El Brexit de Johnson desgarra al Partido Conservador
La expulsi¨®n de 21 diputados veteranos por intentar frenar al primer ministro indigna a muchos afiliados
![Rafa de Miguel](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F543fee30-1196-4a9b-84a9-99dc0ce2947a.png?auth=617a3d44bee9f05cac9f72901355bdb26c411b61cbba95e1b34d4a3f3ac1165a&width=100&height=100&smart=true)
![El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, este viernes en Aberdeen.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Z5I4EFQFMKWSLZMLR2VHS5LJSU.jpg?auth=057fe3141f21d25d5da0865ce7bfafc3e5ebdd28ea4b6fd66ab66d9441d2d5f4&width=414)
Los conservadores moderados del Reino Unido han observado esta semana con espanto c¨®mo Boris Johnson se dispon¨ªa a callar la voz del Parlamento y expulsaba sin contemplaciones del partido a figuras hist¨®ricas y veneradas que hab¨ªan osado enfrentarse a su estrategia del Brexit. "Todo se desmorona. El centro ya no resiste. La anarqu¨ªa se abate sobre el mundo", dicen los famosos dos versos de El Segundo Advenimiento, de William Butler Yeats. "El centro ya no resiste". El esp¨ªritu pragm¨¢tico y acomodaticio de la formaci¨®n que un d¨ªa fue definida como "la m¨¢quina perfecta para ganar elecciones" se ha visto acorralado por una pinza letal. En un extremo, ¨¦lites pol¨ªticas educadas en Eton y Oxford, con su futuro asegurado, para las que esta crisis no es m¨¢s que un juego de autoindulgencia en el que exhiben su nacionalismo exquisito de club privado de caballeros. En el otro, una generaci¨®n de ingleses nacida en los sesenta que nunca ha abandonado ese ¨ªmpetu an¨¢rquico y destructivo del glorioso movimiento punk que asombr¨® al resto del mundo. "Me importa unos cojones". El Never Mind the Bollocks de los Sex Pistols. Y en medio, Johnson, el pol¨ªtico que us¨® como canci¨®n de su segunda campa?a para la alcald¨ªa de Londres el London Calling de The Clash.
Esta vez, sin embargo, muchos tories creen que el primer ministro ha ido demasiado lejos. Asesorado por un despiadado Dominic Cummings, el ide¨®logo que condujo con ¨¦xito la campa?a del refer¨¦ndum de 2016 para abandonar la UE, Johnson se ha lanzado a una estrategia de tierra quemada y de aniquilaci¨®n del enemigo. 21 diputados conservadores han sido expulsados del grupo parlamentario y del partido por aliarse con la oposici¨®n e intentar frenar un Brexit sin acuerdo que todos las previsiones econ¨®micas dibujan como un desastre para el pa¨ªs. Kenneth Clarke, el "padre del Parlamento"; Dominic Grieve, exabogado general del Estado y una de las mentes jur¨ªdicas m¨¢s brillantes del Reino Unido; Nicholas Soames, nieto de Winston Churchill; Rory Stewart, la fugaz esperanza de muchos durante las primarias para suceder a Theresa May¡El castigo sin escr¨²pulos infligido por Johnson a todos ellos ha tenido un efecto bumer¨¢n. "Su decisi¨®n de asesinar pol¨ªticamente a gente como Ken Clarke o Nicholas Soames ha tenido una imagen devastadora en muchas agrupaciones locales conservadoras, y ha incomodado a un mont¨®n de afiliados. Algunos pueden aplaudir su crueldad y hasta jalearla, pero no hay m¨¢s que echar un vistazo a la lluvia de correos electr¨®nicos de las ¨²ltimas horas para detectar la inquietud de muchos miembros del partido o de mis colegas en el Parlamento", cuenta Grieve. Impert¨¦rrito ante la avalancha de insultos y amenazas que ha recibido desde que decidi¨® respaldar un segundo refer¨¦ndum sobre el Brexit, el temblor en sus manos durante los debates en Westminster de esta semana delataba el estado de ansiedad que ha alcanzado finalmente a todos los tories.
"Me preocupa el Partido Conservador, porque m¨¢s all¨¢ de algunos espasmos coyunturales, siempre hemos sido vistos como una formaci¨®n pragm¨¢tica, sensible, eficaz en nuestro trabajo, sana, razonable y consciente de los intereses de todo el pa¨ªs. Ahora empezamos a parecer la secta del Brexit", dec¨ªa el nieto de Churchill, uno de los expulsados, al diario The Times. Soames se muestra horrorizado ante la figura de Jacob Rees-Mogg, el ultraeuroesc¨¦ptico que moviliz¨® sus filas para afianzar la victoria de Johnson, y a quien el primer ministro recompens¨® con el Ministerio de Relaciones con el Parlamento. Su actitud displicente durante los debates de esta semana, medio tumbado en su esca?o con una sonrisa de sorna mientras los diputados hablaban, traspas¨® para muchos todos los l¨ªmites. "Es un fraude absoluto, el ejemplo de lo que se puede lograr con un traje chaqueta cruzado, una corbata decente, un tono de voz ultrapijo y un poco de jengibre metido en el culo", se explayaba el veterano diputado, con 37 a?os de servicio a sus espaldas.
El Partido Conservador lleva casi medio siglo con peleas internas a cuenta de Europa. Convenci¨® a rega?adientes a sus votantes, en la d¨¦cada de los setenta, para dar el paso y unirse a la entonces Comunidad Econ¨®mica Europea. Margaret Thatcher, desde su liberalismo econ¨®mico, abraz¨® la idea del Mercado Interior para renegar despu¨¦s de la "trampa federalista" y combatir la idea de una mayor uni¨®n pol¨ªtica. John Major tuvo que hacer frente a todos los "bastardos" de su partido que intentaron bloquear la aprobaci¨®n por el Reino Unido del Tratado de Maastricht. David Cameron, envalentonado por su triunfo en el refer¨¦ndum por la independencia de Escocia de 2014, en el que gan¨® el no, se aficion¨® a las consultas populares y pens¨® que una nueva le servir¨ªa para zanjar de una vez por todas el debate europeo. Lo que logr¨® fue abrir la caja de Pandora.
Y la herencia ha acabado en manos de un pol¨ªtico que a veces ni siquiera se toma a s¨ª mismo en serio. Johnson ha apostado toda su carrera a una sola baza: provocar unas elecciones, presentarse como la voz del pueblo frente a las ¨¦lites del Parlamento, y sacar al Reino Unido de la pesadilla europea. Y de paso, quitarse de en medio la amenaza del Partido del Brexit, del ultranacionalista Nigel Farage. Enfrente tiene a toda la oposici¨®n, y ahora tambi¨¦n, con una determinaci¨®n no conocida hasta el momento, a un bloque de tories moderados decididos a que "el centro resista" y a evitar que el Partido Conservador, tal y como fue conocido hist¨®ricamente, desaparezca.
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