El ¡®Winnipeg¡¯ llega al puerto de Valpara¨ªso 80 a?os despu¨¦s
Exiliados espa?oles y sus descendientes participan en Chile de una recreaci¨®n hist¨®rica del desembarco del buque que en 1939 salv¨® del franquismo a 2.200 republicanos
Flamean banderas republicanas y chilenas con el viento del oc¨¦ano Pac¨ªfico. "?Viva la Rep¨²blica!", grita una mujer. "?Viva!", contesta el coro. "?Viva Chile!". "?Viva!", replica la gente. Son pasadas las nueve de la ma?ana y el barco Daddy est¨¢ en alta mar. El cielo, aunque con bruma, deja pasar los rayos del sol de invierno. Unas 80 personas han embarcado desde el muelle Prat, del puerto chileno de Valpara¨ªso, para recrear lo que suced¨ªa hace justamente 80 a?os, un 3 de septiembre de 1939, cuando 2.200 exiliados espa?oles comenzaron a bajar muy temprano de la embarcaci¨®n Winnipeg. Los pasajeros de este barco, en 2019, son en su mayor¨ªa descendientes de alguno de los hombres, mujeres y ni?os de familias republicanas rescatadas por Pablo Neruda, que fue nombrado c¨®nsul especial para la inmigraci¨®n espa?ola en Chile. Otros son, directamente, sobrevivientes.
"Y a ti, Francisca, ?c¨®mo te ha ido en la vida?". Se lo pregunta Francisco Casas Sim¨®n, de 86 a?os, a Francisca Torres Nieto, de la misma edad. En ocho d¨¦cadas no se hab¨ªan conocido en Chile, donde cada uno hizo sus vidas, pero a bordo del Daddy descubren que ambos viajaron en el Winnipeg a los seis a?os. Que quiz¨¢s jugaron juntos y que al embarcarse en Francia recibieron la misma maleta de cart¨®n con art¨ªculos de higiene: "La conserv¨¦ por mucho tiempo", recuerda ¨¦l, doctor en qu¨ªmica. Casas naci¨® en Madrid un 8 de abril de 1933. Torres en M¨¢laga, algunos d¨ªas despu¨¦s. Ambos de familias republicanas, a ¨¦l la Guerra Civil lo separ¨® de sus padres biol¨®gicos y lo empuj¨® a Chile, siendo un cr¨ªo, con sus padres adoptivos, que estuvieron en el frente en la capital espa?ola. Ella arrib¨® con sus padres y sus dos hermanos menores.
"Llegamos la noche del 2 de septiembre al puerto y fue impresionante ver todos los cerros iluminados, todo muy bonito", se?ala Francisca. "En el barco se escuchaba la voz de Pablo Neruda, que en una grabaci¨®n dec¨ªa que Chile no era un pa¨ªs rico. Que los ni?os andaban descalzos. Mi madre dec¨ªa: "Uy, d¨®nde nos iremos a meter ahora", recuerda riendo la mujer, que hizo su vida en este pa¨ªs.
La ministra de Justicia del Gobierno de Espa?a, Dolores Delgado Garc¨ªa, viaj¨® para participar en algunas de las decenas de actividades programadas por el 80? aniversario de la llegada del Winnipeg. En el puerto, esta ma?ana recordaba: "Ha sido el mayor contingente de exiliados republicanos espa?oles que jam¨¢s haya salido de Espa?a". Y relat¨® c¨®mo sucedi¨® todo: "La tarde del 2 de septiembre de 1939, el Winnipeg atrac¨® en esta ciudad. Los refugiados no durmieron aquella noche. Con asombro contemplaron la expresi¨®n de la solidaridad, la alegr¨ªa de la gente que estaba aqu¨ª. En Valpara¨ªso, la bienvenida fue apote¨®sica, incre¨ªble. Una impresionante masa humana atestaba los muelles, los edificios, las maquinarias del puerto. Las bandas de m¨²sica tocaban canciones chilenas y espa?olas". Fue a las nueve y diez de la ma?ana cuando baj¨® el primer pasajero: Juan M¨¢rquez G¨®mez. El espa?ol lanz¨® un "Viva Chile" que fue coreado por los presentes.
El acad¨¦mico Agust¨ªn Squella, uno de los intelectuales chilenos que m¨¢s conoce la historia del puerto, rememoraba una an¨¦cdota desconocida: "A bordo del Winnipeg ven¨ªan un grupo de anarquistas". "Eran unos 12 que en Francia hab¨ªan subido al barco como polizones. No m¨¢s desembarcar en Valpara¨ªso fueron apartados del resto de los pasajeros y trasladados a una comisar¨ªa. Horas m¨¢s tarde fueron rescatados de all¨ª por el senador Marmaduque Grove", se?ala el profesor de Filosof¨ªa del Derecho. "De los m¨¢s de 2.000 refugiados, 24 se hab¨ªan quedado en Arica, en el norte de Chile; cerca de 700 lo hicieron en Valpara¨ªso; unos pocos pusieron rumbo a Argentina; y la mayor¨ªa se traslad¨® en tren a Santiago, un viaje en el que los habitantes de las localidades interiores por las que pasaron salieron a recibirlos con flores y con aplausos".
Arriba del Daddy todos parecen deseosos de contar sus historias. Familias que fueron divididas por la dictadura de Franco y luego por la de Pinochet, como la de los hermanos Miguel y Jos¨¦ Ballesteros ¨Cambos fallecidos¨C, cuyos descendientes estaban presentes en el puerto esta ma?ana. Reflexiona el arquitecto chileno Le¨®n Sedaca Adriazola, cuyo padre lleg¨® a los ocho a?os en el Winnipeg: "El gesto de Chile fue un ¨ªcono. Si pensamos los problemas que hay hoy con los inmigrantes a nivel mundial, es un ejemplo para el mundo".
In¨¦s Ortega-M¨¢rquez, presidenta Corporaci¨®n de Espa?oles Progresistas de Chile, fue la curadora de la recreaci¨®n hist¨®rica. Fue probablemente una de las actividades m¨¢s emotivas de las decenas organizadas para conmemorar el aniversario 80? de la llegada del Winnipeg. Las 80 personas que embarcaron en el Daddy ¨Cuna por cada a?o transcurrido?¨C portaban un cuadrado de madera con el nombre de alguno de los exiliados, que luego pegaron en un gran mural de 15 metros de la hist¨®rica plaza Sotomayor del puerto. Algunos de quienes embarcaron llevaban en su pecho las im¨¢genes de sus familiares. Otros cantaban canciones en catal¨¢n. Dolores Gracia, cuyo padre C¨¢ndido lleg¨® en la embarcaci¨®n a Chile, repart¨ªa banderas republicanas confeccionadas por su hija artesanalmente la noche anterior.
"Labriegos, carpinteros, pescadores, torneros, maquinistas, alfareros, curtidores: se iba poblando el barco que part¨ªa a mi patria. Yo sent¨ªa en los dedos las semillas de Espa?a que rescat¨¦ yo mismo y esparc¨ª sobre el mar, dirigidas a la paz de las praderas", escribi¨® Neruda en Misi¨®n de amor. Descendientes tanto de obreros como de intelectuales, de regiones distintas de Espa?a, que esta ma?ana en Valpara¨ªso se?alaban: "Aqu¨ª arriba, todos somos familia".
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