?Hacia d¨®nde va Europa?
La Uni¨®n Europea vive momentos dif¨ªciles. J¨¹rgen Habermas, considerado el fil¨®sofo vivo m¨¢s influyente, disecciona la deriva peligrosa que est¨¢ tomando el proceso de integraci¨®n

Me han pedido que hable de ¡°Nuevas Perspectivas sobre Europa¡±, pero no consigo pensar en ninguna, y la descomposici¨®n de estilo trumpiano que est¨¢ afectando incluso al coraz¨®n de Europa me obliga a poner en tela de juicio las que ten¨ªa. Desde luego, la sociedad ha tomado conciencia de los riesgos que implican los grandes cambios en la situaci¨®n mundial, que han alterado las perspectivas sobre Europa y han obligado a prestar m¨¢s atenci¨®n a un contexto mundial en el que, hasta ahora, los pa¨ªses europeos se sent¨ªan casi incuestionablemente a gusto. En todos los pa¨ªses de Europa est¨¢ generaliz¨¢ndose la idea de que los nuevos retos afectan a todos de la misma forma y, por tanto, la mejor manera de superarlos es juntos. Esta conclusi¨®n, sin duda, impulsa el vago deseo de contar con una Europa pol¨ªticamente eficaz.
Por eso, hoy, las ¨¦lites pol¨ªticas liberales proclaman con m¨¢s fuerza que hay que progresar en materia de cooperaci¨®n europea en tres ¨¢mbitos: en el apartado de la pol¨ªtica exterior y de defensa, exigen un refuerzo militar que permita a Europa ¡°salir del paraguas de Estados Unidos¡±; bajo el lema de una pol¨ªtica europea com¨²n de asilo, exigen una firme protecci¨®n de las fronteras exteriores de Europa y el establecimiento de unos turbios centros de recepci¨®n en el norte de ?frica; bajo el eslogan del ¡°libre comercio¡±, quieren defender una pol¨ªtica comercial europea com¨²n tanto en las negociaciones del Brexit como en las negociaciones con Trump. No sabemos a¨²n si la Comisi¨®n Europea, responsable de dichas negociaciones, tendr¨¢ ¨¦xito, ni si, en caso de que no lo logre, los intereses comunes de los Gobiernos de la UE se vendr¨¢n abajo. Pero este es el lado prometedor de la ecuaci¨®n. El otro es que el ego¨ªsmo de la naci¨®n-Estado sigue vivo, e incluso m¨¢s consolidado, gracias a las enga?osas reflexiones de la nueva internacional populista de extrema derecha.
El cortoplacismo nacionalista
Los avances de las conversaciones sobre una pol¨ªtica com¨²n de defensa y una pol¨ªtica de asilo, que una y otra vez se desmoronan al hablar de repartos, demuestran que los Gobiernos dan prioridad a sus intereses nacionales inmediatos, sobre todo cuantos m¨¢s problemas tienen con la resaca del populismo de derechas en sus respectivos pa¨ªses. En algunos, ni siquiera importan ya las contradicciones entre las huecas declaraciones europe¨ªstas y un comportamiento miope y ego¨ªsta. En Hungr¨ªa, Polonia y la Rep¨²blica Checa, y ahora en Italia, y muy pronto en Austria, seguramente, esa vieja tensi¨®n se ha evaporado, sustituida por el nacionalismo abiertamente eur¨®fobo. Esta situaci¨®n suscita dos preguntas. ?C¨®mo es posible que, en el ¨²ltimo decenio, la contradicci¨®n entre la vieja palabrer¨ªa proeuropea y la obstrucci¨®n de la cooperaci¨®n necesaria haya llegado a este extremo? ?Y c¨®mo se mantiene todav¨ªa la eurozona, a pesar de que, en todos los pa¨ªses, est¨¢ en aumento la oposici¨®n populista de derechas a ¡°Bruselas¡± y, en el coraz¨®n de Europa, en uno de los seis pa¨ªses fundadores de la Comunidad Econ¨®mica Europea, incluso gobierna una alianza de populistas de izquierdas y de derechas con un programa antieuropeo com¨²n?

