May y su plan, caiga quien caiga
Un an¨¢lisis de la actualidad internacional a trav¨¦s de art¨ªculos publicados en medios globales seleccionados y comentados por la revista CTXT
Salir de la UE con el acuerdo pactado en noviembre, cumplir con el mandato popular del Brexit y mantener el partido Conservador unido. Esos son los objetivos que se ha fijado Theresa May. Casi nada. Las dos pr¨®rrogas que le ha dado Bruselas plantean un escenario que no gusta a nadie en el Reino Unido, con la excepci¨®n de los brexiters partidarios del clean cut (la salida por las bravas). Londres ha obtenido una pr¨®rroga corta que obliga al Parlamento a votar, por tercera vez, si acepta o no el plan de May. De ganar, como hasta ahora, el no, el pa¨ªs abandonar¨¢ sin acuerdo la UE, el temido Brexit duro, el pr¨®ximo 12 de abril. Si ganara el s¨ª, lo har¨¢ el 22 de mayo, antes de las elecciones al Parlamento Europeo. Una disyuntiva que pone toda la presi¨®n sobre la C¨¢mara de los Comunes, que ya ha rechazado por amplia mayor¨ªa y en dos ocasiones el plan de May. Martin Wolf y Philip Stephens, en sendas columnas del Financial Times, analizan la decisi¨®n de May. Y dicen de todo menos cosas bonitas.
Wolf opina que, si el resultado del ¨®rdago lanzado por May es la salida sin acuerdo de la UE, ella ser¨¢ la culpable del desastre. ¡°David Cameron era el peor primer ministro de la historia, pero Theresa May es la gran rival para ocupar este puesto¡±. Critica que May someta por tercera vez a votaci¨®n un acuerdo que no gusta a la gran mayor¨ªa. Si antes amenazaba con pedir una pr¨®rroga larga para conseguir que los partidarios del Brexit votaran a su favor por miedo a que se diluyera en la voluntad de salir de la UE, ahora, al haber negociado una pr¨®rroga corta, est¨¢ intentando forzar a los partidarios de un Brexit suave a que apoyen un acuerdo que no quieren. ¡°Siempre con el mismo objetivo: sacar su acuerdo adelante s¨ª o s¨ª". Para Wolf, May ha abandonado los intereses del pa¨ªs en favor de los intereses del partido. Y eso es ¡°imperdonable¡±.
Para Stephens, director de opini¨®n del FT, la decisi¨®n tomada por May es un ¡°chapucero ultim¨¢tum de una dirigente d¨¦bil. Cree que es ir¨®nico que al desenterrar ahora el fantasma del Brexit duro, May pierde el apoyo en el Parlamento de los miembros m¨¢s radicales de su partido, pues con no aceptar el plan de May tienen garantizada la salida por las bravas a la que aspiran. Una posible soluci¨®n para acabar con esta pesadilla ser¨ªa pedir a la UE una pr¨®rroga m¨¢s extensa, que acarrear¨ªa la dimisi¨®n de May, ¡°que as¨ª sea¡±, y permitir¨ªa al Reino Unido recuperar su estabilidad pol¨ªtica. Elecciones generales, revocaci¨®n del art¨ªculo 50 y darse m¨¢s tiempo para alcanzar un acuerdo que sea aceptable para el Parlamento y los 27. Bajo otro liderazgo, ?estar¨ªa Europa dispuesta a aceptar esto? Esa, reconoce Stephens, es la gran inc¨®gnita. La ampliaci¨®n de la pr¨®rroga colisionar¨ªa con las elecciones europeas, en las que el Reino Unido tendr¨ªa que participar, y no garantiza que se llegue a un acuerdo mejor, sobre todo despu¨¦s de que la UE ya haya expresado su negativa a cambiar una coma de lo acordado con May. ?Qu¨¦ ventajas ven Par¨ªs, Berl¨ªn, Madrid y Bruselas en empujar al Reino Unido al borde del abismo econ¨®mico y pol¨ªtico?, se pregunta Stephens.
Para Tom Clark, el director la revista brit¨¢nica Prospect, ¡°May est¨¢ jugando a la ruleta rusa con la econom¨ªa del pa¨ªs¡±. Clark celebra el intento del presidente del Parlamento brit¨¢nico de pararle los pies a May. El speaker John Bercow, famoso ya en las redes sociales por sus llamadas (gritos m¨¢s bien) al orden en la cada vez m¨¢s agitada C¨¢mara de los Comunes, se sac¨® de la manga un reglamento parlamentario que se remonta a 1614 para vetar a principios de la semana el intento de May de que se volviera a votar su plan. Ahora, tras pactar la pr¨®rroga corta con Bruselas y con la espada de Damocles del Brexit duro encima, resulta improbable que Bercow impida esa tercera votaci¨®n. Esta ser¨¢ quiz¨¢s una victoria para May en el pulso que ha echado al Parlamento, pero supone un golpe a la soberan¨ªa de la C¨¢mara baja que agrava la crisis constitucional en la que est¨¢ sumida la democracia m¨¢s antigua de Europa.
