Macron mantiene silencio ante las protestas contra Buteflika en Argelia
La relaci¨®n franco-argelina, marcada por la guerra y la inmigraci¨®n, explica la cautela de Francia
Silencio y cautela. Como vieja potencia colonial, marcada a¨²n por la guerra de descolonizaci¨®n en aquel pa¨ªs y m¨¢s tarde por la inmigraci¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas, Francia mantiene un perfil modesto ante las protestas en Argelia contra el presidente, Abdelaziz Buteflika. El presidente Emmanuel Macron extrema el cuidado. Evita comentarios en p¨²blico y sus asesores se limitan a expresar vagos deseos sobre el buen desarrollo de las elecciones presidenciales. Mientras, la comunidad argelina en Francia se moviliza.
"Hemos tomado nota de la candidatura del presidente Buteflika", dijo esta semana, en un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores franc¨¦s despu¨¦s de conocerse que el presidente argelino, en el cargo desde 1999, enfermo desde hace a?os y ahora ingresado en Suiza, se presentar¨¢ a un quinto mandato en las elecciones presidenciales previstas para el 18 de abril. "Deseamos que la elecci¨®n presidencial se desarrolle en buenas condiciones. Corresponde al pueblo argelino elegir a sus dirigentes y decidir sobre su futuro".
¡°Ni injerencia ni indiferencia¡±, resume un diplom¨¢tico an¨®nimo citado por el diario Le Monde. La posici¨®n francesa es delicada. El desenlace es del todo incierto. El movimiento en la calle pone en riesgo a un r¨¦gimen amigo. Pese a las enormes diferencias entre las protestas actuales y las revueltas de 2011, la experiencia de las primaveras ¨¢rabes desaconseja a Par¨ªs toda precipitaci¨®n.
Al mismo tiempo, Francia no quiere quedar descolgada en el caso de que los cambios se aceleren. Y en estos c¨¢lculos tambi¨¦n entran factores de pol¨ªtica interna francesa. Existe la posibilidad de que, en plena campa?a para las elecciones europeas, se agite el miedo a una inmigraci¨®n masiva en caso de que las protestas deriven en una situaci¨®n de inestabilidad. Argelia forma parte de la identidad francesa. Entre argelinos y franco-argelinos, descendientes de inmigrantes argelinos y argelinos de origen europeo que se marcharon tras la independencia, unos cinco millones de personas en Francia tienen un v¨ªnculo con Argelia. Argelia es un asunto de pol¨ªtica interior en Francia.
¡°Francia, el antiguo colonizador, se march¨® en 1962 despu¨¦s de una guerra extremadamente larga, dura y brutal, con cicatrices que siguen abiertas. El Gobierno franc¨¦s debe intervenir tan poco como sea posible y de la manera m¨¢s discreta posible. Y es lo que est¨¢ haciendo¡±, dice Fran?ois Heisbourg, de los laboratorios de ideas Fundaci¨®n para la Investigaci¨®n Estrat¨¦gica, en Par¨ªs, y del Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos, en Londres.
Los argelinos de Francia ya han organizado varias manifestaciones con miles de asistentes en Par¨ªs y Marsella, donde se concentran las mayores comunidades.
Para preparar la pr¨®xima manifestaci¨®n, una treintena de activistas se reunieron el martes en la segunda planta de un caf¨¦ cerca de la Estaci¨®n del Este en la capital francesa. Hab¨ªa un ambiente de concili¨¢bulo en el que se mezclaba la discusi¨®n sobre la log¨ªstica de la campa?a con discursos pol¨ªticos.
"Ya hemos conseguido algo hist¨®rico. Desde la liberaci¨®n nacional, la inmigraci¨®n argelina nunca se hab¨ªa congregado en tan alto n¨²mero en la plaza de la Rep¨²blica de Par¨ªs", dijo en la reuni¨®n Omar Kezouit, consultor inform¨¢tico nacido en Francia e hijo de argelinos.
"Los argelinos nos miran", avis¨® Sanhadja Akrouf, feminista que lleg¨® a Francia en los a?os noventa desde Argelia, donde los islamistas la amenazaban de muerte. "En Francia no somos m¨¢s que un apoyo moral a lo que est¨¢ sucediendo en Argelia", intervino Mehdi Bsikri, que lleg¨® hace tres a?os.
Akmine Essa?d, 20 a?os en Francia, propuso la creaci¨®n de un comit¨¦ de juristas para vigilar las posibles violaciones de derechos humanos. "Tienen la mano en el gatillo", dijo refiri¨¦ndose al r¨¦gimen argelino. "Se acab¨® la Fran?afrique, se acab¨® la Fran?alg¨¦rie", a?adi¨®, en alusi¨®n a los t¨¦rminos que designan el pasado de relaciones turbias y a veces corruptas entre la metr¨®polis y sus viejas colonias. "Se acab¨® el pillaje".
En el libro de memorias Le soleil ne se l¨¨ve plus ¨¤ l'est (El sol ya no se levanta en el este), el exembajador franc¨¦s en Argel Bernard Bajolet aborda la relaci¨®n compleja y confusa entre ambos pa¨ªses. "Los argelinos, o en todo caso los dirigentes argelinos [...], tend¨ªan a ver Francia como una especie de madre indigna, que les hab¨ªa tratado mal y que ellos hab¨ªan rechazado, aunque manteniendo un fondo de afecto a menudo disimulado, sin saber si deseaban que estuviese m¨¢s presente, pero con la exigencia de una relaci¨®n preferente, si no exclusiva", escribe el diplom¨¢tico Bajolet, que dirigi¨® hasta 2017 el DGSE, los servicios de inteligencia exterior. Bajolet, que en su etapa de embajador trat¨® mucho al presidente de Argelia, dijo en septiembre en una entrevista con el diario Le Figaro: "El presidente Buteflika, con todo el respecto que siento por ¨¦l, se mantiene en vida artificialmente".
Argelia, el r¨¦gimen y la oposici¨®n, est¨¢n atentos a lo que diga o deje de decir Francia, seg¨²n Heisbourg, que acaba de regresar de un viaje a Argel. Y esto, a?ade, "significa que el menor error, la menor falta de juicio se pagar¨¢ cara del lado franc¨¦s. Es tambi¨¦n una raz¨®n por la que debemos ir con mucho cuidado¡±.
El conflictivo pasado com¨²n, contin¨²a Heisbourg, hace que otros pa¨ªses ¡ªcita Alemania, con fuertes inversiones, y Noruega, presente en el sector de los hidrocarburos¡ª probablemente tengan mejor informaci¨®n sobre Argelia que Francia. "Estamos en una situaci¨®n casi como una pareja, en la que el c¨®nyuge es el ¨²ltimo en enterarse", dice. "Los europeos no deben partir del principio que los franceses har¨¢n el trabajo por el resto de Europa".
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