El discurso de Bolsonaro envalentona a las milicias parapoliciales en Brasil
El apoyo del presidente electo a que los polic¨ªas maten con impunidad y a la flexibilizaci¨®n del acceso a las armas resultar¨¢ en m¨¢s inseguridad, seg¨²n los expertos
Violencia en R¨ªo de Janeiro suele ser sin¨®nimo de narcotraficantes desfilando con fusiles, pero son las llamadas milicias,?grupos parapoliciales formados sobre todo por polic¨ªas, militares y bomberos, en servicio o en la reserva, las que imponen el silencio. Para los que conviven con ellas, hablar sobre el tema requiere una serie de cuidados y, sobre todo, sigilo. En un bar del centro de la ciudad, P. F. habla bajo. ¡°No me f¨ªo de los narcos ni de la milicia, pero en el primer caso hay chavales de la comunidad, mientras las milicias son algo institucionalizado. Son el propio Estado¡±, explica la mujer, que tiene casa y familiares en Campo Grande, un barrio de R¨ªo que est¨¢ bajo la influencia de milicianos que extorsionan, aterrorizan y asesinan con la justificaci¨®n de que est¨¢n protegiendo el lugar.
Pocos d¨ªas despu¨¦s de esa conversaci¨®n, Jair Bolsonaro sali¨® elegido presidente de Brasil con un plan de seguridad que amenaza con multiplicar esas milicias, un fen¨®meno que se concentra especialmente en R¨ªo. As¨ª lo afirman cuatro expertos en seguridad p¨²blica consultados por EL PA?S, que coinciden en que el programa del ultraderechista conducir¨¢ a que haya m¨¢s violencia en un pa¨ªs que registr¨® 63.880 homicidios en 2017. Se trata de tres ideas b¨¢sicas: fomentar que los polic¨ªas maten con impunidad, facilitar el acceso a las armas entre la poblaci¨®n y endurecer el C¨®digo Penal para incrementar el n¨²mero de presos en las ya superpobladas c¨¢rceles brasile?as.
Cambios legales tan profundos como los que permitir¨ªan poner en pr¨¢ctica esas propuestas dependen del Congreso, del Supremo y de los gobernadores de los Estados. Sin embargo, el duro discurso de Bolsonaro, quien defiende incluso que quien ejecute a un criminal sea condecorado,? estimula por s¨ª mismo los grupos de exterminio, seg¨²n los expertos consultados. ¡°Si existe un tema en el que las se?ales son fundamentales, es el de seguridad. Un apret¨®n de manos o una palabra pueden significar varias muertes y tragedias¡±, explica Daniel Cerqueira, economista del Instituto de Investigaci¨®n Econ¨®mica Aplicada y consejero del F¨®rum de Seguridad P¨²blica. Si los controles sociales del uso de la violencia dejan de existir, los polic¨ªas ser¨¢n libres para sobornar o unirse a grupos de milicias, argumenta Cerqueira. ¡°Echaremos de menos cuando solo los narcos eran el problema¡±, a?ade.
Lo mismo opina Ignacio Cano, soci¨®logo de la Universidad del Estado de R¨ªo de Janeiro (UERJ). ¡°Los polic¨ªas brasile?os reconocen que matan a m¨¢s de 5.000 personas al a?o, sin contar las ejecuciones sumarias. Eso va a aumentar con Bolsonaro, cuando dice que el polic¨ªa no va a ser procesado. Los polic¨ªas casi nunca son procesados¡±, subraya. El experto recuerda que el ultra visit¨® un cuartel de la polic¨ªa de R¨ªo y prometi¨® que los capitanes van a mandar en el pa¨ªs. A su vez, el gobernador electo de R¨ªo, Wilson Witzel, ha prometido extinguir la Secretar¨ªa de Seguridad para ¡°devolver el poder a los polic¨ªas¡±. Para Cano, todo ello ¡°env¨ªa un mensaje de descontrol y autonom¨ªa contraria a la l¨®gica militar tradicional¡±. Y afirma: ¡°Quiz¨¢ no hagan falta grupos de exterminio si el trabajo de los polic¨ªas es matar¡±.
Para Jaqueline Muniz, antrop¨®loga y polit¨®loga de la Universidad Federal Fluminense (UFF), el fen¨®meno de las milicias ¡°est¨¢ relacionado con un proceso que hace aut¨®noma a la polic¨ªa?de una forma predatoria¡±, haci¨¦ndola ingobernable. ¡°Se trata de un Gobierno policial, algo que ya tenemos. Es la espada chantajeando al pol¨ªtico y multiplicando las amenazas y miedos sobre la poblaci¨®n. Es algo que ya pas¨® en Nueva York y Chicago¡±, explica la experta, para quien ese proceso supone ¡°desprofesionalizar¡± las instituciones policiales, empuj¨¢ndolas hacia la clandestinidad e informalidad.
