La democracia europea est¨¢ viva
El incremento de la participaci¨®n, la m¨¢s alta en los ¨²ltimos 20 a?os, demuestra que Europa interesa y moviliza
Europa interesa. Moviliza. Lo demuestra el incremento de la participaci¨®n este domingo en las urnas. La m¨¢s alta en los ¨²ltimos 20 a?os. La democracia vive de la confrontaci¨®n y del conflicto. En realidad es el sistema que sirve para organizar la confrontaci¨®n y el conflicto y convertirlos en gobiernos y en pol¨ªticas.
Solo se vota cuando cada voto cuenta. Nunca se hab¨ªa ido a votar en Europa en un clima de tanto pesimismo e incluso de incertidumbre sobre el futuro de la Uni¨®n Europea, con uno de los socios, el Reino Unido, en proceso de incierto divorcio, y la consolidaci¨®n en casi todos los pa¨ªses de formaciones de extrema derecha, hostiles a las transferencias de soberan¨ªa hacia Bruselas.
Dos son los impulsos que han conducido a los ciudadanos a las urnas con mayor intensidad que en anteriores ocasiones. De una parte, la polarizaci¨®n inducida por la marea nacionalista y populista, especialmente fuerte en Francia y en Italia, pa¨ªses donde las formaciones de extrema derecha son la primera fuerza. De la otra, el surgimiento de un voto joven y ecologista, que se ha expresado muy claramente en Alemania, y ha situado a Los Verdes como el segundo partido, superando a la socialdemocracia, y en Francia, como el tercero, por encima de las dos grandes formaciones de anta?o, Los Republicanos y el Partido Socialista.
Tambi¨¦n se ha incrementado la fragmentaci¨®n parlamentaria, especialmente intensa gracias a ambos impulsos centr¨ªfugos. Las dos formaciones que han conformado las mayor¨ªas hist¨®ricamente, populares y socialistas, deber¨¢n contar con los liberales o con los Verdes, e incluso con ambos, de cara a la conformaci¨®n de mayor¨ªas parlamentarias y, sobre todo, para la selecci¨®n y nombramiento de los altos cargos de las instituciones europeas.
El antieurope¨ªsmo de las distintas formaciones de la extrema derecha en ascenso ha tomado un giro novedoso, expresado en la campa?a electoral y fruto de las dificultades brit¨¢nicas para culminar el Brexit. Estos partidos ya no quieren salir de la Uni¨®n Europea, sino aprovecharse de sus presupuestos y medios para cambiarla e incluso para destruirla desde dentro.
Este antieurope¨ªsmo pesar¨¢ y contar¨¢, pero dif¨ªcilmente tendr¨¢ suficientes esca?os como para bloquear la actividad parlamentaria. Entre otras razones, por las divisiones que dificultar¨¢n su convergencia en un solo grupo, especialmente entre liberales e intervencionistas, prorrusos y antirrusos, y en algunos casos incluso por sus diferentes actitudes hacia Estados Unidos e Israel. La personalidad pol¨ªtica m¨¢s castigada en estas elecciones es el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, superado en votos por Marine Le Pen y debilitado por tanto en sus prop¨®sitos de liderar la actual etapa de la construcci¨®n europea. Tambi¨¦n queda desgastada la gran coalici¨®n que gobierna Alemania, cuyas dos componentes sumadas, CDU-CSU y SPD, pierden casi 20 puntos. El t¨¢ndem franco-alem¨¢n, que tradicionalmente constituye el motor de la construcci¨®n europea, sale exhausto de la cita electoral del domingo.
Matteo Salvini, el l¨ªder de la Liga, aspira a convertirse en el m¨¢s premiado en las urnas. Un premio con el que puede pugnar por encabezar el Gobierno, gracias al sorpasso de Cinco Estrellas, y constituir as¨ª una potente voz en el propio Consejo Europeo, donde ya cuentan dos gobiernos ultraderechistas como el polaco y el h¨²ngaro. A pesar de su ¨¦xito, Salvini se queda corto en sus prop¨®sitos de encabezar una fuerte oposici¨®n antieurope¨ªsta en Bruselas.
El euroescepticismo y el nacionalismo populista han conducido a los ciudadanos a las urnas con mayor fuerza que en otras ocasiones. Queda la duda de si una presencia reforzada de este europe¨ªsmo antieuropeo en las instituciones constituir¨¢ un revulsivo o un nuevo freno. Pero esto ya no depender¨¢ de los votantes.
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