Cerca de 30 personas por cada soldado
Los refuerzos para los 25 militares que detectaron la toma ilegal, que ninguna autoridad aclara cu¨¢ndo comenzaron a llegar, no pudieron contener a la avalancha de gente
En Tlahuelilpan todav¨ªa se respira la tragedia. El campo en el que explot¨® una toma clandestina de combustible y donde han muerto al menos 85 personas a¨²n huele a gasolina. El olor marea, adormece, nubla la mente. Un mar de peritos, brigadas de b¨²squeda, polic¨ªas federales y estatales, soldados y familiares desesperados inunda el sitio del desastre y dejan un rastro de enojo y dudas que no han logrado disiparse. Los habitantes de esta peque?a comunidad, a unos 100 kil¨®metros de Ciudad de M¨¦xico, a¨²n intentan entender c¨®mo la necesidad ha costado la vida a sus vecinos, a sus amigos y a sus hijos; qu¨¦ fue lo que sali¨® mal, y si las autoridades hicieron todo lo que pudieron.
Los 400 militares que fueron desplegados tras la explosi¨®n pertenecen a la zona militar 18 y est¨¢n adscritos a la primera regi¨®n del Ej¨¦rcito. Su cuartel est¨¢ en Pachuca, la capital de Hidalgo (a unos 80 kil¨®metros del siniestro) y habr¨ªan tardado, seg¨²n el GPS, poco m¨¢s de una hora en llegar. Los primeros agentes de la Polic¨ªa Federal llegaron de la estaci¨®n de Tula de Allende (a media hora en coche) y de Pachuca (a una hora en auto). Otros llegaron desde Iztapalapa, en el oriente de Ciudad de M¨¦xico (a una hora y media de trayecto). En total fueron 120 agentes federales desplegados y una cifra similar de polic¨ªas estatales. Ninguna autoridad ha aclarado cu¨¢ndo recibieron la orden de ir a reforzar la zona. Entre el patrullaje de los soldados que identificaron la fuga y la explosi¨®n de la toma clandestina pasaron poco menos de cinco horas, seg¨²n las mismas autoridades. En una rueda de prensa, el presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, ha dicho este s¨¢bado que aunque hubieran llegado m¨¢s refuerzos, la situaci¨®n no hubiera cambiado sustancialmente.
Todo comenz¨® con un rumor que se esparci¨® la tarde del viernes pasado. Se hab¨ªa abierto un boquete en uno de los tramos del ducto Tuxpan-Tula y, en medio de la escasez de combustible que ha azotado al pa¨ªs en las ¨²ltimas semanas, tambi¨¦n se hab¨ªa abierto una oportunidad para recoger 100, 200 o 500 pesos (entre 5 y 25 d¨®lares) de gasolina. En Tlahuelilpan, donde seis de cada 10 habitantes son pobres seg¨²n datos oficiales, ahorrarse el pago despu¨¦s de cargar en una gasolinera significa tener dinero para comer en los pr¨®ximos dos o tres d¨ªas. ¡°La gente sali¨® corriendo con cubetas, botellas y garrafones (bidones), mi hijo lleg¨® como a las cuatro de la tarde porque le hab¨ªan dicho que hab¨ªa una fuga y que era como si se hubiera un manantial de gasolina¡±, cuenta Guadalupe S¨¢nchez, un campesino de 46 a?os que gana un jornal de 100 pesos diarios: ¡°Es peligroso, pero la necesidad es muy cabrona¡±.
Alrededor de las dos de la tarde, un grupo de unos 25 militares identific¨® la toma clandestina durante un patrullaje, como parte del operativo del Gobierno mexicano contra el huachicoleo (el robo de combustible). El protocolo, dicen los soldados desplegados en el terreno, dicta que tienen que informar de cualquier anomal¨ªa a personal de Petr¨®leos Mexicanos (Pemex) para atender todas las cuestiones t¨¦cnicas como la reparaci¨®n del tubo, por ejemplo. En el operativo hay unidades de la Marina, el Ej¨¦rcito y la Polic¨ªa Federal, pero el procedimiento es el mismo para todos: tras el reporte a Pemex, tienen que formar un cerco de seguridad. ¡°As¨ª haya cinco o 100 agentes, lo primero es intentar formar un per¨ªmetro y, en dado caso, solicitar refuerzos¡±, afirma ?scar, un polic¨ªa federal que pide omitir su apellido.
