El G20 se une contra el cambio clim¨¢tico frente al rechazo de Trump

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Estados Unidos encabez¨® la marcha del mundo hacia la integraci¨®n. Impuls¨® las instituciones multilaterales. Hasta cierto punto, cre¨® la realidad en que vivimos hoy. Eso se acab¨®. Donald Trump ha conseguido convertir la primera potencia mundial en un pa¨ªs aislado frente a todos los dem¨¢s. Eso se refleja en la declaraci¨®n final de la reuni¨®n del Grupo de los 20 (G20) en Buenos Aires: todos, salvo Trump, afirman que el acuerdo de Par¨ªs contra el cambio clim¨¢tico es "irreversible". El presidente de Estados Unidos acept¨® firmar el texto, con la condici¨®n de que especificara que su pa¨ªs "reitera la decisi¨®n de retirarse del acuerdo de Par¨ªs". "El sistema multilateral est¨¢ en crisis", admiti¨® el presidente de Francia, Emmanuel Macron.

El G20, constituido en su actual formato hace exactamente 10 a?os, cuando la crisis financiera amenazaba con paralizar la econom¨ªa global, empieza a perder utilidad. Entonces, el liderazgo de Barack Obama permiti¨® mantener la circulaci¨®n del dinero (con grandes regalos para la banca y grandes sacrificios para el contribuyente) y evit¨® un colapso similar al de 1929. Pero Trump juega su propio juego. Parece disfrutar saboteando las reuniones internacionales. El a?o pasado, en Hamburgo, el G20 apenas fue capaz de emitir un comunicado final vago y exento de nuevas ideas o proyectos de importancia. Al menos se llenaron diez folios. Este fin de semana, en Buenos Aires, la reuni¨®n ha generado un texto de cuatro folios que impresiona por su vacuidad. En ese sentido, puede hablarse de fracaso.

No se habla de la en¨¦sima crisis entre Rusia y Ucrania: Vladimir Putin no lo habr¨ªa permitido. No se habla de la guerra en Yemen: el pr¨ªncipe saud¨ª Mohamed Bin Salm¨¢n ha salido con bien de la cumbre. Las referencias a los fen¨®menos migratorios son literalmente eso, referencias: se "toma nota" del informe sobre migraciones preparado por varias instituciones, entre ellas Naciones Unidas y la OCDE, y se afirma que "los grandes movimientos de refugiados son un problema global" que requiere "acciones comunes" para abordar las causas y responder a "las crecientes necesidades humanitarias". Se despeja hacia la pr¨®xima reuni¨®n la reforma de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC). Se despeja tambi¨¦n el nuevo reparto de cuotas entre los accionistas del Fondo Monetario Internacional. Algunas cuestiones concretas, como la afirmaci¨®n de que hay que mejorar la educaci¨®n de las ni?as en los pa¨ªses m¨¢s pobres, no enmascaran la vacuidad del texto.

Estas reuniones se vertebran en torno a un texto b¨¢sico pactado por los negociadores de cada pa¨ªs, los llamados sherpas. Los negociadores argentinos admit¨ªan en v¨ªsperas de la cumbre, parad¨®jicamente dedicada a "crear consenso", que el consenso era m¨ªnimo. Cualquier posible mejora pasaba por el di¨¢logo directo entre los l¨ªderes. Pero es dif¨ªcil conseguir algo cuando el presidente de la mayor potencia no acepta siquiera participar en la sesi¨®n "cara a cara", una hora en la que, sin delegaciones ni agenda concreta, los participantes se congregan en una sala provista de butacas para dialogar, en com¨²n o por grupos. Trump evit¨® la sesi¨®n celebrada en la llamada Saladel Mandala. Si hac¨ªa falta una se?al clara de que no le interesan las negociaciones a m¨²ltiples bandas, fue esa.

Macron quer¨ªa erigirse en alternativa a Trump en lo que se refiere al calentamiento global y, a partir de ah¨ª, en otros asuntos. Hasta cierto punto, lo consigui¨®. China se puso de su lado, con un mayor o menor grado de cinismo. Incluso Turqu¨ªa se envain¨® sus reticencias y se mantuvo dentro del Acuerdo de Par¨ªs, impulsado por el expresidente Fran?ois Hollande y concretado por el propio Macron en una cumbre celebrada hace un a?o en Par¨ªs, sin la presencia de Trump. "Hagamos el mundo grande otra vez", proclam¨® entonces Macron a trav¨¦s de las redes sociales, parodiando el lema electoral de Trump: "Hagamos Am¨¦rica grande otra vez".

El presidente franc¨¦s aisl¨® a Trump. Su victoria, sin embargo, fue amarga. Mientras se cerraba la cumbre de Buenos Aires, ard¨ªa Par¨ªs. Y los terribles disturbios se deb¨ªan, en buena parte, a la aplicaci¨®n de las pol¨ªticas exigidas por los acuerdos para combatir el calentamiento global. Macron es percibido por muchos franceses como arrogante, tecnocr¨¢tico y elitista, y las protestas en las calles se fundamentan en ese rechazo. Pero el detonante de los disturbios de este s¨¢bado fue el alza de los precios del gas¨®leo, que perjudica a la poblaci¨®n suburbana y rural. El gas¨®leo es un combustible muy contaminante. Por otro lado, resulta dif¨ªcil explicar a los millones de franceses que necesitan el autom¨®vil para desplazarse, lejos del medio urbano y de los transportes colectivos, que les corresponde a ellos, el sector m¨¢s empobrecido de la sociedad, cargar con la factura de las pol¨ªticas ecol¨®gicas.

Frente al aislamiento de Trump, la discutible victoria de Macron, la sonrisa ir¨®nica de Vladimir Putin y el alivio del anfitri¨®n, el presidente argentino Mauricio Macri, por haber conseguido al menos que todos firmaran un comunicado conjunto, destac¨® la potencia de China. Xi Jinping fue el

interlocutor al que todos buscaron. El presidente chino no es inocente en la guerra comercial que le enfrenta a Estados Unidos, porque su "capitalismo de Estado" y su desparpajo en la apropiaci¨®n de tecnolog¨ªas ajenas vulneran las reglas internacionales, pero sabe jugar a la diplomacia, asume algunos compromisos y derrama inversiones por el mundo. El alt¨ªsimo n¨²mero de participantes chinos, entre delegaciones oficiales y periodistas, est¨¢ convirti¨¦ndose en una caracter¨ªstica de las reuniones internacionales.