El despertar de los descendientes de esclavos en Mauritania
El ascenso pol¨ªtico del activista Biram Dah Abeid encarna el avance en el pa¨ªs de un sector marginado de la poblaci¨®n
C¨¢rcel de Aleg, en el sur de Mauritania. A?o 2015. Biram Dah Abeid y Brahim Bilal, los dos militantes m¨¢s activos y conocidos de la lucha contra la esclavitud en su pa¨ªs, una pr¨¢ctica prohibida pero que se resiste a desaparecer, purgan una pena de dos a?os por manifestaci¨®n ilegal. Incluso detr¨¢s de los muros de la prisi¨®n, los dos activistas negros pueden sentir la enorme movilizaci¨®n popular a su favor, tanto dentro como fuera del pa¨ªs. ¡°Biram¡±, dice Bilal a su amigo sabiendo que la liberaci¨®n llegar¨¢ pronto, ¡°tenemos la oportunidad de cambiar las cosas en Mauritania. Hoy existe Internet, Facebook, WhatsApp y podemos hacer llegar nuestro mensaje mucho m¨¢s lejos que nunca a una juventud muy activa que empieza a reaccionar. Es el momento¡±.
La esclavitud es un tema sensible en Mauritania. Aunque no existen datos oficiales por etnias, se estima que al menos la mitad de la poblaci¨®n desciende de antiguos esclavos, los haratines, mientras que la otra mitad est¨¢ formada por los llamados negroafricanos y la minor¨ªa blanca de origen ¨¢rabe y bereber. La dominaci¨®n de unos grupos o familias sobre otros durante siglos ha dejado una huella en forma de discriminaci¨®n, d¨¦bil acceso a la educaci¨®n o explotaci¨®n m¨¢s o menos velada. A¨²n hoy son los descendientes de esclavos y los miembros de etnias como la sonink¨¦ o la peul quienes ocupan los barrios m¨¢s desfavorecidos y, por regla general, quienes llevan a cabo los trabajos m¨¢s duros.
Nuakchot, capital de Mauritania. Junio de 2019. Biram Dah Abeid, el activista que en 2016 sali¨® de prisi¨®n con la firme intenci¨®n de convertirse en presidente de su pa¨ªs, ha obtenido el 18% de los votos en las elecciones, un resultado notable para un descendiente de esclavos en un pa¨ªs dominado por una ¨¦lite blanca ¨¢rabobereber. Aunque el general Ghazouani result¨® elegido con un 52% de las papeletas y Abeid no alcanz¨® su sue?o, lo cierto es que supo recoger el descontento de buena parte de la poblaci¨®n para convertirse en el nuevo l¨ªder de la oposici¨®n, alguien con quien habr¨¢ que contar en el delicado juego de equilibrios que es la pol¨ªtica en este pa¨ªs.
Hasta el lenguaje de Abeid ha cambiado. ¡°Se est¨¢ produciendo un cambio hist¨®rico¡±, asegura, ¡°los mauritanos est¨¢n recuperando la idea de pensar y actuar juntos, m¨¢s all¨¢ de las divisiones ¨¦tnicas. El poder ha intentado dividirnos en compartimentos estancos y mi resultado demuestra que hemos trascendido ese esquema sectario¡±. Si durante a?os su estrategia fue la de presentarse como el defensor de los esclavos negros, y este ha sido su principal nicho de votos, ahora tiende la mano a todas las comunidades del pa¨ªs, incluso a los maures blancos descontentos. ¡°Ha moderado su lenguaje, sabe que de lo contrario nunca va a conseguir llegar a nada¡±, asegura un miembro de la ¨¦lite dirigente.
Para Brahim Bilal, compa?ero de prisi¨®n de Abeid que hoy sigue luchando contra la esclavitud y sus secuelas, la primera prueba de que las cosas est¨¢n cambiando es que el Gobierno de Mohamed Ould Ghazouani, nombrado hace unas semanas, cuenta con siete ministros haratines de un total de 24. ¡°En los Gobiernos del expresidente Abdelaziz hab¨ªa dos o tres, pero ahora son siete y adem¨¢s dos de ellos ocupan ministerios clave como son Interior y Justicia. Esto es un gesto evidente para tratar de contentar a toda una comunidad¡±, asegura Bilal.
A un lado de la carretera que conduce al flamante nuevo aeropuerto de Nuakchot emerge el reci¨¦n estrenado Palacio de Congresos, inaugurado para una cumbre de la Uni¨®n Africana. Al volante de su desvencijado autom¨®vil, Omar reconoce haber votado por el cambio. ¡°Biram Dah Abeid dice cosas duras que son verdad, pero que los otros ni se atreven a plantear¡±, explica. En el sal¨®n de una lujosa casa del barrio de Las Palmas, el empresario Ahmed degusta un t¨¦ con d¨¢tiles y admite que le sorprendi¨® el resultado de Abeid. ¡°Fue espectacular, muy a tener en cuenta¡±, dice. En el remozado distrito de Tevragh Zeina, coraz¨®n pol¨ªtico-administrativo de la capital, un curtido periodista se atreve a pronosticar que llegar¨¢ el d¨ªa en que un haratin sea presidente del pa¨ªs. ¡°Quiz¨¢s no sea Biram, pero ¨¦l ha logrado llegar lejos¡±, advierte.
¡°La llave que abrir¨¢ la puerta de una nueva Mauritania es la educaci¨®n¡±, asegura sin dudarlo Bilal. El nuevo presidente Ghazouani, que accedi¨® al cargo en el primer relevo democr¨¢tico de la historia de este pa¨ªs, parece estar de acuerdo a tenor de sus promesas de campa?a. Hasta los opositores m¨¢s ac¨¦rrimos del expresidente Abdelaziz conf¨ªan en que su delf¨ªn imprimir¨¢ a su gesti¨®n un nuevo sello de mayor libertad, apertura y desarrollo. ¡°Procede de una tribu de eruditos, es m¨¢s reflexivo y discreto que su antecesor¡±, asegura Moussa Ould Mohamed, un abogado que vot¨® por ¨¦l. A¨²n es pronto para saberlo.
La herida de la esclavitud est¨¢ a¨²n abierta, pero definir a todo un pa¨ªs por ello no le hace justicia, tal y como recordaba en un reciente entrevista en El PA?S el economista Carlos Lopes, uno de los padres del acuerdo de libre comercio continental: ¡°Hay muchos pa¨ªses que lo est¨¢n haciendo bien (¡) como Mauritania, que ha cambiado much¨ªsimo, aunque se suele hablar solo de su esclavitud. Logr¨® cambiar¡±. Entre el optimismo de Lopes y el pesimismo de quienes perciben a Mauritania como un universo anclado en el pasado, la realidad se abre paso a empujones.
Las viejas asignaturas pendientes de las tensiones intercomunitarias, de la discriminaci¨®n y del control del poder por una ¨¦lite pol¨ªtico-militar de mayor¨ªa ¨¢rabobereber se presentan como el aut¨¦ntico Rubic¨®n. ¡°Va a llegar el d¨ªa que tengamos un presidente descendiente de esclavos. Es una cuesti¨®n de n¨²meros, de peso demogr¨¢fico, pero tambi¨¦n de conciencia. Hay una nueva generaci¨®n preparada. Si no ocurre en 2024 ser¨¢ en 2029. Pronto Mauritania ser¨¢ la nueva Sud¨¢frica¡±, insiste Bilal. ¡°Queremos unir a todos los mauritanos y resolver sus problemas. El problema no son las etnias, sino el poder arbitrario de quienes lo detentan en la actualidad¡±, tercia Abeid.
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