Democratizaci¨®n social por accidente
La nueva pol¨ªtica oficial ¡°anticivil¡± obligar¨¢ al sector progresista a replantearse sus estrategias y t¨¢cticas y a construir un nuevo discurso de control social
El gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador est¨¢ cambiando radicalmente las reglas, usos y costumbres de las relaciones entre el Estado y la sociedad. Esta transformaci¨®n busca expl¨ªcitamente romper con las intermediaciones corporativas, clientelares y empresariales que le permitieron al viejo r¨¦gimen controlar pol¨ªticamente a la sociedad, pero que terminaron colonizando al propio Estado y extray¨¦ndole gigantescas rentas. Si tiene ¨¦xito, el gobierno de AMLO puede inducir, sin propon¨¦rselo, la democratizaci¨®n de la sociedad civil, especialmente de sus sectores populares, que es precisamente lo que no se logr¨® en el periodo de la transici¨®n a la democracia.
En efecto, la democracia mexicana se limit¨® estrictamente al orden electoral y cre¨® un sistema de partidos pol¨ªticos que compet¨ªan realmente entre s¨ª, pero que carec¨ªan de puentes efectivos de comunicaci¨®n y representaci¨®n con la sociedad realmente existente. El generoso financiamiento p¨²blico permiti¨® a los partidos autonomizarse de la sociedad misma, y establecer, discrecionalmente, pactos espec¨ªficos con poderes f¨¢cticos en espacios locales en las coyunturas en las que la competencia electoral se hac¨ªa tan aguda que exig¨ªa financiamiento ilegal para mantener el poder o acceder a ¨¦l.
Mientras tanto, el orden social permaneci¨® b¨¢sicamente inmutable. Las organizaciones sindicales corporativas conservaron todo su poder y mantuvieron un orden casi fascista en el mundo laboral, para benepl¨¢cito de los empresarios. Las organizaciones empresariales continuaron dominadas por las ¨¦lites y grupos de inter¨¦s que hist¨®ricamente han monopolizado la representaci¨®n sectorial. En el mundo rural un sinn¨²mero de organizaciones medianas y peque?as lograron sobrevivir gracias a que los gobiernos las utilizaron como veh¨ªculos clientelares y de control pol¨ªtico territorial. La novedad de los tiempos de la transici¨®n fue la aparici¨®n de un nuevo actor social, la delincuencia organizada, que trastoc¨® las viejas jerarqu¨ªas y fue capaz de imponer su propio orden en ciertos territorios donde los vac¨ªos de poder eran m¨¢s agudos.
La cr¨ªtica de L¨®pez Obrador a los intermediarios socio-pol¨ªticos en tanto lastre del pasado es correcta, y su decisi¨®n de desplazarlos en la relaci¨®n entre el Estado y la sociedad puede producir un cambio democratizador si las viejas guardias corporativas y clientelares pueden ser sustituidas por un nuevo liderazgo emergido desde las bases. La democratizaci¨®n del mundo social no es precisamente lo que busca L¨®pez Obrador, pero podr¨ªa ser un subproducto de su rechazo al viejo orden, dado que ni su gobierno ni su partido pueden crear por s¨ª mismos un liderazgo social sustituto en todos los sectores.
La paradoja del momento es que el intento de construir una relaci¨®n directa entre el l¨ªder y el pueblo puede poner en jaque al viejo orden corporativo, abriendo las puertas a la progresiva emergencia de grupos y l¨ªderes que empiecen a disputar la representaci¨®n de intereses largamente sometidos por las estructuras del viejo r¨¦gimen. Lo que viene es un tiempo de gran movilizaci¨®n social y generalizaci¨®n de conflictos en el campo y la ciudad, lo cual generar¨¢ una enorme confusi¨®n, porque muchos de ellos ser¨¢n el resultado de las resistencias del viejo orden, mientras otros expresar¨¢n las nuevas aspiraciones democr¨¢ticas que emergen desde abajo.
La consideraci¨®n anterior incluye a los actores de la ¡°sociedad civil¡± tipo ONG, tan vilipendiados por AMLO. Dentro de esa matriz hay en efecto expresiones de los intereses pol¨ªticos del viejo orden y de las ¨¦lites econ¨®micas. Pero tambi¨¦n hay organizaciones civiles que han defendido heroicamente las causas de los derechos humanos y de la democracia. El pecado de estas ¨²ltimas ha sido no haber creado leyes, instituciones y procesos que les permitieran diferenciarse de los grupos civiles asistencialistas, rentistas y clientelares. La nueva pol¨ªtica oficial ¡°anticivil¡± obligar¨¢ al sector progresista a replantearse sus estrategias y t¨¢cticas y a construir un nuevo discurso de control social sobre un gobierno que tiene riesgosas tendencias delegativas.
Todo lo anterior es s¨®lo un posible escenario de los procesos en marcha. La tentaci¨®n de reconstruir el corporativismo desde el gobierno con l¨ªderes afines est¨¢ presente, especialmente en el terreno sindical. Y el potencial de convertir la pol¨ªtica de subsidios masivos en herramienta clientelar tambi¨¦n. Mi hip¨®tesis optimista es que la sociedad civil del siglo XXI ya no puede ser manipulada con los antiguos modelos. Pago por ver.
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