Los ¡°locos¡± zapatean en el escenario
No se les tomaba en serio y hoy tienen el poder at¨®mico y el de destruir la Amazonia
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, hab¨ªa el consenso de que, ante los disparates que se dec¨ªan en las redes y en otros espacios, la mejor estrategia era no responder. Contestar a personas claramente malintencionadas e intelectualmente deshonestas, en su b¨²squeda furiosa por la fama, era legitimarlas como interlocutoras y darles cr¨¦dito a lo que dec¨ªan. Y, as¨ª, servir de escalera para que adquirieran m¨¢s visibilidad. En portugu¨¦s, el dicho que expresa esa idea es: ¡°No aplaudas a un loco para que no baile¡±. La elecci¨®n de Donald Trump, de otros populistas de extrema derecha y ahora de Jair Bolsonaro en Brasil ha revelado que ha sido un error que va a costar muy caro.
No se percibi¨® que, con internet, los ¡°locos¡± ya ten¨ªan un escenario en el que bailar ¡ªlas redes sociales y el Youtube¡ª, al igual que la capacidad de multiplicarlo sin que se les molestara con el WhatsApp. Las falsas teor¨ªas que inventaban se le¨ªan como si fueran serias y fiables. Los escenarios hab¨ªan cambiado de lugar y los ¡°locos¡± bailaban sin que se les confrontara con hechos ni las ideas les molestaran. Los aplausos iban en aumento, mientras los ilustrados torc¨ªan el gesto o dibujaban una sonrisa de superior iron¨ªa.
Los ¡°locos¡± no solo bailaron, sino que zapatearon. A continuaci¨®n, empezaron a afirmar sus pensamientos como ¡°verdades¡±. Y verdades ¨²nicas. El siguiente paso fue conquistar el poder. Hoy, los ¡°locos¡± no solo ocupan los principales escenarios, sino que tienen el poder at¨®mico de hacer estallar el mundo, como Trump, o de acabar con la Amazonia, como Bolsonaro.
Si la elecci¨®n de Trump ya hab¨ªa expuesto esta realidad, la de Bolsonaro es todav¨ªa m¨¢s emblem¨¢tica. En el caso de Trump, al menos podr¨ªa argumentarse que el presidente estadounidense era un exitoso hombre de negocios, algo bastante valorado en el pa¨ªs de los ¡°hombres hechos a s¨ª mismos¡±, expresi¨®n utilizada para encubrir desigualdades decisivas para el destino de cada uno. En el caso de Bolsonaro, a pesar de que se presenta y lo presentan como ¡°capit¨¢n retirado¡±, el presidente electo se ha pasado los ¨²ltimos 28 a?os ejerciendo de pol¨ªtico profesional con poca o ninguna importancia para las grandes decisiones del Congreso, abri¨¦ndose espacio en las noticias solo como personaje burlesco. Consigui¨® salir elegido sin ni siquiera participar en los debates de la segunda vuelta ¡ªo exactamente por eso¡ª, porque dominaba los escenarios que importaban para ganar las elecciones.
Bolsonaro, al que llaman ¡°mito¡±, es un mit¨®mano
Aunque Bolsonaro sea investido oficialmente solo en enero, es evidente que el gobierno de Michel Temer termin¨® el 28 de octubre, cuando el diputado venci¨® las elecciones. Hoy, los brasile?os se dan cuenta de que lo que parec¨ªa ser un universo paralelo, que solo en situaciones excepcionales se cruzaba con el real, se ha convertido en lo que podemos denominar realidad. El hombre que ya gobierna Brasil, al que sus seguidores llaman ¡°mito¡±, es un ¡°mit¨®mano¡±.
Lo que sabemos hasta ahora es que Bolsonaro venera a tres figuras masculinas: Carlos Alberto Brilhante Ustra, un militar y torturador de la dictadura (1964-1985); Olavo de Carvalho, que se presenta como fil¨®sofo y se populariz¨® en internet tras ser columnista de grandes veh¨ªculos de comunicaci¨®n, y Donald Trump. Ustra despunta como la referencia ¨¦tica de Bolsonaro, Carvalho como su gur¨² intelectual y Trump es su modelo como l¨ªder. De momento, tenemos una trinidad. Y, en este punto, Bolsonaro podr¨ªa interrumpirnos para afirmar que Dios est¨¢ por encima de todo, ya que Dios ha pasado a ser un activo en la econom¨ªa pol¨ªtica que rige el Brasil actual.
