Lo que hemos descubierto con estas elecciones
En plena resaca electoral tras los comicios de medio mandato en Estados Unidos, el novelista Richard Ford trata de discernir el rumbo que ha tomado la pol¨ªtica en su pa¨ªs
Puede que este no sea el momento ideal para que un europeo intente comprender la lamentable situaci¨®n pol¨ªtica de Estados Unidos y lo perciba como el preludio de un posible futuro desolador para los estadounidenses y para otros. Pero tambi¨¦n puede que s¨ª lo sea. El caso es que no resulta sencillo que los observadores aficionados europeos de Estados Unidos capten este ¡°momento americano¡± mientras se retuercen las manos h¨²medas y me escriben correos nada sinceros (e irritantes) sobre lo escandalizados y consternados que est¨¢n de que su ¡°larga fe en Estados Unidos¡± se haya visto sacudida por Donald Trump y sus mezquinos y malintencionados intentos de hacer que Am¨¦rica vuelva a ser ¡°grande¡±. Un amigo franc¨¦s me escribi¨® hace poco que estaba nada menos que ¡°rezando¡± por Estados Unidos. ?En serio? No sab¨ªa ni que fuera religioso. M¨¢s les valdr¨ªa a todas esas personas rezar por lo que est¨¢ sucediendo en Europa, y dejar que nosotros tratemos de enderezar poco a poco y por medios constitucionales lo que, sin duda, se ha torcido extraordinariamente en nuestro pa¨ªs.
En las semanas anteriores a las elecciones legislativas, mientras pensaba en ellas, le dije varias veces a mi esposa ¡ªy ella a m¨ª, de forma bastante premonitoria¡ª que, con el resultado de estos comicios, ¨ªbamos a ¡°aprender algo importante sobre nuestro pa¨ªs¡±. A lo que nos refer¨ªamos era a que sabr¨ªamos si de hecho Estados Unidos estaba verdaderamente convirti¨¦ndose en un lugar horrible, un pa¨ªs en el que un tercio de la poblaci¨®n con comportamientos de mat¨®n puede mantener secuestrados a los otros dos tercios con m¨¦todos despiadados y semilegales ¡ªal estilo de la Alemania nazi de 1933¡ª, haciendo que el pa¨ªs sufra un declive a¨²n mayor (y seguramente fatal) y caiga en una estrafalaria bajeza auspiciada por el Estado: racismo, antisemitismo, codicia empresarial, el desprecio m¨¢s vil hacia los pobres, los enfermos, los d¨¦biles, los desfavorecidos, el fr¨¢gil medio ambiente, las mujeres, los ni?os, los inmigrantes, la naturaleza y gran parte del mundo que no tiene la suerte de ser blanco, cristiano y masculino. En otras palabras, si Estados Unidos estaba sucumbiendo a las fuerzas oscuras que ya formaban parte de su ADN pero que, pens¨¢bamos mi esposa y yo, estaban ¡°compensadas¡± por los ¨¢ngeles buenos de la tolerancia, el civismo, la moderaci¨®n, el instinto negociador, una historia ¡ªal menos reciente¡ª de inclusi¨®n y un impulso tradicionalmente respetado y constitucional de tener una relaci¨®n fruct¨ªfera con el mundo en general. O, incluso de forma m¨¢s directa: ?hab¨ªa llegado la hora de salir por pies de Estados Unidos y dej¨¢rselo a¡ qui¨¦n exactamente? No lo sabemos. ?Para ir a d¨®nde exactamente? ?A Europa? Genial.
Lo que hemos descubierto con las elecciones (y escribo en las primeras horas del 7 de noviembre, antes de haber tenido la ventaja de o¨ªr las valoraciones frescas del presidente y de los medios de comunicaci¨®n sobre los resultados), lo que hemos vuelto a descubrir, es que la democracia estadounidense es intr¨ªnsecamente gradual, torpe, algo corrupta, reactiva pero no del todo insensible, peri¨®dicamente matizada, extremadamente miope pero no del todo ciega, casi f¨®bica respecto de la historia, dura de o¨ªdo pero no completamente sorda de cara a sus ciudadanos y, por supuesto, loca por el dinero. Y, pese a todo, no est¨¢ tan mal, ni tan perdida con respecto a su futuro, como podr¨ªan decir quienes tienen inter¨¦s en fingir que saben lo que est¨¢ pasando, es decir, una vez m¨¢s, el presidente y las empresas que recogen noticias (y las crean), que parece que no se saben callar jam¨¢s. No cabe duda de que Estados Unidos sufre, por lo menos, el declive de su Gobierno (no estoy capacitado para hablar del declive moral). Y su papel putativo como fuente de esperanza para el resto del mundo claramente tambi¨¦n est¨¢ sumido en ese declive. Pero vuelvo a preguntar: ?qu¨¦ otra cosa hay mejor? Plegarias desatendidas.
