Pensiones: el modelo chileno, pero muy reformado
Brasil quiere inspirarse en el sistema de Chile, pero antes deber¨ªa aprender de sus errores
No es extra?o que Brasil quiera hacer una reforma previsional. En todo el mundo hay un drama en curso derivado de la longevidad: la gente vive m¨¢s y financiar condiciones de vida equiparables con las que la persona tuvo en su fase activa es caro. Si esto lo paga el resto de la comunidad, como en un sistema de reparto, las tasas de contribuci¨®n ser¨¢n altas y el impuesto al trabajo, distorsionador. Si lo paga cada uno con sus ahorros, las pensiones ser¨¢n bajas porque el ahorro propio no alcanza. Es un problema de dif¨ªcil soluci¨®n.
Tampoco es novedoso querer fomentar el ahorro interno. Muchos pa¨ªses con sistemas de reparto han incluido mecanismos de fomento del ahorro individual. Sin embargo, si es ahorro obligatorio, las consecuencias no son nimias. Los requerimientos para con los afiliados en t¨¦rminos de trato y precio justos, transparencia y rendici¨®n de cuentas, representaci¨®n de intereses de trabajadores y las estrategias de inversi¨®n permitidas, son m¨¢s exigentes que las que rigen la gesti¨®n normal de instrumentos de ahorro privado.
Dicen que Brasil quiere inspirarse en el modelo chileno. Debe aprender de sus errores.
El modelo chileno original, en 1980, estaba basado en supuestos exc¨¦ntricos de tasas de rentabilidad y persistencia del empleo formal que hizo a sus fundadores decir que las pensiones obtenidas ser¨ªan iguales a los salarios de fin de carrera. Esto no se ha cumplido, y por un amplio margen.
La reforma de 2008 en el primer Gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) reconoci¨® este hecho creando un "pilar solidario" de cargo del fisco que introdujo un colch¨®n b¨¢sico universal cuyo grosor se reduce a medida que la persona tiene m¨¢s ahorro acumulado. Se introdujeron formas novedosas de regulaci¨®n de la competencia entre proveedores y medidas para mejorar la igualdad de g¨¦nero. Sin embargo, quedaron dos hilos sueltos: no se increment¨® la edad legal de jubilaci¨®n ¡ªaunque endurecimos los requisitos de jubilaci¨®n anticipada, lo que ha sido exitoso¡ª y no se increment¨® la tasa de cotizaci¨®n.
El primer Gobierno de Sebasti¨¢n Pi?era (2010-2014) sugiri¨® incrementar la cotizaci¨®n obligatoria de 10% a 15% y el segundo Ejecutivo de Bachelet (2014-2018) propuso un mecanismo centralizado de gesti¨®n de dicho 5% adicional con elementos de seguro intra e intergeneracionales. El segundo Gobierno de Pi?era (2018-2022) ha desechado esta opci¨®n y quiere que el 80% del nuevo ahorro vaya al sistema de ahorro individual y la porci¨®n restante financiar¨ªa elementos muy focalizados de seguro. El error del presidente es pensar que ahorro y seguro son antag¨®nicos, que cualquier elemento de seguro intergeneracional, independiente de c¨®mo est¨¦ estructurado, debilita los incentivos a la responsabilidad individual. Es una mirada cargada de ideolog¨ªa.
Esta restricci¨®n a priori Brasil debe ponderarla. La l¨®gica del ahorro individual y del seguro intergeneracional son complementarias no sustitutas. Es verdad que el ahorro promueve comportamientos socialmente deseables, pero muchos eventos que afectan la capacidad de ahorro de las personas escapan al ¨¢mbito de su responsabilidad. En Am¨¦rica Latina, con la volatilidad de los precios de materias primas lo sabemos: una ca¨ªda suficientemente grande en el precio del cobre, soja, petr¨®leo, caf¨¦ u otros, produce desempleo formal masivo y duradero. Pero, adem¨¢s, el costo de transici¨®n desde un sistema de reparto como el brasile?o hacia uno de ahorro puro, es colosal. No veo c¨®mo Brasil podr¨ªa sumar un 100% del PIB en deuda p¨²blica que, como m¨ªnimo, le costar¨ªa una reforma a la chilena.
Brasil tiene un punto a favor para crear un sistema mixto que combine ahorro y seguro: su sistema financiero. Con una regulaci¨®n prudente, este permitir¨ªa una razonable asignaci¨®n de dicho ahorro. El problema es que las empresas necesitan se?ales cre¨ªbles que les permitan realizar inversiones de largo plazo y financiarlas en el mercado de capitales. Para ello, necesitan se?ales de estabilidad, no voladores de luces. Una reforma 100% a la chilena ser¨ªa tan ideol¨®gica que es probable que no sea la se?al de largo plazo que el sistema requiere para estabilizarse.
Pretender sustituir 100% un sistema por otro ser¨ªa un error significativo. Es tal la complejidad del problema previsional en Brasil, Chile y el mundo, que solo sumando l¨®gicas de ahorro y seguro ser¨¢ posible enfrentar los desaf¨ªos que vienen.
Guillermo Larra¨ªn es acad¨¦mico de la Universidad de Chile y ex superintendente de pensiones del pa¨ªs sudamericano.
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