Selfis, aut¨®grafos y una siesta: as¨ª fue el aterrizaje de Berlusconi en el Parlamento Europeo
El ex primer ministro italiano se convierte en una estrella pop en Estrasburgo
En el barrio europeo de Bruselas, si de tu cuello no cuelga una acreditaci¨®n ¡ªconocida popularmente como el badge, su traducci¨®n al ingl¨¦s¡ª o eres primer ministro o tienes las puertas cerradas. El accesorio, prolongaci¨®n natural del cuerpo de periodistas, diplom¨¢ticos y lobistas, decide si puedes atravesar los numerosos controles que d¨ªa s¨ª, d¨ªa tambi¨¦n, afronta con resignada aceptaci¨®n ese s¨¦quito de actores que operan en las instituciones europeas. Pocos se libran. El cintur¨®n y el m¨®vil lo colocan en la cinta m¨®vil desde el becario reci¨¦n aterrizado a experimentados conocedores de la burbuja impecablemente trajeados. Todos pol¨ªglotas y sobradamente preparados. Todos manejando con soltura siglas incomprensibles para el profano.
El arte de medrar, id¨¦ntico en Madrid que en Budapest, adquiere en Bruselas su m¨¢xima expresi¨®n. Ya sea en la industria farmac¨¦utica o la tabacalera, la del autom¨®vil o la a¨¦rea, un ej¨¦rcito de misioneros del capitalismo comparte con pol¨ªticos y ONG unos pocos cientos de metros a la redonda para tratar de influir en las decisiones de las instituciones. No siempre con ¨¦xito.
Silvio Berlusconi volvi¨® este martes a la pol¨ªtica, como diputado del Parlamento Europeo. Pese al rechazo que podr¨ªa tener por todas las acusaciones en su contra, volvi¨® firmando aut¨®grafos... pic.twitter.com/fd3CxiIzee
— Pablo Cu¨¦llar (@pcuellarb) July 2, 2019
Un nuevo hombre ha entrado en ese c¨ªrculo de poder, no se sabe por cu¨¢nto tiempo. Ni siquiera si es con voluntad de quedarse. Su nombre es Silvio. Silvio Berlusconi. Y de un modo parecido a lo que sucede con la acreditaci¨®n, crece la sensaci¨®n de que no eres nadie en Bruselas si no tienes un selfi con ¨¦l. Aunque oficialmente solo sea uno m¨¢s de la legi¨®n de 751 eurodiputados que conforman el Parlamento Europeo. Aunque tenga 82 a?os y sea el m¨¢s veterano de todos ellos.
El caluroso recibimiento que le dispensaron en la sesi¨®n inaugural de la Euroc¨¢mara de este martes en Estrasburgo no fue obra ¨²nicamente de compa?eros de partido. El agasajo incluy¨® a adversarios de formaciones rivales, especialmente de la extrema derecha. Un fen¨®meno fan poco usual en la meca del parlamentarismo comunitario.
Los ejemplos fueron variados. El eurodiputado de Vox Hermann Tertsch, sentado en el esca?o de su izquierda, alz¨® el m¨®vil y se inmortaliz¨® con un ex primer ministro italiano sonriente. No fue el ¨²nico. Berlusconi pos¨®, exhibi¨® dentadura, e incluso colm¨® sobradamente las expectativas de Gianantonio DA RE, eurodiputado de la Liga de Matteo Salvini reconvertido por momentos en tifosi. Con la camiseta del Mil¨¢n extendida sobre el esca?o y el rotulador en mano, esper¨® pacientemente a que Berlusconi, anta?o presidente bianconero pero ahora m¨¢s parecido a un afamado futbolista, terminase de estrechar manos para ponerle su r¨²brica a la el¨¢stica rojinegra, el equipo del que fue propietario durante 30 a?os.
Tanto ajetreo acab¨® pasando factura. Berlusconi, que un d¨ªa de 2003 llam¨® ¡°turistas de la democracia¡± a un grupo de eurodiputados durante una comparecencia suya en la Euroc¨¢mara como primer ministro, y ¡ªparadojas del destino ¡ª, ha acabado siendo uno de ellos, termin¨® la jornada somnoliento. Ni siquiera pudo vencer el peso de sus p¨¢rpados antes de llegar a su hotel y se permiti¨® una breve siesta en el esca?o.
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