Tailandia acude a las urnas ocho a?os despu¨¦s y tras cinco de junta militar
Cerca de 50 millones de tailandeses est¨¢n llamados este domingo a las urnas a decidir si apoyan a los partidarios de los militares en medio de una severa crisis econ¨®mica
Hay ganas de votar en Tailandia. Cerca del 90% de los inscritos para depositar su voto por adelantado en las elecciones de este domingo lo han hecho ya. Algunos c¨¢lculos prev¨¦n que la participaci¨®n puede rondar el 80% entre los 50 millones de tailandeses llamados a las urnas. Son los primeros comicios que se convocan en ocho a?os, despu¨¦s de cinco de gobierno de una junta militar. Tras a?os de crecimiento econ¨®mico relativamente d¨¦bil, de aumento de las desigualdades sociales, y un constante ciclo pol¨ªtico en el que los partidos populistas ganan las elecciones y son depuestos v¨ªa judicial o militar, la poblaci¨®n, especialmente los siete millones de nuevos votantes, reclama un cambio. Aunque no est¨¢ tan claro que lo consiga.
¡°Por supuesto que voy a votar! ?Creo en la democracia!¡±, comenta con brillo en los ojos y una enorme sonrisa en los labios Suttipong, estudiante de Derecho de 18 a?os en la Universidad de Khon Kaen, en el empobrecido noreste de Tailandia muy alejado de los rascacielos de Bangkok y la prosperidad de las playas tur¨ªsticas. Para ¨¦l y sus dos amigos, que asienten entusiasmados, ser¨¢ la primera vez que depositen su papeleta en una urna.
Todos, imberbes a¨²n, repasan sus ejercicios de ingl¨¦s con la fe de que es su pasaporte de futuro y se declaran convencidos de que ¡°estas elecciones van a cambiar las cosas. Hay que cambiarlas. Hay que cambiar la econom¨ªa, dar un impulso nuevo, abrir oportunidades¡±. Como muchos otros j¨®venes por todo el pa¨ªs, piensan votar al nuevo partido Future Forward, liderado por el carism¨¢tico empresario Thanathorn Juangroongruangkit. Un partido que, con sus promesas de cambio y retirada de privilegios a los militares, y un uso inteligente de las redes sociales, ha sabido captarse numerosas simpat¨ªas entre los hastiados del viejo sistema pol¨ªtico.
La econom¨ªa, desde luego, necesita atenci¨®n. La inestabilidad pol¨ªtica ha provocado una fuerte ca¨ªda de las inversiones extranjeras. Los precios agr¨ªcolas se han desplomado, Desde 2017 se han perdido medio mill¨®n de empleos. El endeudamiento de las familias ronda el 77,6% del PIB. Tailandia se ha convertido en el pa¨ªs con mayor desigualdad social del mundo. La del domingo, advierte el historiador Chris Baker, ¡°va a ser una votaci¨®n m¨¢s emocional que racional".
Pero el optimismo de Suttipong y sus amigos en que los comicios traigan un cambio puede ser prematuro. Los militares no est¨¢n dispuestos a renunciar as¨ª como as¨ª al poder. Seg¨²n explica el profesor Paul Chalmers, de la Universidad tailandesa de Naresuan, con la convocatoria de elecciones, cinco veces retrasada, la Junta busca ¡°representar un ritual democr¨¢tico como v¨ªa para mantener su influencia durante el futuro previsible¡±.
El primer ministro actual y l¨ªder de la junta militar, el general Prayuth Chan Ocha, aspirante a repetir al frente del Gobierno como candidato del partido Palang Pracharath, defiende lo que considera un legado de estabilidad. Su golpe de Estado en 2014 puso fin, m¨¢s por las malas que por las buenas, a casi 15 a?os de enfrentamientos entre los partidos representantes de la oligarqu¨ªa cortesana y las clases m¨¢s pudientes, concentradas en Bangkok, y los menos favorecidos, especialmente en el norte y noroeste y leales al ex primer ministro populista Thaksin Shinawatra, exiliado desde 2008.
Pero ese mensaje no cuenta, aparentemente, con la suficiente popularidad. El Phuea Thai de Thaksin se sigue perfilando como el partido m¨¢s votado en las encuestas. Seg¨²n el profesor Anusorn Unno, de la Universidad Thammasat de Bangkok, el de 2014 ¡°fue un golpe de Estado in¨²til: no ha conseguido deshacerse de los populistas ni de sus partidos pol¨ªticos¡±.
Y ante esa constataci¨®n, la Junta ha tomado una serie de medidas. Estas elecciones se desarrollan tras una reforma constitucional pensada para evitar que se repita un nuevo triunfo de los partidarios de Thaksin. El sistema de voto dificulta que un solo partido se haga con la mayor¨ªa en el Parlamento y favorece a los partidos peque?os; el primer ministro saldr¨¢ de la votaci¨®n de los 500 diputados de la C¨¢mara Baja -elegidos por los ciudadanos- y los 250 senadores, nombrados a dedo por los militares.
Toda una serie de otras normativas sobre lo que se puede o no decir, el uso de las redes sociales, regulaciones sobre difamaci¨®n -y, por supuesto, la ley de lesa majestad que amordaza cualquier menci¨®n a la familia real que no se deshaga en elogios-, han convertido la campa?a electoral en una carrera de obst¨¢culos para los partidos de la oposici¨®n, tan preocupados en conseguir votos como en evitar un m¨ªnimo error que pueda dar pie a una descalificaci¨®n legal.
Ya lo sufri¨® en carne propia el partido pro Thaksin Thai Raksa Chart, que este febrero present¨® como candidata a primera ministra a la princesa Ubolratana, la hermana mayor del rey Vajiralongkorn. Aquella iniciativa, que tom¨® por completa sorpresa a Tailandia, apenas dur¨® tres d¨ªas. El soberano vet¨® la candidatura, la comisi¨®n electoral la anul¨® y los tribunales, finalmente, ordenaron la disoluci¨®n del partido y la inhabilitaci¨®n de sus 214 candidatos. Los l¨ªderes de Future Forward tambi¨¦n se han visto en entredicho por errores r¨¢pidamente corregidos en informaciones o supuestas calumnias.
El resultado de los comicios del domingo es impredecible, y puede tardar un tiempo en conocerse oficialmente: la Comisi¨®n electoral no necesita anunciarlo hasta mayo. Con una mitad de los votantes que se declaran indecisos, y los partidos divididos en tres bloques -los partidarios de la junta, las formaciones anti-junta encabezadas por Pheu Thai y Future Forward, y los leales al sistema pero que no se pronuncian por unos u otros-, los escenarios son m¨²ltiples.
Pero hoy por hoy dos cosas parecen ciertas: gane quien gane, tendr¨¢ que arremangarse para enderezar la econom¨ªa. Y gane quien gane, los militares seguir¨¢n teniendo un gran peso en la pol¨ªtica.
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