Isabelita Per¨®n abandona su silencio para despedir a un conocido sindicalista cercano a Macri
La expresidenta argentina publica un obituario en la prensa desde Madrid
Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez de Per¨®n, Isabelita, ha roto un largo silencio medi¨¢tico. En el tradicional listado de avisos f¨²nebres que cada d¨ªa publica el diario La Naci¨®n, entre el presidente Mauricio Macri, otros pol¨ªticos, empresarios y amigos que despidieron al l¨ªder sindical Ger¨®nimo Momo Venegas, muerto el lunes a los 75 a?os, pudo leerse en un peque?o recuadro: ¡°La ex presidenta de la Naci¨®n Argentina, Sra. Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez de Per¨®n, despide con profundo afecto al Momo y ruega una oraci¨®n en su memoria". Nada m¨¢s, pero suficiente para que los argentinos recordar¨¢n que la viuda del general Per¨®n, derrocada por los militares en 1976, est¨¢ all¨ª, en las afueras de Madrid, donde vive alejada de la pol¨ªtica, el ruido y las noticias.
Isabelita tiene 86 a?os y poco se sabe hoy de ella. Tiene problemas de movilidad, apenas sale de su casa y su principal ocupaci¨®n es visitar a los m¨¦dicos que cuidan de su salud. Pero alguna vez estuvo en el centro de la escena. En 1974 se convirti¨® en la primera mujer iberoamericana en alcanzar la presidencia de un pa¨ªs, luego de suceder a su marido, Juan Domingo Per¨®n, muerto ese mismo a?o. En 1976 fue derrocada por los militares y encarcelada hasta 1981, cuando se exili¨® en Espa?a. Son contadas las veces que volvi¨® a su pa¨ªs, la ¨²ltima en 1994, para participar de una misa oficial por el d¨ªa de la Independencia junto al presidente Carlos Menem (1989-1999). Ya hab¨ªa visitado a Menem apenas ¨¦ste asumi¨® en 1989, en el que fue su regreso al pa¨ªs tras las visitas que hizo en 1988 y 1984 al radical Ra¨²l Alfons¨ªn, el presidente de la transici¨®n.
Luego de esos viajes espor¨¢dicos a Buenos Aires, en los que apenas hablaba con la prensa, poco m¨¢s se supo de ella. En 2002 autoriz¨® por carta al presidente Eduardo Duhalde a iniciar las obras para trasladar los restos del general Per¨®n desde la sede de la Central General del Trabajo (CGT) en Buenos Aires hasta la quinta de San Vicente, la residencia de descanso del militar y su esposa Eva Per¨®n, en las d¨¦cadas del 40 y 50. Esa carta fue el ¨²ltimo acto pol¨ªtico de Isabel.
Los argentinos no volvieron a escuchas su nombre hasta? 2007, cuando fue detenida en Madrid a pedido de un tribunal argentino, que la quiso juzgar por cr¨ªmenes de lesa humanidad cometidos durante su presidencia, entre 1974 y 1976. Isabelita deb¨ªa responder por el accionar de la Triple A, un grupo paramilitar de extrema derecha controlado por el hombre fuerte de su Gobierno, Jos¨¦ L¨®pez Rega. La Triple A fue el germen de lo que luego ser¨ªa el terrorismo de Estado aplicado por la dictadura. Isabelita estuvo presa pero la causa no prosper¨®: la justicia espa?ola dio por prescritos los delitos. Este a?o, la Corte Suprema de Argentina la cit¨® a declarar en otra causa por delitos de lesa humanidad, pero luego fue absuelta.
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