Los manuscritos que traspasaron los muros de las prisiones de la dictadura argentina
La autora, ex presa pol¨ªtica, recupera 42 a?os despu¨¦s un texto min¨²sculo redactado por las detenidas con detalles del terrorismo de Estado
Un grito de denuncia de las violaciones a los derechos humanos en tiempo real, volcado con letra microsc¨®pica en tres peque?os trozos de papel avi¨®n. De un modo incre¨ªble, este diminuto archivo anal¨®gico logr¨® eludir la estricta vigilancia de las c¨¢rceles de la dictadura en 1977.?Hab¨ªa transcurrido algo menos de un a?o desde el golpe de Estado encabezado por el general Jorge Videla, que derroc¨® al gobierno constitucional de Isabel Mart¨ªnez de Per¨®n. En la c¨¢rcel de Villa Devoto, ubicada en plena capital argentina, los militares hab¨ªan concentrado a todas las presas pol¨ªticas del pa¨ªs.
Yo hab¨ªa sido detenida en mi casa, en la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco (norte argentino), una madrugada de mayo de 1976. Ten¨ªa 17 a?os y militaba en una agrupaci¨®n estudiantil. Despu¨¦s de seis meses en la Alcaid¨ªa provincial, bajo un r¨¦gimen de total incomunicaci¨®n -sin visitas, ni diarios, ni correspondencia- todas las presas pol¨ªticas de esa zona fuimos trasladadas a Buenos Aires.
All¨ª pudimos retomar contacto con el mundo exterior. Y tomamos conciencia de la verdadera amplitud de la represi¨®n: nuestros familiares al visitarnos nos contaban que en la larga fila de espera para ingresar al penal eran abordados por otros padres que buscaban a sus hijos ¡°desaparecidos¡±, palabra que luego se volver¨ªa siniestramente usual en nuestro vocabulario. Por el contacto con las detenidas de otros puntos del pa¨ªs, supimos de los campos de concentraci¨®n, de la tortura sin l¨ªmite en el tiempo ni en los m¨¦todos, de las ejecuciones clandestinas.
Cuando nos lleg¨® el rumor de que el servicio penitenciario instalar¨ªa locutorios con vidrio y un tel¨¦fono para privarnos del contacto f¨ªsico con nuestros familiares en las visitas y vigilar las conversaciones, pensamos que era indispensable hacer llegar al exterior toda la informaci¨®n sobre lo que estaba sucediendo.?
La dictadura argentina hab¨ªa tenido ¨¦xito en tender un cerco informativo sobre la represi¨®n ilegal. El silencio de la prensa era total. Los funcionarios negaban toda veracidad a los hechos denunciados. No hab¨ªa informaci¨®n sobre el paradero de los detenidos. Todos los d¨ªas arrestaban gente pero ning¨²n detenido llegaba a las c¨¢rceles.
En prisi¨®n, las ¡°pol¨ªticas¡± aprend¨ªamos los trucos de los presos comunes para eludir los controles y requisas carcelarios. Nos volvimos expertas en fabricar ¡°caramelos¡±: documentos, mensajes e informes, escritos con bol¨ªgrafos de punta fin¨ªsima que ped¨ªamos a nuestras familias. S¨®lo la paciencia de preso explica la caligraf¨ªa milim¨¦trica de estos textos. El papel avi¨®n era luego enrollado o doblado y envuelto en sucesivas capas de polietileno. Para impermeabilizar por completo el papel, se acercaba la brasa de un cigarrillo al pl¨¢stico que de este modo se ablandaba y modelaba con el dedo. Es que estos archivos se llevaban en la boca y, en caso de requisa sorpresiva, se tragaban.
