Pulso sindical al fr¨¢gil Gobierno de T¨²nez
El sindicato UGTT se ha convertido en el principal opositor al Ejecutivo en un contexto de grave crisis pol¨ªtica y social
La plaza de Barcelona, principal nodo que une las diversas l¨ªneas de transporte p¨²blico de la capital tunecina, ofrec¨ªa la ma?ana de este jueves una imagen fantasmag¨®rica. No se divisaba ning¨²n tren de cercan¨ªas, ni tranv¨ªa o autob¨²s. Tampoco el habitual trasiego ciudadano. A pesar de las promesas del Gobierno, no hubo servicios m¨ªnimos, lo que provoc¨® que los efectos de la huelga de funcionarios se dejaran sentir m¨¢s all¨¢ del nutrido sector p¨²blico. La jornada, que transcurri¨® sin ning¨²n atisbo de violencia, representa una victoria del poderoso sindicato UGTT en su pulso con un Ejecutivo fr¨¢gil, asediado por una crisis social y pol¨ªtica.
Por la ma?ana, varios miles de sindicalistas se concentraron ante la sede de la UGTT, situada en el centro de la capital. All¨ª, su secretario general, Nureddin Tabubi, les dirigi¨® una arenga en la que carg¨® duramente contra el Gobierno, al que acus¨® de ¡°echar a perder los logros sociales conseguidos por el pueblo¡±. En la ra¨ªz del conflicto, el porcentaje de la subida salarial de los funcionarios para los pr¨®ximos dos a?os. ¡°No pedimos un aumento de sueldo, ?sino recuperar el poder adquisitivo perdido!¡±, proclam¨® Tabubi entre los aplausos y v¨ªtores de los asistentes, que llenaban a rebosar la plaza Mohamed Ali.
¡°Desde el 2012, cada a?o hemos ido perdiendo poder adquisitivo. Las subidas de nuestros sueldos han sido irrisorias, siempre muy por debajo de la inflaci¨®n¡±, se queja Emna, una profesora universitaria de 45 a?os. ¡°Antes, con un sueldo de maestra se pod¨ªa vivir dignamente. Ahora ya no¡±, tercia Meriem, que ejerce en una escuela de primaria de la capital. El sueldo de un maestro oscila entre los 900 y los 1.300 dinares (entre 265 y 380 euros). Desde 2016, una escalada progresiva de la inflaci¨®n, proporcional a la devaluaci¨®n del dinar tunecino, ha situado la tasa anual cerca del 8%.
La noche anterior, el primer ministro, Yousef Chahed, se dirigi¨® a la naci¨®n en un discurso televisado para explicar la posici¨®n del Gobierno. ¡°Si los aumentos no van acompa?ados de un crecimiento econ¨®mico ¡ no tendr¨¢n un impacto real sobre los ciudadanos, sino que traer¨¢n m¨¢s inflaci¨®n y un mayor endeudamiento¡±, argument¨® el premier. El conflicto laboral llega en un contexto de crisis social y pol¨ªtica, despu¨¦s de que en las ¨²ltimas semanas se registraran protestas por parte de j¨®venes desempleados en las regiones m¨¢s pobres del pa¨ªs, que apenas han visto mejoras en su situaci¨®n tras la ca¨ªda de la dictadura de Ben Al¨ª.
El FMI, en la picota
El margen de maniobra de Chahed es muy limitado. Despu¨¦s de ignorar varias veces el incumplimiento de los objetivos anuales de d¨¦ficit p¨²blico, el FMI ha endurecido sus exigencias para 2019. Seg¨²n el Fondo, que otorg¨® a T¨²nez un pr¨¦stamo por casi 2.500 millones de euros en 2016, el pa¨ªs debe reducir la carga que supone la masa salarial del funcionariado, una de las m¨¢s elevadas del mundo en t¨¦rminos relativos. No en vano, casi una cuarta parte de la mano de obra empleada est¨¢ a sueldo del Estado.