La trinidad de Bolsonaro est¨¢ compuesta por un torturador, un gur¨² y... Trump
A Carlos Alberto Brilhante Ustra ya lo he descrito ampliamente. La justicia brasile?a lo ha reconocido como torturador y, seg¨²n testigos, ser¨ªa el responsable de, por lo menos, 50 asesinatos. Como torturador, fue capaz de apalizar a embarazadas y llevar a ni?os a que vieran el cuerpo destruido de sus padres. Olavo de Carvalho ya ha dicho que est¨¢ en contra de las campa?as de vacunaci¨®n, en un pa¨ªs que ve como enfermedades que se consideraban erradicadas vuelven a ser una amenaza debido a la baja cobertura vacunal. Vive en Estados Unidos desde el 2005 e imparte cursos de filosof¨ªa en v¨ªdeos transmitidos por internet. En una reciente entrevista a la periodista J¨²lia Zaremba, en la Folha de S. Paulo, al preguntarle sobre la educaci¨®n sexual en las escuelas, Carvalho manifest¨®:
¡°Cuanta m¨¢s educaci¨®n sexual hay, m¨¢s cochinadas se hacen en las escuelas. A fin de cuentas, se est¨¢ ense?ando a los ni?os a dar el culo, a chupar pollas, a apretarle los pezones a otro en p¨²blico. Creen que la educaci¨®n sexual es buena, pero en realidad es mala. El Estado no tiene que meterse en la educaci¨®n sexual de nadie¡±.
La credibilidad ya no se construye con una reputaci¨®n basada en conocimientos expuestos al debate, sino con una percepci¨®n emocional de ¡°autenticidad¡±
El lenguaje que el mentor intelectual del nuevo presidente de Brasil lleva hasta la prensa formal es el que rige internet. No hay ninguna base para lo que afirma, no hay ni un solo caso confirmado de que a alg¨²n ni?o se le haya ense?ado en la escuela a ¡°dar el culo, a chupar pollas, a apretarle los pezones a otro en p¨²blico¡±. Eso, hasta ahora, no existe como hecho. Pero eso no importa. Las afirmaciones no tienen por qu¨¦ estar arraigadas en hechos, solo hace falta decirlas. La verdad se ha convertido en autoverdad. Y la credibilidad ya no se construye con una reputaci¨®n de conocimientos puestos a prueba y expuestos al debate, sino con la percepci¨®n emocional de ¡°autenticidad¡± del que la consume.
Es ¡°verdad¡± porque Olavo de Carvalho dice que es verdad lo que claramente se ha inventado. Y es ¡°verdad¡± porque, individualmente, cada seguidor de Olavo de Carvalho ha decidido que es verdad. Y, desde el 29 de octubre, el d¨ªa siguiente a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, es verdad tambi¨¦n porque Olavo de Carvalho es la referencia intelectual del futuro presidente de la (todav¨ªa) octava econom¨ªa del mundo.
A partir de sus autoverdades, Olavo de Carvalho ha recomendado a dos ministros para el nuevo gobierno: el de Asuntos Exteriores, el diplom¨¢tico Ernesto Ara¨²jo, y el de Educaci¨®n, el colombiano establecido en Brasil Ricardo V¨¦lez Rodr¨ªguez. En la misma entrevista, Carvalho describe el proceso por el que consigui¨® que se aceptaran sus propuestas:
¡°Lo puse en el Facebook, creo que tambi¨¦n lo puse en el ¨¢rea de mensajes (de la red social) de Eduardo Bolsonaro. Eso fue todo. S¨¦ que Bolsonaro lee lo que escribo y vemos que se lo toma bastante en serio. Y me siento muy halagado. (...) Suger¨ª esos dos nombres porque, simplemente, se me ocurrieron en aquel momento¡±.
La pol¨¦mica elecci¨®n del ministro de Educaci¨®n explicit¨® la forma en que el nuevo gobierno ya ha empezado a operar. Al primer recomendado, Mozart Neves Ramos, director del Instituto Ayrton Senna, lo tumbaron los evang¨¦licos porque ser¨ªa ¡°izquierdista¡±. A continuaci¨®n, se pens¨® en el fiscal Guilherme Schelb, cercano al l¨ªder evang¨¦lico Silas Malafaia y defensor del proyecto ¡°Escuela Sin Partido¡±, que pretende censurar contenidos y profesores. Al salir de la reuni¨®n con Bolsonaro, Schelb hizo la siguiente afirmaci¨®n a la prensa:
¡°A ni?os de 8 o 9 a?os no les puedo poner deberes, como se est¨¢ haciendo, para que discutan sobre el g¨¦nero, sobre qu¨¦ es sexo grupal, c¨®mo tienen relaciones dos hombres, qu¨¦ es una mamada. Eso es una discusi¨®n de g¨¦nero, es una violaci¨®n de la dignidad del ni?o¡±.
Como la autoverdad dispensa los hechos, a Schelb nadie le molest¨® con el inconveniente de probar lo que dec¨ªa. Como por ejemplo: ?en qu¨¦ escuelas y en cu¨¢ntas escuelas del pa¨ªs los ni?os de 8 y 9 a?os aprenden qu¨¦ es una mamada o c¨®mo tienen relaciones dos hombres? ?D¨®nde est¨¢n los deberes en que un ni?o de 8 o 9 a?os tiene que describir una mamada o c¨®mo tienen relaciones dos hombres?
