Los datos que definen el 2018 en Colombia
El pa¨ªs es m¨¢s abierto y plural que nunca, pero la fragmentaci¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n dificulta la consecuci¨®n de consensos
?Puede un pu?ado de cifras resumir un a?o pol¨ªtico tan complejo, din¨¢mico y accidentado como el que estos d¨ªas toca a su fin en Colombia? ?Puede hacerlo con precisi¨®n y veracidad? Aunque los datos por s¨ª mismos no mientan, s¨ª se puede mentir con datos. O, m¨¢s bien, se puede editar la verdad: se puede mostrar una parte conveniente, disimulando otra m¨¢s inc¨®moda para quien decide qu¨¦ n¨²meros da y cu¨¢les preferir¨ªa ocultar. Sin embargo, si algo nos deja 2018 es la confirmaci¨®n de que el debate en el pa¨ªs es hoy m¨¢s plural y variado que nunca, abriendo la posibilidad a que los datos se crucen como cartas sobre la mesa.
As¨ª, por ejemplo, a Iv¨¢n Duque le gustar¨ªa probablemente que se recordasen esos 10.398.689 votantes que otorgaron su confianza al que ahora es Presidente de la Rep¨²blica. Un 54% que correspond¨ªa con esa mitad aproximada del pa¨ªs que aprobaba su gesti¨®n en las primeras semanas de ejercicio. Mucho menos agradar¨¢ al mandatario, sin embargo, que quede en la memoria lo que probablemente permanecer¨¢: a cierre de a?o, seg¨²n la mayor¨ªa de encuestadoras, hab¨ªa perdido aproximadamente la mitad de esa mitad. Es decir, solo uno de cada tres o uno de cada cuatro colombianos (seg¨²n el sondeo consultado) segu¨ªan a su lado.
Para buscar a los que se han ido debemos fijarnos en que las cr¨ªticas a Duque han venido no solo del bloque de oposici¨®n, sino de otras instancias de la derecha, demostrando que el ala m¨¢s populosa de la pol¨ªtica colombiana est¨¢ m¨¢s dividida de lo que parec¨ªa a la luz de los buenos resultados electorales del candidato del Centro Democr¨¢tico. Los cuatro millones de votos representados en el Congreso por el antiguo espacio liberal y Cambio Radical, que nunca se alinearon completamente con el Gobierno, cuentan tanto como los otros cuatro del PSUN y los viejos Conservadores, quienes a pesar de formar parte de la coalici¨®n de la Casa de Nari?o sobre el papel, cuentan con l¨ªderes que mantienen reservas respecto a un presidente que de momento no ha hecho sino perder porciones de la opini¨®n p¨²blica.
En el otro lado, entre los que nunca estuvieron con ¨¦l, la oposici¨®n se revela en sus n¨²meros como particularmente rica y variada. El dato de referencia aqu¨ª para muchos es la impresionante votaci¨®n obtenida por Gustavo Petro en segunda vuelta: 8.040.449. ¡°Impresionante¡± porque es la primera vez en la historia del pa¨ªs que un dirigente de izquierda logra semejante respaldo, de m¨¢s del 41% del electorado. Ello, sumado a que Sergio Fajardo se coloc¨® a solo 200.000 sufragios de quedar segundo en la primera vuelta, denotan la fuerza del espacio ideol¨®gico que solo puede denominarse como progresista en sus m¨²ltiples matices.
Tenemos as¨ª dos bloques amplios atravesados por divisiones internas, con dos polos extremos de atenci¨®n en las figuras de Gustavo Petro y de ?lvaro Uribe. Curiosamente, ambos cuentan con id¨¦ntico nivel de aprobaci¨®n: 41%. Entre ambos, el variado abanico antes descrito, que dibuja el que probablemente es el escenario pol¨ªtico m¨¢s abierto de la historia de la Rep¨²blica de Colombia.
A la ventaja obvia de esta apertura (m¨¢s posibilidades de sentirse representado en una u otra opci¨®n ideol¨®gica) se suma el inconveniente de articular mayor¨ªas para dar soluci¨®n a problemas compartidos. Empezando por aquel que suma m¨¢s voluntades. En concreto, 11.674.951. Estos fueron los ciudadanos que participaron en la consulta anticorrupci¨®n de agosto, impulsada por Claudia L¨®pez y Ang¨¦lica Lozano. M¨¢s que el voto total al candidato alternativo (Petro) o incluso m¨¢s que al actual presidente, quien respald¨® la consulta inicialmente para luego poner la actividad legislativa contra la corrupci¨®n en segundo plano.
