May planta cara a los rebeldes y advierte de que no hay un plan alternativo para el Brexit
La primera ministra brit¨¢nica intenta aprovechar el miedo esc¨¦nico que paraliza a los conservadores euroesc¨¦pticos para sacar adelante su acuerdo del Brexit
Cuando todo parece perdido, siempre queda la opci¨®n de morir matando. Y esa parece la estrategia elegida por Theresa May. ¡°Podemos respaldar este acuerdo, podemos abandonar la UE sin ning¨²n acuerdo... o podemos arriesgarnos a que no haya ning¨²n tipo de Brexit¡±, dijo ante el Parlamento el jueves al defender el pacto alcanzado con Bruselas para la salida de la UE. La primera ministra advert¨ªa as¨ª a los rebeldes conservadores de que, si persisten en su conjura y provocan una guerra interna por el liderazgo, las hasta ahora remotas posibilidades de que haya otro refer¨¦ndum o de que el Partido Laborista llegue al poder pueden dejarles a todos con las manos vac¨ªas.
En un art¨ªculo publicado en la edici¨®n dominical del Sun, May advierte que no ve ninguna alternativa al borrador de acuerdo que ha presentado esta semana. "No hay un plan alternativo sobre la mesa", afirma en relaci¨®n a la posibilidad, esgrimida por algunos de sus ministros, de reescribir partes del documento antes de la cumbre de los l¨ªderes de la UE del 25 de noviembre.
La mejor baza de la primera ministra es resistir, y que sean los propios euroesc¨¦pticos de su partido los que se las arreglen para salir del laberinto al que su indecisi¨®n les ha conducido. Ni siquiera les hubiera bastado con que May presentara su dimisi¨®n el pasado mi¨¦rcoles, despu¨¦s de las abruptas renuncias de dos miembros de su Gobierno relevantes como Dominic Raab, hasta entonces al frente del ministerio para el Brexit, o Esther McVey, la responsable de Trabajo y Pensiones y una de las voces antieuropeas m¨¢s relevantes en el seno del Ejecutivo.
¡°Ser¨ªa inconcebible que Theresa May no se marchara una vez se presenten las 48 cartas de diputados reclamando una moci¨®n interna de confianza. Y esas cartas llegar¨¢n, cada vez estoy m¨¢s seguro¡±, dice a EL PA?S Steven Baker, vicepresidente del Grupo de Investigaciones Europeas, el principal grupo euroesc¨¦ptico y agitador de las aguas en el seno del Partido Conservador. ¡°?Podr¨ªa dimitir antes? S¨ª, pero eso nos llevar¨ªa a una situaci¨®n absurda. Deber¨ªa comunicar su renuncia a la reina, e imagino que esta le pedir¨ªa, por sentido de la responsabilidad, que permaneciera en el cargo hasta que hubiera un nuevo l¨ªder¡±, admite resignado.
De momento, de las 48 cartas que requieren los estatutos internos del grupo parlamentario [un total de 315 diputados], apenas han llegado a manos de su jefe, Graham Brady, poco m¨¢s de 20. Al menos, las que se han reconocido p¨²blicamente. Y en esta carrera contra el reloj, muchos diputados conservadores partidarios de la UE o simplemente leales a su primera ministra empiezan a airear su irritaci¨®n ante las constantes maniobras de los euroesc¨¦pticos. Podr¨ªa ocurrir que la conjura resultara derrotada.
Y que todo fuera a peor. Si May no consiguiera que el Parlamento diera el visto bueno al acuerdo alcanzado con la UE ¡ªy de momento anuncian su voto en contra decenas de conservadores favorables y contrarios al Brexit, los laboristas, los unionistas norirlandeses y probablemente los nacionalistas escoceses¡ª, el paso siguiente ser¨ªa que la oposici¨®n presentara una moci¨®n de confianza, mientras fuera avanzando la fecha oficial del Brexit, el pr¨®ximo 29 de marzo. Se producir¨ªa entonces la paradoja de que ¡°todos esos diputados conservadores rebeldes expresar¨ªan su confianza en el Gobierno y votar¨ªan a favor de sostenerlo¡±, explica John Kerr, miembro independiente de la C¨¢mara de los Lores, autor del ya famoso Art¨ªculo 50 del Tratado de Lisboa que invoc¨® May para abandonar la UE y partidario hoy de un segundo refer¨¦ndum. ¡°Es decir, votar¨ªan en contra del Gobierno en el Brexit pero a favor del Gobierno para evitar elecciones anticipadas¡±, concluye Kerr.
Esa es la primera de las dos bazas con las que juega May para contrarrestar los virulentos ataques del ala dura de su partido. Si la revuelta interna provoca una implosi¨®n en la formaci¨®n conservadora, el resultado podr¨ªa ser un adelanto electoral que colocara muy cerca de Downing Street al hombre que aborrecen todos ellos m¨¢s incluso que a la idea de la UE: Jeremy Corbyn, el l¨ªder del Partido Laborista.
¡°Y con ¨¦l, llegar¨ªa a Reino Unido una revoluci¨®n marxista que no queremos¡±, dice Baker con un discurso apocal¨ªptico y binario que ha borrado cualquier rastro del pragmatismo que defini¨® una vez al Partido Conservador.
Sue?o euroesc¨¦ptico
O puede ocurrir que los parlamentarios que a¨²n no son presa del sectarismo que impera en la pol¨ªtica brit¨¢nica activen los mecanismos reglamentarios para forzar la soluci¨®n que dar¨ªa a muchos un respiro pero podr¨ªa derrotar, a tenor de las ¨²ltimas encuestas, el sue?o de los euroesc¨¦pticos de abandonar por fin la UE.
¡°Hasta la primavera pasada, la ciudadan¨ªa intu¨ªa que el Gobierno estaba negociando el mejor acuerdo posible. Desde el adelanto electoral forzado por May [que gan¨® en junio de 2017 los comicios sin mayor¨ªa absoluta], todo ha ido cuesta abajo. Hoy no llega al 13% el n¨²mero de votantes que cree que lo pactado sea bueno. Y es muy interesante que, el mayor cambio de opini¨®n, se ha producido entre las mujeres¡±, explica Hugo Dixon, uno de los principales promotores de la campa?a a favor de una segunda consulta del Brexit, que logr¨® sacar a 750.000 ciudadanos a las calles de Londres el pasado 20 de octubre.
Theresa May se enfrenta a su en¨¦sima semana infernal. De momento, ha sobrevivido al primer terremoto, y ha maniobrado para reforzar con aliados y leales su Consejo de Ministros, aprovechando los huecos dejados por los dimisionarios. Su doble objetivo ahora es convencer a la ciudadan¨ªa de que acord¨® con la UE el mejor pacto que pudo, en defensa del ¡°inter¨¦s nacional¡±, y a los diputados conservadores de que no les conviene pegarse un tiro en el pie.
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