
Hay un rinc¨®n en Ecatepec, una construcci¨®n de obra gris, que aglutina estos d¨ªas todo el horror de un municipio. Unas cortinas ajadas flanquean la entrada a dos cuartos oscuros; un ba?o min¨²sculo con una ventana peque?a; y un sal¨®n, que huele estos d¨ªas a excremento de animal. En la entrada de esta versi¨®n paup¨¦rrima de la casa del terror permanece impasible el orinal de un beb¨¦. Hab¨ªa ni?os. Entre estas paredes fr¨ªas de cemento se cometieron, seg¨²n las autoridades, algunos de los cr¨ªmenes m¨¢s atroces que recuerde una de las localidades m¨¢s violentas de M¨¦xico. Aqu¨ª viv¨ªa un hombre con su pareja y dos hijos, acusado de torturar y asesinar a sangre fr¨ªa a lo largo de siete a?os a una veintena de mujeres en uno de los municipios con mayor n¨²mero de feminicidios del pa¨ªs. Quer¨ªa llegar a 100, confes¨® ante la polic¨ªa. "Ll¨¢menme El Terror Verde".
Juan Carlos Hern¨¢ndez se ha convertido estos d¨ªas en el monstruo de M¨¦xico. Naci¨® el 1 de marzo de 1985 en Michoac¨¢n y comenz¨® a matar mujeres a los 22 a?os, seg¨²n su declaraci¨®n oficial, a la que ha tenido acceso a este diario. Trabaj¨® durante nueve meses en el Ej¨¦rcito, en el Segundo Batall¨®n de Guardias Presidenciales ¡ªdonde cuenta que le pusieron su apodo¡ª y desde hace al menos siete a?os sobreviv¨ªa en uno de los municipios con los ¨ªndices m¨¢s altos de pobreza urbana del pa¨ªs ¡ªseg¨²n un estudio del Gobierno federal, m¨¢s de 100.000 personas viven en pobreza extrema en esta localidad¡ª. Vend¨ªa quesos y revend¨ªa lo que lograba robar a sus v¨ªctimas.
En su confesi¨®n detalla el asesinato de 11 mujeres ¡ªasegura que hay m¨¢s, pero no recuerda sus datos¡ª con la ayuda de su pareja. Sus nombres, su aspecto, su edad, su ropa; el nombre de sus padres, d¨®nde las hab¨ªa conocido, con qu¨¦ pretexto las invit¨® a subir a esas cuatro paredes de hormig¨®n; c¨®mo evit¨® que gritaran, que sus hijos vieran de lo que era capaz su padre. Siempre era de d¨ªa. Casi siempre en aquel ba?o. Doce p¨¢ginas donde relata c¨®mo se deshizo de sus cuerpos, de lo que quedaba de ellos, c¨®mo los almacen¨® durante meses en un refrigerador y averigu¨® c¨®mo exprimirles hasta el ¨²ltimo peso con la venta de sus objetos o sus huesos. Una mujer no costaba m¨¢s de 90 d¨®lares; de algunas solo sac¨® tres. El beb¨¦ de una de sus v¨ªctimas lo vendi¨® en 15.000 pesos (unos 790 d¨®lares) a un matrimonio que no pod¨ªa tener hijos. Los dos se encuentran ahora en prisi¨®n.
Los detalles conocidos tras la detenci¨®n de Juan Carlos?Hern¨¢ndez y su pareja ha escandalizado a un pa¨ªs donde cada d¨ªa mueren asesinadas m¨¢s de siete mujeres v¨ªctimas de la violencia machista. Donde mientras los ¨ªndices de homicidios generales han aumentado y disminuido en los ¨²ltimos 20 a?os, a las mujeres las siguen matando igual y con m¨¢s sa?a. Una epidemia que no ha dado tregua en su historia a la mitad de la poblaci¨®n. Ellas no han tenido paz. Y Ecatepec, epicentro durante mucho tiempo de esta tragedia, se convierte con este caso en el reflejo de lo que puede suceder en cualquier rinc¨®n de la Rep¨²blica.
A unos 100 metros de aquella vivienda, las autoridades encontraron partes del cuerpo de algunas de sus supuestas v¨ªctimas entre bolsas de basura y escombros. Fue el primer lugar donde encontraron evidencias de los cr¨ªmenes. Un terreno bald¨ªo entre dos humildes casas. Un basurero improvisado en uno de los barrios m¨¢s duros de Ecatepec. Donde poca gente camina de noche, casi nadie se f¨ªa de su vecino y las mujeres que regresan de trabajar o de hacer alg¨²n recado aprietan el paso. En su mente llevan grabadas las historias del municipio: m¨¢s de 100 mujeres desaparecidas en dos a?os. Un lugar de un mill¨®n y medio de habitantes, el m¨¢s poblado del Estado de M¨¦xico, a media hora en coche de la capital mexicana, que en 2014 super¨® las cifras de feminicidios m¨¢s altas del pa¨ªs y despert¨® los demonios de Ciudad Ju¨¢rez. Las autoridades no han hecho p¨²blicos los datos de homicidios desde 2015 a la fecha. En aquel terreno hay colocados ahora unos carteles que rezan "Ni una m¨¢s".