A la sociedad le hacen creer que las aulas son una org¨ªa constante mientras esconden los problemas reales en las sombras
Habr¨ªa que preguntarle d¨®nde sucede esto y en qu¨¦ proporci¨®n sucede en el pa¨ªs. Y el fiscal tendr¨ªa que responder. Con pruebas verificadas. Pero no hay necesidad de probarlo. Solo hace falta decirlo. Lo que sea. Y as¨ª crece en el pa¨ªs el n¨²mero de personas que creen que el d¨ªa a d¨ªa en las aulas brasile?as es una org¨ªa constante, cuando los problemas reales ¡ªel bajo salario de los profesores y la comprobada baja calidad de la ense?anza en Brasil¡ª se esconden convenientemente en las sombras.
Dicho de otro modo: el problema inventado se vuelve m¨¢s real que el problema que de hecho existe y que condena a millones de brasile?os a las consecuencias de una educaci¨®n fallida, limitando su acceso al mundo y las posibilidades de tener una vida plena.
Finalmente, Bolsonaro sigui¨® la recomendaci¨®n de su gur¨², Olavo de Carvalho: entre las diferentes creencias de V¨¦lez Rodr¨ªguez, el futuro ministro de Educaci¨®n, est¨¢ la de defender que el 31 de marzo de 1964, fecha del golpe que origin¨® una dictadura de 21 a?os, ¡°es un d¨ªa que hay que recordar y celebrar¡±. Tambi¨¦n critica la Comisi¨®n de la Verdad, que investig¨® las torturas, los secuestros y asesinatos cometidos por agentes del Estado durante el r¨¦gimen de excepci¨®n: ¡°La infeliz ¡®Comisi¨®n de la Verdad¡¯, que, en mi opini¨®n, consisti¨® m¨¢s en una escenificaci¨®n para la ¡®omisi¨®n de la verdad¡¯, fue la iniciativa m¨¢s absurda que los petralhas (los que apoyan al Partido de los Trabajadores) han intentado imponer¡±. En los pr¨®ximos meses, la sociedad brasile?a descubrir¨¢ c¨®mo ser¨¢ que el ¨¢rea de educaci¨®n est¨¦ comandada por alguien que falsea hechos hist¨®ricos.
V¨¦lez Rodr¨ªguez fue el segundo nombre que recomend¨® Olavo de Carvalho. El primero fue Ernesto Ara¨²jo. Las creencias del futuro ministro de Asuntos Exteriores ya se han convertido en rid¨ªculo internacional. En su blog, denominado Metapol¨ªtica 17 (n¨²mero electoral de Bolsonaro), creado para apoyar a su futuro jefe, Ara¨²jo afirma que el cambio clim¨¢tico es una ¡°ideolog¨ªa de izquierdas¡±. Tambi¨¦n acusa al Partido de los Trabajadores (PT) y a la izquierda de ¡°criminalizar el deseo del hombre por la mujer, las pel¨ªculas de Disney, la carne roja¡± y ¡°el aire acondicionado¡±. Lleg¨® a escribir que el PT ¡°quiere impedir que nazcan ni?os¡±, porque, para la izquierda, ¡°cualquier beb¨¦ es un riesgo para el planeta porque har¨¢ aumentar las emisiones de carbono¡±.
Al acumular falsedades, Ara¨²jo omiti¨® una verdad comprobada y documentada sobre su candidato y ahora jefe: durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, Bolsonaro ha defendido la esterilizaci¨®n de las mujeres y un r¨ªgido control de la natalidad como medios para combatir la pobreza y la criminalidad. Pero ?a qui¨¦n le importan los hechos cuando sus seguidores se creen cualquier mentira que ¨¦l diga que es verdad?
El problema es que ninguna de las afirmaciones escritas del futuro ministro de Asuntos Exteriores son una broma. Al contrario. Son muy serias. Primero, porque Bolsonaro y parte de su entorno manipulan esas mismas mentiras. Segundo, porque los seguidores del presidente electo creen que son verdades. Tercero, porque ya empiezan a generar consecuencias. Brasil ha desistido de ser la sede de la pr¨®xima Cumbre del Clima, la COP25, en 2019, una distinci¨®n que el Gobierno brasile?o pidi¨® y, dos meses atr¨¢s, el presidente Michel Temer conmemor¨®. Bolsonaro afirm¨® que hab¨ªa participado en esa decisi¨®n y hab¨ªa recomendado a su futuro ministro, Ernesto Ara¨²jo, que evitara que se realizara en Brasil el evento del clima m¨¢s importante.