Una mezcla. El resultado de las elecciones legislativas de 2018 en Estados Unidos ha sido ambivalente y turbio. Seguramente confuso. No ha sido el peor. Pero tampoco el que yo quer¨ªa. Las elecciones no ofrecen casi nunca exactamente el resultado que yo deseo.
La tarde del d¨ªa de las elecciones me fui a dar una vuelta a Costco. Costco es uno de esos hipermercados gigantescos, tama?o Godzilla, que est¨¢n a las afueras y tienen de todo. Uno se hace socio por un precio razonable y luego compra¡ cualquier cosa: vino franc¨¦s. Televisores LG. Generadores de emergencia. Tel¨¦fonos m¨®viles. Gafas bifocales. Barriles de queso para nachos. El equipo necesario para efectuar en casa la prueba de c¨¢ncer de colon, o comida para peces. Mientras empujaba mi carro enorme por los pasillos, me pareci¨® que todos los otros compradores con los que me cruzaba llevaban una gorra roja con la palabra Trump o una sudadera que ten¨ªa inscrito el ¡°Hagamos que Am¨¦rica sea grande otra vez¡±. Experiment¨¦ una extra?a sensaci¨®n de que, si de repente me hubiera puesto a gritar ¡°Trump es un horror, sois todos una panda de jodidos mentirosos e idiotas¡±, mis compatriotas me habr¨ªan rodeado, me habr¨ªan golpeado hasta hacerme callar y me habr¨ªan dado por muerto (quiz¨¢ estaba equivocado, pero me sent¨ª tremendamente inc¨®modo y aislado).
El resultado ha sido ambivalente y turbio. Seguramente confuso. No ha sido el peor. Pero tampoco el que yo quer¨ªa
La noche anterior hab¨ªa estado en el cuarto de estar de un m¨¦dico de mediana edad, aqu¨ª en Montana, donde resido ocasionalmente, y le hab¨ªa o¨ªdo soltar con gran regodeo ¡ªa un m¨¦dico con una extensa formaci¨®n y varios t¨ªtulos de la Universidad de Virginia¡ª una letan¨ªa de frases de la campa?a del presidente Trump en busca de aplauso: la necesidad de ¡°limpiar la cloaca¡±, los ¡°inmigrantes violadores¡±, ¡°todos los musulmanes nos odian¡±, los nacionalistas blancos que son gente estupenda. Tuve el mismo sentimiento que mencionaba antes, de que Estados Unidos estaba convirti¨¦ndose en un sitio peligroso y horrible, en el que estaba atrapado porque soy demasiado viejo para marcharme y porque, de todas formas, no tendr¨ªa ad¨®nde ir.
Aun as¨ª. A la ma?ana siguiente, el 7 de noviembre, el d¨ªa despu¨¦s de las elecciones, me despert¨¦ y descubr¨ª que los dem¨®cratas hab¨ªan recuperado el control de la C¨¢mara de Representantes. Mi candidata dem¨®crata para gobernadora del Estado de Maine (conservador) hab¨ªa ganado con sorprendente facilidad, igual que mi candidata al Senado en la muy conservadora Montana. Musulmanes, indios americanos, indias americanas lesbianas, gente de todo tipo inimaginable hasta la fecha hab¨ªan sido elegidos representantes, gobernadores, senadores. Hab¨ªan pasado muchas m¨¢s cosas de las que parec¨ªan probables, y para bien. Hubo victorias nuevas y sorprendentes contra la ofensiva republicana de Trump y la extrema derecha. Me acord¨¦ de que a Trump lo hab¨ªan elegido en 2016, hac¨ªa solo dos a?os. Y ya nada era igual que entonces.
Es dif¨ªcil generalizar sobre esto o comprender los detalles a casi 5.000 kil¨®metros de distancia. Pero si se sienten desilusionados, si sienten que les hemos decepcionado, tienen que saber c¨®mo llegamos hasta donde hemos llegado, entonces y ahora. Un proceso ambivalente. Turbio. Confuso. S¨ª. Pero no una causa perdida. Todav¨ªa no. Lo cual es un rasgo muy arraigado en el genoma de la pol¨ªtica estadounidense, a pesar de las percepciones equivocadas, la autocomplacencia y las l¨¢grimas de cocodrilo de los europeos que se sienten decepcionados con nosotros.
