La tr¨¢gica farsa de Westminster
Si el Parlamento brit¨¢nico no aprueba el acuerdo de May para el Brexit, la ¨²nica soluci¨®n leg¨ªtima pasa por un segundo refer¨¦ndum
La pol¨ªtica brit¨¢nica es, por encima de todo, teatro. Teatro de primera calidad en el pa¨ªs que ha dado a Europa muchas de sus mejores figuras de la escena. Y la obra que se est¨¢ representando estos d¨ªas en Westminster, llamada Brexit, es una farsa que amenaza con convertirse en tragedia. El acuerdo alcanzado por la primera ministra brit¨¢nica, Theresa May, con el resto de la Uni¨®n Europea ha sido recibido a balazos por el ala m¨¢s teatral y m¨¢s furibundamente pro-Brexit del Partido Conservador, que amenaza con cortar la cabeza de la l¨ªder de su propio partido y llevarlo, m¨¢s dividido que nunca, a una aut¨¦ntica guerra civil.
El problema es que, como ha dicho May estos d¨ªas, solo hay tres opciones: el acuerdo de salida, salir sin acuerdo o quedarse. Es la primera vez que la torpe pero remarcablemente obstinada l¨ªder conservadora maneja en p¨²blico la opci¨®n de la marcha atr¨¢s, considerada tab¨² desde el refer¨¦ndum de 2016 hasta hace apenas tres meses.
A ojos de quienes creen que el Brexit ha sido desde el principio un error ¡ªleg¨ªtimo, pero error¡ª resulta inaudito que quienes m¨¢s quieren abandonar la UE se arriesguen ahora a perder esa oportunidad. La alternativa que en realidad defienden, salir de Europa completamente desnudos, provoca pavor (?por fin!) incluso entre muchos defensores del Brexit. Por eso, un rechazo al acuerdo de May, por muy malo que pueda parecer hoy, amenaza con llevar al pa¨ªs a un segundo refer¨¦ndum en el que los brit¨¢nicos deber¨¢n elegir entre irse por las bravas o agachar la cabeza e intentar quedarse. ?De verdad quieren eso los defensores del Brexit?
Hace no tanto tiempo, la caverna medi¨¢tica brit¨¢nica liderada por el Daily Mail llam¨® traidores a los jueces que decidieron que la decisi¨®n final sobre el Brexit no pod¨ªa ser tomada por el Gobierno sin consultar al Parlamento. Hoy, quienes renegaron del papel que se le ha dado al Parlamento, viven la paradoja de que su mejor opci¨®n para conseguir sus objetivos de un Brexit duro es precisamente el Parlamento. Sin aquella sentencia, la decisi¨®n definitiva sobre un Brexit blando ya estar¨ªa tomada.
Porque lo que apoya el Gobierno de May no es m¨¢s que un Brexit blando. Es decir, el preferido por la inmensa mayor¨ªa de la clase econ¨®mica y seguramente por una ampl¨ªsima mayor¨ªa de los ciudadanos que en su d¨ªa votaron por el Brexit. Y si el acuerdo parece tan malo es porque el mayor error cometido por Theresa May fue defender desde el primer d¨ªa la opci¨®n del Brexit duro fijando unas l¨ªneas rojas absurdamente extremas que empezaron por renegar del Mercado Interior y de la Uni¨®n Aduanera. Hasta que la realidad le hizo ver que el ¨²nico Brexit posible era el Brexit blando.
La realidad, s¨ª, pero tambi¨¦n la existencia de un conflicto latente que a¨²n no se ha resuelto: Irlanda. La anomal¨ªa de la existencia de Irlanda del Norte es la caja de los truenos con la que ha chocado esta negociaci¨®n. El nacionalismo brit¨¢nico se ha rasgado las vestiduras renegando de todo acuerdo que signifique tratar a Irlanda del Norte de forma distinta al resto de Reino Unido. Es ese maximalismo el que ha acabado abocando a todo el pa¨ªs a permanecer (?por tiempo indefinido?) en la Uni¨®n Aduanera europea, para alivio de quienes temen las consecuencias econ¨®micas del Brexit.
Lo que olvidan quienes reniegan de esa soluci¨®n es que hay dos partes en el problema de Irlanda del Norte: Reino Unido, s¨ª, pero tambi¨¦n la Rep¨²blica de Irlanda, que tiene derecho a tener la ¨²ltima palabra en la soluci¨®n del problema fronterizo porque este es consecuencia de una decisi¨®n previa tomada por Reino Unido, la de irse de la Uni¨®n Europea.
La farsa de Westminster olvida otro aspecto crucial: que todo el valle de l¨¢grimas de estos d¨ªas, que todos los lamentos por el ¡°vasallaje¡± que Reino Unido le seguir¨¢ debiendo a Europa con esa soluci¨®n, es solo temporal. Si el Parlamento aprueba el Brexit, este se habr¨¢ consumado. Lo que habr¨¢ que hacer entonces es buscar una soluci¨®n al problema irland¨¦s cuando los actores se hayan calmado y dejen de sobreactuar. Empezar¨¢ entonces la verdadera batalla: la de la relaci¨®n definitiva entre Reino Unido y la UE.
Si el Parlamento no aprueba el acuerdo de May, la ¨²nica soluci¨®n leg¨ªtima pasa por un segundo refer¨¦ndum. Lo m¨¢s grave es que es imposible especular hoy sobre qu¨¦ har¨¢ el Parlamento, porque las fuerzas pol¨ªticas brit¨¢nicas han entrado todas ellas en una espiral de locura egocentrista. Unos, los laboristas, solo piensan en recuperar el poder. Otros, los conservadores, en mantenerlo. Unos pocos (?Dominic Raab? ?Michael Gove? ?Boris Johnson?) en sus ambiciones personales. Y los m¨¢s duros solo parecen buscar una vacuna, una excusa (el Brexit blando) a la que atribuir cualquier estropicio que pueda ocurrir cuando Reino Unido est¨¦ fuera de la UE. Lo que no se sabe todav¨ªa en esta farsa es qu¨¦ quieren hacer los brit¨¢nicos con Europa.
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