Memorias traumatizadas (Abad¨ªa de Monserrat, Bogot¨¢)
'La batalla por la paz' cuenta la sorprendente y larga trasescena de un milagro
Ya es un subg¨¦nero literario: ¡°Memorias de presidentes colombianos poco despu¨¦s de dejar el poder¡±, deber¨ªa decir en alg¨²n escaparate de las librer¨ªas entre el de la ¡°Novela¡± y el de la ¡°Historia¡±. ¡°Memorias traumatizadas de expresidentes colombianos¡±, mejor, ¡°Expresidentes an¨®nimos¡±, pues estos libros tristes y voluminosos redactados en clave de historia oficial ¨Cque tendr¨ªan que traer fecha de vencimiento porque con el paso de los meses tienden a refundirse en las bibliotecas de sus lectores¨C no solo tienen en com¨²n la experiencia delirante y atormentada y brutal de ocupar la Casa de Nari?o, sino el af¨¢n de probar que, aunque usted no lo crea porque no lo quiere creer, ese que a duras penas pas¨® fue un Gobierno de buena voluntad.
Hubo un tiempo en el que los pol¨ªticos colombianos fueron sobre todo estupendos prosistas. Hace unas cuantas d¨¦cadas nom¨¢s, el liberal L¨®pez Michelsen o el conservador G¨®mez Hurtado, por ejemplo, escribieron ensayos que a¨²n les sirven a los estudiosos de la lucha por la democracia del pa¨ªs. Muchos l¨ªderes de los de hoy transcriben e imprimen sus testimonios, sin el pulso ni el o¨ªdo ni la gracia de los de ayer, como prob¨¢ndoles a los apocal¨ªpticos que el libro a¨²n confiere autoridad e infunde respeto. Pero resulta innegable que el subg¨¦nero de los exjefes de este Estado roto, un ¨¦xito de ventas y un llamado de auxilio que prueba que los h¨¦roes y los villanos de Colombia han sido colombianos, merece su peque?o estante.
El expresidente Samper narr¨® su terquedad en Aqu¨ª estoy y aqu¨ª me quedo, el expresidente Pastrana expuso su frustraci¨®n en La palabra bajo fuego y el expresidente Uribe se compar¨® con Batman en No hay causa perdida: y los tres vol¨²menes fueron recibidos, en medio de esos revuelos colombianos que terminan en nada, como un alivio para todos, como un intento de pasar del poder a la sabidur¨ªa o como una explicaci¨®n no pedida. El expresidente Santos acaba de publicar su libro: La batalla por la paz. Y, como todo lo suyo, es mejor de lo que parece en un principio: se centra en su empe?o de resolver el conflicto armado desde una reuni¨®n entre todos los violentos que ¨¦l se invent¨®, en 1996, en un sal¨®n de eventos bogotanos llamado la Abad¨ªa de Monserrat, y sus an¨¦cdotas le sirven a una sola trama, y reconoce errores y fracasos.
La batalla por la paz cuenta la sorprendente y larga trasescena de un milagro, que ya ha sido contado por un pu?ado de narradores, con la claridad y la sinceridad que puede permitirse un exmandatario: el uribismo, que odia tanto a Santos que ya es sospechoso, lo ha recibido con hashtags iracundos y notas destempladas porque describe ¨Csin regodearse en adjetivos¨C c¨®mo se ha opuesto el expresidente Uribe a esa paz. A m¨ª me ha parecido bueno, ¨²til. Pero me ha revivido la pregunta de por qu¨¦ las biograf¨ªas de los l¨ªderes colombianos son autobiograf¨ªas, o paneg¨ªricos, o venganzas que terminan en la venta pirata en los sem¨¢foros: ?por qu¨¦ ha habido tan pocas biograf¨ªas serias, no autorizadas, de nuestros poderosos?
Porque ha habido pocos. Y meterse con uno de ellos, retratarlo como el hombre complejo o el caso psiqui¨¢trico que ha sido o que fue ¨Cnarrarlo sin reverencias como Gerardo Reyes narr¨® al magnate Julio Mario Santodomingo en Don Julio Mario¨C, se ha visto como el fin en este pa¨ªs con solo dos canales privados de televisi¨®n en donde la violencia ha sido el m¨¢s popular de los m¨¦todos de resoluci¨®n de conflictos. Habr¨ªa que contar a fondo a esos presidentes tr¨¢gicos que hemos tenido, de Nari?o a Duque, como los gringos han contado a los suyos. Se har¨¢. A Colombia a¨²n no llega la noticia de que el poder ya no es lo que era, pero llegar¨¢. Y cada superh¨¦roe tendr¨¢ su identidad secreta.
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