Por supuesto, no iba a haber nunca una gran marea azul dem¨®crata ¡ªni tampoco una roja republicana¡ª por m¨¢s que el rid¨ªculo charlat¨¢n, vendedor rastrero de petr¨®leo, de nuestro presidente perorara sobre ello. Ni siquiera hubo una verdadera marea republicana hace dos a?os, cuando Le Grand Orange asent¨® su mullido trasero en el Despacho Oval. Tambi¨¦n entonces el resultado fue turbio. Su rival, Hillary Clinton, probablemente habr¨ªa sido una buena presidenta; pero fue una candidata absolutamente horrible y poco dotada, que seguramente no deber¨ªa ni haber sido nominada. Como se dijo entonces con gran sarcasmo, Trump era el ¨²nico candidato republicano al que ella ten¨ªa alguna probabilidad de derrotar. Salvo que ella era la ¨²nica dem¨®crata a la que ¨¦l pod¨ªa derrotar. Y la derrot¨®, m¨¢s o menos, aunque, en realidad, obtuvo dos millones de votos menos que ella, y solo logr¨® la victoria gracias a una reliquia constitucional, anacr¨®nica y pintoresca, llamada Colegio Electoral, no quieran saber ustedes lo que realmente es. Es algo demasiado arcaico y lioso, y depende de c¨®mo son asignados los delegados en el Colegio con arreglo a la representaci¨®n de cada partido en nombre de cada Estado en el Congreso, que a su vez depende de una manipulaci¨®n torpe pero muy extendida de las circunscripciones para impedir que determinada gente ejerza su derecho al voto, el llamado gerrymandering, que debe su existencia, en parte, al hecho de que Estados Unidos es una federaci¨®n de 50 Estados en la que cada Estado act¨²a ¡ªdesde el siglo ?XVIII, antes de la independencia¡ª como un peque?o pa¨ªs independiente. ?Les parece suficientemente confuso? Pueden a?adir ¡°pesado¡± y ¡°enga?oso¡± a lo que mencion¨¦ antes de ¡°ambivalente, turbio y confuso¡± y no estar¨¢n desencaminados. Pero toda esta maquinaria, en su conjunto, forma un sistema pol¨ªtico que ¡ªpese a no ser transparente ni propenso a la transparencia¡ª no es f¨¢cil de llevar al borde de la anarqu¨ªa y la revoluci¨®n, y tiende a enderezarse pesadamente por s¨ª solo.
Donald J. Trump y su pandilla de malhechores son una verdadera amenaza para un Gobierno inteligente e informado
Decir todo esto espero que no me haga parecer est¨²pido. Tengo que reconocer que me equivoqu¨¦ de pleno sobre la elecci¨®n de Trump como presidente. Al fin y al cabo, soy novelista, es decir, optimista por naturaleza. Y soy patriota, al menos en cuanto a la lista de virtudes c¨ªvicas enumerada anteriormente: tolerancia, civismo, inclusi¨®n, etc¨¦tera. Y, en realidad, a los estadounidenses no nos interesa tanto la pol¨ªtica, y estamos dispuestos a aguantar muchas tonter¨ªas con tal de que nos dejen ir a Costco en paz.
Pero que no haya equ¨ªvocos. Donald J. Trump y su pandilla de malhechores son una verdadera amenaza, una amenaza contra el Gobierno inteligente e informado, contra la justicia y la igualdad ante la ley, contra nuestras definiciones e interpretaciones m¨¢s b¨¢sicas de lo que significa convivir con sentido com¨²n y empat¨ªa, no solo como naci¨®n, sino como seres humanos. Y m¨¢s cosas. Y cosas peores.
Pero unas elecciones como estas que acaban de celebrarse no son una mala se?al. No son la mejor se?al. Pero no son la peor, ni mucho menos. Una mayor¨ªa de estadounidenses est¨¢ empezando a prestar atenci¨®n, aunque nos cueste hacerlo. Lo mejor de nosotros est¨¢ siendo atacado y denigrado, lo cual equivale a una guerra dentro de nuestras fronteras. Y en una guerra as¨ª, yo sit¨²o mi lealtad all¨ª donde s¨¦ que est¨¢ el bien.
Richard Ford es un novelista estadounidense, autor entre otras obras de ¡®El periodista deportivo¡¯, y ganador en 2016 del Premio Princesa de Asturias.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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