Un barco para que los eurodiputados no contaminen
Estrasburgo prueba con los parlamentarios un servicio de transporte gratuito y ecol¨®gico
Algunos, como la l¨ªder de los Verdes, la alemana Ska Keller, van en bicicleta. Otros optan por validar su billete en el tranv¨ªa. Tambi¨¦n hay quien prefiere la comodidad del taxi o el coche oficial, ch¨®fer al volante incluido. Los eurodiputados que esta semana se trasladan de su hotel al Parlamento Europeo en Estrasburgo tienen varias opciones para llegar a su esca?o cada ma?ana. Aun as¨ª, la capital alsaciana ha decidido a?adir uno m¨¢s: un barco une el centro de la ciudad con el hemiciclo desde este lunes.
El nuevo servicio, gratuito para europarlamentarios, asistentes, y en general, todo aquel que desempe?e alguna labor en la C¨¢mara, pretende convertirse en una alternativa ecol¨®gica al taxi o al coche oficial, y funcionar¨¢ hasta septiembre como un proyecto piloto. Entonces llegar¨¢ el momento de decidir si contin¨²a o no y qui¨¦n asume su coste, hasta ahora generosamente abonado por la ciudad francesa, feliz de recibir a cambio en sus hoteles y restaurantes al ej¨¦rcito de eurodiputados, asistentes, lobistas y periodistas que acompa?an cada sesi¨®n.
A las 8.15 de la ma?ana del mi¨¦rcoles, el c¨¦ntrico embarcadero del palacio de Rohan, anta?o residencia de obispos y hoy museo de bellas artes, va recibiendo el goteo de pasajeros. Al fondo del barco, cubierto y acristalado, est¨¢ sentado con los auriculares puestos el eurodiputado de los ecologistas espa?oles de Equo, Florent Marcellesi. "Es m¨²sica de ascensor", bromea. Definitivamente, el hilo musical no es el punto fuerte del viaje.
El centenar de plazas se va completando poco a poco. Entre ellos hay m¨¢s eurodiputados, como el ecologista sueco Jakop Dalunde o el popular dan¨¦s Bendt Bendtsen. "He trabajado mucho con ¨¦l, es un pol¨ªtico muy comprometido con el medio ambiente, tiene placas solares en su casa", cuenta Marcellesi.
En un momento en que los electores escrutan cada vez m¨¢s los comportamientos de los candidatos en el ¨¢mbito personal y la pol¨ªtica se ha convertido, m¨¢s all¨¢ del programa, en una manera de estar en el mundo, la movilidad de los representantes p¨²blicos no escapa al inter¨¦s ciudadano. Y en campa?as pasadas no han faltado aquellos que han utilizado la bicicleta para asociarse a su imagen limpia y fresca.
En el barco todo parece m¨¢s natural. No hay fot¨®grafos listos para captar el gesto, y las im¨¢genes ¡ªselfies o fotos del paisaje¡ª las toman sus tripulantes. Marcellesi sol¨ªa usar el tranv¨ªa, pero prob¨® en la tarde del martes el barco para volver al centro, donde est¨¢n los hoteles de la mayor¨ªa de los representantes. Hoy repite. "No hay tr¨¢fico ni atascos y es una de las ciudades m¨¢s bonitas de Francia. Es un momento de desconexi¨®n", explica. La inesperada llegada del periodista quiz¨¢ enturbie esos 15 minutos de soledad en los que se cruzan sucesivos puentes rodeados de la arquitectura alsaciana, el tiempo aproximado que tarda en llegar la nave a la Euroc¨¢mara, pero uno no elige a sus compa?eros de asiento.
El barco se mueve silencioso por las aguas del r¨ªo III, afluente del Rin. Y cuando un grupo de cisnes se desplazan elegantes a trav¨¦s de la ventana, hasta las sempiternas crisis europeas pierden fiereza por momentos.
Es un hecho que la llegada del barco evita algunas emisiones contaminantes ¡ªmarginales¡ª, pero el gran debate que aparece y desaparece cada cierto tiempo es si tiene sentido realizar los plenos en dos sedes del Parlamento Europeo (Bruselas y Estrasburgo), con el consiguiente gasto de recursos por el desplazamiento de una ciudad a otra, a lo que se suma un impacto mayor para el medio ambiente. "Nosotros somos favorables a que haya una ¨²nica sede", defiende Marcellesi.
El cambio de ubicaci¨®n tiene tambi¨¦n consecuencias familiares. El eurodiputado ecologista deja a sus hijas con los abuelos en Par¨ªs, pero al volver siempre hay libros de regalo: esta vez tocan Los viajes de Marco Polo y el Roman de Renart. M¨¢s all¨¢ de plenos y ponencias, Estrasburgo tiene un toque m¨¢s sentimental para ¨¦l. Es nieto de un soldado hecho preso durante la Segunda Guerra Mundial y una desplazada por el conflicto, ambos polacos, que se conocieron en un campo de internamiento en Alemania al acabar la contienda.
Como rememora Marcellesi, ella, su abuela, cruz¨® la frontera a Estrasburgo junto a uno de sus hijos para instalarse definitivamente en Francia atravesando el llamado Puente de Europa. Poco despu¨¦s de recordar ese episodio, lejano pero vivo, de su ¨¢lbum familiar, que le marcar¨ªa hasta el punto de que el propio Marcellesi naci¨® en la localidad francesa de Angers, el barco llega a su destino.
71 a?os despu¨¦s de que su abuela llegara a Estrasburgo en la devastada Europa de postguerra, su nieto tiene una reuni¨®n sobre comercio en la misma ciudad y se despide antes de internarse por los pasillos de la Euroc¨¢mara a trav¨¦s del acceso reservado a los diputados. Mientras, al resto de mortales les aguarda una espera de 20 minutos para superar los controles de seguridad.
Tras acabar la jornada, el barco de vuelta, diferente, con la mayor¨ªa de pasajeros de pie y varios sof¨¢s que le dan cierta apariencia de bar, saldr¨¢ puntual a las 20.15 de la tarde. Tambi¨¦n viajar¨¢ en su interior una eurodiputada espa?ola, la representante de Podemos Tania Gonz¨¢lez, que pedir¨¢ a sus acompa?antes que no le hagan spoiler sobre el ¨²ltimo cap¨ªtulo de Juego de Tronos. Pero esa ya es otra historia.
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