El pueblo colombiano (La Picota, Bogot¨¢)
La mayor¨ªa desaprueba la labor de Duque y desconf¨ªa menos de la JEP que de la Fiscal¨ªa
Es el s¨ªndrome del reality show: reality adentro, completamente extraviado en su supuesta omnipresencia, el participante pronuncia una frase semejante a "todo el pa¨ªs sabe qui¨¦n soy..." en vez de decir que un pu?ado de espectadores de un programa lo vigilan como a una fiera de zool¨®gico humano. Ciertos personajes de las redes sociales tambi¨¦n experimentan, con decenas o miles o cientos de miles de seguidores, la misma ilusi¨®n de que el mundo entero est¨¢ en sinton¨ªa con sus reacciones. S¨®lo faltaba que, en su alocuci¨®n desencajada del jueves pasado, el presidente Duque soltara la sentencia "?compartimos la indignaci¨®n del pueblo colombiano por la decisi¨®n de la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz, JEP, de ordenar la libertad del sindicado por narcotr¨¢fico en Estados Unidos alias Jes¨²s Santrich!".
Al d¨ªa siguiente, Santrich, un excomandante de la l¨ªnea dura de las FARC, trat¨® de suicidarse en su celda en la c¨¢rcel La Picota cuando oy¨® que iba a ser extraditado, pero fue sanado en la prisi¨®n y recapturado por la Fiscal¨ªa: se asegura que hay nuevas pruebas de que volvi¨® a las andanzas despu¨¦s del acuerdo de paz.
Antes de cometer el grave error, de eterna principiante, de convertir a Santrich en el s¨ªmbolo de la paz, habr¨ªa que decir que Colombia empez¨® la semana pasada como ten¨ªa que empezarla: con una campa?a corajuda, Un l¨ªder en mi lugar, hecha para que corra por el espinazo de esta sociedad la noticia de que desde el 1 de enero de 2018 han asesinado a 317 l¨ªderes sociales. El mi¨¦rcoles el fiscal anunci¨® su renuncia, dizque indignado por la decisi¨®n de la JEP, pero lo alarmante era que hab¨ªan matado a Wilson Saavedra, un excomandante de las FARC que sirvi¨® a los di¨¢logos de paz, y llegaba a 139 el n¨²mero de exguerrilleros asesinados. Y el s¨¢bado, gracias a testimonios de militares valerosos, The New York Times revel¨® el regreso de las ejecuciones extrajudiciales por culpa de la vieja pol¨ªtica de dar resultados a toda costa.
Y no, "el pueblo colombiano" no es una unidad asqueada por las decisiones de la JEP, sino un pueblo complejo, en pugna, en mora de pactar lo m¨ªnimo: el "no matar" de su fe. Y s¨ª, la mayor¨ªa del "pueblo colombiano", seg¨²n Gallup, desaprueba la labor de Duque, cree que las cosas est¨¢n empeorando y desconf¨ªa menos de la JEP que de la Fiscal¨ªa. Y ser¨ªa otra naci¨®n si su presidente lanzara alocuciones bravas que dejaran en claro que el verdadero s¨ªmbolo de la paz son los cientos de l¨ªderes asesinados y los cientos de l¨ªderes que hay que proteger, si los gobernados y sus gobernantes compartieran la indignaci¨®n por la violencia que se ha engendrado en el Estado, si se desterrara por fin de esta cultura aquella idea ¡ªde cultura que no ha sido educada, sino evangelizada¡ª de que aqu¨ª hay "buenos muertos".
Esta semana colombiana comenz¨® con una redundancia: la b¨²squeda de la paz pol¨ªtica entre las fuerzas del establecimiento. No se insisti¨® en que la derecha desconoce la justicia transicional porque desconoce el conflicto armado. No se us¨® la palabra "patocracia", que seg¨²n Lobaczewski, el poner¨®logo polaco, es el Gobierno de los psic¨®patas pseudomorales que se enquistan en las instituciones. No se reconoci¨® que en este Gobierno ser presidente de Colombia ha vuelto a reducirse a presidir la guerra contra las drogas, ni que el fin de las FARC, que le ha dolido m¨¢s a la derecha que a las FARC, ha probado que seguiremos siendo un pa¨ªs en guerra ¡ªcon la corrupci¨®n y la deshumanizaci¨®n que ello trae¡ª mientras sigamos persiguiendo cultivos y extraditables en vano, como expiando nuestra debilidad ante los Estados Unidos. Qui¨¦n sabe qu¨¦ piensan de esto los pueblos colombianos, pero tendr¨ªamos que rendirnos, sin m¨¢s, al respeto por la vida.
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