La reconfiguraci¨®n criminal en Colombia
El Gobierno no encuentra una estrategia eficiente para detener el crecimiento de algunos fen¨®menos criminales
Dos hechos, en materia de seguridad, han puesto en serios aprietos al Gobierno colombiano. Por un lado, el departamento de Estado de los Estados Unidos actualiz¨® el listado de pa¨ªses con precauci¨®n para viajar, una advertencia que anualmente les hacen a los ciudadanos norteamericanos. All¨ª incluyen nuevas categor¨ªas y Colombia no ha salido de la lista. Igualmente, hace apenas unos d¨ªas se dio a conocer un informe sobre el deterioro de la seguridad en varias zonas del pa¨ªs. Ambas cosas fueron golpes duros para el Ejecutivo, que gan¨® las elecciones con la promesa de mano dura y de resolver todos los problemas de seguridad en cuesti¨®n de d¨ªas.
En todo caso no todo es lo mismo, el deterioro de la seguridad est¨¢ lejos, muy lejos, del peor momento de la historia del pa¨ªs, el cual se dio a finales de los a?os noventa del siglo XX. Se podr¨ªa hablar de tres escenarios diferentes de la seguridad en el pa¨ªs.
Uno primero se da en las zonas de posconflicto, o m¨¢s ampliamente en las zonas rurales del pa¨ªs. En lo fundamental, hay un grupo de cerca de 100 municipios de los 1.122 del pa¨ªs que tienen problemas complicados de violencia e inseguridad. La mayor¨ªa de estos municipios se ¡°incendiaron¡± luego de la salida o dejaci¨®n de armas de la guerrilla de las FARC. Hubo un periodo de tiempo, es decir, una ventana de oportunidad, que se prolong¨® por cerca de 18 meses. En ese periodo de tiempo el Estado no lleg¨®, no logr¨® tener una estrategia de copamiento territorial, y varios de esos municipios, cerca de 100 de los 242 donde operaban las FARC, entraron en una guerra entre diferentes organizaciones criminales.
Luego, hay un segundo escenario que se da en las zonas urbanas del pa¨ªs, particularmente en las principales ciudades colombianas. Si bien en la mayor¨ªa del pa¨ªs la tasa de homicidios ha descendido, llegando a n¨²meros hist¨®ricos, lo cierto es que cada d¨ªa que pasa la poblaci¨®n se siente m¨¢s insegura. En Bogot¨¢, la capital, el homicidio est¨¢ en 13 por cada 100.000 habitantes, hace una d¨¦cada estaba por encima de 20. Sin embargo, en la actualidad el 57% de la poblaci¨®n se siente insegura. En el resto de grandes ciudades del pa¨ªs m¨¢s del 40% de la poblaci¨®n se siente insegura. En todas se nota un deterioro en los ¨²ltimos a?os.
Ese incremento de la percepci¨®n de inseguridad estar¨ªa jalonado por al menos dos cosas. Por un lado, un n¨²mero creciente de los hurtos en sus diferentes modalidades, ya sea hurto a personas, a establecimientos comerciales, a veh¨ªculos o motos. En Bogot¨¢, diariamente se comenten 720 hurtos; la cifra en Medell¨ªn podr¨ªa llegar a los 400 y en Cartagena es igualmente alta. Por otro lado, se percibe una deficiencia en la respuesta institucional ante los llamados de urgencia de la ciudadan¨ªa. En este caso se mezclan dos cosas: 1. Unos niveles de impunidad impresionantes y 2. Un desconocimiento en la forma como funciona el Estado por parte de la ciudadan¨ªa. El gran problema generalmente se concentra en el sistema de transporte p¨²blico. As¨ª las cosas, no solo cada vez entra m¨¢s gente al hurto, adem¨¢s los que tradicionalmente robaban ahora lo hacen m¨¢s veces al d¨ªa.
Un tercer escenario sobre la seguridad del pa¨ªs se vive en las zonas de econom¨ªas ilegales, en este caso hablamos de cerca de 250 municipios, entre ellos los 100 del primer grupo. All¨ª, la econom¨ªa de la hoja de coca o la miner¨ªa ilegal tienen un fuerte predominio, lo cual ha llevado a que se creen sistemas de regulaci¨®n social y econ¨®mica paralelos. Donde la acci¨®n del Estado es vista como una perturbaci¨®n al sistema de regulaci¨®n social.
Hace 20 a?os, m¨¢s de 600 municipios ten¨ªa presencia de grupos armados ilegales, hab¨ªa en promedio 3.000 secuestros al a?o, en el a?o 2018 fueron cerca de 160; igualmente, en los peores a?os de violencia se produc¨ªan cerca de 700.000 desplazamientos forzados, para el 2018 la cifra lleg¨® a poco m¨¢s de 100.000. Lejos estamos de las peores ¨¦pocas de violencia, pero lo que s¨ª parece cierto es que el Gobierno no encuentra una estrategia eficiente para detener el crecimiento de algunos fen¨®menos criminales.
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