De los discursos de los l¨ªderes sindicales y los c¨¢nticos de los militantes emana una ret¨®rica nacionalista que acusa al Gobierno de ¡°vender la soberan¨ªa nacional¡±. ¡°Dimisi¨®n, dimisi¨®n del gobierno de los agentes [del extranjero]!¡±, fue uno de los esl¨®ganes m¨¢s repetidos por parte de los manifestantes, que recorrieron la c¨¦ntrica Avenida Bourguiba en direcci¨®n hacia el Ministerio del Interior. En varios carteles, fotograf¨ªas de Christine Lagarde, la directora del FMI, marcadas con una cruz roja.
La polic¨ªa les permiti¨® el acceso a las inmediaciones del edificio, pero form¨® un cord¨®n de seguridad a su alrededor, una l¨ªnea roja que fue estrictamente respetada por los sindicalistas. Nadie quer¨ªa un drama en el mismo escenario que vio algunas de las peores escenas de violencia durante la Revoluci¨®n de 2011. Esta ha sido la huelga m¨¢s masiva desde 2013.
?De sindicato a partido pol¨ªtico?
Aunque la UGTT se pas¨® meses pidiendo la dimisi¨®n en bloque del Gobierno, sus responsables dicen conformarse ahora con un cambio de rumbo en la pol¨ªtica econ¨®mica. ¡°La gente est¨¢ harta de unas pol¨ªticas que perjudican a las clases populares, ha perdido la confianza no solo en este Gobierno, sino en toda la clase pol¨ªtica¡±, sostiene Samir Shaafi, vicesecretario general, en plena manifestaci¨®n.
¡°Por eso, estamos estudiando participar de alguna manera en las pr¨®ximas elecciones, ya sea con listas propias o pidiendo el voto para alguna lista concreta. Todas las opciones est¨¢n sobre la mesa¡±, asegura, abriendo la puerta a una decisi¨®n que ser¨ªa hist¨®rica. Si bien la UGTT ha aunado el papel pol¨ªtico y el sindical desde su fundaci¨®n, en plena lucha por la independencia, nunca hasta ahora ha participado en una contienda electoral.
El bullicio alrededor del Ministerio del Interior contrastaba con un in¨¦dito silencio en el cercano mercado central. Nabil cerraba su tienda de quesos antes de lo habitual. ¡°No hay clientes por la huelga¡±, dice con una mueca de resignaci¨®n. ¡°Esto nos va a costar caro a todos ¡ Y yo no estoy ni con los unos, ni los otros. Todos son unos ladrones que solo buscan su inter¨¦s¡±, espeta el tendero. Su opini¨®n no es una excepci¨®n. Mientras un sector de la sociedad tunecina considera que la UGTT representa los intereses de las clases populares, y no solo de sus militantes, otro cree que forma parte del mismo establishment que los partidos pol¨ªticos, y por tanto, es tambi¨¦n responsable de la crisis actual.
Seg¨²n fuentes de la UGTT, la huelga fue un ¨¦xito y registr¨® un seguimiento del 90%. La satisfacci¨®n se reflejaba en los rostros de sus dirigentes, conscientes de que disponen de buenas cartas en el ¨®rdago lanzado al Gobierno. Tras el reciente cisma entre presidente y primer ministro, y la apertura de un proceso judicial sobre la infiltraci¨®n en el aparato de seguridad que podr¨ªa salpicar a los islamistas de Ennahda, el Ejecutivo parece debilitado. El pr¨®ximo s¨¢bado la direcci¨®n del sindicato se reunir¨¢ para decidir qu¨¦ medidas "de escalada" adoptar. La ¨²nica transici¨®n a¨²n en curso nacida de las primaveras ¨¢rabes no est¨¢ libre de fuertes turbulencias, sobre todo en un a?o marcado por los comicios legislativos y presidenciales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.