Compasi¨®n
Tampoco para Europa este funeral merece ning¨²n himno a la alegr¨ªa
La hora del acuerdo del Brexit es tambi¨¦n la hora de la compasi¨®n con tantos conciudadanos y amigos brit¨¢nicos. La de compartir pasi¨®n, y lamento, con los j¨®venes que nacieron europeos. Con quienes se entremezclaron, gracias al programa Erasmus, con los dem¨¢s colegas universitarios. Con los profesionales cosmopolitas. Con los m¨¦dicos sin fronteras. Con los innovadores y los investigadores.
Y tambi¨¦n con los dem¨¢s no incluidos en esas categor¨ªas. Como los creyentes de buena fe en la bondad de la secesi¨®n. O los cr¨¦dulos en las pr¨¦dicas pesadilla sobre su superioridad predestinada, el dividendo de recuperar una soberan¨ªa imposible y el de la vuelta al sue?o del Imperio.
O, simplemente, con los que dieron cr¨¦dito a Theresa May cuando afirm¨®: 1) Que ¡°Brexit significa Brexit¡±; 2) Que eso supon¨ªa el completo adi¨®s de Reino Unido al mercado interior europeo y a la Uni¨®n Aduanera, y 3) Que el Ulster tendr¨ªa igual r¨¦gimen normativo que el resto del reino.
Lo que ha acordado su Gobierno es exactamente lo contrario. El Acuerdo de Retirada contempla que durante todo el per¨ªodo de transici¨®n (casi dos a?os y una eventual pr¨®rroga de otros dos) ocurrir¨¢ que:
Reino Unido seguir¨¢ en un ¨¢rea aduanera com¨²n con la UE. Irlanda del Norte, en la Uni¨®n Aduanera y el mercado interior. Y ah¨ª se mantendr¨¢ una vez termine el per¨ªodo transitorio, salvo que se encuentre una mejor soluci¨®n... mientras el resto del reino deber¨¢ dise?ar para s¨ª un r¨¦gimen en principio distinto.
Adem¨¢s, ?d¨®nde demonios estar¨¢ la soberan¨ªa? En ese plazo, Reino Unido seguir¨¢ rigi¨¦ndose por normas europeas. Pero no colegislar¨¢ sus retoques, al quedar fuera de la Comisi¨®n, del Consejo, del Parlamento Europeo...
... mientras sigue pagando su contribuci¨®n presupuestaria a las pol¨ªticas comunes. Los euroesc¨¦pticos m¨¢s fan¨¢ticos solo tienen raz¨®n en un asunto: al calificar esa situaci¨®n como propia de un Estado vasallo.
Los enga?os a la ciudadan¨ªa brit¨¢nica no acaban ah¨ª: se le anunci¨® que la ruptura ser¨ªa r¨¢pida y limpia (no es ninguna de ambas cosas) y que los 27 se dividir¨ªan (ha sucedido lo contrario).
Que el cambio se alcanzar¨ªa antes del fin de 2019 (veremos si se logra para el 1 de enero de 2021). Que acabar¨ªa su sangr¨ªa de aportaciones netas (pagar¨¢n entre 45.000 y 60.000 millones de euros). Que mantendr¨ªan el mismo acceso al libre mercado europeo (no suceder¨¢ con servicios y finanzas). Que cerrar¨ªan ventajosos acuerdos comerciales con otras zonas (lo tienen vedado).
Comparado con su posici¨®n de Estado miembro de la UE, ese estatuto es humillante y ominoso para los brit¨¢nicos, aunque sea el propiciado por su Gobierno.
Peor, Reino Unido no era un socio cualquiera, sino uno de los m¨¢s influyentes: en legislaci¨®n, estrategia, nombramientos. Y el que m¨¢s obstaculizaba la federalizaci¨®n. Mandaba. Mucho.
As¨ª, en 45 a?os relanz¨® su econom¨ªa, afianz¨® su City y dio alas a su industria del talento, que sustituy¨® con ¨¦xito a la econom¨ªa postimperial. Esto se acaba y Londres se queda sin estrategia para el continente. Desde antes de Wellington, su pol¨ªtica exterior consist¨ªa en impedir ¡ªdesde el exterior¡ª la fragua de hegemones continentales. Eso val¨ªa para la era de guerras. Pero en la de paz solo se consigue desde dentro.
Por supuesto que esta birria (para la isla) de acuerdo le es mejor que un desacuerdo: parar¨ªan sus aviones; capotar¨ªa su comercio como en el siglo V, cuando Roma se evapor¨® de Britania; su PIB se derrumbar¨ªa (un 4%, seg¨²n el FMI; un 8%, seg¨²n el King¡¯s College); se quedar¨ªa largo tiempo sin socios externos...
Compasi¨®n, pues. Y una lejana esperanza ¡ª?ut¨®pica?¡ª de que rectifique. Porque tampoco para Europa este funeral merece ning¨²n himno a la alegr¨ªa. Se nos va la tercera potencia econ¨®mica del club, la primera militar, una cultura democr¨¢tica de alt¨ªsimos valores. Melancol¨ªa.
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