Est¨¢ en curso la sexta extinci¨®n en masa en la trayectoria del planeta, la primera provocada por los humanos
El liderazgo en el debate de la crisis clim¨¢tica es el ¨²nico que Brasil podr¨ªa disputar, por tener en su territorio la mayor parte de la mayor selva tropical del planeta, estrat¨¦gica para el control del calentamiento global. El pa¨ªs tambi¨¦n es el m¨¢s biodiverso del mundo. Entre 1970 y 2014, la humanidad destruy¨® el 60% de todos los mam¨ªferos, p¨¢jaros, peces y r¨¦ptiles del planeta. Desde que los humanos surgieron en la Tierra, ya han desaparecido la mitad de las plantas. El continente suramericano es uno de los que m¨¢s r¨¢pidamente est¨¢ perdiendo biodiversidad. Est¨¢ en curso la sexta extinci¨®n en masa en la trayectoria del planeta, la primera provocada por los humanos.
Hasta la elecci¨®n de Bolsonaro, Brasil ejerc¨ªa el papel de protagonista en el debate del clima y la biodiversidad en el escenario mundial. Estos son los dos mayores desaf¨ªos de la actualidad, porque afectan a todas las otras ¨¢reas, incluso ¡ªy con fuerza¡ª a la agroindustria. Actualmente, en Katowice, en Polonia, se est¨¢ realizando la COP24. Gracias a las declaraciones de Bolsonaro y Ara¨²jo, Brasil es una mala noticia. Como lo fue a finales de noviembre, durante la Cumbre Mundial de la Biodiversidad.
Cuando acept¨® la invitaci¨®n para ser el futuro ministro de Asuntos Exteriores, Ara¨²jo abri¨® una cuenta en Twitter. Como su jefe, quiere hablar directamente con sus seguidores. Recientemente, escribi¨® un texto en el que defend¨ªa que su nombramiento representar¨ªa un ¡°mandato popular¡± en el ministerio. Sus creencias supuestamente representar¨ªan la voluntad del pueblo en el exterior. Ara¨²jo intenta seguir el mismo camino que su padrino, Olavo de Carvalho. Hablando directamente con sus seguidores y descalificando cualquier mediador, como la prensa, la academia e incluso sus colegas, Ara¨²jo no tiene que probar lo que dice ni confrontar sus afirmaciones con hechos. Habla solo. Pero, para que eso sea leg¨ªtimo, como miembro de un gobierno populista, tiene que convencer al pueblo de que habla por el pueblo. O que el pueblo habla por su boca.
En determinado momento, escribe: ¡°?Y el pueblo brasile?o? ?No se preocupan con lo que el pueblo brasile?o piense de ustedes? ?Saben qui¨¦n es el pueblo brasile?o? ?Lo han visto? ?Han visto a la chica que espera el autob¨²s a las 4h de la ma?ana para ir a trabajar, con miedo a que la atraquen o la violen? ?A la mujer que lleva a su hija enferma en una silla de ruedas precaria, empuj¨¢ndola de hospital en hospital sin conseguir que la atiendan? ?Al chico triste que vende trapos en el sem¨¢foro todo el d¨ªa bajo el sol para conseguir comer? ?A la mujer que pide dinero para comprar medicamentos, pero en realidad es para comprar crack y olvidarse un poco de la vida? ?Al otro chico que cruza la calle con muletas, con una mochila rota en la espalda, en la que ha pegado el adhesivo de Bolsonaro, quiz¨¢ con la esperanza de dar dignidad y sentido a su lucha diaria? ?O al padre de familia que tiene una herida en la pierna que no cicatriza nunca porque tiene que trabajar tres turnos para poder alimentar a sus hijos? Ah¨ª est¨¢ el pueblo brasile?o, no est¨¢ en el New York Times¡±.
Que el ministro de Asuntos Exteriores no crea en el cambio clim¨¢tico no quiere decir que el planeta va a dejar de calentarse y afectar a la vida de millones de personas
Como Ara¨²jo pretende hablar directamente con ¡°el pueblo¡±, pero en una v¨ªa de sentido ¨²nico, donde ¨¦l habla y el pueblo traga, prefiere no explicarle al pueblo que son los m¨¢s pobres los que sufrir¨¢n el mayor impacto de los cambios clim¨¢ticos. Las personas en regiones de baja renta tienen siete veces m¨¢s posibilidades de morir cuando est¨¢n expuestas a riesgos naturales que la poblaci¨®n de regiones de alta renta. Los m¨¢s pobres tambi¨¦n tiene seis veces m¨¢s posibilidades de herirse o de necesitar desplazarse, abandonando sus tierras y casas. Brasil pierde m¨¢s de 6.400 millones de reales (1.650 millones de d¨®lares) al a?o con eventos extremos, como tormentas e inundaciones, provocados por cambios clim¨¢ticos.