Expansi¨®n del modelo de la milicia
En R¨ªo, las milicias dominan barrios enteros y, en los ¨²ltimos a?os, se han expandido a municipios vecinos. Una investigaci¨®n del diario digital G1 indica que dos millones de personas de la regi¨®n metropolitana viven en zonas bajo la influencia de esas bandas. Cuando surgieron, hace 20 a?os, promet¨ªan llevar la seguridad a los barrios y las favelas dominados por el narcotr¨¢fico. ¡°No siempre desfilan armados como los narcos", cuenta P. F., ¡°pero los vecinos tienen que hacer lo que mandan¡±. Su poder econ¨®mico no es necesariamente el resultado de la venta de drogas, sino del control de servicios como el de gas, el agua e Internet, as¨ª como de los comercios. ¡°Si uno compra determinado producto, tiene que comprobar que lo compr¨® en un lugar controlado por ellos¡±, explica. Extorsi¨®n, tortura y asesinatos forman parte del c¨®ctel de terror. En el campo pol¨ªtico, las milicias tambi¨¦n financian candidaturas e incluso eligen a los suyos para el Parlamento local.
¡°La violencia policial siempre viene acompa?ada de corrupci¨®n. El polic¨ªa que tiene autorizaci¨®n para matar tambi¨¦n tiene autorizaci¨®n para extorsionar¡±, explica la soci¨®loga Silva Ramos, del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadan¨ªa, de la Universidad C?ndido Mendes. Sin embargo, los grupos de exterminio, parapolic¨ªas y justicieros son antiguos y bastante conocidos en Brasil. En los a?os sesenta y setenta, tomaron el poder de las calles de R¨ªo y S?o Paulo los llamados escuadrones de la muerte, grupos de polic¨ªas formados dentro de las comisar¨ªas y secretar¨ªas de seguridad con una tendencia moralista ¡ªintensificada durante la dictadura militar (1964-1985)¡ª?y con autorizaci¨®n para matar.
Las ejecuciones extrajudiciales y las venganzas ya est¨¢n propagadas por el pa¨ªs. En 2015, nueve polic¨ªas fueron acusados en Salvador, capital del Estado de Bah¨ªa, de asesinar a 12 j¨®venes, un suceso conocido como la masacre de Cabula. En ese mismo a?o se perpetr¨® la matanza de Osasco, en la que 19 personas fueron asesinadas por polic¨ªas militares y guardias civiles que quer¨ªan venganza por la muerte de dos agentes, seg¨²n determin¨® la fiscal¨ªa. En el norte y nordeste de Brasil predominan los grupos que matan por la noche, en un coche negro y sin traje de polic¨ªa. En R¨ªo, esos grupos tienen tambi¨¦n intereses comerciales. As¨ª funciona el modelo de la milicia, que puede expandirse en todo Brasil.
El respaldo del diputado Bolsonaro a los ecuadrones
A pesar de que son ilegales, las milicias han sido respaldadas, en diferentes periodos, por pol¨ªticos y otras autoridades. En R¨ªo, hasta que una comisi¨®n parlamentaria local desvel¨® sus barbaridades, en 2008, las milicias eran vistas como la soluci¨®n contra el narcotr¨¢fico. El propio Bolsonaro as¨ª lo cre¨ªa. El entonces diputado federal habl¨® en un discurso sobre el tema: "Ning¨²n diputado local hace campa?a para reducir el poder de fuego de los narcos y la venta de drogas en nuestro Estado. No. Quieren atacar al miliciano, que ahora es un s¨ªmbolo de la maldad y es peor que los narcos", declar¨® en 2008. "Existe el miliciano que no tiene nada que ver con el 'gatonet' [servicio irregular de televisi¨®n por cable] y la venta de gas. Cobra 850 reales [unos 200 euros al cambio de hoy] por mes, el sueldo de un soldado de la polic¨ªa militar o un bombero, tiene su propia arma y organiza la seguridad en su comunidad. No tiene nada que ver con la explotaci¨®n de servicios de gas o transporte. No podemos generalizar".
A?os antes, en agosto de 2003, el ultra hab¨ªa defendido en la C¨¢mara de los Diputados a un grupo de exterminio en el Estado de Bah¨ªa que cobraba 50 reales por matar a j¨®venes de la periferia. ¡°Quiero decir a los compa?eros de Bah¨ªa que, mientras Brasil no adopte la pena de muerte, el crimen de exterminio ser¨¢ bienvenido. Si no hay espacio en Bah¨ªa, pueden venir a R¨ªo de Janeiro¡±.
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