En Alemania, desde septiembre de 2015, la cuesti¨®n de la inmigraci¨®n y la pol¨ªtica de asilo domina los medios y preocupa a la poblaci¨®n en detrimento de todo lo dem¨¢s. Esa obsesi¨®n permite tal vez dar una respuesta r¨¢pida a la pregunta sobre la causa fundamental de la creciente ola de euroescepticismo, que, adem¨¢s, est¨¢ corroborada por algunos datos en un pa¨ªs que a¨²n es v¨ªctima de las divisiones psicopol¨ªticas provocadas por una reunificaci¨®n desigual. Ahora bien, si examinamos Europa en su conjunto, y especialmente la eurozona en su totalidad, el aumento de la inmigraci¨®n no puede ser el factor principal que explique el ascenso del populismo de derechas. En otros pa¨ªses, el giro de la opini¨®n p¨²blica se produjo mucho antes, tras la controvertida pol¨ªtica para superar la crisis de la deuda soberana provocada por la crisis del sector bancario. En Alemania, como es sabido, el partido AfD naci¨® por iniciativa de un grupo de economistas y empresarios en torno al profesor de Econom¨ªa Bernd Lucke, gente que tem¨ªa que la posible ¡°uni¨®n de deudas¡± acabara siendo una trampa para uno de los principales pa¨ªses exportadores y que puso en marcha una amplia, pol¨¦mica y eficaz campa?a contra la amenaza de la sindicaci¨®n de la deuda. Hace unas semanas, el d¨¦cimo aniversario de la quiebra de Lehman Brothers sirvi¨® para recordar los argumentos sobre las causas de la crisis ¡ª?fue un fallo del mercado o del Gobierno?¡ª y la pol¨ªtica de la devaluaci¨®n interna forzosa. En otros Estados miembros de la eurozona, este debate tuvo mucha repercusi¨®n en la opini¨®n p¨²blica, pero aqu¨ª, en Alemania, tanto el Gobierno como los medios le quitaron importancia.
¡°El ego¨ªsmo de la naci¨®n-Estado sigue vivo gracias a la nueva internacional populista de extrema derecha¡±
Alemania, a solas
En el debate internacional entre los economistas, las voces m¨¢s cr¨ªticas contra las pol¨ªticas de austeridad impulsadas por Sch?uble y Merkel, que fueron sobre todo anglosajonas, tuvieron poco eco y escasa valoraci¨®n en las p¨¢ginas de econom¨ªa de los principales medios alemanes, igual que tampoco las de pol¨ªtica prestaron mucha atenci¨®n a los costes sociales y humanos de esas pol¨ªticas, y no solo en pa¨ªses como Grecia y Portugal. En algunas regiones europeas, la tasa de desempleo est¨¢ todav¨ªa casi en el 20%, y la tasa de paro de los j¨®venes es casi el doble. Si a los alemanes nos preocupa hoy la estabilidad democr¨¢tica en nuestro pa¨ªs, debemos recordar tambi¨¦n la suerte de los llamados ¡°pa¨ªses rescatados¡±: es un esc¨¢ndalo que, en la casa sin terminar de la Uni¨®n Europea, una pol¨ªtica tan draconiana, que tanto afect¨® a la red de bienestar social de otros pa¨ªses, careciera de la legitimidad m¨¢s b¨¢sica, al menos en comparaci¨®n con nuestros criterios democr¨¢ticos habituales. Y esa es una herida a¨²n abierta en muchos pueblos de Europa. Dado que, en la UE, la opini¨®n p¨²blica pol¨ªtica se forma exclusivamente dentro de las fronteras nacionales y que esas opiniones de distintos Estados no est¨¢n todav¨ªa a disposici¨®n unas de otras, durante estos 10 a?os se han consolidado relatos contradictorios sobre la crisis en los diferentes pa¨ªses de la eurozona. Esos relatos han envenenado gravemente el clima pol¨ªtico, porque cada uno llama la atenci¨®n sobre sus propios problemas nacionales e impide tener esa perspectiva com¨²n sin la que es imposible llegar a la mutua comprensi¨®n, ni mucho menos afrontar los peligros que nos amenazan a todos y tener la perspectiva de una pol¨ªtica proactiva capaz de abordar los problemas comunes con una mentalidad de cooperaci¨®n. En Alemania, este tipo de ensimismamiento se refleja a la hora de analizar los motivos para la falta de esp¨ªritu de cooperaci¨®n en Europa. Me asombra el descaro del Gobierno alem¨¢n cuando cree que puede convencer a sus socios sobre las pol¨ªticas que nos importan a nosotros ¡ªrefugiados, defensa, pol¨ªtica y comercio exterior¡ª al tiempo que bloquea la cuesti¨®n fundamental de la culminaci¨®n pol¨ªtica de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM).