La crisis del clima no solo refleja la desigualdad abismal de Brasil, sino que la ampl¨ªa. Estas mismas personas que Ara¨²jo afirma conocer ¡ªy sus cr¨ªticos no¡ª son las que sufrir¨¢n m¨¢s por tener un ministro de Asuntos Exteriores como ¨¦l. Que Ara¨²jo no crea en el cambio clim¨¢tico no quiere decir que el planeta va a dejar de calentarse y afectar a la vida de millones de personas tambi¨¦n en Brasil.
Al final del texto, el ministro se traiciona. Una parte del pueblo, aquella que no concuerda con ¨¦l, no entiende nada. El ministro con ¡°mandato popular¡± le dice al ¡°pueblo¡± que tiene de dejar que los que saben y han estudiado tomen las decisiones: ¡°Si repudias la ¡®ideolog¨ªa del PT¡¯, pero no sabes qu¨¦ es, perdona, pero no est¨¢s capacitado para combatirla y retirarla del Ministerio de Asuntos Exteriores o de donde sea. Al contrario, est¨¢s ayudando a perpetuarla bajo nuevas formas. Si la prioridad es extraer la ideolog¨ªa de dentro del ministerio, ?no te parece conveniente tener a un ministro capaz de entender la ideolog¨ªa que existe dentro del ministerio? ?A alguien que la estudia en los libros desde hace a?os y no simplemente ha escuchado alguna referencia en alg¨²n momento del programa Globo Rep¨®rter?¡±.
Como todo puede ser mucho peor, Brasil no solo tiene un ministro de Asuntos Exteriores desastroso, sino dos. La semana pasada, el presidente electo mand¨® a uno de sus hijos, el diputado Eduardo Bolsonaro, a adular a Donald Trump, el tercer personaje de su trinidad. Como destac¨® Matias Spektor, en el peri¨®dico Folha de S. Paulo: ¡°Su hijo lleg¨® adquiriendo compromisos en una agenda que el Gobierno estadounidense aprecia: Cuba, Jerusal¨¦n, China y Venezuela. No pidi¨® nada a cambio, a parte de la deferencia estadounidense a Bolsonaro. Como Trump no respeta a quien hace concesiones unilaterales, el equipo de Bolsonaro se desvaloriz¨®. (...) Se trata de una creencia irracional que ignora la predilecci¨®n de Trump por arrancar concesiones a sus principales socios a cambio de nada. (...) Los estadounidenses se van a poner las botas¡±.
?C¨®mo pretende la familia Bolsonaro conseguir los mejores acuerdos para Brasil llevando la gorra de quien se sienta al otro lado de la mesa de negociaciones?
Mientras cumpl¨ªa la agenda oficial en Washington, el hijo del presidente electo llevaba una gorra que pon¨ªa ¡°Trump 2020¡±. Quiz¨¢ la mayor¨ªa comprenda lo embarazoso que es que un representante del presidente electo de Brasil lleve una gorra que defienda la reelecci¨®n del actual presidente estadounidense. Es como si Brasil llevara una gorra de Trump 2020. ?C¨®mo espera negociar los intereses del pa¨ªs en buenas condiciones a partir de esta posici¨®n de subordinaci¨®n expl¨ªcita, como si fuera un fan que llevara en la cabeza el nombre de su ¨ªdolo? Su padre no lo hizo mejor durante la visita a Brasil del asesor de Trump, John Bolton. Como si fuera un subordinado, le hizo el saludo militar. Y no fue correspondido.
Pues eso. Los ¡°locos¡± ya est¨¢n bailando en el escenario, no necesitan que nadie les ponga un escenario. Ni siquiera que los aplaudan los sectores que cre¨ªan que ten¨ªan el monopolio de los aplausos. Al bailar, afirman que los hechos son fake news y que la ciencia es fake news. Como est¨¢n en posiciones de poder, y uno de ellos ser¨¢ el pr¨®ximo presidente de Brasil, los peri¨®dicos se ven obligados a reproducir sus discursos y su baile.
Ellos gobernar¨¢n las universidades. Ellos decidir¨¢n la pol¨ªtica cient¨ªfica. Ellos pueden convertir en ley el proyecto Escuela Sin Partido, estableciendo la censura con la excusa de combatir un problema que no existe. Y todo indica que podr¨¢n desmantelar el Sistema ?nico de Salud en aras de la sanidad privada. El destino de la Amazonia y de sus pueblos lo determinar¨¢n los que quieren abrir la selva a la explotaci¨®n.
Cuando muchos se creen el mismo delirio, ?qu¨¦ sucede con la realidad?
Ernesto Ara¨²jo se convirti¨® en el hazmerre¨ªr internacional porque sus afirmaciones son absurdas. No se sostienen cuando se comparan con los hechos. Pero cuando muchos se creen el mismo delirio, ?qu¨¦ sucede con la realidad? Esta pregunta es crucial en este momento. Y un desaf¨ªo para el que tenemos que construir una respuesta. Y r¨¢pido.
