En torno a la palabra ¡°disidente¡±
Llamar ¡°disidentes¡± a un general chavista fugitivo en trance de constituirse en narcotestigo protegido de la DEA ya no es un deslizamiento del sentido ni obra del reiterado uso impropio
Es cosa de la edad, no hay duda, como quien dice un residuo, un ripio ¡°de los anta?os que he vivido¡±, esto de advertir a cada paso que el sentido ¨²nico que por a?os atribuimos invariablemente a una palabra castellana se ha ¡°deslizado¡± ¡ªas¨ª dicen los ling¨¹istas¡ª, como se nos desliza una v¨¦rtebra lumbar, y ahora la palabreja quiere designar una muy otra cosa, a menudo, muy distinta de la original. Lo ya habitual es que el nuevo sentido gane terreno y acepci¨®n
Imagino que a usted tambi¨¦n le pasa lo que a m¨ª con palabras como ¡°presumir¡± y ¡°compartir¡±, por ejemplo. Por lo que lee uno en las redes sociales, o en las revistas que el barbero nos arroja al regazo mientas nos motila, son voces que no se usan ya como sol¨ªamos.
¡°Presumir¡± ya no significa transitivamente ¡°suponer¡±, sino casi invariablemente ¡°hacer gala¡±, exhibir con presunci¨®n y hasta contento. Esta otra acepci¨®n es, desde luego, v¨¢lida, pero para ser intransitiva, mi gram¨¢tica parda pide la copulativa ¡°de¡±, como en la frase ¡°Maduro presume de ser buen bailar¨ªn¡±. Pues no; en estos d¨ªas leemos a menudo leyendas a pie de foto que dicen ¡°Fulano presume su novia¡± en el Festival de cine de Cartagena.
Los llamados analistas de entorno y coyuntura nos dan a leer en las redes sociales sus pron¨®sticos y sus ¡°escenarios¡± con un ¡°les comparto mi art¨ªculo de hoy¡±, queriendo claramente decir que desean compartir con nosotros el fruto de sus c¨¢balas y cavilaciones. Yo echo de menos en ello no solo la preposici¨®n ¡°con¡±, sino tambi¨¦n un pel¨ªn de algo que llamar¨¦ ¡°cortes¨ªa suasoria¡±.
Creo que invita mejor a considerar sus ideas o sus presunciones quien dice ¡°comparto con ustedes esta conjetura¡± que quien nos atiza un ¡°les comparto mi an¨¢lisis¡± como quien dice ¡°agarren eso y l¨¦anme, huevones¡±. Pero volvamos a mi asunto que es el ataque a la capacidad de juzgar impl¨ªcito en la treta de cambiar sin m¨¢s el significado de una palabra y asignarle arbitrariamente otro muy distinto.
El caso, me parece, tiene y no tiene que ver con las tan jaleadas fake news. Tome usted por ejemplo la palabra ¡°disidente¡±.
Hubo un tiempo en que, al topar con la voz ¡°disidente¡±, en mi cabeza tomaba forma la imagen admirable de un Alexander Solzhenitsyn, un Joseph Brodsky, un Heberto Padilla. En verdad, no todo quien se separa de la com¨²n doctrina, creencia o conducta ¡ªas¨ª define ¡°disidente¡± el diccionario de la Real Academia¡ª corre la aciaga suerte de los tres nombrados. No siempre ha sido la NKVD de Stalin o el G2 de los hermanos Castro quien ha hecho pagar con ignominia y presidio el atrevimiento y la resoluci¨®n de pensar con la propia cabeza. Sigmund Freud pudo aborrecer y censurar a Carl Gustav Jung, antonomasia del intelectual disidente, pero nunca pudo callarlo ni mucho menos borrarlo de la faz del mundo como habr¨ªa deseado.
Es una noci¨®n algo problem¨¢tica, ?verdad?, pero es curioso cu¨¢n f¨¢cil es acordar que, por ejemplo y cada uno en su liga, Mart¨ªn Lutero, St¨¦phane Mallarm¨¦, Chavela Vargas, Stanley Kubrick, Anna Akhm¨¢tova y Roberto Clemente fueron disidentes. Puestos a nombrar disidentes de mucha val¨ªa se nos puede ir la noche. Yoani S¨¢nchez lo es; a su modo lo fue tambi¨¦n Coco Chanel.
Pero llamar ¡°disidentes¡± a un general chavista fugitivo en trance de constituirse en narcotestigo protegido de la DEA o a la antigua fiscal general venezolana, esa implacable Andr¨¦i Vyshinski del r¨¦gimen chavista, que en 2014 orquest¨® fr¨ªamente el juicio pol¨ªtico a Leopoldo L¨®pez para condenarlo con cargos insostenibles, pruebas fraguadas y testigos mendaces, a trece a?os de prisi¨®n, ya no es un deslizamiento del sentido ni obra del reiterado uso impropio.
Llamar disidentes a gente as¨ª es conferirle a unos pandilleros, hoy ca¨ªdos en el disfavor de sus antiguos sanguinarios cabecillas, un espesor y un rango morales que jam¨¢s podr¨¢n tener, no importa cu¨¢n ¨¢gilmente hayan cambiado de bando en la hora once. No s¨¦ por qu¨¦ me late que esto de llamar disidente ¡ªcomo si de Lech Walesa se tratase¡ª al supergerente hoy fugitivo que dej¨® sin un n¨ªquel a Petr¨®leos de Venezuela puede estar anunciando una nueva trapisonda electoral.
Disidente, se?ores, fue Juan Belmonte, matador de toros.
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