¡°La decadencia de los partidos socialdem¨®cratas se debe a su indefinici¨®n. Nadie sabe ya para qu¨¦ son necesarios¡±
Dentro de la UE, el c¨ªrculo de los pa¨ªses pertenecientes a la uni¨®n monetaria tiene tal grado de interdependencia que ha cristalizado en un n¨²cleo central, aunque solo sea por razones econ¨®micas. Por consiguiente, los pa¨ªses de la eurozona ser¨ªan, si se me permite expresarlo as¨ª, los voluntarios naturales para marcar el ritmo en un proceso de mayor integraci¨®n. Por otra parte, ese mismo grupo de pa¨ªses sufre un problema que amenaza con perjudicar todo el proyecto europeo: nosotros, en particular los que vivimos en una Alemania en pleno auge econ¨®mico, estamos olvid¨¢ndonos de que el euro se cre¨® con la expectativa y la promesa pol¨ªtica de que los niveles de vida de todos los Estados miembros se aproximar¨ªan, mientras que, en realidad, ha sucedido todo lo contrario. Nos olvidamos del verdadero motivo de que no exista un esp¨ªritu de cooperaci¨®n que es hoy m¨¢s urgente que nunca: el hecho de que ninguna uni¨®n monetaria puede sobrevivir a largo plazo si cada vez es mayor la diferencia entre las econom¨ªas nacionales y, por tanto, entre los niveles de vida de los ciudadanos en los distintos Estados miembros. Aparte de que hoy, despu¨¦s de una modernizaci¨®n capitalista acelerada, tambi¨¦n tenemos que hacer frente al malestar por las profundas transformaciones sociales, me parece que los sentimientos antieuropeos que propagan los movimientos populistas de izquierdas y de derechas no son un fen¨®meno derivado del nacionalismo xen¨®fobo actual. Estos sentimientos euroesc¨¦pticos tienen distintos or¨ªgenes, relacionados con el fracaso del propio proceso de integraci¨®n europea, y nacieron ya antes de los recientes esfuerzos populistas de avivar las reacciones xen¨®fobas como respuesta a la inmigraci¨®n. En Italia, el euroescepticismo es el ¨²nico eje que tienen en com¨²n el populismo de derechas y el de izquierdas, es decir, dos bandos ideol¨®gicos que est¨¢n profundamente divididos en cuestiones de ¡°identidad nacional¡±. Al margen del problema de la inmigraci¨®n, el euroescepticismo puede apelar a la percepci¨®n de que la uni¨®n monetaria ha dejado de ser lo mejor para todos sus miembros. El sur de Europa contra el norte, y viceversa: los ¡°perdedores¡± consideran que han recibido un trato injusto y los ¡°ganadores¡± rechazan las exigencias de la otra parte.
