Trampa pol¨ªtica y moral en Alabama
Las mujeres inmigrantes y pobres sufrir¨¢n las consecuencias de la criminalizaci¨®n del aborto: recurrir¨¢n a m¨¦todos inseguros y clandestinos
El Senado del Estado Alabama (EE UU) revis¨® la ley del aborto para convertirlo en crimen, incluso en caso de violaci¨®n o incesto. La ¨²nica excepci¨®n es si se trata de salvar la vida de la mujer. La artima?a legislativa tiene al menos dos objetivos. El primero es inmediato: las mujeres tendr¨¢n prohibido abortar, con una sentencia de 99 a?os de c¨¢rcel para quienes intenten ayudarlas a hacerlo. El segundo objetivo es de largo plazo: ante la reversi¨®n de la hist¨®rica decisi¨®n de la Corte Suprema de los Estados Unidos Roe v. Wade, que despenaliz¨® el aborto, se espera que grupos de defensa de los derechos de las mujeres recurran a acciones judiciales y que el tr¨¢nsito judicial lleve el caso a la Corte Suprema en los pr¨®ximos cinco o 10 a?os. Con una nueva configuraci¨®n moral de la Corte durante la presidencia de Donald Trump y, en particular, con la nominaci¨®n del juez Brett Kavanaugh, la expectativa es de que un nuevo cap¨ªtulo sea escrito en la historia del aborto en el pa¨ªs norteamericano.
Es una trampa pol¨ªtica y moral tras la ley de Alabama. Si no existe recurso judicial, las mujeres inmigrantes y m¨¢s pobres sufrir¨¢n las consecuencias de la criminalizaci¨®n, como ocurre con las mujeres de la Am¨¦rica Latina y el Caribe: recurrir¨¢n a m¨¦todos inseguros y clandestinos. Las mujeres con recursos financieros viajar¨¢n a los Estados vecinos y tendr¨¢n acceso a los servicios de aborto seguro. Si hay respuesta judicial, algo inminente, las feministas propulsar¨¢n la revisi¨®n de Roe v. Wade a la Corte Suprema de los Estados Unidos.
La artima?a del grupo que movi¨® la acci¨®n tiene una estrategia perversa de fondo, con respecto a la cual el abogado de la causa, Eric Johnston, no se averg¨¹enza de anunciar p¨²blicamente: en el pasado, el aborto fue descriminalizado con base en una interpretaci¨®n considerada ¡°fr¨¢gil¡± al orden constitucional estadounidense: el principio de la privacidad. No habr¨ªa derecho a la privacidad as¨ª explicitado en el texto constitucional, interpreta Johnston. Por eso, puede haber una respuesta basada en una nueva cuesti¨®n constitucional. Y, por tanto, es preciso que la ley de Alabama abra otro camino de controversia moral sobre el derecho a la vida del feto. Si el plan continua su ruta perversa, la Corte Suprema estadounidense deber¨¢ decidir si esta es la pregunta correcta para la cuesti¨®n del aborto y los derechos de las mujeres.
No es un interrogante nuevo en la controversia sobre el aborto. Al contrario, es persistente en los debates legislativos y judiciales en Brasil. En el paquete de la ¡°guerra cultural¡± del Gobierno de Bolsonaro est¨¢ el tema del aborto, en particular por el papel de la Corte Suprema en decisiones anteriores, como las de anencefalia y de c¨¦lulas madre. En la acci¨®n de c¨¦lulas madre, la Corte Suprema de Brasil ya respondi¨® a la pregunta de la ley antiaborto de Alabama: la metaf¨ªsica del inicio de la vida no restringe la protecci¨®n de bienes constitucionales fundamentales, como el del avance de la ciencia para salvar vidas. Las dos acciones en curso sobre aborto en Brasil en la Corte Suprema ya no se pautan por la ret¨®rica religiosa sobre el aborto: es sobre dignidad, ciudadan¨ªa y derecho a la salud de las mujeres que la cuesti¨®n del aborto debe ser enfrentada en un orden constitucional. Una de las acciones pide la despenalizaci¨®n si las incertidumbres del virus del zika llevan a la mujer embarazada a vivir una situaci¨®n de sufrimiento mental, la otra pide la despenalizaci¨®n del aborto en las primeras 12 semanas de gestaci¨®n. De forma similar se movi¨® el debate legislativo en Argentina en 2018, al pautar la cuesti¨®n del aborto como una deuda democr¨¢tica con las mujeres.
Es verdad que la ministra brasile?a de Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, ya ha expresado p¨²blicamente su posici¨®n favorable a la propuesta de enmienda constitucional, en un tr¨¢mite en el Congreso brasile?o, que establece el ¡°derecho a la vida desde la concepci¨®n¡±: en el reciente evento de resurrecci¨®n del Frente Parlamentario en Defensa de la Vida y la Familia, la pastora fue homenajeada. La agenda moral del Frente Parlamentario es una traducci¨®n pol¨ªtica del mesianismo evang¨¦lico para el bien com¨²n -la familia deber¨ªa ser solamente la uni¨®n entre hombre y mujer-, un cambio del texto constitucional para la definici¨®n del inicio de la vida en la concepci¨®n y una ir¨®nica ¡°beca violaci¨®n¡± para incentivar mujeres a no abortar en casos de violencia sexual. El cambio constitucional sobre el ¡°inicio de la vida¡± es un fragmento de la misma narrativa que mueve la ley de Alabama: imponer al orden pol¨ªtico democr¨¢tico los valores religiosos de una comunidad moral.
El bolsonarismo imagin¨® que la guerra moral ser¨ªa m¨¢s simple de lo que se ha demostrado en las ¨²ltimas semanas, en las que la enmienda constitucional del inicio de la vida fue retirada hasta en dos ocasiones de la agenda de votaciones del Congreso brasile?o. La fake new sobre el kit gay que facilit¨® la victoria de Bolsonaro no se ha movido con la tranquilidad que se imaginar¨ªa. Arriesgar¨ªamos decir que el efecto de la virulencia evang¨¦lica patriarcal est¨¢ generando una fuerza contraria, lo que los te¨®ricos de la pol¨ªtica judicial describen como "backlash": una nueva organizaci¨®n de movimientos de ni?as y mujeres que rechaza la interferencia religiosa en la pol¨ªtica. Si Alabama es el d¨ªa despu¨¦s de lo que est¨¢ pasando en el pa¨ªs latinoamericano en los ¨²ltimos a?os, la estrategia de los grupos religiosos est¨¢ predestinada: el litigio que se anuncia en Estados Unidos para la revisi¨®n de Roe v. Wade podr¨¢ ampliar la coalici¨®n global de mujeres por la despenalizaci¨®n del aborto.
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