Los Verdes afrontan el reto de llevar a las urnas el clamor ciudadano
La formaci¨®n ecologista busca subirse a la ola de protestas contra el cambio clim¨¢tico
En la pol¨ªtica de miedos suele invocarse el temor a la inmigraci¨®n como raz¨®n del crecimiento de la ultraderecha. Siguiendo esa l¨®gica, el malestar frente a la desigualdad ser¨ªa el elemento movilizador de la izquierda. Y el desasosiego por la ruptura del orden establecido, el de la derecha. El ¨²ltimo gran sobresalto global tiene que ver con el deterioro del planeta. Y su articulaci¨®n pol¨ªtica, Los Verdes, busca convertir la emergencia clim¨¢tica en el punto central de la campa?a a las elecciones europeas del 26 de mayo.
La formaci¨®n vive una paradoja. Las manifestaciones pidiendo medidas contra el calentamiento global recorren el continente con ¨ªmpetu inusitado. Los cient¨ªficos advierten de los efectos da?inos de la actividad humana para la biodiversidad. Los grandes partidos incorporan f¨®rmulas propias para proteger el medioambiente. La UE aprueba estrictos l¨ªmites de emisiones y restringe el uso de pl¨¢sticos. En definitiva, nunca antes el ideario verde hab¨ªa tenido tanta influencia. Sin embargo, la cristalizaci¨®n electoral de esa nueva sensibilidad global que brota con especial vigor en Europa es todav¨ªa d¨¦bil.
La media de sondeos del Parlamento Europeo otorga a los ecologistas 57 eurodiputados en los comicios de la semana que viene, cinco m¨¢s que hace un lustro. El resultado puede leerse de dos formas: en un contexto propicio, con las mayores protestas clim¨¢ticas de la historia copando titulares y el bipartidismo en su momento m¨¢s bajo ¡ªpor primera vez populares y socialistas no sumar¨¢n el 50% de esca?os¡ª la receta verde no termina de explotar, y quedar¨ªa relegada a la sexta posici¨®n. A la vez, de cumplirse las predicciones, rondar¨ªan su mejor dato en unos comicios europeos, y ante el bache de populares y socialistas, pueden ser decisivos para forjar una nueva mayor¨ªa, lo que les permitir¨ªa obtener a cambio ciertas concesiones.
El estado de ¨¢nimo var¨ªa sobremanera desplazando el dedo por el mapa. Las encuestas alimentan el sue?o de Los Verdes alemanes de un sorpasso sin precedentes a los socialdem¨®cratas para ser segundos solo por detr¨¢s de los democristianos de la CDU de Merkel. Y a una escala menor, esperan progresos en B¨¦lgica y Holanda ¡ªepicentros de importantes manifestaciones¡ª, y buenos resultados en Francia, Luxemburgo, Austria, Finlandia y Suecia.
Los pa¨ªses del Mediterr¨¢neo y el Este son su tal¨®n de Aquiles. En Espa?a, Portugal y Grecia est¨¢n integrados en candidaturas de izquierda donde el mensaje ambientalista no es protagonista. Mientras, en Italia, el intento de concurrir en solitario no est¨¢ claro que vaya a cuajar. Entre los herederos del bloque sovi¨¦tico tampoco despegan pese a que puede haber argumentos para ello: la justicia europea conden¨® el a?o pasado a Polonia por la mala calidad del aire. ¡°Espa?a, Italia y Polonia aportan much¨ªsimos diputados. Si quieres tener un grupo fuerte en el Parlamento tienes que estar representado con fuerza en todos los pa¨ªses¡±, lamenta un europarlamentario ecologista que pide no ser citado.
M¨¢s que ecologismo
Su condici¨®n de partido tem¨¢tico tiende a desdibujar el resto de propuestas, claramente orientadas a la izquierda. Su programa incluye una renta m¨ªnima, m¨¢s tren y menos avi¨®n, educaci¨®n gratuita, m¨¢s garant¨ªas para los refugiados y una pol¨ªtica fiscal que grave a los que m¨¢s contaminan y no haga concesiones a multinacionales y gigantes de Internet. Adem¨¢s, son cr¨ªticos con la carrera por bajar impuestos, reclaman el fin de las exportaciones de armas a dictaduras, e integran en su discurso el concepto de Europa feminista.
La alemana Ska Keller, de 37 a?os, y el holand¨¦s Bas Eickhout, de 42, lideran un partido que en el pasado se nutri¨® del carisma sesentayochista de Joschka Fischer y Daniel Cohn-Bendit. Keller, la m¨¢s joven de los candidatos a la presidencia de la Comisi¨®n Europea, representa la renovaci¨®n, y alude con insistencia a las revueltas estudiantiles por el clima para que esa potente inercia arrastre a su partido a cotas mayores. Por ahora, los sondeos le dan un papel de paquete en la motocicleta europea. Pueden corregir el rumbo para que no vuelque, pero no acelerar.
La excepci¨®n espa?ola
La ausencia de una fuerza ultraderechista fue hasta la irrupci¨®n de Vox motivo de extra?eza y halago cuando en el exterior se hablaba de pol¨ªtica espa?ola. Ahora, la peculiaridad que separa a Espa?a de buena parte de Europa es la falta de empuje de un partido ecologista. Un dirigente verde lo atribuye a que mientras el movimiento germinaba en Europa, Espa?a se encontraba inmersa en la dictadura. Despu¨¦s, la dicotom¨ªa democracia-franquismo e izquierda-derecha, unida al tenso debate territorial, opac¨® la discusi¨®n ambiental hasta el punto de que apenas apareci¨® en los recientes debates electorales.
Con la losa de ese terreno perdido, en el entorno ecologista hay cierto des¨¢nimo por la deriva de los ¨²ltimos a?os. Equo, el partido que naci¨® para llenar el vac¨ªo, concurre integrado en Podemos. Y hay voces que hablan de fagocitaci¨®n. ¡°Los partidos con los que nos hemos aliado, IU y Podemos, nos han absorbido sin darnos la importancia adecuada. Eso te mata. Tras las elecciones vamos hacia una refundaci¨®n, porque el espacio pol¨ªtico existe, pero hay una debilidad estructural¡±, admiten fuentes de la formaci¨®n. El lado positivo de esas alianzas lo ven en los lugares donde han tocado poder, como Madrid, donde In¨¦s Saban¨¦s ha sido una de las inspiradoras del cierre al tr¨¢fico en el centro.
La situaci¨®n espa?ola no es tan singular si se compara con otros pa¨ªses del Sur. En Portugal, el ecologismo concurre con el Partido Comunista y en Grecia con Syriza, con lo que carecen de visibilidad. Mientras que en Italia es minoritario.
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