Cuando ya no hay una base com¨²n de hechos a partir de la cual se puede hablar, no hay lenguaje posible. Por ejemplo: en las ¨²ltimas d¨¦cadas, religiosos fundamentalistas han defendido que la teor¨ªa de la evoluci¨®n, de Charles Darwin, deber¨ªa ense?arse en las escuelas junto al ¡°creacionismo¡±, creencia seg¨²n la cual todo fue creado por Dios. Seg¨²n ellos, las dos son equivalentes. La cuesti¨®n es que esta afirmaci¨®n equivale a decir que una silla y una naranja son lo mismo. No lo son.
La evoluci¨®n es una teor¨ªa cient¨ªfica, el creacionismo es una creencia religiosa. La primera tuvo que probarse por m¨¦todos cient¨ªficos. Aunque no te la creas, los procesos que la teor¨ªa de la evoluci¨®n describe continuar¨¢n existiendo y actuando. La segunda puedes cre¨¦rtela o no y nunca podr¨¢ probarse por m¨¦todos cient¨ªficos. Las dos no se mezclan ni se comparan. Mezclarlas supondr¨ªa que dej¨¢ramos de comprender una parte de la ciencia que hace que el mundo funcione, y tambi¨¦n supondr¨ªa que la dimensi¨®n m¨ªtica de los textos religiosos se perdiera en lo que tienen de m¨¢s po¨¦tico.
Lo mismo vale para el cambio clim¨¢tico provocado por la acci¨®n humana. No es una cuesti¨®n de creencia o de fe. Est¨¢ demostrado por los mejores cient¨ªficos del mundo. Es tan evidente que la mayor¨ªa ya puede notarlo incluso en una investigaci¨®n emp¨ªrica, en su propia experiencia cotidiana. Aunque el futuro del ministro de Asuntos Exteriores de Brasil crea que el calentamiento global es una ¡°ideolog¨ªa de izquierdas¡±, el planeta no va a dejar de calentarse por su creencia. Solo los ni?os peque?os creen que algo va a dejar de existir si fingen que no existe.
?C¨®mo restablecer el lenguaje para que podamos tener una base m¨ªnima com¨²n a partir de la cual podamos volver a conversar?
Pero al tratar hechos como creencias ¡ªo como ¡°ideolog¨ªa¡±¡ª, tanto Ara¨²jo como el presidente electo pueden impedir que Brasil haga lo que tiene que hacer para reducir las emisiones de CO2, las principales responsables del calentamiento global, al igual que pueden impedir que Brasil tome medidas para adaptarse a lo que vendr¨¢. Tenemos solo 12 a?os para impedir que el planeta se caliente m¨¢s de 1,5 grados cent¨ªgrados. Si sube m¨¢s, los efectos ser¨¢n catastr¨®ficos. Es grave que, de estos 12 a?os, durante por lo menos cuatro Brasil tendr¨¢ en el poder a personas que confunden hechos con creencias. O, para su propio inter¨¦s, afirman que lo que es un hecho es la ¡°ideolog¨ªa¡± de los dem¨¢s.
La segunda pregunta crucial en este momento es: ?c¨®mo restablecer el lenguaje para que podamos tener una base m¨ªnima com¨²n a partir de la cual podamos volver a conversar? Tambi¨¦n tenemos que construir una respuesta. Y r¨¢pido.
La tercera es c¨®mo devolver el significado a las palabras. Por ejemplo: una naranja. De nuevo. T¨² y yo tenemos que concordar en que una naranja es una naranja. Si yo digo que una naranja es una silla, ?c¨®mo vamos a hablar? Podemos discutir qu¨¦ tipo de naranja es mejor, c¨®mo mejorar la producci¨®n de naranjas, de qu¨¦ forma podemos ampliar el acceso de todos al consumo de naranjas, etc. Pero no podemos discutir si una naranja es una silla o una naranja, si no, no avanzaremos en ninguna de las cuestiones importantes sobre la naranja. Todo lo que es relevante, como su valor nutricional y la evidencia de que los m¨¢s pobres no pueden comprar o plantar naranjas, quedar¨¢ bloqueado en un callej¨®n sin salida, al insistir el interlocutor que la naranja es una silla.
No es una cuesti¨®n de opini¨®n que la naranja sea una naranja y no una silla. Tampoco hay hechos alternativos. Hay hechos. No hay una alternativa en que la naranja es una silla. Sin embargo, actualmente, el truco de tratar naranjas como sillas para impedir el debate se utiliza en abundancia.
Mientras llaman comunista a la mitad de la poblaci¨®n brasile?a sin que lo haya sido nunca, los temas que afectan a la vida de las personas se deciden sin la participaci¨®n popular
Si se vac¨ªan las palabras de significado com¨²n, no se puede dialogar. Es lo que sucede con la palabra ¡°comunismo¡±, entre muchas otras. No hay una base m¨ªnima de entendimiento de lo que es comunismo. Por lo tanto, todo lo que a los seguidores de Bolsonaro no les gusta o todo lo que les estimulan a atacar se denomina ¡°comunismo¡±, al igual que a todos los que consideran sus enemigos los llaman ¡°comunistas¡±.