El plan de Macron
En realidad, el r¨ªgido sistema normativo al que est¨¢n sometidos los Estados miembros de la eurozona, sin que haya unas competencias compensatorias ni margen para abordar de forma conjunta y flexible los problemas, es una situaci¨®n que beneficia a los miembros con econom¨ªas m¨¢s fuertes. Por consiguiente, lo verdaderamente importante, en mi opini¨®n, no es una vaga postura ¡°a favor¡± o ¡°en contra¡± de Europa. Por detr¨¢s de esta burda polarizaci¨®n sin matices, a los supuestos amigos de Europa hay que seguir plante¨¢ndoles un interrogante t¨¢cito del que nadie se ha ocupado hasta ahora, pese a que es la verdadera l¨ªnea divisoria: si, con una uni¨®n monetaria que funciona en condiciones mejorables, debemos limitarnos a ¡°blindarla¡± contra el peligro de m¨¢s especulaci¨®n o si debemos aferrarnos a la promesa incumplida de desarrollar la convergencia econ¨®mica en la eurozona y, por tanto, convertir la uni¨®n monetaria en una uni¨®n pol¨ªtica europea proactiva y eficaz. Esta fue la promesa pol¨ªtica ligada a la creaci¨®n de la UEM. La propuesta de reformas de Emmanuel Macron da el mismo valor a ambos objetivos: por un lado, salvaguardar cada vez m¨¢s el euro con ayuda de las conocidas propuestas de crear una uni¨®n bancaria, el r¨¦gimen de insolvencia correspondiente, un fondo com¨²n de garant¨ªa de dep¨®sitos para los ahorros y un Fondo Monetario Europeo controlado democr¨¢ticamente en el ¨¢mbito de la UE. Es sabido que, pese a sus declaraciones poco concretas, el Gobierno alem¨¢n ha impedido que se dieran m¨¢s pasos en esta direcci¨®n y se ha resistido a todas estas medidas. Pero Macron tambi¨¦n propone la creaci¨®n de un presupuesto para la eurozona, que ir¨ªa acompa?ado de competencias de acci¨®n pol¨ªtica ¡ªa las ¨®rdenes de un ¡°ministro europeo de Finanzas¡±¡ª, controladas democr¨¢ticamente. Para la UE podr¨ªa suponer la recuperaci¨®n de poder pol¨ªtico y respaldo popular, al instaurar unas competencias y un presupuesto que le permitir¨ªan llevar a cabo programas con legitimidad democr¨¢tica que impedir¨ªan un mayor alejamiento econ¨®mico y social entre los Estados.
¡°Incluso para los defensores de un euro del norte, los peligros que entra?ar¨ªa la separaci¨®n del sur son incalculables¡±
Curiosamente, esta alternativa fundamental entre el objetivo de estabilizar la moneda ¨²nica y llevar a cabo una serie de pol¨ªticas para contener y reducir los desequilibrios econ¨®micos no se ha sometido todav¨ªa a un debate pol¨ªtico de gran dimensi¨®n. No hay una izquierda europe¨ªsta que defienda la construcci¨®n de una uni¨®n del euro capaz de actuar a escala mundial y se plantee objetivos de largo alcance como acabar con la evasi¨®n fiscal e imponer una regulaci¨®n m¨¢s estricta de los mercados financieros. Si lo hicieran, los socialdem¨®cratas podr¨ªan, para empezar, apartarse de los enrevesados objetivos liberales y neoliberales del ¡°centro¡±. La decadencia de los partidos socialdem¨®cratas se debe a su indefinici¨®n. Nadie sabe ya para qu¨¦ son necesarios. Porque los socialdem¨®cratas ya no se atreven a emprender el control sistem¨¢tico del capitalismo justo en el nivel en el que los mercados se desmandan. Y no es que me preocupe especialmente la suerte de una familia pol¨ªtica concreta, aunque no debemos olvidar jam¨¢s que la evoluci¨®n de la democracia, en Alemania, est¨¢ m¨¢s vinculada hist¨®ricamente al SPD que a ning¨²n otro partido. Lo que me preocupa, m¨¢s en general, es el fen¨®meno no explicado de que los partidos pol¨ªticos establecidos en Europa no quieran o no sepan construir programas en los que queden inequ¨ªvocamente diferenciadas unas posiciones y opciones que son cruciales para el futuro del continente. Las pr¨®ximas elecciones europeas van a ser un experimento en este sentido.
