El deber no conoce fronteras
El Museo de Historia Natural de Nueva York ha cancelado un homenaje a Bolsonaro en una de sus salas. Es nuestra obligaci¨®n que los pol¨ªticos peligrosos no ganen espacio global
El presidente Jair Bolsonaro?iba a ser homenajeado por la C¨¢mara de Comercio Brasil-Estados Unidos el pr¨®ximo 14 de mayo. La celebraci¨®n tendr¨ªa lugar en el Museo de Historia Natural de Nueva York. La reserva del espacio fue hecha con antelaci¨®n, y la administraci¨®n del Museo entend¨ªa el evento como un negocio respetable: Brasil es un pa¨ªs importante para el comercio estadounidense, ?cu¨¢l ser¨ªa el problema en hospedar el evento? El homenajeado. En los ¨²ltimos d¨ªas, cientos de mensajes llenaron los buzones del museo solicitando la cancelaci¨®n de la actividad. Bolsonaro no podr¨ªa ser homenajeado en un espacio educativo y de cultura universal. ?l, dec¨ªan, representa una amenaza a los valores democr¨¢ticos y a los derechos humanos.
La administraci¨®n del museo se vio ante un malestar: el buen negocio se transform¨® en un dolor de cabeza en el que jud¨ªos, negros, mujeres y ambientalistas fueron algunos de los grupos m¨¢s activos en la defensa de la cancelaci¨®n. En los t¨¦rminos de la buena educaci¨®n estadounidense, el primer mensaje p¨²blico de la instituci¨®n dec¨ªa, en ingl¨¦s, estar "profundamente preocupados, y explorando nuestras opciones". En el estilo el¨ªptico del enfrentamiento diplom¨¢tico, este fue el primer anuncio de que el museo cancelar¨ªa la presencia de Bolsonaro como homenajeado. Dos d¨ªas despu¨¦s, ya?en portugu¨¦s y sin rodeos,?se apresur¨® a anunciar la cancelaci¨®n: ¡°El Museo agradece a las personas que expresaron su opini¨®n sobre el evento. Entendemos y compartimos su preocupaci¨®n (...) Estamos profundamente preocupados por los objetivos declarados de la actual Administraci¨®n brasile?a¡±.
La prisa en actuar vino de varios frentes. Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, fue uno de los que se pronunci¨®. Describi¨® a Bolsonaro como "ser humano peligroso, no solo por su evidente racismo y homofobia: desgraciadamente tambi¨¦n es la persona con mayor poder de impacto sobre lo que pasar¨¢ en la Amazon¨ªa de aqu¨ª en adelante". Algunos entendieron su pronunciamiento como un gesto de imperialismo. Sin embargo, es un error de lectura: no hay soberan¨ªa o nacionalismo que justifique la violaci¨®n de derechos humanos que se pone en marcha en el pa¨ªs. En menos de?100 d¨ªas de Gobierno?se ha producido un aumento de la violencia policial y de la persecuci¨®n a profesores y movimientos sociales, que se sienten intimidados en cuanto a su participaci¨®n pol¨ªtica.
Tan grave como las medidas concretas de restricci¨®n de la sociedad civil es el revisionismo hist¨®rico que Bolsonaro intenta imponer a Brasil y al mundo. Una de sus obsesiones es reescribir la historia de las dictaduras militares de Am¨¦rica Latina como revoluciones o transformaciones culturales de progreso: fue rechazado en Chile, donde hizo homenajes p¨²blicos al dictador Augusto Pinochet;?glorific¨® al dictador Alfredo Stroessner;?y atiz¨® a los militares brasile?os a celebrar la fecha del golpe militar de 1964 como fiesta.
Hubo reacciones sin fronteras al revisionismo hist¨®rico inconsecuente, pero ninguna como la respuesta del presidente israel¨ª?Reuven Rivlin?despu¨¦s de que Bolsonaro tratase de ense?ar a los jud¨ªos a lidiar con el propio pasado del Holocausto. En el corto intervalo entre los dos mensajes p¨²blicos del museo, Bolsonaro arriesg¨® su miop¨ªa revisionista hacia la pol¨ªtica de Israel. "Podemos perdonar, pero no olvidar", dijo. "Aquellos que no olvidan el pasado est¨¢n condenados a no tener futuro". El atrevimiento de Bolsonaro llev¨® a Rivlin a responderle a la altura: "Nunca olvidaremos y nunca perdonaremos: nadie mandar¨¢ al pueblo jud¨ªo a perdonar y ning¨²n inter¨¦s va a comprar ese perd¨®n". El recado sobre "comprar perd¨®n" tambi¨¦n iba dirigido a Bolsonaro, que acababa de regresar de Israel de una visita en la que ambos pa¨ªses discutieron sobre sus respectivas pol¨ªticas econ¨®micas y militares, y sobre la promesa de traslado de la Embajada brasile?a en Israel de Tel Aviv a Jerusal¨¦n. Su respuesta final fue un tonto pedido p¨²blico de excusas: "Me quieren alejar de los jud¨ªos", dijo.
Este episodio, que se inici¨® de la forma m¨¢s prosaica ¡ªel Museo de Historia Natural de Nueva York desconoc¨ªa a la persona a ser homenajeada¡ª mostr¨® la importancia de la globalizaci¨®n de la participaci¨®n pol¨ªtica. No hay nacionalismo que justifique el silencio ante violaciones de derechos humanos. Y no todo pronunciamiento internacional es un gesto de imperialismo: es solidaridad internacional a los intentos indebidos de emergencia de l¨ªderes populistas que violan derechos fundamentales, como es el caso del presidente brasile?o. Hay una responsabilidad que debe ser compartida entre los pa¨ªses: los derechos de las mujeres, los derechos de las minor¨ªas ¨¦ticas y raciales o el cuidado al medioambiente son deberes de protecci¨®n sin fronteras. De directores de museos a ciudadanos an¨®nimos en las redes sociales, es nuestro deber resistir que pol¨ªticos peligrosos ganen espacio global. Bolsonaro no ser¨¢ homenajeado en un museo.
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