Sin embargo, el significado de comunismo est¨¢ casi totalmente perdido. Y, de esta forma, se bloquea el di¨¢logo, porque para una parte de la sociedad brasile?a la naranja ya se ha convertido en silla. Mientras llaman ¡°comunista¡± a la mitad de la poblaci¨®n brasile?a sin que lo haya sido nunca o lo haya querido ser, los temas que afectan directamente a la vida de las personas se deciden sin debate ni la participaci¨®n popular, como, por ejemplo, la reforma de las pensiones.
Los ¡°locos¡± que hoy bailan en todos los escenarios no est¨¢n tan locos. M¨¢s bien parecen muy listos. Est¨¢ claro que algunos creen que, por ejemplo, la crisis clim¨¢tica es ¡°climatismo¡± o una ¡°ideolog¨ªa de izquierdas¡±, como dice Ara¨²jo. Pero la mayor¨ªa sabe que afirmar eso es casi tan est¨²pido como decir que la Tierra es plana. Y despu¨¦s de alarmar mucho con el tema, pasan a la siguiente etapa del guion. ?Cu¨¢l es?
Mientras los seguidores de Bolsonaro se distraen con el baile de la invasi¨®n extranjera, sus amigos toman la Amazonia
Afirmar que s¨ª, claro que el calentamiento global es un hecho, pero ¡°los pa¨ªses ricos ya han destruido todas sus riquezas naturales y ahora utilizan la crisis clim¨¢tica para manipular a pa¨ªses como Brasil¡±. Solo hace falta seguir las declaraciones recientes de Bolsonaro y de otros de su entorno para constatar que la estrategia que utilizar¨¢n para mantener a sus seguidores ser¨¢ reavivar la falsa acusaci¨®n de que los ind¨ªgenas y las ONG internacionales quieren apropiarse de la Amazonia de Brasil. La mentira de la amenaza a la soberan¨ªa nacional nunca dej¨® de mantenerse activa en la disputa por la Amazonia. Pero, en tiempos de WhatsApp, puede llegar a mucha m¨¢s gente que est¨¦ dispuesta a cre¨¦rsela. Ya ha empezado.
Mientras los brasile?os se distraen con el baile de los ¡°locos¡±, los ruralistas intentan avanzar en su prop¨®sito de abrir las tierras ind¨ªgenas a la explotaci¨®n. Cabe recordar, una vez m¨¢s, que las tierras ind¨ªgenas son del dominio de la Federaci¨®n. Los ind¨ªgenas solo tienen el usufructo exclusivo. Cuando Bolsonaro compara a los ind¨ªgenas en las reservas con ¡°animales en un zoo¡± y dice que los ind¨ªgenas ¡°quieren ser personas como nosotros¡±, quieren poder vender y arrendar las tierras, no est¨¢ siendo solo racista.
Tambi¨¦n est¨¢ manipulando. Sus amigos quieren que las tierras p¨²blicas se conviertan en tierras privadas, que puedan venderse y arrendarse y explotarse. Mientras hacen el baile de la invasi¨®n extranjera, van tomando la selva por dentro. El nacionalismo de los seguidores de Bolsonaro hace el saludo militar no solo a Estados Unidos, sino tambi¨¦n a los grandes terratenientes y a las corporaciones y las empresas mineras transnacionales.
Una parte del entorno de Bolsonaro cree que puede controlar al ni?o mimado y caprichoso. ?De verdad?
En un futuro muy pr¨®ximo veremos qu¨¦ pasa cuando un delirio colectivo, construido a partir de mentiras persistentes presentadas como verdades ¨²nicas, se confronta con la realidad. A veces parece que Bolsonaro cree que todo suceder¨¢ solo porque ¨¦l dice que suceder¨¢. Dice, luego desdice, despu¨¦s dice que se han inventado que dijo lo que dijo. En resumen: dice cualquier cosa y lo opuesto. En algunos sentidos, Bolsonaro parece un ni?o extasiado con el ¨¦xito que tiene en el mundo de los adultos, con sus gorras y los mu?equitos de sus ¨ªdolos. Una parte del entorno de Bolsonaro, que no es tonta, cree que puede controlar al ni?o mimado y caprichoso y convencerlo a actuar seg¨²n sus intereses. Ya lo veremos.