Para Clark, May est¨¢ actuando con arrogancia y de forma deshonesta en su obcecaci¨®n por imponer su plan. Pide a los conservadores contrarios al Brexit y a los partidarios de un Brexit suave que fuercen la revocaci¨®n de esta decisi¨®n o que pidan directamente la dimisi¨®n de la primera ministra. ¡°Es un pulso brutal, contrario a los intereses econ¨®micos del pa¨ªs y que ignora el derecho del Parlamento y de los votantes a tener un debate democr¨¢tico¡±. Y concluye: ¡°Llegados a este punto, nuestra rara e introvertida primera ministra se ha revelado como una dirigente que se para, piensa y toma deliberadamente la decisi¨®n equivocada¡±. Tambi¨¦n en Prospect, Johnathan Lis, subdirector del think tank British Influence, critica la incompetencia de May. E ironiza sobre c¨®mo el Brexit ha pasado de ser una tragedia nacional autoinfligida a una farsa de ¨¦xito de taquilla a nivel mundial.
El reglamento del que ech¨® mano Bercow, relata Lis, existe para evitar los abusos del Gobierno sobre el Legislativo en el caso de proponer la misma ley una y otra vez hasta conseguir su aprobaci¨®n, como est¨¢ haciendo May. Todo apunta, sin embargo, a que este quedar¨¢ ahora en papel mojado. Y concluye: ¡°Cada d¨ªa nuestros dirigentes provocan un nuevo caos. Cualquiera tiene la culpa menos ellos. Cambian de opini¨®n una y otra vez, se sacan antiguos reglamentos de la manga, se inventan nuevos, se enga?an a s¨ª mismos, nos mienten¡ Si de vez en cuando no nos pudi¨¦ramos re¨ªr de todo ello, no har¨ªamos otra cosa m¨¢s que llorar¡±. Y critica a May por ¡°agarrarse a su plan con el celo y la obcecaci¨®n de un cruzado medieval¡±.
La cada vez m¨¢s insostenible tensi¨®n entre el Ejecutivo y el Legislativo son analizadas por Henry Mance en un extenso art¨ªculo publicado por el Financial Times bajo el t¨ªtulo ?Qui¨¦n gobierna en el Reino Unido? La pregunta es oportuna visto c¨®mo el Brexit ha puesto patas arriba a la mayor¨ªa de instituciones del pa¨ªs y abierto la m¨¢s grave crisis constitucional de su historia reciente. Las filtraciones de las reuniones del Consejo de Ministros, la desintegraci¨®n de la disciplina de partido, las sucesivas reformas del reglamento parlamentario, el desprestigio del Parlamento, la incompetencia del Gobierno¡ ¡°Si dejamos de lado el caos y la farsa, el proceso del Brexit demuestra que nuestra Constituci¨®n no escrita est¨¢ b¨¢sicamente rota¡±, se?ala al FT Stewart Wood, miembro laborista de la C¨¢mara de los Lores. Pero la crisis no se origin¨® donde era m¨¢s previsible: por diferencias entre la C¨¢mara de los Lores y los Comunes o entre el Legislativo y el Ejecutivo o incluso entre el Ejecutivo y el Judicial. La crisis empez¨® con la convocatoria del refer¨¦ndum. Los refer¨¦ndums, en opini¨®n de algunos expertos constitucionalistas citados en el art¨ªculo, no tienen buen encaje en la Constituci¨®n brit¨¢nica ni conviven bien con la tradici¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs.
Antes del Brexit, relata Mance, en todo el territorio del Reino Unido s¨®lo se hab¨ªan convocado dos plebiscitos: uno en 1975 sobre la pertenencia a la Comunidad Europea y otro en 2011, para cambiar el sistema de votaci¨®n de los miembros del Parlamento. En ambos, la voluntad de los votantes y del Parlamento estuvo alineada. Pero esta ha sido la primera vez en que el electorado brit¨¢nico vot¨® a favor de un resultado sobre el que la mayor¨ªa del Parlamento estaba en contra. Casi un 52% de los votantes apoyaron la salida del Reino Unido de la UE, mientras en la C¨¢mara baja el 75% eran partidarios de quedarse. Una situaci¨®n que puso en evidencia las posibles incompatibilidades entre la democracia representativa y la democracia directa y que posteriormente mut¨® en el estancamiento de las negociaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo sobre el Brexit. Y acusa a May de no haber peleado por buscar el consenso entre los dos grandes partidos y de actuar con arrogancia y en solitario. Todo ello ha llevado al Reino Unido a un callej¨®n sin salida: rechazado el acuerdo negociado por Theresa May con la UE, descartada la salida sin acuerdo de la UE, el Parlamento no votar¨¢ de nuevo el plan y ha forzado al Gobierno a pedir a Bruselas una pr¨®rroga. Que ahora May ha pedido que sea corta para devolver la pelota al Parlamento. Y la farsa contin¨²a¡
De farsa o al menos poco cre¨ªble califican algunos el mensaje emitido por Donald Trump en respuesta al terrible ataque sufrido hace una semana por la comunidad musulmana en dos mezquitas en Christchurch (Nueva Zelanda), que acab¨® con la vida de 50 personas. El presidente estadounidense, que nada m¨¢s llegar al poder promovi¨® una ley para impedir la entrada de ciudadanos procedente de ciertos pa¨ªses musulmanes, que ha respondido con tibieza a los ataques sufridos por esta comunidad en suelo americano y la ha incluso atacado en su cuenta de Twitter, intent¨® en vano buscar palabras de consuelo. Simplemente expres¨® ¡°solidaridad y m¨¢s c¨¢lida simpat¨ªa¡±. Eso fue todo. Luego se esforz¨® en calificar el acto como algo aislado y negar que haya un terrorismo de ultraderecha, nacionalista y supremacista.?
