Make Europe ¡®great¡¯ again
Los partidos nacionalistas y de ultraderecha podr¨ªan sumar 160 esca?os en las europeas, seg¨²n el Instituto Jacques Delors
Su eurofobia ha mutado en un deseo de asaltar Europa para gobernarla y transformarla. Los movimientos nacional-populistas de extrema derecha ya no quieren salirse de la Uni¨®n Europea. En su lugar, aspiran a unirse en un bloque que revolucione los valores fundacionales de la misma. Su estrategia de cara a las elecciones al Parlamento Europeo del pr¨®ximo mayo: movilizar el voto contra la inmigraci¨®n, la deslocalizaci¨®n industrial, la interferencia de Bruselas y cambios sociales como el matrimonio gay. La primera alianza la sellaron esta semana Italia y Polonia, cuyos gobiernos est¨¢n en manos de partidos ultraconservadores y antisistema. Para Matteo Salvini, el l¨ªder xen¨®fobo italiano, se trata de una primavera europea?que pretende, seg¨²n cuenta Michael Broniatowski en Politico, devolver a los europeos su identidad y orgullo perdidos. El Make America great again de Trump en versi¨®n europea. El h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n, el Trump europeo por antonomasia, ya ha ofrecido todo su apoyo al acuerdo, como se?ala Valerie Hopkins en el Financial Times.
Con la salida de miembros del Partido Conservador brit¨¢nico y los nacionalistas del UKIP, los partidos de ultraderecha se afanan en llegar a acuerdos para asegurarse de que mantienen o incluso ampl¨ªan su influencia en la C¨¢mara, donde est¨¢n divididos en tres grupos pol¨ªticos. Seg¨²n el ¨²ltimo informe del Instituto Jacques Delors sobre la composici¨®n del futuro Parlamento, los partidos nacionalistas y de ultraderecha podr¨ªan sumar 160 esca?os y pisarle los talones al segundo bloque, el de los socialdem¨®cratas. Podr¨ªan incluso adelantarlo si se a?aden los esca?os de otros partidos nacional-populistas como el del h¨²ngaro Orb¨¢n, que sigue perteneciendo al Grupo del Partido Popular, la primera familia pol¨ªtica del hemiciclo ahora dividida por las profundas diferencias sobre la inmigraci¨®n entre Angela Merkel y el l¨ªder h¨²ngaro y en la que no hay una mayor¨ªa para expulsar a este ¨²ltimo del grupo. En el citado estudio, dirigido por Pascal Lamy, estrecho colaborador de Delors cuando fue presidente de la Comisi¨®n Europea, se identifican no obstante varias dificultades para que los partidos de la extrema derecha, antisistema y nacionalistas act¨²en como un solo bloque. Y apunta m¨¢s diferencias que similitudes entre ellos. Las principales: las desiguales relaciones con la Rusia de Putin de los partidos del antiguo bloque sovi¨¦tico y la gesti¨®n de las pol¨ªticas antinmigraci¨®n.
En la ¨²ltima edici¨®n de The New Yorker, Elisabeth Zerofsky escribe un inquietante perfil sobre Orb¨¢n, uno de los l¨ªderes indiscutibles de esa nueva Europa que desaf¨ªa los principios fundacionales de la UE con su discurso autoritario, nacionalista, intolerante y racista. El Parlamento Europeo le abri¨® en septiembre un expediente disciplinario por violar la normativa europea y no respetar el Estado de Derecho, adem¨¢s de estar investigado por varios casos de corrupci¨®n. En la sesi¨®n en la que esta se vot¨®, que dur¨® casi tres horas durante las que fue mayoritariamente apaleado pero tambi¨¦n aplaudido, se le vio disfrutar. Una vez consolidado su poder en Hungr¨ªa, con su partido Fidesz en el Gobierno por tercer mandato consecutivo y la oligarqu¨ªa rendida a sus pies, Orb¨¢n quiere ahora expandir sus ideas al resto de Europa. La salida de Merkel de la vida pol¨ªtica refuerza su deseo de convertirse en la alternativa a la canciller como l¨ªder europeo e intentar imponer su muy distinta visi¨®n de Europa.
Zerofsky habla del origen humilde de Orb¨¢n y de su experiencia como alumno brillante en la Hungr¨ªa comunista de Janos K¨¢dar, que permiti¨® una cierta apertura en la sociedad civil con su comunismo gulash. Su activismo pol¨ªtico se remonta a mediados de los a?os ochenta cuando con 21 a?os fund¨® el embri¨®n de lo que ahora es Fidesz, con la ayuda del financiero George Soros, su hoy enemigo ac¨¦rrimo. Pero entonces Orb¨¢n defend¨ªa las ideas liberales que ahora desprecia. Una humillante derrota electoral en 1994 fue el inicio de su transformaci¨®n. Necesitaba crear una red de medios afines y establecer relaciones con un grupo de potentados empresarios que le apoyaran. La agitaci¨®n del sentimiento nacionalista hizo el resto y Orb¨¢n gan¨® las elecciones en 1998, cuando ten¨ªa s¨®lo 35 a?os. Pas¨® despu¨¦s a la oposici¨®n y tras ocho a?os de Gobiernos de centroizquierda y una severa crisis econ¨®mica, recuper¨® el poder en 2010 para ya nunca m¨¢s perderlo, hasta ahora. Las reformas de la Constituci¨®n y de la Ley Electoral aprobadas en la primera legislatura le ayudan a perpetuarse en el mismo.
