Macron retoma impulso tras la crisis de los ¡®chalecos amarillos¡¯
El partido del presidente franc¨¦s vuelve a ser favorito para las elecciones europeas de mayo
De la par¨¢lisis al contragolpe. Emmanuel Macron ocupa de nuevo la escena, ante el desconcierto de sus rivales. No ha salido del todo del hoyo, pero ha frenado la ca¨ªda despu¨¦s de verse desbordado por la revuelta de los 'chalecos amarillos'. Las medidas econ¨®micas adoptadas en diciembre no apagaron la c¨®lera, pero la amortiguaron. En el marco del gran debate nacional, organizado para salir de la crisis, el presidente franc¨¦s multiplica sus salidas del Palacio del El¨ªseo. ¡°Yo no tengo la soluci¨®n revelada¡±, admiti¨® esta semana, durante una reuni¨®n de seis horas con alcaldes y ciudadanos de los barrios perif¨¦ricos de Par¨ªs.
En Francia, donde este neologismo de origen espa?ol es de uso corriente desde que hace dos a?os el Bar?a super¨® un abultado resultado adverso contra el Paris Saint-Germain, algunos hablan de la ¡°remontada¡± de Macron.
El presidente ha sufrido su primera crisis grave desde que en 2017 lleg¨® al poder. No vio llegar la revuelta de 'los chalecos amarillos', que estall¨® en noviembre como una protesta por el precio del carburante y en seguida se transform¨® en un movimiento espor¨¢dicamente violento e insurreccional, contra el propio Macron y el sistema. Al descalabro en los sondeos se uni¨® la sensaci¨®n de que perd¨ªa el control de la situaci¨®n.
Las ayudas de 10.000 millones de euros para aumentar el poder adquisitivo de las clases medias pauperizadas y la idea de un gran debate nacional, en el que todos los ciudadanos pod¨ªan plantear sus inquietudes, quejas y peticiones, le han permitido recuperar la iniciativa. Repunta en los sondeos: el ¨²ltimo, publicado el mi¨¦rcoles por el instituto Ifop y el semanario Paris Match, muestra una subida?de la popularidad del presidente, en seis puntos respecto a enero y 11 respecto a diciembre, hasta el 34%,? el nivel previo a la crisis de los chalecos amarillos.
"Ha vuelto a movilizar a su base electoral", explica por tel¨¦fono Fr¨¦d¨¦ric Dabi, director general adjunto de Ifop. "Estos franceses se han sentido tranquilizados [por sus discursos y anuncios de diciembre y por el gran debate en enero] con la idea de que Macron ha regresado, est¨¢ en el centro del juego y ya no permite que los acontecimientos se le impongan". Sus votantes de centroderecha y derecha lo ven, adem¨¢s, como garante del orden ante el desorden que para muchos representan los 'chalecos amarillos'.
El partido presidencial, La Rep¨²blica en Marcha (LREM), aparece de nuevo como el favorito ante el Reagrupamiento Nacional (el antiguo partido ultra Frente Nacional) para las elecciones europeas del pr¨®ximo mayo, una batalla electoral que hoy condiciona cada movimiento en la pol¨ªtica francesa. Las europeas, en todo caso, ser¨¢n cosa de dos: Macron y Le Pen, l¨ªder del RN.
Ver a Macron, estos d¨ªas, participando en debates con ciudadanos y alcaldes en pueblos y ciudades de la Francia alejada de los salones parisinos tiene algo de viaje en el tiempo. Retrotrae a la campa?a electoral que le llev¨® al Palacio del El¨ªseo. El lunes por la noche, en ?vry-Courcouronnes, ciudad reci¨¦n fusionada 35 kil¨®metros al sur de Par¨ªs, pas¨® seis horas escuchando y respondiendo a trescientos alcaldes y representantes de asociaciones locales.
En mangas de camisa, tomando apuntes sentado cuando le preguntaban y en pie, micr¨®fono en mano, cuando respond¨ªa, el presidente demostr¨® su dominio exhaustivo de todos los temas, desde el mercado del alquiler a los problemas de la psiquiatr¨ªa en Francia. C¨®modo en un formato que recuerda a los town-hall meetings, las reuniones locales t¨ªpicas de Estados Unidos, parec¨ªa recuperar la magia de la campa?a, que perdi¨® una vez en el poder. Las formas pomposas de la presidencia; la arrogancia mon¨¢rquica de la que quiso envolverse; el desd¨¦n con el que se dirig¨ªa a los franceses de a pie encendieron el resentimiento.
¡°Si todo hubiese sido perfecto y todo se hubiese hecho bien, no habr¨ªa habido esta crisis¡±, dijo en ?vry-Courcouronnes.
La humildad es una estrategia. En los debates, Macron despliega sus dotes persuasivas y exp¨ªa su arrogancia. Se acabaron los tiempos del presidente ¡®jupiterino¡¯, expresi¨®n que usaba compar¨¢ndose al dios romano que gobernaba desde las alturas. El mensaje es que los chalecos amarillos le han transformado. Han sido su mili, la prueba inici¨¢tica del hombre que siempre fue demasiado r¨¢pido, presidente con 39 a?os, el l¨ªder m¨¢s joven de Francia desde Napole¨®n.
Hay centenares de debates diarios por todo Francia. Macron ha participado en cinco. El ¡®gran debate¡¯, que comenz¨® el 15 de enero, debe terminar el 15 de marzo. Es una inc¨®gnita qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando termine. Los resultados podr¨ªan marcar la agenda del resto del mandato presidencial de cinco a?os o someterse a refer¨¦ndum.
¡°Los franceses se ha apropiado del gran debate¡±, explica a EL PA?S Stanislas Guerini, delegado general de LREM, diputado y pr¨®ximo al presidente. ¡°Una gran parte de la crisis es una crisis de representaci¨®n de los ciudadanos. Aqu¨ª tenemos la ocasi¨®n de escucharlos¡±. A Guerini todo esto le recuerda la campa?a de 2017: ¡°Estamos escribiendo el segundo acto del quinquenio. Y lo hacemos exactamente como lo hicimos durante la campa?a: yendo a escuchar lo que la gente tiene que decir. Es la ¨²nica manera¡±.
"Camino sobre el hielo"
¡°Camino sobre el hielo¡±, dijo Emmanuel Macron la semana pasada, para indicar que era consciente de lo fr¨¢gil de su recuperaci¨®n. La crisis de los chalecos amarillos est¨¢ lejos de haber terminado. Siguen manifest¨¢ndose cada s¨¢bado ¡ªdoce ya¡ª y el martes algunos participaron en una jornada de huelga y protestas convocada por el sindicato CGT. El ¡®gran debate nacional¡¯ no concita un apoyo un¨¢nime: la oposici¨®n en la derecha y la izquierda populista lo consideran un ¡®gran enga?o¡¯, una estratagema para ahogar la revuelta y lanzar la campa?a europea de Macron. El riesgo: que sus desplazamientos y conversaciones con los ciudadanos sean ocasiones para palabras fuera de lugar u ofensivas. Y otro riesgo: la posibilidad de que el gran debate, por falta de resultados, acabe en una gran decepci¨®n.
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