The Washington Post en un reciente editorial anima a llamar por su propio nombre a la masacre ocurrida: ¡°Un ataque terrorista de un nacionalista blanco consumido por su islamofobia y empujado por el extremismo ferviente que crece en las grietas m¨¢s oscuras de Internet¡±. Las fuerzas que animaron al asesino, la ignorancia, la intolerancia y un tribalismo sediento de sangre, son antiguas, se?ala. Y pide a los l¨ªderes mundiales que denuncien con claridad y contundencia actos macabros como este. ¡°No se puede culpar al presidente Trump de la tragedia, a pesar de su historial de declaraciones hostiles hacia el islam¡±, se?ala el diario, pero apunta que la ret¨®rica xen¨®foba del autor de la masacre coincide con algunos mensajes lanzados por Trump contra los inmigrantes.
En un art¨ªculo publicado por el think tank Brookings, el polit¨®logo experto en Oriente Medio Daniel L. Byman reflexiona sobre cinco puntos a considerar a ra¨ªz del atentado. Primero, las palabras tienen consecuencias. Esto es, los pol¨ªticos que demonizan la comunidad musulmana contribuyen a la polarizaci¨®n de la sociedad y animan a la violencia. Segundo, los servicios de seguridad deben vigilar la actividad terrorista de los grupos de extrema derecha, cuyos objetivos en Occidente han sido las comunidades musulmana y jud¨ªa. Tercero, el liderazgo ante una situaci¨®n de crisis es fundamental. Y alaba la gesti¨®n de la primera ministra neozelandesa Jacinda Ardern, identific¨¢ndose con el dolor de las familias de las v¨ªctimas: ¡°Ellos somos nosotros¡±. Cuarto, las redes sociales tienen que tratar el terrorismo de extrema derecha igual que tratan al yihadista. Y quinto, muchas formas del terrorismo supremacista blanco son terrorismo internacional, con sus instigadores, ideas y redes a nivel mundial. Ha dejado de ser un asunto puntual nacional.
Porque parece que las cifras avalan que el resurgir de la extrema derecha en distintas partes de Occidente est¨¢ derivando en un aumento de los actos terroristas de supremacistas blancos, como analiza The Economist. Con una contundencia reservada a los asuntos econ¨®micos o de pol¨ªtica nacional, el brit¨¢nico Financial Times en un reciente editorial apunta que no se puede negar que el atentado en las mezquitas de Nueva Zelanda est¨¢ relacionado con la creciente popularidad de los movimientos de extrema derecha. Y se?ala que sus seguidores est¨¢n muchas veces jaleados por algunos pol¨ªticos de las democracias occidentales, cuyos discursos ¡°traspasan las fronteras de lo que es pol¨ªticamente aceptable¡±. No se puede seguir infravalorando, dice el diario, su corrosiva ideolog¨ªa o los factores que permiten su expansi¨®n.
Frente a la peligrosa deriva de los movimientos de extrema derecha en Occidente, muchos medios han destacado la figura de la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, una dirigente que invita a creer que otro tipo de liderazgo es posible en un mundo en el que los valores liberales y progresistas se est¨¢n viendo amenazados por el creciente acceso al poder de l¨ªderes autoritarios, populistas y nacionalistas. En The Guardian, Eleanor Ainge Roy destaca el papel de la primera ministra neozelandesa en la gesti¨®n del peor ataque terrorista sufrido por el pa¨ªs en su historia reciente. La joven primera ministra, de 38 a?os, puesta a prueba con esta crisis como ning¨²n otro l¨ªder de ese pa¨ªs anteriormente, ha dado una lecci¨®n al resto de l¨ªderes mundiales con su compasi¨®n y su capacidad para identificarse con el dolor de las v¨ªctimas.?
En contraste con los discursos vengativos e incitadores al odio de algunos irresponsables mandatarios, Ardern ha optado por abrazar y defender la diversidad de la sociedad neozelandesa. Su reacci¨®n a la crisis, dicen los l¨ªderes de la comunidad musulmana neozelandesa, ha permitido que permanezcan unidos y que sientan que Nueva Zelanda es y siempre ser¨¢, su casa. As-salaam-alaikum. Que la paz sea contigo, Jacinda Ardern.
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