Retrato de los j¨®venes luchadores por el futuro de Hong Kong
Detr¨¢s de las protestas de los estudiantes de la antigua colonia, muchos denuncian un malestar de a?os
¡°Eres t¨² quien nos ha ense?ado que las marchas pac¨ªficas no sirven para nada¡±. La pintada acusatoria contra la jefa del Gobierno aut¨®nomo de Hong Kong, Carrie Lam, a¨²n continuaba en una de las columnas del Parlamento dos d¨ªas despu¨¦s de que varios centenares de manifestantes rompieran a golpes las cristaleras, forzaran las verjas e irrumpieran en el edificio en el 22? aniversario de la devoluci¨®n de la antigua colonia brit¨¢nica a la soberan¨ªa china. Durante tres horas, hasta la entrada de la Polic¨ªa, dejaron pintadas, rompieron cuadros y da?aron equipos. Los j¨®venes que participaron aseguran que no son violentos ¨C¡°no hemos atacado a nadie¡±¨C?y que el suyo fue un acto desesperado: ¡°Queremos que se nos escuche¡±.
¡°Llevamos un mes de manifestaciones. En la primera participaron un mill¨®n de personas y una semana despu¨¦s fueron dos millones. Y aun as¨ª el Gobierno no nos ha hecho caso. Si dos millones de personas salen a la calle y no pasa nada, si por las buenas lo intentamos de todas las maneras que se nos ocurren y no pasa nada, ?qu¨¦ opciones nos quedan?¡±, contaba el se?or Nadie, uno de los j¨®venes que entraron en el hemiciclo del Parlamento aquella noche para protestar contra el Gobierno aut¨®nomo, pedir una reforma democr¨¢tica del sistema electoral y reclamar la retirada definitiva del pol¨¦mico proyecto de ley de extradici¨®n a la china continental.
¡°No s¨¦ si al final valdr¨¢ para algo, pero ten¨ªamos que intentarlo. Necesitamos democracia, necesitamos defender nuestras libertades¡±, opina Nadie. Fung, otra joven que ha participado en las protestas, est¨¢ de acuerdo: ¡°Cuando pienso en el futuro siento impotencia. Parece que no tenemos poder para cambiar nada¡±.
La decisi¨®n de asaltar el Legislativo no formaba parte de un plan premeditado. La idea original hab¨ªa sido impedir que se celebrara la ceremonia de conmemoraci¨®n, el pasado 1 de julio, del traspaso de la soberan¨ªa del Reino Unido a China. No lo consiguieron. La Polic¨ªa les dispers¨® con cargas y gases lacrim¨®genos. Frustrados y doloridos, analizaron sus opciones. Y arremeter contra el Parlamento fue la ganadora.
Ese malestar juvenil es muy anterior al proyecto de ley de extradici¨®n, ahora suspendido, que hubiera permitido por primera vez la entrega de sospechosos a China. Sus causas van tambi¨¦n mucho m¨¢s all¨¢ de las demandas puntuales de los manifestantes, cada vez m¨¢s numerosas y que oscilan entre lo concreto -la apertura de una investigaci¨®n sobre abuso de la fuerza policial- y lo casi ut¨®pico, una reforma democr¨¢tica del sistema electoral o la dimisi¨®n de la jefa del gobierno aut¨®nomo, Carrie Lam.
¡°Sab¨ªan lo que hac¨ªan. Sab¨ªan que se estaban arriesgando a ir a la c¨¢rcel. Por eso es importante preguntarse por qu¨¦ lo hicieron¡±, se?ala Naomi Ho, organizadora comunitaria de la asociaci¨®n Youth Policy Advocators y una de las participantes en las masivas marchas de protesta contra el gobierno y el proyecto de ley de extradici¨®n que han sacudido la ex colonia brit¨¢nica durante junio. La toma del legislativo, asegura, fue ¡°un ¨²ltimo recurso. Durante meses se hab¨ªa intentado todo de manera pac¨ªfica para que se atendieran sus demandas, y no funcion¨®¡±. Esos j¨®venes, afirma, ¡°sienten que no tienen un futuro en Hong Kong¡±.
Quienes asediaron el Legislativo, y la gente de su generaci¨®n, no tienen recuerdos de la ¨¦poca colonial brit¨¢nica. Pero se han criado en un sistema distinto del de la China continental, acostumbrados a disfrutar de libertades como la de expresi¨®n o de asociaci¨®n, y sienten mucha menos afinidad por esa patria que sus padres. Aunque el independentismo es una idea muy minoritaria, s¨ª es mucho m¨¢s probable que se vean a s¨ª mismos con una identidad hongkonesa, distinta de la china. Una encuesta de la Universidad de Hong Kong encontraba el mes pasado que menos del 10% de los hongkoneses entre los 18 y los 29 a?os se declaran ¡°orgullosos¡± de ser ciudadanos chinos.
Ven con alarma los llamamientos cada vez m¨¢s insistentes por parte de China para la integraci¨®n f¨ªsica del territorio aut¨®nomo, desde los planes para incluirlo en una gran ¨¢rea econ¨®mica que abarque las metr¨®polis del sureste a la instalaci¨®n de una terminal de tren de alta velocidad en territorio hongkon¨¦s que incluye controles de polic¨ªa chinos.
