Hacia un mundo sin los que lucharon en las playas del D¨ªa D
Cerca de 300 veteranos acudieron a las conmemoraciones, todos mayores de 90 a?os
La Segunda Guerra Mundial no se decidi¨® en ninguna batalla y, desde luego, no en las playas del norte de Francia el 6 de junio de 1944, hace ahora 75 a?os. El gran historiador del conflicto, Antony Beevor, autor entre muchos otros ensayos de El D¨ªa D. La batalla de Normand¨ªa, consideraba en una entrevista con motivo del 70? aniversario del desembarco que "el punto de inflexi¨®n geopol¨ªtico se produjo en diciembre de 1941, cuando la Wehrmacht no tom¨® Mosc¨² y Hitler declar¨® la guerra a Estados Unidos".
En la invasi¨®n de Normand¨ªa participaron 16 pa¨ªses, 160.000 soldados (muchos m¨¢s en las siguientes semanas) que proced¨ªan de 30 naciones diferentes, cruzaron el Canal de la Mancha 5.000 buques en la operaci¨®n naval m¨¢s importante conocida hasta entonces. Los Aliados lograron una victoria muy dif¨ªcil, pero no ganaron una guerra que Hitler ya hab¨ªa perdido en Stalingrado.
Todav¨ªa quedaba casi un a?o hasta la ca¨ªda de Berl¨ªn, en mayo de 1945. Las tropas aliadas consiguieron establecer una cabeza de puente en las playas el mismo d¨ªa 6 de junio que garantiz¨® el ¨¦xito de la invasi¨®n, pero se toparon con una contraofensiva alemana que acab¨® destrozando ciudades enteras bajo las bombas. Y, como se cuenta en la serie Hermanos de sangre sobre la 101 Divisi¨®n Aerotransportada, el avance hacia Alemania fue un aut¨¦ntico infierno durante el que los Aliados sufrieron importantes derrotas, como en la Operaci¨®n Market Garden.
Sin embargo, por lo menos en Occidente, el D¨ªa D se ha asentado como s¨ªmbolo de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, como el triunfo de la democracia frente al mal absoluto. A esta imagen ha contribuido sin duda el cine. Desde aquel gran cl¨¢sico de los a?os sesenta, El d¨ªa m¨¢s largo, una superproducci¨®n en blanco y negro cargada de estrellas que recreaba la batalla con un guion lleno de frases memorables ¡ª"?Se acuerda de aquellos 5.000 buques que no ten¨ªan los Aliados? Pues est¨¢n en el Canal", exclama un alem¨¢n a sus superiores cuando contempla la flota que avanza¡ª hasta, naturalmente, Salvar al soldado Ryan, en la que Steven Spielberg mostraba que incluso las batallas m¨¢s justas siguen siendo crueles y salvajes.
Hoy Normand¨ªa se ha convertido en un espacio de paz, de recuerdo y de cementerios. Cualquiera que visite la regi¨®n del Cotentin se encontrar¨¢ con las tumbas alineadas de los camposantos estadounidenses ¡ªen muchas de ellas, de soldados desconocidos, puede leerse un lema escalofriante "Aqu¨ª yace un camarada de armas, solo conocido por Dios"¡ª, pero tambi¨¦n con los cementerios alemanes y monumentos de otras nacionalidades.
Estos paisajes se llenar¨¢n en breve, de forma inexorable, con una ausencia: la de los que estuvieron all¨ª aquel d¨ªa. Normalmente, los aniversarios de la Segunda Guerra Mundial se celebran cada diez a?os, pero en esta ocasi¨®n se han organizado grandes fastos para el 75? aniversario, no solo porque sea una cifra redonda, sino porque ser¨¢ seguramente la ¨²ltima vez en la que los que estuvieron all¨ª, en las playas, puedan acudir en un n¨²mero significativo (unos 300 ayer mi¨¦rcoles, todos mayores de 90 a?os).
Europa, Canad¨¢ y Estados Unidos tendr¨¢n que aprender a vivir sin los recuerdos vivos de los que lucharon y sufrieron aquella guerra. "Estaba aterrorizado, creo que todos lo est¨¢bamos", relat¨® a Reuters John Jenkins, un veterano de 99 a?os. Sin ellos no solo se pierde un referente moral: se traslada la responsabilidad de la memoria a los que no vivieron aquel horror. Y, como dice el protagonista de Salvar al soldado Ryan al final del filme, Europa tiene la obligaci¨®n de ser digna de esta herencia.
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