El homicida y su pareja, Patricia, no pensaban quedarse en aquella casa mucho m¨¢s tiempo. Hac¨ªa una semana que hab¨ªan alquilado otro espacio a unos 15 minutos. Por un precio similar, 1.100 pesos por el primer mes (unos 58 d¨®lares), adem¨¢s de otros 1.100 de dep¨®sito. En este segundo cuarto, ubicado como el otro en la azotea, hab¨ªan trasladado ya parte de sus pertenencias. Desde la puerta de cristal, precintada ahora por las autoridades, se observa una licuadora, una peque?a cocina de gas y un costal de comida para perros. En ese espacio, con ba?o interior, guardaron tambi¨¦n, seg¨²n la Polic¨ªa, restos humanos de sus ¨²ltimas v¨ªctimas entre abono para plantas dentro de un cubo de 19 litros. Ten¨ªan previsto mudarse a aquella habitaci¨®n de unos 10 metros cuadrados toda la familia unos d¨ªas antes de su detenci¨®n el jueves pasado. En la parte de abajo del edificio vive un matrimonio mayor que se dedica a hacer arreglos de ropa, pintar coches viejos y vender pel¨ªculas pirata. "Qu¨¦ me iba a imaginar yo. Qu¨¦ horror. Por lo menos aqu¨ª no las mataba", se lamenta la due?a.
Las autoridades cuentan que tras seguir la pista a tres desapariciones de mujeres en la colonia dieron con este matrimonio. Un d¨ªa, Patricia encendi¨® el m¨®vil que le hab¨ªa robado a una de las v¨ªctimas y lograron detectar su ubicaci¨®n. La pareja fue detenida el 4 de octubre. Y las acusaciones contra ellos de momento est¨¢n asentadas principalmente en las confesiones de los detenidos. Pues no han resuelto todav¨ªa los an¨¢lisis de ADN de las pruebas encontradas.
Seg¨²n las investigaciones, el presunto homicida vend¨ªa, adem¨¢s de los objetos que les arrebataba, sus huesos. Un cr¨¢neo por 500 pesos (unos 26 d¨®lares). Juan Carlos Hern¨¢ndez cuenta en la confesi¨®n oficial que su cliente era un santero al que apodaban El Bons. La santer¨ªa, una religi¨®n que trajeron a Am¨¦rica los esclavos africanos y que se desarroll¨® principalmente en Cuba y se extendi¨® a otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, en las zonas m¨¢s populares de M¨¦xico est¨¢ muy relacionada con la veneraci¨®n a la Santa Muerte. "El muerto pari¨® al santo", explica un reconocido santero de Ecatepec. Por ello, muchos de los que practican esta fe levantan tambi¨¦n altares al siniestro esqueleto ataviado con una t¨²nica. Sin embargo, solo hay una rama de esta religi¨®n que utiliza huesos humanos para sus ceremonias. "Muchos son de los panteones. Pero tambi¨¦n se pueden conseguir en el mercado negro", asegura el se?or vestido con su uniforme blanco, que prefiere reservar su identidad.
Un gato blanco con manchas pardas rasca su lomo por la puerta de la casa del horror. No come, solo llora, cuentan los vecinos. ?l, que lo ha visto todo. Se pasea perdido por la azotea donde antes caminaban sus due?os, junto a la vivienda precintada de la pareja. En el piso de abajo viven m¨¢s familias que no logran digerir todo lo que les han contado que sucedi¨® solo a unos metros. "Claro que no escuch¨¦ nada", insisten. Ellos son los ¨²nicos encargados estos d¨ªas de asegurar la escena del crimen. Frente a la puerta sellada de la terraza ha quedado un espacio libre donde, seg¨²n las autoridades, el presunto asesino en serie colocaba un recipiente de metal y herv¨ªa algunos restos. Dos manchas negras de humo sobre una pared que da a una calle vac¨ªa, en silencio.
Al caer la noche, a unos pasos del terreno bald¨ªo donde se encontraron los primeros restos, un grupo de 20 mujeres se ha reunido para rezar. Junto a ellas revolotean mosquitos que ha despertado el canal de aguas negras que cruza la entidad. El aire levanta un olor a podrido. Y tambi¨¦n a muerte. Pues ese r¨ªo artificial de desechos es tambi¨¦n un vertedero de personas asesinadas. El grupo de mujeres hace un semic¨ªrculo alrededor de cruces rosas, flores y fotograf¨ªas de mujeres muy j¨®venes, desaparecidas o asesinadas. Es la hora del rosario en la colonia Jardines de Morelos. Para pedir que las almas de sus hijas o sus nietas descansen. Para que ninguna otra se cruce jam¨¢s con alguien as¨ª. Porque dicen estar seguras de que es imposible que los cr¨ªmenes de este municipio los haya perpetrado un solo hombre.
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