Teodoro Petkoff: el deber de resistir
En su testimonio sobre Ch¨¢vez advert¨ª una gravedad inusitada, un peso de la historia. Y es que Petkoff no proven¨ªa solo de la Revoluci¨®n cubana sino de la original, la Revoluci¨®n rusa

Aunque la esperaba desde hace meses, me doli¨® mucho la muerte de Teodoro Petkoff. Fue un gran dirigente de la izquierda democr¨¢tica venezolana. Sufr¨ªa una depresi¨®n profunda. No sal¨ªa de su cuarto. Me dicen que apenas hablaba. Su semanario Tal Cual ¨Cvaliente, provocador, l¨²cido¨C hab¨ªa dejado de circular en la versi¨®n impresa (no en la digital), pero desde hac¨ªa muchos a?os era el blanco de la represi¨®n bajo la forma de acosos violentos y demandas judiciales. En 2015, Teodoro tuvo la osad¨ªa de se?alar los nexos de Diosdado Cabello con el narcotr¨¢fico. El todopoderoso militar, n¨²mero dos en la jerarqu¨ªa de aquel r¨¦gimen, lo demand¨® penalmente bajo el cargo de ¡°difamaci¨®n¡±. Siguieron otros juicios con ¡°agravantes¡±. Previsiblemente, el Poder Judicial ¨Cservil, como todos los otros poderes, excepto la casi exang¨¹e Asamblea Nacional¨C lo conden¨® a una cruel prisi¨®n domiciliaria que ¨¦l encar¨®, como todo en la vida, con estoicismo: ¡°Contin¨²o con mi editorial. Los juicios no me afectan en absoluto¡±, declar¨® por entonces. Sent¨ªa ¡°el deber de resistir¡±.
En mi libro El poder y el delirio recog¨ª su testimonio sobre Hugo Ch¨¢vez. Hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que Ch¨¢vez bordeaba el fascismo, pero le dol¨ªa esa convicci¨®n. Le hab¨ªa dado el beneficio de la duda. No comulgaba con el comandante, pero comprend¨ªa las ra¨ªces de su ascenso. Pensaba que en los reg¨ªmenes neoliberales de fines de los ochenta hab¨ªan aplicado ¡°una operaci¨®n sin anestesia¡± a la sociedad venezolana, y le parec¨ªa natural que esta hubiese reaccionado. Todav¨ªa en 2002, durante el frustrado golpe de Estado que por unas horas mantuvo al pa¨ªs en vilo, Teodoro hab¨ªa visto marchar a una viejita con una pancarta que dec¨ªa ¡°Devu¨¦lvanme a mi loco¡±. Repet¨ªa esa an¨¦cdota para recordar la llama de esperanza que Ch¨¢vez hab¨ªa prendido en vastos sectores del pueblo. Pero cuando lo conoc¨ª en 2008 su veredicto sobre el chavismo era irreversiblemente negativo.
En su testimonio sobre Ch¨¢vez advert¨ª una gravedad inusitada, un peso de la historia. Y es que Petkoff no proven¨ªa solo de la Revoluci¨®n cubana sino de la original, la Revoluci¨®n rusa. Los Petkoff (Luben, Teodoro y un tercer hermano que muri¨® joven) eran hijos de una familia de comunistas europeos, el padre b¨²lgaro, la madre jud¨ªa polaca, que hab¨ªan llegado a Venezuela en los a?os veinte y plantaron en sus hijos el esp¨ªritu revolucionario. Ese era su linaje. Por eso a Teodoro le indignaba tan profundamente que un l¨ªder que se ostentaba de izquierda hubiese terminado por adoptar la pol¨ªtica intolerante y autoritaria, la pr¨¦dica polarizadora, la mentira sistem¨¢tica y el odio ideol¨®gico de los enemigos hist¨®ricos del socialismo: los nazi-fascistas.
A fines de 2009 lo invit¨¦ a presentar aquel libro en la Feria de Guadalajara. Pasamos todo el d¨ªa juntos. Por la ma?ana, mientras recorr¨ªamos los murales de Orozco en el Hospicio Caba?as, me cont¨® tramos de su vida. Hab¨ªa sido junto con Luben uno de los primeros guerrilleros entrenados en Cuba que desembarcaron en las playas venezolanas para replicar la revoluci¨®n en Am¨¦rica Latina, pero no tard¨® en tomar conciencia de que la v¨ªa armada al socialismo desembocaba, por necesidad, por fatalidad, en la dictadura. El apoyo inmediato de Castro a la invasi¨®n de los tanques rusos a Checoslovaquia en agosto de 1968 lo apart¨® para siempre de Fidel, quien no tard¨® en condenar p¨²blicamente a Teodoro argumentando, si mal no recuerdo, su tibieza, su falta de fe, su traici¨®n.
A principio de los setenta Petkoff comenz¨® a valorar al expresidente R¨®mulo Betancourt, cuyo tr¨¢nsito del socialismo revolucionario a una versi¨®n democr¨¢tica y liberal de los mismos ideales coincid¨ªa con el suyo. Tambi¨¦n Betancourt se hab¨ªa formado en el marxismo, pero su oposici¨®n al dictador Juan Vicente G¨®mez lo hab¨ªa llevado a Chile y Costa Rica, dos pa¨ªses donde aprendi¨® que la democracia y la libertad son valores convergentes e irrenunciables para la vida civilizada. Petkoff crey¨® siempre que ambos deber¨ªan ser consustanciales a la b¨²squeda de un orden social distinto, incluso socialista. Sobre este tema escribi¨® varios libros. Y bajo esta convicci¨®n, fund¨® MAS, Movimiento al Socialismo, que, si bien no triunf¨® en las sucesivas contiendas por la presidencia, demostr¨® la viabilidad de la opci¨®n democr¨¢tica para la izquierda. Una opci¨®n que Ch¨¢vez us¨® para acabar con la econom¨ªa de su pa¨ªs y con la democracia.
En el hotel de Guadalajara encontramos a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que nos invit¨® a cenar. Se quer¨ªan mucho. Petkoff no pod¨ªa olvidar que a principio de los a?os setenta ¡°Gabo¡± le hab¨ªa donado el dinero del Premio R¨®mulo Gallegos para ayudar a MAS. Garc¨ªa M¨¢rquez orden¨® champa?a para brindar con su viejo amigo. De pronto, Teodoro le pidi¨® un vehemente favor: ¡°Gabo, cons¨ªgueme una cita con Fidel. Quiero ver a Fidel. Por favor, Gabo¡±. Quer¨ªa verlo ¨Cme dijo despu¨¦s¨C para reclamarle la indiferencia con su hermano Luben que, v¨ªctima de una enfermedad terminal a?os atr¨¢s, hab¨ªa viajado a Cuba para despedirse del l¨ªder hist¨®rico a quien hab¨ªa servido por d¨¦cadas. Fidel nunca lo visit¨®. Garc¨ªa M¨¢rquez no prometi¨® nada. Hizo elogios de Fidel. Asegur¨® que los rumores sobre su mermada salud eran falsos. El rostro de Teodoro, siempre melanc¨®lico a pesar de su f¨¢cil sonrisa, se ensombreci¨®. Nunca podr¨ªa volver a ver de frente al hombre que en tantos sentidos hab¨ªa marcado su vida.
Llegar¨¢ el d¨ªa en que la izquierda latinoamericana renuncie al culto fascista de la personalidad y adopte los valores de la democracia en libertad. Entonces apreciar¨¢ la dimensi¨®n hist¨®rica y moral de Teodoro Petkoff.
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