Ser joven en la ciudad m¨¢s cara del mundo
Hong Kong es la ciudad m¨¢s cara del mundo, junto a Singapur y Par¨ªs seg¨²n una encuesta del Economist Intelligence Unit. Tambi¨¦n profundamente desigual: los 10 hongkoneses m¨¢s ricos tienen tanto como el resto de los 7 millones de residentes juntos. Con el metro cuadrado m¨¢s costoso de la Tierra, solo un 11% de la poblaci¨®n posee una vivienda en propiedad. Encontrar y pagar el alquiler es un problema: la mitad de las viviendas disponibles se ofrecen por 2.270 euros, el 125% de un sueldo medio, o m¨¢s. Y para los j¨®venes la situaci¨®n es especialmente dif¨ªcil: en una dura lucha por encontrar empleos de calidad, los ingresos de la mitad de ellos est¨¢n por debajo de ese sueldo medio.
Muchos se quejan de la fuerte presencia de turistas chinos ¨Centran 20 millones al a?o, el triple de la poblaci¨®n local¨C, que distorsiona los precios de la vivienda y la oferta en los comercios, que se va orientando a las demandas de los visitantes y menos a las necesidades diarias de sus residentes, seg¨²n sostienen.
Les preocupa el futuro, cuando en 2047 se deje de aplicar el principio ¡°un pa¨ªs, dos sistemas¡± que les garantiza libertades inexistentes en China. Un principio que ven erosionarse gradualmente, con incidentes como la desaparici¨®n de cinco libreros hongkoneses que reaparecieron presos en territorio continental. ¡°Tenemos libertad de expresi¨®n, ?verdad? Pero me cubro la cara para hablar contigo, o en las manifestaciones. No tendr¨ªa que ser as¨ª. Pero me da miedo que me puedan identificar y que me lleven al otro lado de la frontera en alg¨²n momento¡±, cuenta Lam, uno de los participantes en la primera l¨ªnea de las protestas.
Antecedentes
En 2014, muchos de ellos, incluido Lam, participaron con entusiasmo en el Movimiento de los Paraguas, las protestas juveniles que paralizaron el centro de Hong Kong durante casi tres meses para reclamar m¨¢s democracia. Pero sus esperanzas se vieron frustradas. Aquella iniciativa no consigui¨® las reformas democr¨¢ticas que quer¨ªa. Pero s¨ª dio con los huesos de sus principales l¨ªderes en la c¨¢rcel. Y los j¨®venes pol¨ªticos surgidos de esa movilizaci¨®n han visto bien sus candidaturas vetadas o, tras ser elegidos, las autoridades han anulado una tras otra sus actas de diputado con diferentes argumentos, mientras el Parlamento segu¨ªa dominado por vetustos legisladores pro-Pek¨ªn.
El resultado es una profunda desconfianza hacia el gobierno aut¨®nomo y un desencanto generalizado con el sistema pol¨ªtico. ¡°La actual desafecci¨®n y alienaci¨®n juvenil est¨¢ muy arraigada en sentimientos contra el gobierno, quiz¨¢s hasta el punto de que poco se puede hacer para revertirlo¡±, afirmaba el informe de 2018 ¡°Radicalismo juvenil en Hong Kong¡±, del profesor Kerry Kennedy y la Universidad de Educaci¨®n de Hong Kong.
As¨ª las cosas, la opini¨®n p¨²blica en una ciudad habitualmente tan conservadora como es Hong Kong parece haber percibido con m¨¢s tolerancia la ocupaci¨®n del parlamento que otros incidentes en el pasado, pese a que Pek¨ªn haya calificado el acto de ¡°vandalismo¡±.
El asalto al parlamento ¡°es una expresi¨®n de ira contra un gobierno impotente, unos partidos pol¨ªticos sinverg¨¹enzas y representantes de la casta, y un gobierno no democr¨¢tico¡±, ha escrito en las redes sociales el autor hongkon¨¦s Dung Kai Cheung.
Una encuesta en l¨ªnea del peri¨®dico Hong Kong Economic Times, de l¨ªnea tradicional, indica que, entre m¨¢s de 344.000 participantes, el 83% est¨¢ ¡°de acuerdo con esta forma de expresarse¡±, mientras que el 11% discrepa y el 6% no tiene una opini¨®n.
Un grupo de ciudadanos, encabezados por tres pastores protestantes, han comenzado una huelga de hambre en las cercan¨ªas del parlamento para expresar su apoyo a los manifestantes. Este viernes, cerca de 8.000 personas se sumaban a la concentraci¨®n convocada por un grupo de madres frente al Ayuntamiento de la ciudad, con el mismo objetivo. ¡°?Qu¨¦ es m¨¢s violento, el da?o a la propiedad que causaron los manifestantes el 1 de julio o la destrucci¨®n deliberada e insidiosa de las protecciones de los derechos y la justicia en Hong Kong, por parte de los funcionarios y pol¨ªticos pro-Pek¨ªn, en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas?¡±, preguntaba una de las organizadoras, Sealing Cheng, al leer un manifiesto.
¡°No debemos juzgar si hicieron bien o mal. Debemos estar a su lado¡±, afirma Dorothy Ho, portavoz de la asociaci¨®n Padres del Movimiento de los Paraguas. ¡°Hicieron lo que creyeron que ten¨ªan que hacer por el bien de Hong Kong¡±.
El gobierno aut¨®nomo mantiene una posici¨®n mucho menos benevolente, y ha prometido castigar a los culpables de lo que calific¨® de ¡°extrema violencia¡±. El jueves la Polic¨ªa ya hab¨ªa detenido a trece personas por los incidentes del lunes. Aunque, en respuesta aparente a la reacci¨®n ciudadana, la jefa del gobierno Lam ha pedido una reuni¨®n con los sindicatos de estudiantes universitarios.
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