Pero hab¨ªan llegado demasiados. Hab¨ªa entre 600 y 800 personas que quer¨ªan llevarse a casa su raci¨®n de combustible, seg¨²n cifras oficiales. El diagn¨®stico de las autoridades y los testigos consultados es el mismo: no pod¨ªan controlarlos, en un punto hab¨ªa 32 personas por cada soldado. ¡°Cuando est¨¢s en una situaci¨®n as¨ª, tienes que pensar en salvaguardar la seguridad de tu gente, si no puedes contenerlos, no tienes otra opci¨®n que replegarte¡±, dice un comandante de la Polic¨ªa Federal que pide el anonimato. ¡°S¨¦ que existe esta pol¨¦mica de por qu¨¦ el Ej¨¦rcito no enfrent¨® a la poblaci¨®n¡±, ha admitido L¨®pez Obrador en una rueda de prensa, aunque ha dicho que ¡°est¨¢ de acuerdo con la actuaci¨®n del Ej¨¦rcito¡±. ¡°No pod¨ªamos reprimir, era muy riesgoso¡±, ha agregado.
Hay muchas versiones de lo que pas¨® entre las cinco de la tarde y las siete de la noche. ¡°Pedimos permiso a los soldados para tomar un poco de combustible y ellos nos dejaron¡±, asegura Viveros, una mujer de 30 a?os que solo revela su apellido: ¡°Esto es com¨²n por aqu¨ª, no es la primera vez que lo hacemos¡±. En Tlahuelilpan se han identificado 10 tomas clandestinas en los ¨²ltimos tres meses y el Estado de Hidalgo, al que pertenece, es la segunda entidad de M¨¦xico con m¨¢s tomas clandestinas en el ducto Tuxpan-Tula. ¡°Los soldados se quedaron parados sin hacer nada, en una fila, solo nos pidieron que apag¨¢ramos nuestros tel¨¦fonos para que no ardiera nada¡±, dice Mart¨ªnez, otra testigo de 34 a?os, mientras se?ala el estrecho camino que pasa justo al lado del ducto. ¡°Dejaron pasar mucho tiempo¡±, zanja Eustaquio Gudi?o, un vecino de 67 a?os. ¡°La gente estaba terca, los soldados les insist¨ªan que se retiraran, que se fueran, no les hicieron caso¡±, difiere S¨¢nchez.
Las tensiones entre los testigos, los familiares de las v¨ªctimas y el Ej¨¦rcito, la primera corporaci¨®n que se present¨®, son evidentes. Hay desconfianza porque las autoridades ampl¨ªan el cerco y no les dejan ir a buscar entre los restos de los fallecidos. Hay reclamos porque ¡°no hicieron nada¡±, porque ¡°no lo pudieron evitar¡± o porque la respuesta ¡°lleg¨® demasiado tarde¡±. Hay tambi¨¦n algunos mea culpas entre los pobladores que admiten que estaban fuera de control. Hace seis d¨ªas, los pobladores de Santa Ana Ahuehuepan, otra comunidad de Hidalgo en la que aflora el robo de combustible, liberaron a tres soldados que hab¨ªan secuestrado tras un operativo contra el huachicoleo. Las fricciones no son nuevas ni exclusivas de Tlahuelilpan.
El relato oficial de la explosi¨®n se engloba en un accidente que sali¨® mal. Uno de los primeros indicios que investiga la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica es que la chispa haya provenido del roce de la ropa de los presentes, pero a¨²n no hay resultados concluyentes. En las pesquisas se revelado que otra toma clandestina en Tlahuelilpan se incendi¨® el pasado 18 de diciembre. El fuego tard¨® 12 horas en apagarse. ?Pudo haber sido un accidente de menores consecuencias como el pasado? Un teniente, un sargento y varios soldados rasos consultados no lo saben. ¡°Solo seguimos ¨®rdenes¡±, repiten, apegados al hermetismo de la disciplina castrense. En el centro de la pol¨¦mica sobre la actuaci¨®n del Ej¨¦rcito y de la ¨²ltima tragedia que ha enlutado a M¨¦xico a¨²n quedan muchas preguntas por responderse.
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