En alg¨²n momento, los seguidores de Bolsonaro descubrir¨¢n que no pueden sentarse en la naranja ni comerse la silla
La confrontaci¨®n de las promesas con el ejercicio del poder ya ha empezado. ?C¨®mo explicar que ser¨¢n m¨¢s de 20 ministerios y no los 15 prometidos? ?O c¨®mo explicar las consecuencias de trasladar la embajada a Jerusal¨¦n, faltando al respeto a socios comerciales importantes, como los ¨¢rabes? ?Como relacionarse con China, gran importador de productos brasile?os, tras hacer el saludo militar a Trump en medio de una guerra comercial entre las dos potencias? ?C¨®mo lidiar con los impactos que todo esto tendr¨¢ en la econom¨ªa y en la vida de los m¨¢s pobres? ?C¨®mo justificar que los ambulatorios podr¨¢n quedarse sin m¨¦dicos porque los cubanos se han ido y los brasile?os no quieren ocupar los lugares m¨¢s dif¨ªciles y con menos infraestructura? ?C¨®mo gestionar un posible aumento de los embarazos en la adolescencia, de los contagios de sida y enfermedades de transmisi¨®n sexual por falta de pol¨ªticas p¨²blicas de prevenci¨®n y educaci¨®n sexual en las escuelas?
La realidad es irreductible. Es entonces cuando los seguidores descubren que no pueden sentarse en la naranja ni comerse la silla. Bolsonaro y sus amigos ya han empezado a vivir esta confrontaci¨®n. Sus seguidores todav¨ªa no lo han entendido. Pero lo entender¨¢n.
La izquierda se mostr¨® incapaz de construir un proyecto capaz de unir a las personas, y eso no es culpa de Bolsonaro
Quien se anima con esa idea, sin embargo, deber¨ªa avergonzarse. Quien sufre primero y sufre m¨¢s en una sociedad desigual son los pobres. Si los ¡°locos¡± est¨¢n bailando en el escenario es tambi¨¦n porque la mayor¨ªa de la poblaci¨®n brasile?a fue excluida del di¨¢logo incluso durante gran parte del per¨ªodo democr¨¢tico e incluso durante gran parte de los gobiernos del PT. Aunque Bolsonaro haya conseguido unir a las personas en torno no a un proyecto, sino a un afecto ¡ªel odio¡ª, su gran n¨²mero de seguidores sinti¨® que formaba parte de algo. Desde 2013, ya hab¨ªa quedado muy claro que la sociedad brasile?a deseaba participar m¨¢s.
Durante parte de su permanencia en el poder, el PT tambi¨¦n invirti¨® m¨¢s en los afectos que en la construcci¨®n de un proyecto con las personas. Par¨® de dialogar, no pens¨® que necesitara m¨¢s las calles y lo expulsaron de ellas en 2013. Despu¨¦s de que el PT se corrompiera en el poder, y no me refiero solo a la corrupci¨®n financiera, la izquierda se mostr¨® incapaz de construir un proyecto capaz de unir a las personas. Y eso no es culpa de Bolsonaro. No sirve de nada acusar al otro de tener un proyecto de destrucci¨®n. Hay que lidiar con las propias ruinas y presentar un proyecto de reconstrucci¨®n y reinvenci¨®n de Brasil que convenza a las personas porque se hace en conjunto con ellas.
La mayor victoria de Bolsonaro es cuando su oponente habla como ¨¦l
Por si alguien todav¨ªa no lo ha entendido: para disputar una idea de Brasil, hay que, primero, tener una idea; segundo, convencer a la mayor¨ªa de los brasile?os de que este es el mejor proyecto para mejorar sus vidas; tercero, intentar volver a bailar en el escenario para recomponer el lenguaje, restablecer la importancia de los hechos y devolver la sustancia a las palabras. No ser¨¢ f¨¢cil.
En estas elecciones, a Brasil lo han deshilachado hasta casi rasgarlo. En algunos puntos, se ha rasgado. Quiz¨¢ el mayor triunfo de Bolsonaro haya sido bloquear cualquier posibilidad de di¨¢logo. Este proceso no lo inici¨® ¨¦l ni es su mayor responsable. Pero, sin bloquear el di¨¢logo, Bolsonaro probablemente no hubiera ganado las elecciones. Hoy, de un lado y del otro, las personas solo saben descalificar y destruir. Los que denuncian a Bolsonaro no han entendido que, al adoptar el mismo vocabulario y la misma sintaxis, solo en sentido contrario, se igualan a ¨¦l. Y le dan la mayor victoria que puede tener. En este sentido, el del odio, Bolsonaro ha unificado al pa¨ªs. Todos odian. No hay complemento en esta gram¨¢tica. Odiar se agota en el propio verbo, pero el sustantivo destruido es el cuerpo de los m¨¢s fr¨¢giles.
Quien quiera resistir a la reducci¨®n de Brasil, en tantos sentidos, tiene que, primero, resistir en el lenguaje. Diferenciarse, tambi¨¦n para poder acoger. La ¨²nica forma de volver a conversar es volviendo a conversar. Aunque para eso tengamos que hablar sobre naranjas y sillas.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes ¨C o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos, y de la novela Uma Duas. Sitio web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum/ Facebook: @brumelianebrum
Traducci¨®n: Meritxell Almarza
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