Cuando un problema compartido se enfrenta a una din¨¢mica pol¨ªtica fragmentada tiene lugar la inevitable paradoja de las democracias plurales: la b¨²squeda de consensos viables en entornos de conflictos e incentivos inevitablemente cruzados. El presidente, por ejemplo, decidi¨® priorizar un cambio en los formatos de recaudo del Estado sobre todas las dem¨¢s necesidades de cambio estructural que de un lado y otro se se?alaban para Colombia. Pag¨® un precio, sin duda: de ello es prueba la alt¨ªsima desaprobaci¨®n (entorno del 82%) del ministro m¨¢s conocido del gabinete, Alberto Carrasquilla, as¨ª como de la primera versi¨®n de la propuesta misma de reforma fiscal, criticada desde dentro y fuera del partido del propio jefe del Estado.
Tambi¨¦n mantuvo Duque la pol¨ªtica de apertura hacia los inmigrantes venezolanos, que superaban con creces el mill¨®n en Colombia y manten¨ªan su tendencia ascendente. Es esta una decisi¨®n que a¨²n no le ha costado nada pol¨ªticamente, pero que podr¨ªa pasarle factura pronto: entre octubre y diciembre de este a?o, el porcentaje de colombianos que ten¨ªa una opini¨®n desfavorable de sus vecinos migrantes subi¨® del 52% al 61% seg¨²n Gallup. La xenofobia podr¨ªa aprovechar esa grieta y apalancarse en la citada divisi¨®n de la derecha para identificar un espacio de crecimiento en un pa¨ªs que, hasta ahora, se ha mantenido en el lado solidario de la historia.
A los retos de la corrupci¨®n, la fiscalidad y las consecuencias de la crisis venezolana se suma la gesti¨®n del proceso de paz. Incluso este punto, que hace dos a?os parec¨ªa dividir a Colombia en dos bloques diferenciados de m¨¢s o menos id¨¦ntico tama?o, ha adquirido cierto tono caracter¨ªstico de matiz y pluralidad. Lo ha hecho sobre todo en el coraz¨®n de los ganadores tanto del plebiscito sobre los acuerdos de 2016 como de las presidenciales. Iv¨¢n Duque no ha ¡°hecho trizas¡± el acuerdo como algunos le demandaban, pero la implementaci¨®n es desigual y accidentada. Muchas aristas podr¨ªan citarse para definir los nuevos contornos del conflicto en Colombia, pero la que se resume m¨¢s r¨¢pidamente en datos es la siguiente: 120 l¨ªderes asesinados en los territorios en los primeros tres meses a contar desde la toma de posesi¨®n de Duque seg¨²n cuentas de Indepaz, continuando con una tendencia que se inici¨® a la firma de los propios acuerdos, y que ni el anterior ejecutivo ni este ha encontrado c¨®mo resolver. Todo ello enmarcado, adem¨¢s, en estimaciones (como la elaborada por la Fundaci¨®n Ideas para la Paz) que esperan el primer aumento en la tasa de homicidios del pa¨ªs tras siete a?os de descenso. Aunque, y esto es fundamental, este repunte global esconde realidades territoriales muy diferentes, con aumentos concentrados en zonas como el norte de Antioquia, C¨®rdoba o la mitad sur de Nari?o.
Ser¨ªa en cualquier caso injusto quedarnos con una imagen en exceso negativa del a?o. La propia consolidaci¨®n de la apertura pluralista, la oferta de opiniones de cualquier tinte ideol¨®gico, puede ser considerada como una buena noticia en s¨ª misma. As¨ª, a pesar de que una inmensa mayor¨ªa de los habitantes del pa¨ªs (72% para Gallup) piensan que las cosas est¨¢n empeorando, la verdad es que Colombia cierra 2018 como una rep¨²blica m¨¢s abierta. Quiz¨¢s le queden muchos problemas por resolver, como a cualquier pa¨ªs del mundo. Pero es posible que ahora est¨¦ mejor equipado para buscar sus propias soluciones.
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