As¨ª, una tarde del mes de enero, fui al encuentro de mi madre y mi hermana mayor, llevando en la boca el caramelo con nuestra denuncia desesperada. La instrucci¨®n que yo ten¨ªa de mis compa?eras era que mi hermana deb¨ªa tragar el ¡°caramelo¡± en mi presencia y bajo ning¨²n concepto arriesgarse a llevarlo en la boca: los familiares eran sometidos a una rigurosa requisa antes de entrar y nuevamente al salir. Mi hermana acept¨® la misi¨®n sin vacilar. No dud¨®, no puso reparos.
El destinatario del informe era mi padre que por entonces se estaba instalando en el exterior, y que ten¨ªa contactos con organismos humanitarios en Estados Unidos, donde James Carter iniciaba su administraci¨®n, y en Europa. Mi padre falleci¨® en 2015. Pero reci¨¦n el a?o pasado mi madre inici¨® la tarea de revisar sus papeles. Un d¨ªa, entreg¨¢ndome un sobre, me dijo: ¡°Querr¨¢s tener esto¡±. Y all¨ª, en un folio transparente, perfectamente conservados, estaban los tres papelitos, escritos de ambos lados y que miden 17 por 8 cm el m¨¢s grande y 4,5 por 7,5 y 4,5 por 3 cm los otros dos.
La informaci¨®n est¨¢ organizada por provincias; de cada una detalla los ¡°sitios donde se tortura¡±, los ¡°nombres de los torturadores¡±, el funcionamiento de los campos de concentraci¨®n y los indescriptibles m¨¦todos usados para extraer informaci¨®n.?¡°Actualmente en la Argentina existe una represi¨®n brutal e indiscriminada hacia todos los sectores. Existen casos de familias enteras exterminadas o detenidas en campos de concentraci¨®n en calidad de rehenes¡±, dice el mini-archivo.
El documento esboza una denuncia de la metodolog¨ªa de la desaparici¨®n: ¡°En todos los casos de presos pol¨ªticos despu¨¦s de su detenci¨®n permanecen como desaparecidos para los familiares en lapsos que van de siete d¨ªas a meses. En todo este tiempo los detenidos son sometidos a apremios ilegales¡±.
Sobre la situaci¨®n en las c¨¢rceles del Chaco, dice: ¡°En ambos penales, desde el 6 de marzo se mantiene la incomunicaci¨®n (no se permiten: radios, revistas, diarios, libros, visitas con familiares, correspondencia, trabajos manuales, etc.). En la Alcaid¨ªa provincial, los detenidos son tratados como rehenes de la Polic¨ªa del Chaco: son sacados de all¨ª para ser sometidos a interrogatorios y torturas¡±.
La descripci¨®n de la guarnici¨®n militar de Campo de Mayo como sitio de tortura y detenci¨®n ilegal demuestra que desde muy temprano se ten¨ªa conocimiento de lo que estaba pasando:
¡°Campo de Mayo es un campo de concentraci¨®n donde tienen separados a los del PRT [Partido Revolucionario de los Trabajadores] y a los de la M. [organizaci¨®n Montoneros] y a la vez separan a los que van a ser fusilados, los que son torturados constantemente. Los sacan cada media hora y los torturan durante 15 minutos. Dentro de esos galpones los compa?eros est¨¢n pr¨¢cticamente destrozados, gangrenados; los olores son nauseabundos y se van pudriendo de a poco. (...) Otros lugares de tortura son el Puente 12 (Autopista Ricchieri y Camino de Cintura). Pertenece a la Polic¨ªa Montada, Brigada de San Justo (frente a la Plaza San Justo). En Mar del Plata, en la Base Naval, existe una c¨¢rcel subterr¨¢nea ¡¡±
Nunca imagin¨¦ que mi padre hubiera conservado este documento; lo m¨¢s probable es que ni ¨¦l mismo lo recordara. Pero gracias a eso puedo contar hoy esta historia y mostrar a la vez la prueba del ingenio y del coraje de un grupo de mujeres muy j¨®venes en tiempos terribles.
Claudia Peir¨® es ex presa pol¨ªtica, historiadora y periodista.?
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