Uno de los mayores defensores del l¨ªder h¨²ngaro es Steve Bannon, ide¨®logo y estratega de la campa?a presidencial de Donald Trump. Bannon, que abandon¨® el Ala Oeste de la Casa Blanca hace exactamente un a?o, desembarc¨® al poco tiempo en Europa con una misi¨®n: ayudar a los grupos pol¨ªticos que como el partido Fidesz de Orb¨¢n o la Liga de Salvini apuestan por una Europa m¨¢s autoritaria, proteccionista, cerrada y preferiblemente antislamista. Para Bannon, Orb¨¢n es ¡°Trump antes que Trump¡±. Su fundaci¨®n The Movement les ofrece apoyo financiero y log¨ªstico, sobre todo en redes sociales y en la elaboraci¨®n de encuestas. Aunque de los 13 pa¨ªses de la UE, incluida Espa?a, en los que quiere influir su organizaci¨®n solo puede hacerlo en cuatro: Italia, Holanda, Dinamarca y Suecia. En los dem¨¢s, las respectivas leyes electorales proh¨ªben las contribuciones de organizaciones extranjeras a los partidos, como explican en The Guardian Jennifer Rankin y Paul Lewis.
Esta corriente neoconservadora que recorre el continente cobra distintas formas. Algunas inesperadas. El movimiento antisistema de los chalecos amarillos que ha puesto a la Francia de Macron contra las cuerdas desde diciembre se ha visto infiltrado por sus ideas. Concretamente, el rechazo al matrimonio gay que fue aprobada por el anterior Gobierno de Fran?ois Hollande y que provoc¨® manifestaciones masivas en Francia durante m¨¢s de un a?o. En la consulta online abierta por su ¨®rgano ejecutivo desde el 15 de diciembre hasta el pasado 4 de enero para que los ciudadanos hicieran sus propuestas sobre los temas a negociar con el Gobierno, la anulaci¨®n del matrimonio gay ha acabado parad¨®jicamente encabezando la lista de proposiciones, cuentan L¨¦a Sanchez y Lucas Baudin en Le Monde.
Como se?alan, los resultados obtenidos no se pueden considerar representativos de las aspiraciones de los manifestantes. En la consulta participaron 31.000 personas, un n¨²mero escaso frente a los 310.000 que forman parte del grupo m¨¢s activo de los chalecos amarillos en Facebook. Pero no deja de poner en evidencia la capacidad de movilizaci¨®n que mantienen los opositores al matrimonio homosexual y revela el car¨¢cter profundamente conservador de una parte importante de la ciudadan¨ªa francesa, que puede sintonizar f¨¢cilmente con esa idea de Europa tradicional que se siente amenazada por algunas de las reformas en los derechos sociales y de igualdad de g¨¦nero aprobadas en los ¨²ltimos a?os.
Al otro lado del Atl¨¢ntico, el antiguo jefe de Bannon mantiene su chantaje al Estado con un cierre de la Administraci¨®n que este viernes se prolongaba ya 20 d¨ªas y afecta a 800.000 trabajadores federales. Como analiza Jennifer Rubin en The Washington Post, Trump, acostumbrado a salirse con la suya, se ha encontrado con una fenomenal adversaria.
M¨¢s lista, m¨¢s dura y mucho m¨¢s h¨¢bil negociando, Nancy Pelosi, la presidenta de la C¨¢mara de Representantes donde el partido Dem¨®crata tiene ahora la mayor¨ªa, conoce la palabra m¨¢gica para ganar a Trump: ¡°No¡±. Y se atreve a enfrentarle a sus contradicciones: declarar que hay una emergencia en la frontera con M¨¦xico para justificar la construcciones del muro, cuya financiaci¨®n debe aprobar el Congreso, y tener a los trabajadores p¨²blicos que deben controlar la misma en casa y sin cobrar, es un sinsentido. Un desaf¨ªo verbal al que Trump no est¨¢ acostumbrado y que le ha hecho perder los papeles esta semana. El presidente abandon¨® la ¨²ltima reuni¨®n con los congresistas dem¨®cratas dando un pu?etazo en la mesa y dej¨¢ndoles con la palabra en la boca. En un duro editorial contra el presidente, el Financial Times le aconseja ¡°bajarse del muro¡±: a pesar de que en el pasado ha habido pulsos entre el Gobierno y el Congreso que han provocado el cierre de la Administraci¨®n, jam¨¢s un presidente hab¨ªa amenazado con el cierre indefinido ni coqueteado con la posible declaraci¨®n de un estado de emergencia para intentar salirse con la suya.
Frente a los malos modos de Trump, el humor de reci¨¦n elegida congresista Alexandria Ocasio-Cortez. La publicaci¨®n en las redes sociales de un v¨ªdeo en el que se le ve¨ªa bailando en su ¨¦poca universitaria y que ten¨ªa la intenci¨®n de burlarse de ella, ha tenido el efecto contrario. Ocasio-Cortez?replic¨® al mismo con otro v¨ªdeo en el que aparece bailando en los pasillos del Congreso a ritmo del tema cl¨¢sico de la Motown War que alcanz¨® enseguida los 20 millones de visitas y que ha disparado la popularidad de la congresista dem¨®crata, de 29 a?os. Tiffany May, del New York Times, analiza el fen¨®meno AOC, como se la conoce a la joven congresista de origen puertorrique?o cuya mete¨®rica carrera fascina e irrita a partes iguales.
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