Por un lado, Macron, cuyo movimiento no est¨¢ todav¨ªa representado en el Parlamento Europeo (PE), est¨¢ tratando de romper los grupos pol¨ªticos actuales para construir una facci¨®n proeuropea reconocible. Por el contrario, todos los grupos que s¨ª est¨¢n representados en el PE, con la clara excepci¨®n de la extrema derecha antieuropea, est¨¢n plagados de divisiones internas, incluso m¨¢s all¨¢ de las diferenciaciones necesarias. No todos los grupos se permiten unos equilibrios y malabarismos como los del Partido Popular Europeo, que sigue permitiendo la afiliaci¨®n del primer ministro h¨²ngaro, Viktor Orb¨¢n. La actitud y la conducta de Manfred Weber, miembro de la CSU y aspirante a la presidencia de la Comisi¨®n, desprenden una ambig¨¹edad muy t¨ªpica. Pero los grupos liberal, socialista y de la izquierda tienen divisiones similares. Los Verdes quiz¨¢ tienen una postura m¨¢s o menos clara de tibio compromiso con Europa. En resumen, incluso dentro del PE, que, en teor¨ªa, debe crear mayor¨ªas en defensa de los intereses de la sociedad por encima de las fronteras nacionales, el proyecto europeo ha perdido toda su intensidad.
Atrapados
En definitiva, si me preguntan, no como ciudadano sino como observador acad¨¦mico, cu¨¢l es mi valoraci¨®n general, reconozco que no veo muchas se?ales que permitan ser optimistas. Por supuesto, los intereses econ¨®micos son tan evidentes y tan poderosos ¡ªa pesar del Brexit¡ª que parece poco probable que la eurozona se venga abajo. Y ah¨ª est¨¢ impl¨ªcita la respuesta a mi segunda pregunta: por qu¨¦ se mantiene la eurozona. Incluso para los defensores de un euro del norte, los peligros que entra?ar¨ªa la separaci¨®n del sur son incalculables. Y en cuanto a la posibilidad de separaci¨®n de un Estado del sur, acabamos de ver el caso del Gobierno italiano actual, que, pese a sus ruidosas e inequ¨ªvocas declaraciones durante la campa?a electoral, se ha apresurado a ceder, porque una de las consecuencias visibles de marcharse ser¨ªa encontrarse con una deuda insostenible. Claro que eso tampoco es muy alentador. Asum¨¢moslo: si persiste la aparente relaci¨®n entre el distanciamiento econ¨®mico de los miembros de la eurozona y el fortalecimiento del populismo de extrema derecha, nos encontraremos en una trampa que podr¨¢ erosionar todav¨ªa m¨¢s las condiciones sociales y culturales necesarias para la existencia de una democracia vital y segura. Esta no es m¨¢s que una hip¨®tesis pesimista, desde luego. Pero la experiencia y el sentido com¨²n nos dicen que el proceso de integraci¨®n europea est¨¢ en una deriva peligrosa. El punto en el que no hay vuelta atr¨¢s no se ve hasta que es demasiado tarde.
Este texto es una versi¨®n resumida de un discurso pronunciado en la reuni¨®n sobre ¡°Nuevas perspectivas para Europa¡± en el Colegio de Humanidades de la Universidad Goethe de Fr¨¢ncfort, en Bad Homburg, el 21 de septiembre de 2018. Traducci¨®n del ingl¨¦s de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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